El plebiscito mesiánico que Artur Mas profetizó para liderar la «nueva Transición» hacia la independencia ha sido un ejercicio de sobreactuación saldado con una pifia estrepitosa. Desde el mismo instante en que apeló a una mayoría absoluta para tener manos libres en su prueba de aventurerismo ciego, Mas delimitó el listón de lo que sería un éxito o un fracaso. Redujo sus opciones al 50 por ciento y ha perdido su apuesta personal con una inusual torpeza táctica. Mas podrá consolarse con la excusa de un Parlamento catalán mayoritariamente independentista pero, con suite o sin suite de lujo, las urnas le han sentenciado como salvapatrias. Además, el Parlamento catalán ya lo era. De nada le servirá denunciar con victimismo que las «cloacas» del Estado han adulterado la legitimidad de las urnas porque no es cierto. Las tres ocasiones en que Pujol obtuvo mayoría absoluta coincidieron con la etapa más constructiva de CiU en la gobernabilidad de España. No admitirlo con una profunda autocrítica, no rectificar y perseverar en la búsqueda de mayorías hacia el rupturismo sería el enésimo error de Mas.
Si no asume que es la víctima de un voto de castigo severo por su precipitación al dar por finiquitada la legislatura en 21 meses, por el tono prepotente de su desafío secesionista y por su ruinosa gestión política y económica, no habrá entendido absolutamente nada. Al electorado no se le gana con argucias viscerales o empellones de soberbia hacia el abismo. La política es gestión, y la gestión, atención al bolsillo... solo del ciudadano. Mas ha enarbolado la estelada como bandera de su «palau» y solo ha conseguido cerrarse el camino hacia lo pragmático en una Europa que ya no perdona ocurrencias de otras épocas. Ahora no le cuadrarán las cuentas a no ser que, a cambio de promesas irreales para un referéndum ilegal, ERC se erija en cómplice de drásticos recortes. Y al PSC, su federalismo-ficción de barretina con derecho a roce pero no a pernada le ha salido rana. Paradójicamente, y pese al peligro latente de una mayoría soberanista, la legislatura va a ser de todo para Mas... excepto un oasis. Sin notarios de por medio, pero con jueces.
Manuel Marín
Félix Velasco - Blog
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