sábado, 29 de septiembre de 2007

Violencia en Cataluña - I


VIOLENCIA ANTOMONARQUICA EN CATALUÑA - I

La sucesiva quema de fotos de Su Majestad el Rey en Cataluña no mereció ayer la condena por parte del Parlamento catalán, que se limitó a aprobar una resolución en que realizó un llamamiento a «respetar los símbolos institucionales», sin citar a la Corona. «Como país que ha sufrido el menosprecio y la persecución de sus símbolos nacionales, el Parlament hace una llamada a respetar los símbolos institucionales. Y, al mismo tiempo, expresa la necesidad de que la respuesta a estos hechos por parte de las instancias judiciales, mediáticas y políticos en ningún caso puede ser desproporcionada», reza el texto aprobado ayer por las fuerzas del tripartito y CiU. El PP votó en contra y Ciutadans se abstuvo. Los populares solicitaron la lectura en voz alta de su propia propuesta y la votación por separado, antes de recibir la negativa del conjunto de la Cámara, a excepción de Ciutadans. En su redactado proponían «la condena de forma unánime a los ataques y las ofensas que se vienen produciendo en Cataluña contra los Reyes de España». Durante la votación, el diputado de ERC Uriel Bertran -líder de la corriente crítica interna Esquerra Independentista- se ausentó. Ante tal maniobra, el grupo republicano impondrá una sanción a su parlamentario rebelde, quien el pasado martes protagonizó un acto público de autoinculpación por actos de quema de imágenes de los Reyes.
Ante el revuelo causado por el desprecio a la Corona, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, abogó por «no dar pábulo» a los «grupos minoritarios» que protagonizan actuaciones de ofensa al Rey y rechazó comentar «por absurdas» la enmienda en la que ERC propone que don Juan Carlos deje de ser jefe de las Fuerzas Armadas. En una línea más agresiva, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, cargó con dureza contra los dirigentes del PP, por su utilización «ruin y miserable» de la bandera y el Rey «para atacar al presidente». «Para ellos todo mi desprecio», llegó a sentenciar.
Por su parte, el presidente del PP, Mariano Rajoy, comentó que «frente las locuras y disparates de unos», el PP es una fuerza política que «sabe lo que tiene que hacer, que cree en España, que cree en la igualdad de los españoles, en la Monarquía y su bandera y lo va a defender». El líder popular repasó los recientes sucesos y terminó expresando su asombro. «Se queman imágenes del Rey, se le insulta, se esconde la bandera de España y se presenta una enmienda en el Senado para que el Jefe del Ejército sea Rodríguez Zapatero; y sin embargo aquí no pasa nada».
Nuevo acto contra la corona Y esto ocurría al mismo tiempo que un nuevo episodio de injurias. Ocurrió en la Universidad de Barcelona, donde 200 jóvenes participaron en la quema de una pancarta con un dibujo hecho a grandes trazos del Rey, desplegada junto a otra que rezaba «Quememos la corona». El acto estaba convocado en solidaridad con los dos inculpados por la Audiencia Nacional por presuntas injurias al Rey. Cuatro encapuchados descolgaron una pancarta de grandes dimensiones con el dibujo en el que se distinguía a Don Juan Carlos en blanco y negro y le prendieron fuego tras colocarlo boca abajo. Todo, sin presencia policial. En el comunicado que leyeron, consideraron al Rey «sucesor del Dictador Francisco Franco» y «cómplice de las últimas ejecuciones de la dictadura».

La Razón

jueves, 27 de septiembre de 2007

El gazpacho según Ferrán Adriá


EL GAZPACHO SEGUN FERRAN ADRIA

Abróchense los cinturones y, de paso (como las tiendas de las gasolineras), la cartera. No sólo en los presupuestos de la demagógica "despensa llena" del tragón agarrado al sillón de Solbes le dan a Cataluña 612 euros por habitante y a Andalucía sólo 544, sino que tenemos que soportar que venga a impartir doctrina sobre el gazpacho Ferrán Adriá. O sea, Fernando Adrián. ¿No obligan ellos allí a poner los letreros en catalán? Pues yo aquí, en castellano. Lo han traído para que nos enseñe cómo es el gazpacho y cómo hay que freír el pescado. Estamos rodeados. Con la complicidad, como siempre, de Chaves y de la Junta, palmeros de los catalanes, y ante el clamoroso silencio de "Javier", que es como se llamará Arenas en los carteles de las próximas elecciones autonómicas, a fin de que no las pierda Arenas, como siempre, sino Javier. Lo cual será una novedad digna de agradecer, sí, señor, un detalle por parte del PP (que no son las siglas de Partido de los Papafritas, aunque lo parezca).

Se celebra en Sevilla el Salón Internacional de Gastronomía Andalucía Sabor. Que es como el Salón del Caballo, pero sin pura raza y sin famosos de peaje traídos a mesa y mantel por el elegante y discreto Tomás Terry. O como la Feria del Toro, pero sin Távora haciendo tavorerías. Y como eso de la gastronomía tiene tantísimo que ver con las obras públicas (por aquí), ha venido a inaugurarlo Magdalena Alvarez, la ministra de Fomento. De Fomento del Caos. Yo no sé qué tendrá que ver Magdalena Alvarez con la gastronomía, si su especialidad es viajar gratis en avión. Pegaría más bien en el Salón de la Aeronáutica.

Y se han traído a Fernando Adrián, el cocinero catalán que es a los restaurantes lo que José Tomás a las plazas de toros: el lleno de moda asegurado para delectación de pintamonas boquiabiertos. Como el Gabinete Caligari proclamaba que la culpa fue del chachachá, Adrián ha dicho que la culpa de que haya liado con la nueva cocina la que ha formado fue del gazpacho. San Pablo se cayó del caballo y don Fernando cayó en la cuenta con el gazpacho. En el congreso "Andalucía Sabor: tres culturas, dos mares", paralelo al salón, explicó la evolución de las sopas en su restaurante El Bulli y recordó que fue en 1989 cuando planteó hacer un gazpacho diferente, con bogavante y un ajoblanco con cigalas. (Y no hizo un salmorejo con lisas mojoneras porque no sabe qué son las lisas mojoneras, que si no, también lo hace.) En una conferencia retransmitida por satélite para cuatro escuelas en Brasil, Perú, México y Francia con 4.000 estudiantes (¡toma ya!), recordó cómo a partir de estas sopas frías empezó a plantearse los límites del gazpacho. Y que enfervorizado por el gazpacho, puso en duda la propia esencia del majado. Fernando Adrián afirmó que hay que plantearse qué es una sopa y empezar a pensar si una salsa puede serlo o si un sorbete, como el que elaboró de roquefort con gelatina de manzana caliente al limón en 1998, ¡toma ya!, puede ser considerado también como una sopa. O sea, Bécquer, puro, en emulsión y al eneldo: "¿Qué es el gazpacho? ¿Y tú me lo preguntas? ¡El gazpacho eres tú!".

Y esperen, que hay más. Aparte de explicarnos el sexo de los ángeles del gazpacho, si es sopa, si salsa, si sorbete, si será una rosa o será un clavel (cuando cobre la tela de la Junta te lo diré), don Fernando Adrián ha venido también a explicarnos a los andaluces cómo se fríe el pescado. En las freidurías de Sevilla, en los freidores de Cádiz y en los peroles de Huelva no tenían ni idea. El cocinero catalán presentó en Sevilla una nueva forma de freír el pescado, gracias a la fibra de trigo, que permite hacer frituras de productos líquidos, como de uvas esferificadas de Pedro Ximénez (gotas de este vino dulce cubiertas por una fina capa de gelatina, como con las que consiguió el caviar de melón). ¡Toma ya! Así que ni buen aceite del molino de Gines, ni harina de garbanzo, ni nada. El que sabe freír bien el pescado es él. Muchas gracias, don Fernando, por ser tan generoso y enseñarnos a los andaluces. Solamente le pido que, a cambio, admita usted que cuando haya en Barcelona un salón de gastronomía catalana le envíe yo allí a Angela Martínez Goyguro, la que fríe los mejores calentitos del mundo en el Arco del Postigo, para que les explique a ustedes cómo se hacen bien de verdad las monchetas con butifarra.

Antonio Burgos

lunes, 24 de septiembre de 2007

Ntra. Sra. de la Merced


NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

Festividad que se celebra en muchísimos lugares del mundo, por ejemplo en Perú, Chile, Argentina, Brasil o en España en Barcelona,Vinaroz (Castellón), San Fernándo, (Cádiz), Córdoba,... entre otros. Hay que trasladarse a la Europa de principios del siglo XII. El mar Mediterráneo estaba lleno de corsarios turcos y musulmanes que asaltaban las embarcaciones, arrasaban casas y pueblos enteros, robaban, asesinaban, y, se llevaban esclavos al norte de Africa para venderlos como esclavos y hacerles apostatar de la fe.

Un comerciante rico de Barcelona, Pedro Nolasco vendió sus negocios y con el dinero pagaba el rescate de los prisioneros arriesgando su propia al ir al encuentro de las naves enemigas. Incluso organizó un grupo de amigos para que le ayudaran. Cuenta la tradición que la noche del 1 al 2 de agosto de 1218 estaba Pedro Nolasco en oración, cuando aparecen los primeros destellos de una luz celestial. Y empiezan a verse ángeles, que vienen rodeando a una Señora hermosísima, la cual le sonríe amorosa, y le dice: "- Lo que estás haciendo agrada mucho a Dios. No te desanimes. Yo te encargo ahora que fundes una Orden religiosa. Tus compañeros, imitando a mi Hijo Jesús, se entregarán a la salvación de sus hermanos, si es preciso hasta dándose en prenda por su rescate. Yo estaré con vosotros."

Pedro Nolasco no duda que se le ha aparecido la Virgen María, y comunica la visión al rey Don Jaime y al consejero real San Raimundo de Peñafort, los cuales hablan con el Obispo, que se queda pasmado: "- Pero, ¿es verdad lo que me dicen? Si es así, yo pongo el habito a esos valientes."

