viernes, 26 de diciembre de 2008

Carámbano

Del latín "calamulus", con el mismo significado, a su vez de "calamus" (caña). Hace referencia a la formación de un pedazo de hielo largo, puntiagudo y de forma cónica que se forma por la progresiva congelación de gotas de agua en el punto por el que desaguarían a temperatura superior.
Félix Velasco

viernes, 12 de diciembre de 2008

Bonanza Theme Song



¿SABÍAS QUE...?- La serie BONANZA relataba las aventuras de la familia Cartwright, liderada por un patriarca viudo y sabio llamado Ben Cartwright que tenía tres hijos, cada uno de ellos de una esposa distinta: el mayor era un arquitecto Adam; el segundo era Eric, más conocido por su apodo: "Hoss"; y el más joven era Joseph Francis o "Little Joe" . El cocinero de la familia era el chino Hop Sing. La familia vivía en un rancho de 1.000 millas cuadradas llamado "La Ponderosa", sobre la costa del Lago Tahoe, en Nevada; el nombre hace alusión al pino Ponderosa, muy común en el Oeste de Norteamérica. El pueblo más cercano a La Ponderosa era Virginia City. Bonanza tomó su nombre del filón Comstock que era un "depósito mineral de plata excepcionalmente grande y rico". Virginia City fue fundada directamente sobre la veta, que fue explotada durante 19 años. Ponderosa era un título alternativo para la serie, a menudo utilizado para las reemisiones de la serie durante los años setenta y ochenta.
Félix Velasco - Blog

martes, 2 de diciembre de 2008

Las murallas de Jericó


La Biblia en el libro de Josué (6.5) narra la caída de las murallas de Jericó ante el griterío del pueblo israelita y los siete días rodeando la ciudad con sus ejércitos, siete veces por día. Al séptimo, tal como “el príncipe del ejército de Yahvé” le ordena a Josué, las trompetas y los gritos del pueblo derrumban los muros, y los hebreos asaltaron la ciudad en medio del valle fértil que bañan las aguas del Jordán. Este acontecimiento bíblico me sirve para definir el fenómeno social de lo que puede acaecer entre nosotros. Occidente, moralmente podrido tras la actual concatenación de crisis, pudiera conocer otra, ingente, de efectos devastadores y benéficos: la catarsis política. Ni el actual esquema ideológico, ni el eclipse moral de nuestra sociedad, ni la incuria intelectual de nuestra más que mediocre clase política podrán detener las consecuencias de esta crisis mundial sin precedentes. Obama la ha calificado de “crisis de proporciones históricas”, en mi opinión, más profunda que la de 1929. Aquella condujo a Europa a un cataclismo de su clase dirigente; hundió los modelos políticos de la época; sacudió los gobiernos; arrasó a sus líderes y propició el nacimiento del nazismo, el fascismo y los totalitarismos soviéticos. A continuación estalló la guerra.
Lejos de mí aplicar un paralelismo en este momento, pero me parece inevitable la reproducción de ciertos hechos, si nuestros líderes no corrigen su pésima andadura; si los dirigentes no empiezan a pensar por sí mismos, lejos de los determinismos absurdos de los lobbys, grupos de presión y logias masónicas que se mueven como nunca entre las sombras y la opacidad. Me sobra información para no sentir el vértigo de las inexorables decadencias, fruto de la ruptura de los esquemas de valores y de las estúpidas conductas morales -a decir verdad, inmorales o amorales- de nuestros paladines sociales y políticos. Esta es la vía de la catarsis. Nada puede seguir según el modelo actual. El cinismo de nuestros gobernantes clama al cielo. La mentira como sistema, no sólo no es privativa de Zapatero, sino que quienes “conducen” a los gobiernos occidentales los llevan al divorcio total con sus pueblos. El pueblo quiere oír hablar de sus problemas, no que le mientan sobre su futuro. ¿Quién en su sano juicio se va a tragar que el Estado remediará todos los males que se nos vienen encima? Ni el Estado dispone de tantos recursos, ni el Estado del Bienestar resistirá en su actual formulación. Su quiebra, como su utopía, está al final del camino. De seguir así, el destino de esta clase política es el suicidio. Como sucedió entre 1929 y 1940. Como vimos, más recientemente, en Italia con el terremoto social de “mani pulite”, donde apenas sobrevivió alguno de entre ellos. ¿Qué fue de Benito Craxi, hermano de fe de Zapatero?
El pueblo no perdona los engaños de sus dirigentes; ni tampoco las desmesuras y las desintonías de sus gobernantes. ¿Qué se puede esperar de la bufa comedia del tripartito tratando de explicar las desafortunadas políticas que vienen llevando a cabo, con motivo del paso del Ecuador en su mandato? Me parece tan ridículo, tan falso, tan carente de ética que, sin duda, Catalunya tomará buena nota. La política sólo se puede regenerar con la moral. La crisis económica sólo se puede superar desde la refundación ética del sistema: ni su estatalización resolverá sus problemas esenciales, de pura infraestructura filosófica, ni el neoliberalismo paranoico del mercado hallará remedio al cáncer que la corroe. ¡Ética, ética y más ética! A extramuros de la refundamentación de valores no daremos con la solución. Ni políticos, ni analistas han descubierto la etiología del problema, que no es otro que la destrucción de los códigos morales de conducta. La clase política, y quienes la mueven a favor de sus intereses, están ciegos. Y, si no se define la causa, ¿cómo se va a aplicar el remedio? ¿Cabe curación sin diagnóstico?
De ahí el reto: primero fue la crisis financiera; después, la crisis de confianza, el cáncer genuino de toda economía de mercado; a continuación, explotó la crisis industrial y empresarial, que en España va a demoler el empleo (18% probablemente en 2009), desencadenando una revancha social desconocida para las generaciones de la posguerra; finalmente, estallará la crisis política y el preocupante descrédito del sistema y de sus instituciones (la Monarquía avanza ya en esa dirección). Las consecuencias están al alcance de los tuertos, en un país de ciegos, o de los suficientemente inteligentes, si hablamos de una sociedad racional. ¿Han reflexionado los políticos sobre cómo históricamente se ha regresado al orden a partir del desorden o del caos? Primero, la catarsis. Luego, el reordenamiento a frotación dura. Contémplese Bombay 2008, Madrid 2004, New York 2001…Son los signos del tiempo. En Jericó nadie desenvainó las espadas: el ingente ruido de la plebe y las trompetas derrumbaron sus murallas. Un paradigma para los políticos mediocres de nuestros días.

