El Sistema falla, no por el Sistema, sino por la deleznable falta de responsabilidad y honestidad de sus administradores. El Sistema falla porque la demoledora presión impositiva recae sobre los trabajadores, los que mantienen con su trabajo a los que lo han perdido, pero permite a los poderosos, a los rentistas, a los vagos millonarios y a los especuladores rehuir sus obligaciones fiscales con una permisividad asombrosa. El Sistema falla porque un notable porcentaje de políticos se ha enriquecido, con especial recochineo en los palacios autonómicos y los arruinados ayuntamientos. El Sistema falla porque en España, que se exige un examen especial para hacerse socio de una biblioteca, no se le exige nada a un concejal, un alcalde, un ministro, un presidente autonómico o al propio presidente del Gobierno. No puede triunfar un Sistema donde los gobernantes han sido, si no analfabetos, sí ignaros, desnutridos de lecturas, en ocasiones ágrafos y con frecuencia, incultos. El Sistema falla porque unos pocos se han llevado lo de todos, con negocios amparados por el Poder Político, vaciando las arcas del Tesoro. El Sistema falla porque las izquierdas en España son aún más avariciosas en la acumulación del dinero que las derechas, procurando un desmoronamiento moral y ético perfectamente descriptible. El Sistema falla porque el político que se despide o es despedido por la voluntad del pueblo, siempre encuentra un sillón en el Consejo de Administración de un banco o una multinacional, mientras que el parado se va a su casa si no se la quitan por un retraso en el pago de la hipoteca. El Sistema falla porque la honradez en España es un defecto, la humildad un error y la honestidad una grave imprudencia. El Sistema falla porque, desde la era de los pelotazos elogiados por Solchaga, se han producido tantos pelotazos en España que no puede quedar dinero para los que se dedican a trabajar normalmente un día sí y el otro también. Por la devastadora ambición de quienes tenían y de los que no habían tenido y le tomaron –natural–, el gusto a contar los billetes. El Sistema falla porque nadie se atreve a suprimir las subvenciones que pagan los contribuyentes a chorradas inadmisibles. Falla porque los sindicatos no representan a nadie y están inmersos en la gran mancha de la corrupción. Falla el sistema porque en los reductos autonómicos, los poderes dominan, mantienen y pagan a los medios de comunicación para que informen sesgadamente a la ciudadanía. El Sistema falla porque nadie se atreve a decir la verdad, su verdad, porque el Poder impone sus condiciones de silencio. El Sistema falla porque la Justicia está politizada y dividida en grupos y asociaciones sostenidas por ideologías, no por las leyes. El Sistema falla porque los que pueden hablar se callan y los que no pueden se limitan a decir tonterías establecidas por el oportunismo, el rencor o la envidia. El Sistema falla porque después de más de quinientos años de unión, los españoles no hemos sabido ser, ante todo, españoles, dejando las diferencias en el segundo plano de nuestras opciones. El Sistema falla porque los partidos políticos no son contundentes con la corrupción de sus propios sujetos y renuncian a las medidas ejemplares y ejemplarizantes. El Sistema falla porque no escandaliza a la Izquierda que un individuo gane trece millones de euros al año y despida a un tercio de los trabajadores de la empresa que preside «porque ya no podemos seguir viviendo tan bien como antes». El Sistema falla porque se ha esquilmado, robado y abusado de esa ciudadanía con la que sólo se cuenta a la hora de conseguir su voto. El Sistema falla, porque organizaciones e instituciones admirables y honestas, que lo dan todo por España por la vocación de servirla, son sistemáticamente empobrecidas y maltratadas por los poderes, la mentira y la demagogia. Porque hemos renunciado a los principios y los valores, de unos y de otros. El Sistema ha naufragado por culpa del único valor admirado: el dinero.
Alfonso Ussía
Félix Velasco - Blog
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