Con la protección de María y la misión del Obispo, Pedro Nolasco y sus compañeros se lanzan a una empresa sin igual. Pronto se les añade Ramón Nonato, valiente como ninguno, se ordena de sacerdote, y marcha al norte del Africa a rescatar cautivos. Lo da todo y se queda sin dinero. Y es el primero que cambia su libertad por la de un preso. Y al convertirse Ramón en esclavo predica a los otros cautivos la fe cristiana para que no se hagan musulmanes. Pero su amo, para que no hable más, le cierran la boca con un candado. Ocho meses dura su cautiverio y su martirio. Al llegar el dinero para su rescate, es liberado y devuelto a España. En Barcelona se le hace un recibimiento triunfal. Y el Papa Gregorio IX le llama para hacerlo Cardenal, aunque muere apenas inicia el camino hacia Roma.

Santoral Mercedario: S. Pedro Nolasco 6 de mayo - S. Ramón Nonato 31 de agosto - S. Pedro Pascual 6 de diciembre - S. Serapio 14 de noviembre - S. Pedro Armengol 27 de abril - Sta María de Cervellón 19 de septiembre - B. Mariana de Jesús 17 de abril - B. Margarita López M 24 de julio.

Félix Velasco

domingo, 16 de septiembre de 2007

Solzhenitsyn en Harvard


UN MUNDO DIVIDIDO EN PEDAZOS

Estoy sinceramente complacido de estar con ustedes con en esta ocasión del 327° año lectivo en esta antigua e ilustre universidad. Vayan mis felicitaciones y mis mejores deseos para todos aquellos que hoy se gradúan.

El lema de Harvard es "Veritas". Muchos de ustedes ya han aprendido y otros lo aprenderán a lo largo de sus vidas que la verdad nos elude si no nos esforzamos plenamente en seguirla. E incluso mientras nos elude, la ilusión por conocerla todavía persiste y nos lleva a algunos desaciertos. Además, la verdad raramente es grata; casi siempre es amarga. También hay algunas amarguras en mi discurso de hoy. Pero deseo suscitar esa ansiedad no como un adversario sino como un amigo. Hace tres años en Estados Unidos, dije ciertas cosas que parecían inaceptables. Hoy, sin embargo, mucha gente coincide con lo que yo he dicho.

La división del mundo de hoy es perceptible incluso contemplado superficialmente. Cualquiera de nuestros contemporáneos rápidamente identificaría dos potencias mundiales, cada una de ellas capaz de destruir enteramente a la otra. Sin embargo, la comprensión de esta división a menudo está limitada a la concepción política, a la ilusión de que el peligro puede ser conjurado mediante negociaciones diplomáticas exitosas o por un cuidadoso equilibrio de fuerzas armadas. La verdad es que esta división es mucho más profunda y más alienante; la ruptura es mayor de lo que puede parecer a primera vista. Esta profunda y múltiple ruptura conlleva el peligro de múltiples desastres para todos nosotros, según la antigua verdad de que un Reino – en este caso, nuestra Tierra – divido contra sí mismo no puede subsistir.

Mundos contemporáneos

Ahí está el concepto del Tercer Mundo: así pues, ya tenemos tres mundos. Indudablemente, sin embargo, el número es incluso mayor, sólo que estamos demasiado lejos para verlo. Algunas antiguas culturas autónomas están arraigadas profundamente, especialmente si se han extendido sobre la mayor parte de la Tierra, constituyendo un mundo autónomo, llenas de acertijos y sorpresas para el pensamiento Occidental. Como mínimo, debemos incluir en esa categoría a China, la India, el mundo musulmán y África, si efectivamente aceptamos la aproximación de mirar las dos últimas como unidades compactas. Durante mil años Rusia ha pertenecido a tal categoría, aunque el pensamiento Occidental sistemáticamente cometa el error de negarle su carácter autónomo, y por ello nunca la entendió, del mismo modo que hoy Occidente no comprende a Rusia en la cautividad comunista. Puede ser que en años pasados Japón ha sido cada vez más como una parte distante de Occidente, no quiero opinar sobre eso aquí; pero, Israel, por ejemplo, pienso que permanece separado del mundo Occidental aunque sólo sea porque su sistema estatal permanece ligado a la religión.

Hace relativamente poco tiempo el pequeño mundo de la Europa moderna fácilmente incautaba colonias por todo el globo, no sólo sin ninguna resistencia, sino también, por lo general, con desprecio de los posibles valores de los pueblos conquistados hacia la vida. En este sentido, tuvo un éxito abrumador, no hubo fronteras geográficas para ello. La sociedad Occidental se expandió como un triunfo de humana independencia y poder. Y de repente, en el siglo XX, se descubre su fragilidad e inconsistencia. Ahora vemos que las conquistas probaron ser de corta y precaria vida, y este giro señala los defectos en la visión del mundo con que Occidente contemplaba dichas conquistas. Las relaciones con el antiguo mundo colonial ahora se han tornado en su contra y el mundo Occidental a menudo llega a extremos de obsequiosidad, pero aún es difícil estimar la factura total que los antiguos países coloniales presentarán a Occidente; es difícil predecir si la entrega no sólo de las últimas colonias, sino de todo lo que posee será suficiente para que saldar esa cuenta.

Convergencia

Con todo, la ceguera de la superioridad continúa con molestia para todos y sostiene la creencia de que, por todas partes, vastas regiones de nuestro planeta deberían desarrollarse y madurar hasta alcanzar el nivel actual del sistema político occidental, que en teoría es el mejor y en la práctica el más atractivo. Existe la creencia de que todos aquellos otros mundos están sólo siendo temporalmente impedidos por débiles gobiernos, o por fuertes crisis, o por su propia barbarie o incomprensión para tomar la vía de las democracias pluralista Occidentales y adoptar su forma de vida. Los países son evaluados y juzgados según el incremento de su progreso en esta dirección. Sin embargo, esta concepción es el fruto de la incomprensión occidental de la esencia de los otros mundos; es un resultado de medirlos equivocadamente a todos con el mismo criterio occidental. La imagen real del desarrollo de nuestro planeta es completamente diferente.

La angustia provocada por un mundo dividido hizo nacer la teoría de la convergencia entre los principales países Occidentales y la Unión Soviética. Es una teoría tranquilizadora que pasa por alto el hecho que esos mundos no se están evolucionando similarmente; ni tampoco uno puede ser transformado en otro sin el uso de la violencia. Además, la convergencia inevitablemente implica la aceptación de los defectos de la otra parte, y esto es difícilmente deseable.

Si yo estuviera hoy hablando en un auditorio en mi país, examinando el diseño general de la ruptura del mundo me habría concentrado en las calamidades del Este. Pero dado mi forzado exilio en el Oeste desde hace cuatro años, y ya que mi audiencia es occidental, pienso que puede ser de mayor interés concentrarme en ciertos aspectos del Occidente en nuestros días, tal como los veo.

El declive de la valentía

La merma de coraje puede ser la característica más sobresaliente que un observador imparcial nota en Occidente en nuestros días. El mundo Occidental ha perdido en su vida civil el coraje, tanto global como individualmente, en cada país, en cada gobierno, cada partido político y por supuesto en las Naciones Unidas. Tal descenso de la valentía se nota particularmente en las élites gobernantes e intelectuales y causa una impresión de cobardía en toda la sociedad. Desde luego, existen muchos individuos valientes pero no tienen suficiente influencia en la vida pública. Burócratas, políticos e intelectuales muestran esta depresión, esta pasividad y esta perplejidad en sus acciones, en sus declaraciones y más aún en sus autojustificaciones tendientes a demostrar cuán realista, razonable, inteligente y hasta moralmente justificable resulta fundamentar políticas de Estado sobre la debilidad y la cobardía. Y este declive de la valentía es acentuado irónicamente por las explosiones ocasionales de cólera e inflexibilidad de parte de los mismos funcionarios cuando tienen que tratar con gobiernos débiles, con países que carecen de respaldo, o con corrientes desacreditadas, claramente incapaces de ofrecer resistencia alguna. Pero quedan mudos y paralizados cuando tienen que vérselas con gobiernos poderosos y fuerzas amenazadoras, con agresores y con terroristas internacionales.

¿Habrá que señalar que, desde la más remota antigüedad, la pérdida de coraje ha sido considerada siempre como el principio del fin?

Bienestar

Cuando se formaron los Estados occidentales modernos, se proclamó como principio fundamental que los gobiernos están para servir al hombre y que éste vive para ser libre y alcanzar la felicidad. (Véase, por ejemplo, la Declaración de Independencia norteamericana). Ahora, por fin, durante las últimas décadas, el progreso tecnológico y social ha permitido la realización de esas aspiraciones: el Estado de Bienestar. Cada ciudadano tiene garantizada la deseada libertad y los bienes materiales en tal cantidad y calidad como para garantizar en teoría el alcance de la felicidad, en el sentido moralmente inferior en que ha sido entendida durante estas últimas décadas. En el proceso, sin embargo, ha sido pasado por alto un detalle psicológico: el constante deseo de poseer cada vez más cosas y un nivel de vida cada vez más alto, con la obsesión que esto implica, ha impreso en muchos rostros occidentales rasgos de ansiedad y hasta de depresión, aunque sea habitual ocultar cuidadosamente estos sentimientos. Esta tensa y activa competencia ha venido a dominar todo el pensamiento humano y no abre, en lo más mínimo, el camino hacia el libre desarrollo espiritual. Se ha garantizado la independencia del individuo a muchos tipos de presión estatal; la mayoría de las personas gozan del bienestar en una medida que sus padres y abuelos no hubieran siquiera soñado con obtener; ha sido posible educar a los jóvenes de acuerdo con estos ideales, conduciéndolos hacia el esplendor físico, felicidad, posesión de bienes materiales, dinero y tiempo libre, hasta una casi ilimitada libertad de placeres. De este modo ¿quién renunciaría ahora a todo esto? ¿Por qué y en beneficio de qué habría uno de arriesgar su preciosa vida en la defensa del bien común, especialmente en el nebuloso caso que la seguridad de la propia nación tuviera que ser defendida en algún lejano país?