Manuel Milián Mestre

domingo, 30 de noviembre de 2008

¿Libertad de expresión?


El diario El Mundo relata cómo desde la administración catalana se está llevando hasta el extremo la política lingüística. El último afectado ha sido un mosso, cuyo único delito fue redactar en castellano unas diligencias policiales.
Según explica el diario, el agente fue obligado a traducir al catalán el documento, que había escrito en un primer momento en castellano. Sin embargo, no pasó al catalán la portada del escrito. Un motivo que ha resultado suficiente para que el director general de la Policía catalana haya decidido sancionarle por "una falta de carácter grave" al considerar que desobedeció a un superior.
En concreto, la sanción implica una suspensión de empleo y sueldo de tres meses, su traslado obligatorio a otro destino y la posible rebaja de su salario. Un portavoz de la Policía catalana declaró a El Mundo que con esta sanción se tiene en cuenta que, al parecer, no es la primera vez que el agente se niega a redactar sus escritos en catalán.
Según explica el diario, todo comenzó en 2007, cuando el mosso instruyó las diligencias relacionadas con la detención del director de una sucursal de Caja Madrid. Redactó el escrito en castellano, y en un primer momento, no tuvo ningún problema. Sin embargo, la adición de unas diligencias también en castellano llevó al jefe de la unidad a ordenarle que tradujera al catalán todo el texto.
El mosso pidió que dicha orden fuera por escrito, y así fue. Según cuenta El Mundo, le llegó el mandato de que "los documentos que redacte como funcionario del cuerpo (…) dirigidos a residentes en el ámbito lingüístico catalán los haga en lengua catalana, sin perjuicio del derecho de los ciudadanos a recibirlos en castellano si lo piden".
El agente amonestado acabó acatando la orden pero olvidó la carátula y algunas diligencias. En la resolución contra el mosso, se le advierte que "no se puede olvidar que la obediencia, la disciplina y el sentido del deber son las cualidades que definen y distinguen a una institución armada".
Ciudadanos criticó este domingo la decisión de la Consejería de Interior de sancionar a un mosso por no usar el catalán y consideró que el castigo es una "persecución política e ideológica absolutamente intolerable e inconstitucional".
El diputado en el Parlamento José Domingo denunció que Interior tiene una "voluntad persecutoria" y quiere "intimidar" al resto de funcionarios. Por ello, pidió la dimisión del consejero, Joan Saura, contra quien presentarán una resolución en el Parlamento y una batería de preguntas sobre el asunto.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Ilunga


