jueves, 29 de enero de 2015

Pequeñas hijas de puta

Supongo que a muchos se les habrá olvidado ya, si es que se enteraron. Por eso voy a hacer de aguafiestas, y recordarlo. Entre otras cosas, y más a menudo que muchas, el ser humano es cruel y es cobarde. Pero, por razones de conveniencia, tiene memoria flaca y sólo se acuerda de su propia crueldad y su cobardía cuando le interesa. Quizá debido a eso, la palabra remordimiento es de las menos complacientes que el hombre conoce, cuando la conoce. De las menos compatibles con su egoísmo y su bajeza moral. Por eso es la que menos consulta en el diccionario. La que menos utiliza. La que menos pronuncia.
Hace dos años, Carla Díaz Magnien, una adolescente desesperada, acosada de manera infame por dos compañeras de clase, se suicidó tirándose por un acantilado en Gijón. Y hace ahora unas semanas, un juez condenó a las dos acosadoras a la estúpida pena -no por estupidez del juez, que ahí no me meto, sino de las leyes vigentes en este disparatado país- de cuatro meses de trabajos socioeducativos. Ésas son todas las plumas que ambas pájaras dejan en este episodio. Detrás, una chica muerta, una familia destrozada, una madre enloquecida por el dolor y la injusticia, y unos vecinos, colegio y sociedad que, como de costumbre, tras las condolencias de oficio, dejan atrás el asunto y siguen tranquilos su vida.
Pero hagan el favor. Vuelvan ustedes atrás y piensen. Imaginen. Una chiquilla de catorce años, antipática para algunas compañeras, a la que insultaban a diario utilizando su estrabismo -«Carla, topacio, un ojo para acá y otro para el espacio»-, a la que alguna vez obligaron a refugiarse en los baños para escapar de agresiones, a la que llamaban bollera, a la que amenazaban con esa falta de piedad que ciertos hijos e hijas de la grandísima puta, a la espera de madurar en esplendorosos adultos, desarrollan ya desde bien jovencitos. Desde niños. Que se lo pregunten, si no, a los miles de homosexuales que todavía, pese al buen rollo que todos tenemos ahora, o decimos tener, aún sufren desprecio y acoso en el colegio. O a los gorditos, a los torpes, a los tímidos, a los cuatro ojos que no tienen los medios o la entereza de hacerse respetar a hostia limpia. Y a eso, claro, a la crueldad de las que oficiaron de verdugos, añadamos la actitud miserable del resto: la cobardía, el lavarse las manos. La indiferencia de los compañeros de clase, testigos del acoso pero dejando -anuncio de los muy miserables ciudadanos que serán en el futuro- que las cosas siguieran su curso. El silencio de los borregos, o las borregas, que nunca consideran la tragedia asunto suyo, a menos que les toque a ellos. Y el colegio, claro. Esos dignos profesores, resultado directo de la sociedad disparatada en la que vivimos, cuya escarmentada vocación consiste en pasar inadvertidos, no meterse en problemas con los padres y cobrar a fin de mes. Los que vieron lo que ocurría y miraron a otro lado, argumentando lo de siempre: «Son cosas de crías». Líos de niñas. Y mientras, Carla, pidiendo a su hermana mayor que la acompañara a la puerta del colegio. La pobre. Para protegerla.
Faltaba, claro, el Gólgota de las redes sociales. El territorio donde toda vileza, toda ruindad, tiene su asiento impune. Allí, la crucifixión de Carla fue completa. Insultos, calumnias, coro de divertidos tuiteros que, como tiburones, acudieron al olor de la sangre. Más bromas, más mofas. Más ojos bizcos, más bollera. Y los que sabían, y los que no saben, que son la mayor parte, pero se lo pasan de cine con la masacre, riendo a costa del asunto. La habitual risa de las ratas. Hasta que, incapaz de soportarlo, con el mundo encima, tal como puede caerte cuando tienes catorce años, Carla no pudo más, caminó hasta el borde de un acantilado y se arrojó por él.
Ignoro cómo fue la reacción posterior en su colegio. Imagino, como siempre, a las compis de clase abrazadas entre lágrimas como en las series de televisión, cosa que les encanta, haciéndose fotos con los móviles mientras pondrían mensajitos en plan Carla no te olvidamos, y muñequitos de peluche, y velas encendidas y flores, y todas esas gilipolleces con las que despedimos, barato, a los infelices a quienes suelen despachar nuestra cobardía, envidia, incompetencia, crueldad, desidia o estupidez. Pero, en fin. Ya que hay sentencia de por medio, espero que, con ella en la mano, la madre de Carla le saque ahora, por vía judicial, los tuétanos a ese colegio miserable que fue cómplice pasivo de la canallada cometida con su hija. Porque al final, ni escozores ni arrepentimientos ni gaitas en vinagre. En este mundo de mierda, lo único que de verdad duele, de verdad castiga, de verdad remuerde, es que te saquen la pasta.
Arturo Pérez-Reverte
Félix Velasco - Blog

martes, 20 de enero de 2015

Refranes "cultísimos"