Incluso la biología nos dice que la seguridad y el bienestar extremo habitual no resultan ventajosos para un organismo vivo. Hoy, el bienestar en la vida de la sociedad Occidental ha comenzado a revelar su máscara perniciosa.

Vida legalista

La sociedad occidental ha elegido para si misma la organización más adecuada a sus fines, basados, diría, en la letra de la ley. Los límites de lo correcto y de los derechos humanos se encuentran determinados por un sistema de leyes, cuyos límites son muy amplios. La gente en Occidente ha adquirido una considerable capacidad para usar, interpretar y manipular la ley (aun cuando estas leyes tienden a ser tan complicadas que la persona promedio no puede ni comprenderlas sin la ayuda de un experto). Todo conflicto se resuelve de acuerdo a la letra de la ley y este procedimiento está considerado como una solución perfecta. Si uno está a cubierto desde el punto de vista legal, ya nada más es requerido. Nadie mencionaría que, a pesar de ello, uno podría seguir sin tener razón. Exigir una autolimitación o una renuncia a estos derechos, convocar al sacrificio y a asumir riesgos con abnegación, sonaría a algo simplemente absurdo. El autocontrol voluntario es algo casi desconocido: todo el mundo se afana por lograr la máxima expansión posible del límite extremo impuesto por los marcos legales. (Una compañía petrolera es legalmente libre de culpa cuando compra la patente de un nuevo tipo de energía para prevenir su uso. Un fabricante de un producto alimenticio es legalmente libre de culpa cuando envenena su producto para darle más larga vida: después de todo, la gente es libre no comprarlo.)

He pasado toda mi vida bajo un régimen comunista y les diré que una sociedad carente de un marco legal objetivo es algo terrible, en efecto. Pero una sociedad sin otra escala que la legal tampoco es completamente digna del hombre. Pero una sociedad basada sobre los códigos de la ley, y que nunca llega a algo más elevado, pierde la oportunidad de aprovechar a pleno todo el rango completo de las posibilidades humanas. Un código legal es algo demasiado frío y formal como para poder tener una influencia beneficiosa sobre la sociedad. Siempre que el fino tejido de la vida se teje de relaciones juridicistas, se crea una atmósfera de mediocridad moral, que paraliza los impulsos más nobles del hombre.

Y será simplemente imposible enfrentar los conflictos de este amenazante siglo con tan sólo el respaldo de una estructura legalista.

La orientación de la libertad

La sociedad occidental actual nos ha hecho ver la diferencia que hay entre una libertad para las buenas acciones y la libertad para las malas. Un estadista que quiera lograr algo importante y altamente constructivo para su país está obligado a moverse con mucha cautela y hasta con timidez. Miles de apresurados (e irresponsables) críticos estarán pendiente de él. Constantemente será desairado por el parlamento y por la prensa. Tendrá que demostrar que cada uno de sus pasos está bien fundamentado y es absolutamente impecable. El resultado final es que una gran persona, auténticamente extraordinaria, no tiene ninguna posibilidad de imponerse. Se le pondrán docenas de trampas desde el mismo inicio. Y de esta manera la mediocridad.

En todas partes es posible, y hasta fácil, socavar el poder administrativo. De hecho, este poder ha sido drásticamente debilitado en todos los países occidentales. La defensa de los derechos individuales ha alcanzado tales extremos que deja a la sociedad totalmente indefensa contra ciertos individuos. Es hora, en Occidente, de defender no tanto los derechos humanos sino las obligaciones humanas.

Por el otro lado, a la libertad destructiva e irresponsable se le ha concedido un espacio ilimitado. La sociedad ha demostrado tener escasas defensas contra el abismo de la decadencia humana; por ejemplo, contra el abuso de la libertad que conduce a la violencia moral contra los jóvenes bajo la forma de películas repletas de pornografía, crimen y horror. Todo esto es considerado como parte integrante de la libertad, y se asume que está teóricamente equilibrado por el derecho de los jóvenes a no mirar y a no aceptar. De este modo, la vida organizada en forma legalista demuestra su incapacidad para defenderse de la corrosión de lo perverso.

¿Y qué podemos decir de los oscuros ámbitos de la criminalidad? Los límites legales (especialmente en los Estados Unidos) son lo suficientemente amplios como para alentar no sólo la libertad individual sino también el abuso de esta libertad. El culpable puede terminar sin castigo, o bien obtener una compasión inmerecida, todo ello con el apoyo de miles de defensores en la sociedad. Cuando un gobierno seriamente se pone a erradicar la subversión, la opinión pública inmediatamente lo acusa de violar los derechos civiles de los terroristas. Hay una buena cantidad de estos casos.

El sesgo de la libertad hacia el mal se ha producido en forma gradual, pero evidentemente emana de un concepto humanista y benevolente según el cual el ser humano – el rey de la creación – no es portador de ningún mal intrínseco y todos los defectos de la vida resultan causados por sistemas sociales descarriados que, por consiguiente, deben ser corregidos. Sin embargo y extrañamente, a pesar de que las mejores condiciones sociales han sido logradas en Occidente, sigue subsistiendo una buena cantidad de crímenes; incluso hay considerablemente más criminalidad en Occidente que en la pauperizada y legalmente arbitraria sociedad soviética. (Es cierto que hay una multitud de prisioneros en nuestros campos de concentración acusados de ser criminales, pero la mayoría de ellos jamás cometió crimen alguno. Simplemente trataron de defenderse de un Estado ilegal que recurría al terror fuera de un marco jurídico).

La orientación de la prensa

La prensa, por supuesto, goza de la más amplia libertad. (Voy a usar el término “prensa” para referirme a todos los medios de difusión masiva.) Pero ¿cómo utiliza esta libertad?

Aquí, otra vez, la suprema preocupación es no infringir el marco legal. No existe una auténtica responsabilidad moral por la distorsión o la desproporción. ¿Qué clase de responsabilidad tiene el periodista de un diario frente a sus lectores o frente a la historia? Cuando se ha llevado a la opinión pública hacia carriles equivocados mediante información inexacta o conclusiones erradas ¿conocemos algún caso en que el mismo periodista o el mismo diario lo hayan reconocido pidiendo disculpas públicamente? No. Eso perjudicaría las ventas. Una nación podrá sufrir las peores consecuencias por un error semejante, pero el periodista siempre saldrá impune. Lo más probable es que, con renovado aplomo, sólo empezará a escribir exactamente lo contrario de lo que dijo antes.

Dado que se exige una información instantánea y creíble, se hace necesario recurrir a presunciones, rumores y suposiciones para rellenar los huecos; y ninguno de ellos será desmentido. Quedarán asentados en la memoria del lector. ¿Cuántos juicios apresurados, inmaduros, superficiales y engañosos se expresan todos los días, primero confundiendo a los lectores y luego dejándolos colgados? La prensa puede, o bien asumir el papel de la opinión pública, o bien puede pervertirla. De este modo podemos tener a terroristas glorificados como héroes; o bien ver cómo asuntos secretos pertenecientes a la defensa nacional resultan públicamente revelados; o podemos ser testigos de la desvergonzada violación de la privacidad de personas famosas bajo el eslogan de “todo el mundo tiene derecho a saberlo todo”. (Aunque éste es el falso eslogan de una falsa era. De un valor muy superior es el desacreditado derecho de las personas a no saber; que no se abarroten sus divinas almas con chismes, estupideces y habladurías vanas. Una persona que trabaja y que lleva una vida plena de sentido, no tiene ninguna necesidad de este excesivo y sofocante flujo de información.)

Precipitación y superficialidad son la enfermedad psíquica del vigésimo siglo y más que en cualquier otro lugar esta enfermedad se refleja en la prensa. El análisis profundo de un problema es anatema para la prensa. Se queda en fórmulas sensacionalistas.

Sin embargo, así como está dispuesta, la prensa se ha convertido en el mayor poder dentro de los países occidentales, excediendo el de las legislaturas, los ejecutivos y los judiciales Entonces, uno quisiera preguntar: ¿en virtud de qué norma ha sido elegida y ante quién es responsable? En el Este comunista, a un periodista abiertamente se lo designa como funcionario del Estado. Pero ¿quién ha elegido a los periodistas occidentales que ocupan esta posición de poder, y por cuanto tiempo, y con qué prerrogativas?

Existe todavía otra sorpresa para alguien que viene del Este totalitario con su prensa rigurosamente unificada. Uno descubre una común tendencia de preferencias dentro de la generalidad de la prensa occidental (el espíritu de la época), modelos de juicio generalmente aceptados, y quizás hasta intereses corporativos comunes, con lo que el efecto resultante no es el de la competencia sino el de la unificación. Existe una libertad irrestricta para la prensa, pero no para los lectores, porque los diarios transmiten mayormente, de un modo forzado y sistemático, aquellas opiniones que no se contradicen en forma demasiado abierta con su propia opinión y con la tendencia general mencionada.

Una moda en el pensamiento

Sin ninguna censura en Occidente, las tendencias de moda en el pensamiento y en las ideas resultan fastidiosamente separadas de aquellas que no están de moda y estas últimas, sin llegar a ser jamás prohibidas, tienen muy escasas posibilidades de verse reflejadas en periódicos y libros, o de ser escuchadas en universidades. Vuestros académicos son libres en un sentido legal, pero están acorralados por la moda del capricho predominante. No existe la violencia explícita del Este; pero una selección impuesta por la moda y por la necesidad de acomodarse a las normas masivas, frecuentemente impide que las personas con mayor independencia de criterio contribuyan a la vida pública. Hay una peligrosa tendencia a formar una manada, apagando las iniciativas exitosas. En los Estados Unidos he recibido cartas de personas altamente inteligentes -como, por ejemplo, el maestro de un pequeño colegio lejano- que hubiera podido hacer mucho por la renovación y salvación de su país, pero su país no pudo escucharlo porque los medios no le ofrecían un foro adecuado. Esto da lugar a fuertes prejuicios masivos, a una ceguera que es peligrosa en nuestra dinámica era. Un ejemplo de ello es la interpretación autocomplaciente del estado de cosas en el mundo contemporáneo que funciona como una especie de armadura puesta alrededor de la mente de las personas, a punto tal que las voces humanas de diecisiete países de Europa Oriental y del Lejano Oriente asiático no pueden perforarla. Sólo se terminará rompiendo por la inexorable palanca de los acontecimientos.