Según un estudio realizado a un millar de lingüistas en todo el mundo por la empresa Today Translations en 2004, la palabra más difícil de traducir en el mundo es «ilunga», del idioma tshiluba, que se habla en la región suroriental de la República Democrática del Congo.
Significa «una persona que está dispuesta a perdonar cualquier abuso la primera vez, a tolerarlo la segunda, pero nunca la tercera».
Es una palabra bonita que encierra toda una filosofía de vida: ser bueno, saber perdonar y no ser un cobarde.
Félix Velasco

martes, 11 de noviembre de 2008

sábado, 8 de noviembre de 2008

El discurso de la victoria de Obama


Texto completo del discurso del presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, pronunciado ante más de 100.000 personas en el Grant Park de Chicago

Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta.
Es la respuesta dada por las colas que se extendieron alrededor de escuelas e iglesias en un número cómo esta nación jamás ha visto, por las personas que esperaron tres horas y cuatro horas, muchas de ellas por primera vez en sus vidas, porque creían que esta vez tenía que ser distinta, y que sus voces podrían suponer esa diferencia.
Es la respuesta pronunciada por los jóvenes y los ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de que nunca hemos sido simplemente una colección de individuos ni una colección de estados rojos y estados azules.
Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América.
Es la respuesta que condujo a aquellos que durante tanto tiempo han sido aconsejados a ser escépticos y temerosos y dudosos sobre lo que podemos lograr, a poner manos al arco de la Historia y torcerlo una vez más hacia la esperanza en un día mejor.
Ha tardado tiempo en llegar, pero esta noche, debido a lo que hicimos en esta fecha, en estas elecciones, en este momento decisivo, el cambio ha venido a Estados Unidos.
Esta noche, recibí una llamada extraordinariamente cortés del senador McCain.
El senador McCain luchó larga y duramente en esta campaña. Y ha luchado aún más larga y duramente por el país que ama. Ha aguantado sacrificios por Estados Unidos que no podemos ni imaginar. Todos nos hemos beneficiado del servicio prestado por este líder valiente y abnegado.
Le felicito; felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han logrado. Y estoy deseando colaborar con ellos para renovar la promesa de esa nación durante los próximos meses.
Quiero agradecer a mi socio en este viaje, un hombre que hizo campaña desde el corazón, e hizo de portavoz de los hombres y las mujeres con quienes se crío en las calles de Scranton y con quienes viajaba en tren de vuelta a su casa en Delaware, el vicepresidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden.
Y no estaría aquí esta noche sin el respaldo infatigable de mi mejor amiga durante los últimos 16 años, la piedra de nuestra familia, el amor de mi vida, la próxima primera dama de la nación, Michelle Obama.
Sasha y Malia, os quiero a las dos más de lo que podéis imaginar. Y os habéis ganado el nuevo cachorro que nos acompañará hasta la nueva Casa Blanca. Y aunque ya no está con nosotros, sé que mi abuela nos está viendo, junto con la familia que hizo de mí lo que soy. Los echo en falta esta noche. Sé que mi deuda para con ellos es incalculable
A mi hermana Maya, mi hermana Alma, al resto de mis hermanos y hermanas, muchísimas gracias por todo el respaldo que me habéis aportado. Estoy agradecido a todos vosotros. Y a mi director de campaña, David Plouffe, el héroe no reconocido de esta campaña, quien construyó la mejor, la mejor campaña política, creo, en la Historia de los Estados Unidos de América.
A mi estratega en jefe, David Axelrod, quien ha sido un socio mío a cada paso del camino. Al mejor equipo de campaña que se ha compuesto en la historia de la política. Vosotros hicisteis realidad esto, y estoy agradecido para siempre por lo que habéis sacrificado para lograrlo.
Pero sobre todo, no olvidaré a quién pertenece de verdad esta victoria. Os pertenece a vosotros. Os pertenece a vosotros.
Nunca parecí el aspirante a este cargo con más posibilidades. No comenzamos con mucho dinero ni con muchos avales. Nuestra campaña no fue ideada en los pasillos de Washington. Se inició en los jardines traseros de Des Moines y en los cuartos de estar de Concord y en los porches de Charleston. Fue construida por los trabajadores y las trabajadoras que recurrieron a los pocos ahorros que tenían para donar a la causa cinco dólares y diez dólares y veinte dólares
Adquirió fuerza de los jóvenes que rechazaron el mito de la apatía de su generación, que dejaron atrás sus casas y sus familiares para hacer trabajos que les procuraron poco dinero y menos sueño.
Adquirió fuerza de las personas no tan jóvenes que hicieron frente al gélido frío y el ardiente calor para llamar a las puertas de desconocidos y de los millones de estadounidenses que se ofrecieron voluntarios y organizaron y demostraron que, más de dos siglos después, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no se ha desvanecido de la Tierra.
Esta es vuestra victoria.
Y sé que no lo hicisteis sólo para ganar unas elecciones. Y sé que no lo hicisteis por mí. Lo hicisteis porque entendéis la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.
Mientras estamos aquí esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se despiertan en los desiertos de Irak y las montañas de Afganistán para jugarse la vida por nosotros.
Hay madres y padres que se quedarán desvelados en la cama después de que los niños se hayan dormido y se preguntarán cómo pagarán la hipoteca o las facturas médicas o ahorrar lo suficiente para la educación universitaria de sus hijos.
Hay nueva energía por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.
El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos.
Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos.
Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política mía cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas.
Pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escucharé, sobre todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pediré que participéis en la labor de reconstruir esta nación, de la única forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 años bloque por bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.
Lo que comenzó hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche otoñal. Esta victoria en sí misma no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad para que hagamos ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin vosotros, sin un nuevo espíritu de sacrificio.
Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu del patriotismo, de responsabilidad, en que cada uno echa una mano y trabaja más y se preocupa no sólo de nosotros mismos sino el uno del otro.
Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no puede haber un Wall Street (sector financiero) próspero mientras que Main Street (los comercios de a pie) sufren.
En este país, avanzamos o fracasamos como una sola nación, como un solo pueblo. Resistamos la tentación de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra vida política desde hace tanto tiempo.
Recordemos que fue un hombre de este estado quien llevó por primera vez a la Casa Blanca la bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la libertad del individuo y la unidad nacional.
Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Demócrata ha logrado una gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisión de curar las divisiones que han impedido nuestro progreso.
Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos sino amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensión, no deben romper nuestros lazos de afecto.
Y a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por ganar, puede que no haya obtenido vuestro voto esta noche, pero escucho vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré vuestro presidente, también.
Y a todos aquellos que nos ven esta noche desde más allá de nuestras costas, desde parlamentos y palacios, a aquellos que se juntan alrededor de las radios en los rincones olvidados del mundo, nuestras historias son diversas, pero nuestro destino es compartido, y llega un nuevo amanecer de liderazgo estadounidense.
A aquellos, a aquellos que derrumbarían al mundo: os vamos a vencer. A aquellos que buscan la paz y la seguridad: os apoyamos. Y a aquellos que se preguntan si el faro de Estados Unidos todavía ilumina tan fuertemente: esta noche hemos demostrado una vez más que la fuerza auténtica de nuestra nación procede no del poderío de nuestras armas ni de la magnitud de nuestra riqueza sino del poder duradero de nuestros ideales; la democracia, la libertad, la oportunidad y la esperanza firme.
Allí está la verdadera genialidad de Estados Unidos: que Estados Unidos puede cambiar. Nuestra unión se puede perfeccionar. Lo que ya hemos logrado nos da esperanza con respecto a lo que podemos y tenemos que lograr mañana.
Estas elecciones contaron con muchas primicias y muchas historias que se contarán durante siglos. Pero una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emitió su papeleta en Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola para hacer oír su voz en estas elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 años.
Nació sólo una generación después de la esclavitud; en una era en que no había automóviles por las carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no podía votar por dos razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y esta noche, pienso en todo lo que ella ha visto durante su siglo en Estados Unidos- la desolación y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces que nos dijeron que no podíamos y la gente que se esforzó por continuar adelante con ese credo estadounidense: Sí podemos.
En tiempos en que las voces de las mujeres fueron acalladas y sus esperanzas descartadas, ella sobrevivió para verlas levantarse, expresarse y alargar la mano hacia la papeleta. Sí podemos. Cuando había desesperación y una depresión a lo largo del país, ella vio cómo una nación conquistó el propio miedo con un Nuevo Arreglo, nuevos empleos y un nuevo sentido de propósitos comunes.
Sí podemos
Cuando las bombas cayeron sobre nuestro puerto y la tiranía amenazó al mundo, ella estaba allí para ser testigo de cómo una generación respondió con grandeza y la democracia fue salvada.
Sí podemos.
Ella estaba allí para los autobuses de Montgomery, las mangas de riego en Birmingham, un puente en Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: "Lo superaremos".
Sí podemos.
Un hombre llegó a la luna, un muro cayó en Berlín y un mundo se interconectó a través de nuestra ciencia e imaginación.
Y este año, en estas elecciones, ella tocó una pantalla con el dedo y votó, porque después de 106 años en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas más negras, ella sabe cómo Estados Unidos puede cambiar.
Sí podemos.
Estados Unidos, hemos avanzado mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho más por hacer. Así que, esta noche, preguntémonos -si nuestros hijos viven hasta ver el próximo siglo, si mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo como Ann Nixon Cooper, ¿qué cambio verán? ¿Qué progreso habremos hecho?
Esta es nuestra oportunidad de responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento. Estos son nuestros tiempos, para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad para nuestros pequeños; para restaurar la prosperidad y fomentar la causa de la paz; para recuperar el sueño americano y reafirmar esa verdad fundamental, que, de muchos, somos uno; que mientras respiremos tenemos esperanza.
Y donde nos encontramos con escepticismo y dudas y aquellos que nos dicen que no podemos, contestaremos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí podemos.
Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América.