7
 1.    Más vale voluntad en cavidad metacarpiana que diez elevado al cuadrado surcando el etéreo espacio.
        (Más vale pájaro en mano que ciento volando)

 2.    Es más lucrativo plumífero volador en cavidad metacarpiana que antilogaritmo de dos en atmósfera de éter.
        (Más vale pájaro en mano que ciento volando)
 3.    A equino graciosamente transferido no le periscopees el incisivo.
        (A caballo regalado no le mires el diente)
 4.    Quien con impúber pernocta excrementado alborea.
        (Quien con niños se acuesta, ensuciado se levanta)
 5.    A dicciones articuladas por laringes insolentes, trompas de Eustaquio en estado letárgico.
        (A palabras necias oídos sordos)
 6.    A vocablos malsonantes, oídos persecopédicos.
        (A palabras necias oídos sordos)
 7.    Innúmeras estridencias, más escasos frutos de vegetales juglandáceos.
        (Mucho ruido pero pocas nueces)
 8.    Ejecuta la provechoso y no vislumbres al sujeto agraciado.
        (Haz bien y no mires a quien)
 9.    Manifiesta a mi ego con quién te relacionas y un servidor pronosticará tu personalidad.
        (Dime con quién andas y te diré quién eres)
10.    Quien anhele semovientes acuáticos que se inunde los glúteos.
         (El que quiera peces que se moje el culo)
11.    ¿Qué individuo te ha surtido de cilindro cerífeo en el presente sepelio?
         (¿Quién te ha dado vela en este entierro?)

sábado, 17 de enero de 2015

Agunos tipos de café italiano

No.1 Caffé (café expreso), es una pequeña taza de café muy fuerte, y es el más típico de Italia.
No. 2 Caffé doppio (café doble) dos cafés expresos servidos en una taza.
No. 3 Caffè ristretto, un café corto, esto es un café condensado (menos de 20 ml.)
no. 4 Caffè macchiato (un macchiato), un café manchado es un café expreso con unas gotas de leche. Un macchiato caldo (con gotas de leche caliente) o un mancchiato freddo (con gotas de leche fría), por último, o un mancchiato con schiuma di latte (con espuma de leche).
No. 5 Caffé Americano. Café más débil que se sirve en una taza grande o en un vaso, hay que advertir que es un café más fuerte que el americano, típico de los países anglosajones. Es un expreso al que se le añade agua caliente.
No. 6 Caffé Lungo. Es un café largo, se emplea más agua con la misma cantidad de café molido, es un café menos fuerte.
No. 7 Capuchino (capuccio en el sur de Italia). Otro de los cafés italianos más populares. No es sólo un café expreso con leche al vapor. Se vierte 1/3 de leche caliente, antes de completar 1/3 de espuma de leche. Opcionalmente se sirve con polvo de cacao o chocolate. Hay algunas variedades de capuchino bastantes extendidas en Italia. Por ejemplo, el capuchino con caffé doppio, (capuchino con café doble), osea, un doble de café preparado como un capuchino, es más fuerte que el capuchino normal. Otra opción es el Cappuccino scuro, un intermedio entre un capuchino y un caffè machiato que lleva menos leche que un capuchino normal.
No. 8 Caffê hag (también llamado un deca), es un café descafeinado. que se puede hacer de todas las formas descritas anteriormente.
No. 9 Caffè con schiuma (o Caffè schiumato), café al que se le prepara espuma en la parte superior.
No. 10 Caffè corretto, un café expreso con unas gotas de licor. Algunos tienen nombre propio, como el Caffè Borghetti, un café expreso con gotas de licor Borghetti…
No. 11 Caffé freddo, frecuente en verano, se trata de un expresso servido en un vaso con hielo. Es lo que se llama un “café del tiempo” en algunas partes de España.
No. 12 Caffè con panna, café con crema en la parte superior. Es lo que en muchos países se entiende que es un capuchino.
No. 13 Caffè latte. Puede dar lugar a bastante confusión entre los españoles. No se trata del típico “café con leche”, incluso no es realmente un café. Se trata de leche caliente abundante mezclada con un poco de café. Se sirve en vaso largo o grande.

Esnobismo gourmet
Félix Velasco - Blog