He mencionado algunos pocos rasgos de la vida occidental que sorprenden y asombran a un recién llegado a este mundo. El propósito y los alcances de esta disertación me impiden continuar con este examen, particularmente en lo relacionado con el impacto que estas características tienen sobre importantes aspectos de la vida de una nación, tales como la educación, tanto la elemental como la avanzada en artes y humanidades.

Socialismo

Está casi universalmente aceptado que Occidente le muestra al resto del mundo el camino hacia el desarrollo económico exitoso, aún cuando en los últimos años ha sido perturbado fuertemente por una caótica inflación. Con todo, muchas personas que viven en Occidente están insatisfechas con su propia sociedad. La desprecian o la acusan de no estar ya al nivel de lo que requiere la madurez de la humanidad. Y esto empuja a muchos a inclinarse por el socialismo, lo cual es una falsa y peligrosa tendencia.

Espero que ninguno de los presentes sospechará que expreso mi crítica parcial al sistema occidental a fin de sugerir al socialismo como una alternativa. No. Con la experiencia que tengo de un país en dónde el socialismo ha sido instituido, no hablaré de una alternativa así. El matemático Igor Shafarevich, miembro de la Academia Soviética de Ciencias, ha escrito un libro brillantemente argumentado titulado “Socialismo”, en el cual efectúa un penetrante análisis histórico y demuestra que el socialismo, de cualquier tipo o matiz, conduce a la destrucción total del espíritu humano y a la nivelación de la humanidad en la muerte. El libro de Shafarevich fue publicado en Francia hace ya casi dos años y hasta el presente no se ha encontrado a nadie capaz de refutarlo. Dentro de poco, se publicará en inglés en los Estados Unidos.

No es un modelo

Pero si alguien me preguntara, en cambio, si yo propondría a Occidente, tal como es en la actualidad, como modelo para mi país, francamente respondería en forma negativa. No. No recomendaría vuestra sociedad como un ideal para la transformación de la nuestra. A través de profundos sufrimientos, las personas en nuestro país han tenido un desarrollo espiritual de tal intensidad que el sistema occidental, en su presente estado de agotamiento, ya no aparece como atractivo. Incluso las características de vuestra vida que acabo de enumerar resultan extremadamente entristecedoras.

Un hecho que no puede ser cuestionado es el debilitamiento de la personalidad humana en Occidente mientras que en el Este esa personalidad se ha vuelto más firme y más fuerte. Seis décadas para nuestra gente y tres décadas para la de Europa Oriental; durante todo este tiempo hemos pasado por un entrenamiento espiritual que aventaja, de lejos, a lo experimentado por Occidente. La compleja y mortal presión de la vida cotidiana ha producido personalidades más fuertes, más profundas y más interesantes que las generadas por el bienestar estandardizado de Occidente. Por lo tanto, si nuestra sociedad hubiese de ser transformada en la vuestra, ello significaría una mejora en determinados aspectos, pero también un empeoramiento en algunos puntos particularmente significativos. Por supuesto, una sociedad no puede permanecer indefinidamente en un abismo de arbitrariedad legal como es el caso en nuestro país. Pero también le resultará denigrante elegir la automática suavidad legalista, como es vuestro caso. Después de décadas de sufrimiento, violencia y opresión, el alma humana anhela cosas más altas, más cálidas y más puras que las ofrecidas por los hábitos de convivencia masiva introducidos por la invasión repugnante de la publicidad, el aturdimiento televisivo y la música insoportable.

Todo esto es visible para numerosos observadores de todos los mundos de nuestro planeta. Resulta cada vez menos probable que el estilo de vida occidental se convierta en el modelo a seguir.

Hay advertencias significativas de la historia para una sociedad amenazada de muerte. Tal es, por ejemplo, la decadencia del arte, o la carencia de grandes estadistas. Hay otras advertencias abiertas y evidentes, también. El centro de su democracia y de su cultura se lesiona tan sólo por la ausencia de energía eléctrica por algunas horas, pues repentinamente muchedumbres de ciudadanos americanos comienza a saquear y a causar estrago. La capa superficial de protección debe ser muy delgada, lo que indica que el sistema social resulta inestable y malsano.
Pero la lucha por nuestro planeta, en lo físico y en lo espiritual, esa lucha de proporciones cósmicas no es una vaga cuestión del futuro. Ya ha comenzado. Las fuerzas del mal ya han lanzado su ofensiva decisiva. Podríais sentir su presión pero vuestros monitores y vuestras publicaciones todavía están llenas de las obligatorias sonrisas y de los brindis con los vasos en alto. ¿A qué viene tanta alegría?

Miopía

Algunos representantes muy bien conocidos de su sociedad, tales como George Kennan, dicen: no podemos aplicar criterios morales a la política. Así mezclamos el bien y el mal, lo derecho y lo torcido y damos oportunidad para el triunfo absoluto del Mal en el mundo. Por el contrario, sólo los criterios morales puede ayudar a Occidente contra la estrategia bien prevista del mundo del comunismo. No hay otros criterios. Las consideraciones prácticas u ocasionales de cualquier clase serán barridas inevitablemente por la estrategia comunista. Después que se ha alcanzado un cierto nivel del problema, el pensamiento legalista induce a la parálisis; evita que uno vea el tamaño y significado de los acontecimientos reales.

A pesar de la abundancia de información, o quizá debido a ella, Occidente tiene dificultades para entender la realidad tal como es. Ha habido predicciones ingenuas por algunos expertos americanos que creyeron que Angola se convirtió en el Vietnam de la Unión Soviética o que la expedición cubana en África sería detenida por la especial atención de Estados Unidos a Cuba. El consejo de Kennan a su propio país - comenzar el desarme unilateral - pertenece a la misma categoría. ¡Si usted supiera cómo se ríen de sus magos políticos los funcionarios del Moscow Old Square (El Kremlin)
! En cuanto a Fidel Castro, él francamente desprecia a Estados Unidos, enviando a sus tropas a aventuras distantes estando su país junto al de ustedes.

Sin embargo, el error más cruel ocurrió con la incomprensión de la guerra de Vietnam. Algunos querían sinceramente que todas las guerras se detuvieran cuanto antes; otros creyeron que debería haber lugar para la autodeterminación en Vietnam, o en Camboya, como vemos hoy con claridad particular. Pero los miembros del movimiento pacifista de Estados Unidos participaron en la traición de lejanas naciones del Este, en un genocidio, y en el sufrimiento impuesto hoy a 30 millones de personas de aquellos países. ¿Esos pacifistas convencidos oyen los gemidos que vienen de allá? ¿Entienden su responsabilidad hoy? ¿O prefieren no oír? La CIA americana perdió su nervio y como consecuencia el peligro se ha acercado mucho más a los Estados Unidos. Pero no hay conocimiento de esto. La miopía de los políticos que firmaron una precipitada capitulación en Vietnam aparentemente dieron a América un respiro de despreocupación; sin embargo, un Vietnam multiplicado por cien asoma ahora sobre ustedes. Ese Vietnam pequeño había sido una advertencia y una ocasión para movilizar el valor de la nación. Pero si una América completamente apertrechada sufrió una verdadera derrota por un pequeño país comunista, ¿cómo puede Occidente esperar permanecer firme en el futuro?

Ya he tenido ocasión de decir que en el siglo XX la democracia no ha ganado ninguna guerra importante sin la ayuda y protección de un aliado continental cuya filosofía e ideología no preguntó. En la Segunda Guerra Mundial contra Hitler, en vez de ganar esa guerra con sus propias fuerzas, que habrían sido ciertamente suficientes, la democracia occidental cultivó a otro enemigo con más poder todavía, pues Hitler nunca tuvo tantos recursos y tanta gente, ni ofreció ideas atractivas, ni tuvo una gran cantidad de partidarios en el oeste - una quinta columna potencial - como la Unión Soviética. Actualmente, algunas voces occidentales han hablado ya de obtener la protección de un tercer poder contra la agresión en el próximo conflicto mundial, si lo hay; en este caso el protector sería China. Pero no le desearía tal protector a ningún país en el mundo. Primero de todo, es otra vez una alianza con el Mal; además, concedería a Estados Unidos un plazo, pero cuando a última hora China con sus mil millones personas se volteara armada con las armas americanas, América misma caería presa de un genocidio similar al que se esta perpetrado en Camboya en nuestros días.

Pérdida de voluntad

Pero ningún arma, no importa cuál sea su poder, pueden ayudar a Occidente mientras no supere la pérdida de su fuerza de voluntad. En un estado de la debilidad psicológica, las armas se convierten en una carga para el lado de quienes capitulan. Para defenderse, uno debe también estar preparado para morir; esta preparación escasea en una sociedad educada en el culto del bienestar material. Nada queda entonces, solamente las concesiones, intentos de ganar tiempo y la traición. Así, en la vergonzosa conferencia de Belgrado los diplomáticos del Occidente libre entregaron en su debilidad la frontera donde los miembros de los Grupos Vigilantes de Helsinki están sacrificando sus vidas.

El pensamiento occidental ha llegado a ser conservador: la situación del mundo debe permanecer como está a cualquier coste, allí no debe haber ningún cambio. Este sueño debilitante de un status quo irreformable es el síntoma de una sociedad que ha llegado al final de su desarrollo. Uno debe ser ciego para no ver que los océanos ya no pertenecen a Occidente, mientras que la tierra bajo su dominio sigue disminuyendo. Las dos llamadas guerras mundiales (en realidad todavía estaban lejos de tener esa escala mundial) han significado la autodestrucción interna del pequeño y progresivo Occidente que ha preparado así su propio final. La siguiente guerra (que no tiene que ser atómica y no creo que lo sea) puede quemar la civilización occidental para siempre.

Enfrentando tales peligros, con tantos valores históricos en su pasado, con tan alto nivel de realización de la libertad y de devoción a la libertad, ¿cómo es posible perder en tal grado la voluntad para defenderse?

Humanismo y sus consecuencias

¿Cómo es que se ha producido esta adversa relación de fuerzas? ¿Cómo es que Occidente ha caído de su marcha triunfal hasta su debilidad presente? ¿Acaso han existido desvíos fatales y pérdidas de orientación en su desarrollo? No parece ser así. Occidente se mantuvo avanzando en forma constante de acuerdo a sus proclamadas intenciones sociales, a la par de su asombroso progreso tecnológico. Y súbitamente se ha encontrado en su posición actual de debilidad.

Esto significa que el error debe estar en la raíz, en la misma base del pensamiento humano de los últimos siglos. Me refiero a la visión occidental que prevalece en el mundo de hoy, que nace del Renacimiento y encuentra su expresión política a partir de la Ilustración. Esta visión se convirtió en la base de todas las doctrinas políticas o sociales y podríamos llamarla humanismo racionalista o autarquía humanística. Es la autoproclamada y practicada autonomía del ser humano de cualquier fuerza superior. También podría ser llamado antropocentrismo, con el ser humano visto como ocupando el centro de todo lo que existe.

El punto de inflexión provocado por el Renacimiento probablemente fue inevitable desde el punto de vista histórico. La Edad Media había llegado a su término natural por agotamiento, convirtiéndose en una represión despótica intolerable de la naturaleza física del ser humano a favor de su naturaleza espiritual. Pero, después, nos retiramos de lo espiritual y fuimos abrazando todo lo que es material de un modo excesivo e ilimitado. La nueva forma humanística el pensamiento, que había sido proclamada nuestra guía, no admitía la existencia de una maldad intrínseca en el ser humano, ni entreveía una misión más elevada que el logro de la felicidad terrenal. Dio inicio a la civilización occidental con una peligrosa tendencia a idolatrar al hombre y a sus necesidades materiales. Todo lo que estaba más allá del bienestar físico y de la acumulación de bienes materiales; todas las demás necesidades y características humanas de una naturaleza superior y más sutil, quedaron fuera del área de atención de los sistemas sociales y estatales, como si la vida humana no tuviese un significado superior. Eso proporcionó su acceso al Mal, que en nuestros días fluye libre y constante. La simple libertad per se no resuelve en lo más mínimo todos los problemas de la vida humana y hasta agrega una buena cantidad de problemas nuevos.

Y aún así, en las primeras democracias, como en la democracia norteamericana por la época de su nacimiento, todos los derechos humanos fueron conferidos sobre la base de que el ser humano es una criatura de Dios. Esto es: la libertad le fue conferida al individuo en forma condicional, en la presunción de su constante responsabilidad religiosa. Esa era la tradición de los mil años precedentes. Hace doscientos y hasta hace cincuenta años atrás, hubiera sido casi inimaginable en los Estados Unidos que se le concediese la libertad ilimitada a un individuo simplemente para la satisfacción de sus caprichos personales.

Después, sin embargo, todas estas limitaciones resultaron erosionadas en la totalidad de Occidente. Se produjo una emancipación absoluta de la herencia moral de los siglos cristianos con sus grandes reservas de misericordia y sacrificio. Los sistemas estatales se volvieron aun más materialistas. Finalmente, Occidente conquistó los derechos humanos, incluso en exceso, pero el sentido de responsabilidad del ser humano ante Dios y ante la sociedad se ha vuelto cada vez más débil. Durante las últimas décadas, el egoísmo legalista de la cosmovisión occidental ha llegado a su apogeo y el mundo se encuentra en una aguda crisis espiritual y en una transición política. Todos los celebrados logros tecnológicos del progreso, incluyendo la conquista del espacio exterior, no alcanzan para redimir la pobreza moral del Siglo XX, una pobreza que nadie hubiera imaginado incluso todavía hacia fines del Siglo XIX.

Un parentesco inesperado

En la medida en que el humanismo en su desarrollo se fue volviendo más y más materialista, progresivamente permitió conceptos que resultaron utilizados por el socialismo primero y por el comunismo después. De este modo, Carlos Marx pudo decir, en 1844, que el “comunismo es humanismo naturalizado”.

Esta afirmación no es enteramente irracional. Uno puede detectar las mismas piedras fundamentales de un humanismo erosionado en cualquier tipo de socialismo: materialismo ilimitado; liberación de la religión y de la responsabilidad religiosa (algo que en los regímenes comunistas llega al estadio de la dictadura antirreligiosa); concentración de las estructuras sociales bajo un criterio supuestamente científico. (Esto último es típico tanto de la Ilustración como del marxismo). No es ninguna casualidad que las grandes promesas retóricas del comunismo giren alrededor del Hombre (con “H” mayúscula) y su felicidad terrenal. A primera vista parece un feo paralelismo: ¿Tendencias comunes en el pensamiento y en el estilo de vida del Occidente y del Este actuales? Pero ésa es la lógica del desarrollo materialista.

Más aún, la interrelación es tal que la corriente materialista que está más hacia la izquierda, siendo que de este modo es la más consistente, siempre demuestra ser la más fuerte, la más atractiva y victoriosa. El humanismo ha perdido su herencia cristiana y no puede prevalecer en esta competencia. De esta forma, durante los siglos pasados, y especialmente durante las décadas recientes, a medida en que el proceso se fue volviendo más agudo, el alineamiento de las fuerzas fue como sigue: el liberalismo resultó inevitablemente desplazado por el extremismo; el extremismo tuvo que rendirse ante el socialismo y el socialismo no pudo resistirse al comunismo.

El régimen comunista en el Este ha podido perdurar y crecer gracias al entusiasta apoyo de un enorme número de intelectuales occidentales quienes (¡sintiendo el parentesco!) se negaron a ver los crímenes de los comunistas y, cuando ya no pudieron seguir negándolos, intentaron justificarlos. El problema persiste: en nuestros Estados del Este el comunismo ha sufrido una derrota ideológica total; su prestigio es cero y aun menos que cero. Y a pesar de eso los intelectuales occidentales todavía lo miran con considerable interés y afinidad, siendo que es precisamente esto lo que le hace tan inmensamente difícil a Occidente el resistirse ante el Este.

Antes del cambio

No voy a examinar el caso de un desastre producido por una guerra mundial y los cambios que produciría en la sociedad. Mientras nos despertemos todas las mañanas bajo un pacífico sol, tendremos que llevar una vida cotidiana. Pero hay un desastre que ya está muy entre nosotros. Estoy refiriéndome a la calamidad de una conciencia desespiritualizada y de un humanismo irreligioso.

Este criterio ha hecho del hombre la medida de todas las cosas que existen sobre la tierra; ese mismo ser humano imperfecto que nunca está libre de jactancia, egoísmo, envidia, vanidad y toda una docena de otros defectos. Estamos ahora pagando por los errores que no fueron apropiadamente evaluados al inicio de la jornada. Por el camino del Renacimiento hasta nuestros días hemos enriquecido nuestra experiencia pero hemos perdido el concepto de una Entidad Suprema Completa que solía limitar nuestras pasiones y nuestra irresponsabilidad.

Hemos puesto demasiadas esperanzas en la política y en las reformas sociales, sólo para descubrir que terminamos despojados de nuestra posesión más preciada: nuestra vida espiritual, que está siendo pisoteada por la jauría partidaria en el Este y por la jauría comercial en Occidente. Esta es la esencia de la crisis: la escisión del mundo es menos aterradora que la similitud de la enfermedad que ataca a sus miembros principales.

Si, como pretende el humanismo, el ser humano naciese solamente para ser feliz, no nacería para morir. Desde el momento en que su cuerpo está condenado a muerte, su misión sobre la tierra evidentemente debe ser más espiritual y no sólo disfrutar incontrolablemente de la vida diaria; no la búsqueda de las mejores formas de obtener bienes materiales y su despreocupado consumo. Tiene que ser el cumplimiento de un serio y permanente deber, de modo tal que el paso de uno por la vida se convierta, por sobre todo, en una experiencia de crecimiento moral. Para dejar la vida siendo un ser humano mejor que el que entró en ella.

Es imperativo reconsiderar la escala de los valores humanos usuales; su presente tergiversación es pasmosa. No es posible que la evaluación del desempeño de un Presidente se reduzca a la cuestión de cuanta plata uno gana o a la disponibilidad de gasolina. Solamente alimentando voluntariamente en nosotros mismos un autocontrol sereno y libremente aceptado puede la humanidad erguirse por sobre la tendencia mundial al materialismo.

Hoy sería retrógrado aferrarnos a las petrificadas fórmulas de la Ilustración. Un dogmatismo social de esa especie nos deja inermes frente a los desafíos de nuestros tiempos.

Aún si nos libramos de la destrucción por la guerra, la vida tendrá que cambiar bajo pena de perecer por si misma. No podemos evitar una reevaluación de las definiciones fundamentales de la vida y de la sociedad. ¿Es cierto que el ser humano está por encima de todas las cosas? ¿No hay un Espíritu Superior por encima de él? ¿Está bien que la vida de una persona y las actividades de una sociedad estén guiadas sobre todo por una expansión material? ¿Es permisible promover esa expansión a costa de la integridad de nuestra vida espiritual?

Si el mundo no se ha acercado a su fin, al menos ha arribado a una importante divisoria de aguas en la Historia, igual en importancia al paso de la Edad Media al Renacimiento. Demandará de nosotros un fuego espiritual. Tendremos que alzarnos a la altura de una nueva visión, un nuevo nivel de vida, dónde nuestra naturaleza física no será anatematizada como en la Edad Media, pero, más centralmente aún, nuestro ser espiritual no será pisoteado como en la Edad Moderna.

La ascensión es similar a un escalamiento hacia la próxima etapa antropológica. Nadie, en todo el mundo, tiene más salida que hacia un solo lado: hacia arriba.

Alexander Solzhenitsyn
Discurso de graduación en Harvard (8 de junio de 1978)

viernes, 14 de septiembre de 2007

El tigre y las buenas intenciones


El tigre y las buenas intenciones

Supongámosle al presidente del Gobierno la mejor de las intenciones, la más absoluta de las noblezas, el sincero deseo de confeccionar, sin otros intereses que los del pueblo español, el futuro más estable posible para la ciudadanía. Supongámosle una audacia a prueba de asesores timoratos, una visión clarividente y un tesón inquebrantable en la puesta en práctica de sus convicciones. Supongámosle un forro de titanio aislante de la corrosión que producen los contratiempos y un apoyo firme de sus seres más próximos. Supongámoselo todo. En su día, ZP debió de pensar que lo mejor era amortiguar el metálico tacleteo de las reivindicaciones nacionalistas con una propuesta novedosa y valiente: reformemos la Constitución sin tocarla, por la puerta de atrás, conseguid vosotros el puñetero autogobierno, jugad a la soberanía menuda y mientras tanto dejadme que yo convenza a ETA de que puede dedicarse a la política. Por demás, dejadme que pacte en Galicia y Cataluña con los independentistas y ayudadme a arrinconar al PP en toda España mediante el Tinell y lo que se tercie. Perfecto sobre el papel; ni una sola pega. El único problema es que la realidad no es un dictado, la realidad es un capricho, y Rodríguez Zapatero se ha topado con la crudeza de las cosas, no siempre adecuadas a su voluntad. Los estatutos han fracasado desde el momento en que han sido recortados por la sensatez de las leyes -sin que aún el lento e irresponsable Tribunal Constitucional haya dicho esta boca es mía- y los nacionalistas que en el mundo han sido se han sentido traicionados: los convergentes no han raspado poder en Cataluña y el PNV ha visto cómo el proceso de negociación con ETA, sus niños díscolos, lo ha protagonizado el partido socialista vasco. Nada hay peor que un nacionalista traicionado en sus pretensiones más elementales. El enfado les ha llevado a querer ser más independentistas que el inventor del independentismo y mostrar su rostro más furioso. Pujol, esa gran mentira de la política de estado, ha acabado en abuelo cebolleta instando a la insumisión fiscal, y Maragall, la cabeza que no acaba de rodar por la ladera del Tibidabo, reclama a estas alturas un estado propio para Cataluña después de muchos años de engañarnos a todos haciéndose pasar por un catalanista comprometido con la España común.
Los independentistas del PNV, por su parte, no contentos con el disparatado Plan Ibarreche, dedican su tiempo a preparar un fantasmagórico referéndum en cajas de colacao, y, para un nacionalista que les había salido dialogante y educado -que no te escupe trozos de bacalao al pil pil mientras te habla-, van y se lo pulen. En resumen, al supuestamente bienintencionado Rodríguez Zapatero le ha salido la apuesta absolutamente al revés: se le encabrona el nacionalismo, ETA no le cree, le rompe la tregua y los supuestos amigos con los que ha afrontado la legislatura se le suben a la chepa.
A los gobiernos de Aznar les reprocharon no entender a los nacionalistas con sus posturas rígidas y displicentes, pero lo cierto es que los que ahora gobiernan, con sus maneras cercanas a la servidumbre, no han conseguido más que elevar sus reivindicaciones al máximo nivel conocido. Un desastre en la práctica. Sin Imaz en la dirección del partido del nazi Arana todo va a ser más difícil, porque Imaz, aunque independentista por igual que sus compañeros de taller, manejaba otros plazos de ejecución y otro discurso, otras maneras y otro sistema de cautivación colectiva. Ahora es cuando quiero ver yo al bueno del presidente y al menos bueno de Pachi López negociando con los eguíbares el futuro de la cosa.
En Cataluña le pide la independencia hasta Artur Mas, el socio del Pacto del Tabaco, y en Galicia, sus socios del BNG, quieren criar bebés soberanistas desde la guardería. Menudo panorama.

El mundo está lleno de buenas intenciones, pero también está lleno de políticos excesivamente ambiciosos que nunca acaban de comprender que dar de comer a los tigres tiene un único problema: que si les parece poca carne la ración diaria, acaban comiéndote el brazo. Y ahora, el bienintencionado Rodríguez Zapatero busca uno ortopédico. Desgraciadamente, no es fácil encontrarlo.

Carlos Herrera

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Santa Lucia - Enrico Caruso



LETRA EN ITALIANO
Sul mare luccica
l'astro d'argento.
Placida è l'onda;
prospero è il vento.
Venite all'agile
Barchetta mia!
Santa Lucia, Santa Lucia
Con questo zeffiro
così soave,
oh! com'è bello
star sulla nave!
Su passeggeri
venite via!
Santa Lucia, Santa Lucia.
In' fra le tende
bandir la cena,
in una sera
così serena.
Chi non dimanda,
chi non desia;
Santa Lucia! Santa Lucia!
Mare sì placido,
vento sì caro,
scordar fa i triboli
al marinaro.
E va gridando
con allegria:
Santa Lucia! Santa Lucia!
O dolce Napoli,
O suol beato,
Ove sorridere,
Dove il creato,
Tu sei l'impero
Del armonia,
Santa Lucia, Santa Lucia!
Or che tardate,
bella è la sera.
Spira un auretta
fresca e leggiera.
Venite all'agile
barchetta mia!
Santa Lucia, Santa Lucia.

LETRA EN ESPAÑOL
Sobre el mar placido de la luna brilla,
El viento prospero la mar tranquila
Navega rápida, barquilla mía …
Santa Lucía, Santa Lucía.
por entre las nubes, la luna avanza
Cubre las olas de luz de plata.
Llena de suave melancolía
Hermosa nápoles de cielo ardiente,
Contigo sueña mi amor ferviente.
Ven a cantarme la melodía,
Santa Lucía, Santa Lucía.
Félix Velasco - Blog

martes, 11 de septiembre de 2007

11- 09 -1714 - Otra vez


11- 09 -1714

El 1 de noviembre de 1700 moría en Madrid el último rey español de la casa de Austria, Carlos II "el Hechizado". Su reinado marcó el inicio de una recuperación económica española, que hubiera sido sensiblemente mayor y más sólida sin la Guerra de Sucesión.
Al carecer de herederos, Carlos II, bajo la presión de las intrigas y de las maquinaciones de la camarilla palaciega sobornada por Luis XIV de Francia, redactó, estando ya moribundo, un testamento en el que legaba el Trono a un nieto de Luis XIV, el duque Felipe de Anjou (futuro Felipe V); testamento ilegal no sólo porque no se hizo según las formas correctas, sino sobre todo porque esa legación vulneraba lo dispuesto en el Tratado de los Pirineos de 1659 y en todos los demás preceptos vigentes del derecho internacional.
La Casa de Austria tenía sobradas razones para oponer a la de Borbón su propia candidatura al Trono de España, con mejor derecho, además contaba con las simpatías de gran parte del pueblo español.
A la casa de Borbón la apoyaron parte de la nobleza, así como el clero secular y en particular de la Compañía de Jesús. Apoyaron en cambio a la Casa de Austria, representada por el Archiduque Carlos, los nobles de las regiones mediterráneas, que habían visto como florecía su propia particular durante el último reinado.
El Duque de Anjou hacía su entrada por Irún el 23 de enero de 1701. El 18 de febrero de ese año llegaba a Madrid y el 8 de marzo era entronizado por los cortesanos. Perfectamente consciente de la inclinación de los catalanes a mantener su lealtad a la Casa de Austria, acude a Barcelona y celebra allí Cortes el 8 de septiembre de 1701, recibiendo el agasajo de la aristocracia.
El 13 de septiembre de 1703 es proclamado en Viena el Archiduque Carlos de Austria como Rey Carlos III de España.
El 14 de octubre de 1705 los estudiantes de Barcelona se alzan a favor de la causa austriacista, adhiriéndose al Archiduque. El 16 de diciembre lo hace Valencia. El 27 de junio de 1706 entra Carlos en Madrid, recibiendo una tardía adhesión de quienes momentáneamente lo creyeron ganador. El 29 de junio es jurado Rey en Aragón.
La contraofensiva borbónica (pese a una segunda y fugaz entrada de Carlos en Madrid en septiembre de 1710) es propiciada por la traición de Inglaterra, que abandona su causa para entenderse con la Casa de Borbón. El 29 de enero de 1712 se inaugura el Congreso de Utrecht. Hasta el 19 de marzo de 1713 mantiene su corte en Barcelona la esposa de Carlos, la Reina Isabel Cristina. Sin embargo, en una asamblea de los Brazos el día 9 de julio de 1713 se decide resistir a las tropas borbónicas.
El 6 de marzo de 1714 se firma el Tratado de Rastadt entre Francia y Austria: el gobierno de París, en nombre del Duque de Anjou, renuncia a los territorios españoles de Bélgica, Luxemburgo e Italia.
Barcelona es sometida a un asedio y bombardeo. Berwick manda las tropas borbónicas y da orden de asalto definitivo el 11 de septiembre de 1714. Mallorca resiste a los borbónicos hasta el 2 de junio de 1715 en que es tomada Palma.
Entre los patriotas españoles de Cataluña opuestos al cambio de casa monárquica podemos mencionar a: Rafael Casanova, consejero jefe de la Generalidad; Salvador Feliú de la Penya; los guerrilleros Antonio Desvalls, Pedro Barceló (Carrasclet), Bach de Roda; el general José Moragues; Antonio de Villarroel, general jefe de Cataluña y comandante de la plaza de Barcelona. Éste último proclamó: "Combatimos por nosotros y por toda la nación española". El patriotismo de 1714 no es únicamente catalán, como desde algunos sectores independentistas quieren hacer ver, sino español.
Frente a ellos militaron en las filas borbónicas también hombres honestos, que querían ver a España, imitando a Francia, seguir su destino y modernización.
La Guerra de Sucesión, también conocida como Guerra de España, no es un preludio de la Guerra Civil, a pesar de los marabarismos que algunos políticos e historiadores tratan de hacernos ver, desfigurando la realidad histórica. No tuvieron ninguna relación, exceptuendo el devenir normal de la propia Historia.
No fue una guerra fue entre catalanes y españoles como si hubiese sido una guerra entre dos naciones. La lucha fue entre partidarios del pretendiente borbónico Felipe de Anjou y partidarios del pretendiente Carlos de Austria. Lo evidente es que las clases políticas que apoyaron a cada uno de los bandos sólo buscaban privilegios, ya sea para mantenerlo, ya fuere por adquirirlos. En pueblo llano sólo fue utilizado, como ocurre en la actualidad.
Pero esto no es todo, no solo el ejército borbónico tenía contingentes de catalanes, si no que la mitad, aproximadamente, del ejército sitiado estaba compuesto por alemanes. Fue una lucha por la hegemonía de una de estas dos Casas en Europa, y se vieron implicados los intereses económicos, políticos y militares de varias naciones. Las pérdidas de las tropas sitiadas fue de unos 6.000 combatientes, y en el otro bando murieron alrededor de 2.000 soldados.
Que entre Casanova y Villarroel no existía buena sintonía y surgieron frecuentes encontronazos. Y finalmente no se defendieron las libertades, se defendieron los intereses partidistas y economicos del Consejo de Ciento de entonces. Claro que todo esto no lo cuentan los libros subvencionados de los estudiantes en las escuelas, los institutos y menos aún, los libros que se recomiendan en las universidades.
Cómo se va a decir que todo ese nacionalismo que se nos quiere vender no es sino, una vez más, dinero, dinero, dinero,... para mantener en el poder a las mismas familias acomodadas de ayer y de hoy.

Félix Velasco - Blog

lunes, 10 de septiembre de 2007

11-09-1714 - Antonio de Villaroel


ANTONIO DE VILLAROEL

Antonio de Villarroel y Peláez nació en Barcelona (España) en 1656 y murió en Segovia (España) en 1742. Hijo de un militar acomodado económicamente, procedente de la localidad gallega de Villanueva de los Infantes, y de madre asturiana.
Ingresó joven en el ejército, y en 1697 defendió Barcelona contra los franceses.
Al comenzar la Guerra de Sucesión Española, formó parte del ejército borbón de Felipe V. Sin embargo, al caer en desgracia el duque de Orleans marchó a Galicia, donde se adhirió a los aliados de la causa de los austria. Fue nombrado teniente mariscal por el archiduque Carlos.

Se distinguió en la batalla de Villaviciosa, adversa a las armas de los austria, así como en la tarea de la evacuar Aragón en 1711. Nombrado comandante supremo de las fuerzas austracistas en Cataluña, organizó la defensa de Barcelona, sitiada por las tropas del duque de Populi, con unos 5.000 hombres aproximadamente, de los que unos 3.500 eran miembros de la milicia gremial, cuidó de vigilar el estado de las débiles defensas de Barcelona. En el mes de 1714, organizó, junto con José Bellver, una salida que fue rechazada por las tropas francesas al mando del duque de Berwick, que había sustituido a Popoli. Los sitiadores disponían de unos 40.000 hombres.

Pero los ataques borbónicos abrieron nuevas brechas, lo que indujo a Villarroel a convocar un consejo de guerra el 1 de septiembre, a espaldas de los consejeros de la ciudad, en el cual sugirió, en vista del estado desesperado de las defensas, la conveniencia de capitular y de aceptar el ofrecimiento del duque de Berwick.

Los consejeros se opusieron, y Villarroel intentó dimitir, pero ante el asalto decisivo del 11 de septiembre, preparó su columna y prosiguió la defensa de la ciudad hasta que resultó herido. Habiendo caído herido también Rafael Casanova, el coronel Ferrer, apoderado del lugarteniente de Mallorca, fue a ver a Villarroel, quien expuso que era de la opinión de capitular antes de la noche, para ahorrar a la ciudad los horrores del combate. Entonces tomó la decisión, bajo su responsabilidad, de que tocaran a capitulación. Los veinticinco responsables militares de la defensa de Barcelona, entre los que se encontraba Villarroel fueron encerrados.

Villarroel fue encarcelado en el castillo de Alicante y más tarde (1715) en el de La Coruña, desde donde pasó al Alcázar de Segovia. Allí fue liberado a raíz de la paz de Viena. Se quedó en Segovia y pudo vivir de la pensión que le concedió, hasta su muerte, el archiduque Carlos, ya emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Alrededor de Villaroel, al igual que en el caso de Casanova, se ha tenido que "fabricar un héroe a medida", sin fundamento histórico, pues ninguno de los dos fue independentista, y la causa que apoyaron nada tenía que ver con el nacionalismo. Intervinieron en una lucha de sucesión dinásticas entre dos casa, los Austria y los Borbones, que aspiraban al trono de España. Al igual que otros muchos, en todos los rincones de la nación, durante esos años.

Félix Velasco

sábado, 8 de septiembre de 2007

11-09-1714 - Rafael Casanova


RAFAEL CASANOVA

Rafael Casanova nació en Moya (España,) en 1660, y falleció en San Baudilio de Llobregat (España) el 3 de mayo de 1743. Cuando nació, su familia era propietaria de fincas y tierras, dedicándose al comercio del grano y la lana. Su abuelo, Francisco Casanova fue Capitán de la Santa Unión y luchó contra los bandoleros, y su padre, Rafael Casanova fue jefe somatén, consejero de Moyá y baile real de la villa.

Estudió Derecho, ejerciendo hasta ser escogido tercer consejero del Consell de Cent de Barcelona durante la Guerra de Sucesión Española (1702-1713), el 25 de enero de 1706, por muerte de Jacinto Lloreda. Un año más tarde, el 6 de febrero de 1707, el archiduque Carlos le otorga el nombramiento de Ciudadano Honrado, título honorífico ambicionado por muchas las familias acaudaladas catalanas que no pertenecían a la nobleza. Con este título asistió a las sesiones del Brazo Real de la Junta de Brazos, inaugurada en Barcelona el 30 de junio de 1713. Entre las primeras medidas adoptadas figuró, el 11 de julio de 1713, la creación de la Junta Secreta, compuesta por cinco personas destinada a estudiar las propuestas emitidas por el teniente mariscal Antonio de Villarroel, cabeza de las fuerzas austracistas en Cataluña. Uno de estos cinco miembros sería el propio Rafael Casanova.

El 25 de julio de 1713 las tropas de Felipe V comienzan el sitio de Barcelona y el 30 de noviembre de 1713, Casanova es nombrado "conseller en cap" de Barcelona, máxima autoridad de la ciudad. El cargo llevaba añadido el grado de coronel de los Regimientos de la Coronela, milicia ciudadana que era el componente más numeroso de la guarnición, así como el título de cabeza militar de la plaza.

El duque de Berwick, comandante de fuerzas borbónicas, propuso la rendición el 3 de septiembre. Casanova, remarcando el estado en qué se encontraban y anunciando que la reserva de pólvora no cubría sino las necesidades de dos o tres días, expuso en la Junta de Brazos la conveniencia de gestionar un armisticio de doce días, pero su idea no prosperó.

El día del asalto final de las tropas borbónicas, el 11 de septiembre, Casanova fue a la muralla con el estandarte de Santa Eulalia, venerada por los barceloneses, para dar ánimos a los defensores, pues según la tradición, el estandarte sólo podía sacarse en el momento en que Barcelona corriese un gran peligro. Durante el asalto fue herido por una bala en el muslo y retirado del combate.

Tras caer la ciudad, temerosos de la represión borbónica, algunos familiares y amigos de Casanova decidieron hacerle pasar por muerto. Curó de sus heridas escondido en una finca de su hijo. En 1719 fue perdonado por el rey Borbón Felipe V y volvió a ejercer como abogado hasta 1737, año en qué se retiró. Murió diez años más tarde a la edad de 83 años.

La figura de Rafael Casanova fue recuperada en el siglo XIX por intelectuales y políticos de la Renaixença como símbolo de la lucha por las libertades de Cataluña. Los sucesos del 11 de septiembre se recuperaron en 1976, como Fiesta de Cataluña. Lo cierto es que Rafael Casanova sólo se declaró a favor del Archiduque Carlos sin hablar jamás de independencia. Ante su estatua se efectúa una ofrenda floral el Día de Cataluña.

Alrededor de Casanova se ha ido tejiendo un mito irreal y sin fundamento histórico creado por los políiticos independentistas que necesitaban un héroe para suscitar el fervor emocional de un sector de la población catalana.

Félix Velasco

viernes, 7 de septiembre de 2007

Chaves: menos piso quiero...


CHAVES: MENOS PISO QUIERO
Suárez hizo famoso lo de «puedo prometer y prometo». Mas en cuestión de promesas era un negado. Hacía las promesas con menos gancho del mundo. No era tombolero de la política, que son los virtuosos de las promesas, siempre ofreciendo el oro y el moro.

-Será el oro y el magrebí, usted.

Eso, los moros ya no existen. Prometen con muchísimo arte. Como el tío de la tómbola, que dice que te va a tocar el peluche, pero el peluche grande. Y no como Suárez, que prometía el peluche con muchísimo malage y además te lo daba. Por eso perdió las elecciones. Y por eso mismo, desde aquellos mismos entonces, Chaves sigue en el poder.

-Y eso que el tío no quería venir a Andalucía...

Chaves es como el «ninot indultat» de la famosa foto de la tortilla. Todos los que salen en esa histórica foto están ya alejados del poder. Hasta Manolito del Valle, que emprestó la máquina para que Pablo Juliá echara el arretrato. (Bueno, hay otro que sigue en el machito de la reserva activa, como europarlamentario, pero toco madera y no quiero ni mentarlo, no vaya a ser que se changue la rotativa y no pueda usted leer este número de ABC...).

¿Sigue Chaves en el poder por su enorme capacidad como gestor, por lo bien que tiene a Andalucía, porque ha terminado con todos los problemas? No, padre. Chaves sigue en el poder por inercia y por pereza. Por conveniencia y acomodación de sus votantes-beneficiarios. Chaves medio ha conseguido tener a casi todos sus votantes en nómina. En la nómina de la primera empresa de Andalucía, que es la Junta. El obrero cobra el subsidio y el empresario trinca la subvención. El papá está colocado en una Consejería y la mamá, en una empresa pública. Al abuelo le compra cosas la Junta, y el tío tiene un negociete concertado con la Junta. Familias enteras viven de Chaves, ¿no va a sacar mayoría absoluta? Nada más que lo voten las suegras y los cuñados de los beneficiarios...

Un artista. Del gremio de la construcción: ha construido un Régimen.

Yo que Javier Arenas, le pedía a Chaves que me diera clases particulares y me dejaba de tanto cuento de mover el banquillo del partido, donde los Sanz están como las estampitas que ahora coleccionan los chavales: repes.

Chaves es el mayor artista de la promesa de la España contemporánea.

Chaves prometió un sueldo a cada ama de casa. Aquí nadie ha pagado sueldo alguno.

Chaves prometió vacaciones gratis a las mismas amas de casa. Todavía están esperando el autobús con el bañador y el mambo fresquito dentro de la maleta hecha.

Chaves prometió una habitación individual para cada hospitalizado (vulgo ingresado) en el SAS. Lo más que se ha conseguido es que no sigan tres en las habitaciones de dos.

Chaves prometió un ordenador por cada estudiante. Cola hay delante del único ordenador de muchas escuelas.

Ahora Chaves ha prometido piso gratis a todo andaluz que cobre menos de 3.000 euros al mes. A Solbes, que es el amo de la telanda, le parece una barbaridad: ¿de dónde va a salir el dinero? Habrá pensado en esos pisos que El Pocero amigo de Ortega Cano está haciendo en Seseña y que se ven desde la ventanilla del Ave antes de llegar a Madrid: «¿Cuántas Seseñas haría falta construir para cumplir la promesa de los pisos de Chaves?»

Pero da lo mismo. Total, como Chaves nunca cumple sus promesas demagógicas de tombolero de la política y el peluche grande nunca existe, a mí me parece lo contrario que a Solbes: que Chaves se ha quedado corto en su promesa.

Hombre, en ese plan de no cumplirlo nunca, prometer sólo piso gratis me parece una racanería. Chaves tenía que haber prometido a cada andaluz, a saber: un piso, un apartamento en la playa, una casa en el Rocío, una caseta en la Feria, un abono de sombra en los toros, un palco en la Plaza o dos sillas en La Campana, un carné gratis del Betis o del Sevilla (a elegir), y un correquemecago, un siseñor, un mirusté y una batuta. Ya vendrá el Tío Cronos con la rebaja. O como los viejos capataces, pero con errata: «Chaves, menos piso quiero...»

Antonio Burgos
Publicado en el diario ABC - 7-9-07

jueves, 6 de septiembre de 2007

Fallece Luciano Pavarotti


FALLECE LUCIANO PAVARROTTI

Luciano Pavarotti, el célebre tenor cuya portentosa voz y personalidad lo convirtieron en uno de los cantantes de ópera más admirados en la historia, ha fallecido a la edad de 71 años. A Pavarotti se le había diagnosticado cáncer pancreático el año pasado, y debió someterse a más tratamiento para su padecimiento en agosto pasado.

Fue hijo único de un panadero, amante de la ópera, que estimuló a Luciano a comenzar sus estudios en el mundo del canto lírico. Pese a nacer en Modena y realizar todos sus estudios musicales en Italia, donde ganó un importante concurso en 1961, su debut operístico se produjo en Dublín, encarnando al duque de Mantua de Rigoletto, donde llamó la atención del director australiano Richard Bonynge y de su célebre mujer, la soprano Joan Sutherland, quienes le contrataron para una larga gira que supuso el despegue internacional del tenor. Conocido como el "rey del do agudo", Pavarotti poseía una voz potente, técnicamente muy segura y sin duda la más bella aparecida en Italia en las últimas décadas. Su clamoroso debut norteamericano -en el Metropolitan en 1968- acabó de consagrarlo por la proeza de cantar nueve do agudos en un aria de La fille du régiment, lo que le valió una portada del Time.

Su actuación escénica fue también muy buena, sobre todo en los papeles cómicos, en los que resulta especialmente convincente. Con el paso del tiempo amplió su repertorio, y a los grandes papeles para tenor lírico agregó otros más dramáticos como el Radamés de Aida o el príncipe Calaf de Turandot.

En su acercamiento a la música popular, grabó duetos con Eros Ramazzotti, Sting, Andrea Bocelli, Frank Sinatra, Michael Jackson , e inéditamente, con el brasileño Caetano Veloso y el grupo de rock irlandés U2. Con sus colegas y amigos, los tenores españoles Plácido Domingo y José Carreras, formó el hoy extinto trío Los Tres Tenores.

El mundo entero fue su escenario: Metropolitan Opera (New York), Bastille (Paris), La Fenice (Venezia), Garnier (Paris), Glyndebourne (Londres), Royal Opera House (Londres), Covent Garden (Londres), San Carlo (Nápoles), La Scala (Milan), Staatsoper (Viena), Teatro Colón (Buenos Aires),...

Galargonado con infinidad de premios, Luciano Pavarotti fue el tenor italiano más universalmente popular de la segunda mitad del siglo XX. Pavarotti, figura clave en la popularización de la ópera, está en posesión de un Grammy al mejor cantante clásico (1991) y el Premio Libertad de la City de Londres y la Cruz Roja por Servicios a la Humanidad, ambos en 2005. Su nombre aparece en el Libro Guinness Record por la cerrada ovación de una hora y siete minutos que le tributó la Opera de Berlín en 1988, Premio Excelencia en la Cultura de Italia,...

Ha actuado en gran cantidad de galas benéficas con el fin de recaudar fondos para obras sociales que mejoren la situación de los más necesitados de cualquier parte del mundo.

Gracias Pavarotti, has sido y eres un ciudadano del mundo; has amado tu población natal, Modena; has amado tu nación, Italia; pero un corazón tan grande y generoso como el tuyo no podía tener límites de fronteras, eres ciudadano del mundo, eres nuestro, eres de todos.
Félix Velasco

sábado, 1 de septiembre de 2007

Recordando a Umbral - III


NACION Y NACIONALISMO
La nación es un contingente histórico que se va desprendiendo del común del tiempo, o bien una agregaduría de tiempos y espacios que acaban dibujando el perfil de un país hasta que llega a resultarnos tan familiar como el de una persona. Es fácil distinguir el dibujo de Francia o Italia en su hechura actual, que casi siempre ha sido como un perfeccionamiento de la primigenia. Nación es donde se nace, pero los políticos han convertido esa tierra entrañable en un cementerio. Nación es donde se muere.

Las naciones de Europa, por ejemplo, nos brindan ya una filatelia de perfiles como sellos y sabemos que eso es el mundo, que ése es nuestro mundo, alrededor del cual ha dado vueltas nuestra vida. Hablamos, claro es, de las grandes naciones, tan identificables como nuestro pueblo pedáneo. Lo que hace grande a una nación es precisamente su voluntad de grandeza. Uno diría incluso que existe esa voluntad en un país como existe la voluntad de crecer en un individuo. Ahora, con la movida del maremoto, estamos aprendiendo a dialogar con los pájaros y los tigres que nos comunicaron la guerra civil del agua, la gran zancada del mar agua adentro.Del mismo modo, los agentes de la Historia, como la prosperidad o la miseria, como un cambio de reinado o de régimen, despiertan nuestro instinto cognoscitivo, aparte de cualquier milagro, y un día intuimos que más allá hay algo. Algo que es América o la Atlántida o Australia o la vida o el Arte o el paso cauto del caballo de Napoleón.

Las naciones grandes, con vocación expansiva, digamos que se despliegan hacia afuera y vuelven del mundo trayendo más mundo como volvía Ulises trayéndose todo el Mediterráneo. En esto nos distinguíamos y nos distinguimos de las naciones pequeñas, que crecen hacia adentro y reinciden siempre sobre lo pequeño sin hacerlo grande: la parroquia, el corral, el huerto, el argot, la diosa, la cabra, el hacha. En esta ocasión de nacionalismos minutísimos pero desatados tenemos que, mientras Europa renueva su perfil buscando una comunidad internacional y fecunda, la Córcega italiana, la Irlanda sajona, la Vascongada española, etcétera, crecen hacia adentro, como hemos dicho, introspectivamente. Cultivan su pequeñez, minimizan su insignificancia.

Así, tenemos ya una enseñanza catalana, un cine valenciano, un cine vasco, una política caciquil, etcétera. Con lo cual estamos en el conflicto de una región que quiere crecer a costa de sí misma y de una nación, España, que está creciendo con sólo dejarse llevar por sus últimas tendencias expansionistas, neoespañolas, generosas, rebeldes al impuesto estatal tanto como al impuesto sentimental del vecino que cobra por ser vecino y tiene una escopeta que le compró a otro vecino.
Nación es la marca de la Historia, la Historia de las sucesivas marcas. Nacionalismo es el vértigo de lo pequeño precipitándose en más pequeñez, localismo e intimidad. No se entiende este rebrotar al revés, o sea hacia adentro, de las pequeñas comunidades que caminan sin avanzar hacia su soledad autonómica y triste. Después de la prosperidad, las pequeñas Españas no saben lo que quieren y en la España grande parece que no hay un hombre de palabra en campo abierto que sepa explicárselo. ¿Será ese hombre ZP? Pero a ZP se le escapa la verdad por la sonrisa.
(Publicado en El Mundo, 13/01/05)
Francisco Umbral