Agencia EFE - Chicago - 05/11/08

jueves, 6 de noviembre de 2008

Queda prohibido


Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos, s
entirme sólo alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.

Queda prohibido no demostrarte mi amor,
hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.

Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando los necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.

Queda prohibido no ser yo ante la gente,
fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a todos aquellos que me quieren.

Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hallar mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,
odiar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
sentir que con su falta el mundo se termina.

Queda prohibido no crear mi historia,
dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.

Atribuido a Pablo Neruda

viernes, 24 de octubre de 2008

Un piropo, por favor

Escribo estas líneas sentada en un destartalado banco público de la ciudad de La Habana adonde he venido a pasar unos días. Ya saben ustedes cómo son los finales de año, a uno le da por pensar con nostalgia sobre los temas más nimios, y es precisamente uno de estos temas el que me hecho detenerme aquí cerca del Malecón. Escribo apoyada en dos ejemplares del Granma y quiero aprovechar este dulce bienestar que da el Caribe para hablarles de algo que me ronda desde hace tiempo: me refiero a la decadencia y muerte del piropo en España. Es una pena, pero es verdad; en nuestro país el requiebro está muerto y enterrado: ya puede pasar por delante de un grupo de hombres la propia Kate Moss en cuerpo glorioso, que a ninguno de esos machos se les moverá un pelo. (Huelga decir que a nosotras, simples mortales, no nos escupen de puritito milagro. Pero en fin).
En cambio, aquí y ahora, sentada en mi banco de La Habana, alimento mi desinflado ego con un montón de lisonjas de esas que la dejan a una como nueva. Comprendo que alguien alegue, y con razón, que los latinoamericanos, como los italianos, son mucho más dados a decir cosas lindas. Pero les aseguro que al visitar Francia, Inglaterra, e incluso Rusia, he comprobado que todos practican esa vieja costumbre del halago callejero, cada uno a su manera. Los franceses, por ejemplo, lo hacen como (casi) una declaración de amor en toda la regla que a menudo comienza con un Oh! Madame. Los ingleses, más tímidos, aprovechan el sempiterno tema del clima para introducir algún comentario de tipo romántico-botánico que invariablemente rematan con un My luv (Mi amor, dicho en cockney). Y por fin, los rusos mascullan ternuras que lamentablemente no puedo contarles de qué tratan. sólo sé que tienen tono de balalaika. En España en cambio, país antaño ingenioso en galanteos, ya no se oye una linda palabra, ni siquiera una palabrota como la que antes solían lanzarnos los obreros desde los andamios. Se acabó, las mujeres parecemos no inspirar comentario alguno, ni bueno mi malo. ¿Pero quién mató al piropo? ¿En qué momento comenzó la indiferencia callejera? Yo tengo mi teoría al respecto. Pienso que el cambio tiene mucho que ver con la evolución social ocurrida en España en las últimas décadas. El miedo a parecer tercermundistas, las quejas de algunas feministas que confunden el halago con el menosprecio, y el cambio de roles entre hombres y mujeres ha hecho retraerse a los varones, como si gritar ¡guapa! al paso de una de estas nuevas mujeres profesionales e independientes fuera una guachafada. Cierto es que algunas feministas se ofenden con los gestos que antes llamábamos caballerosos: retirar la silla para que se siente una señora, dejarla pasar primero por una puerta. pero les aseguro, caballeros, que no todas las mujeres somos así de fundamentalistas. A mi modo de ver, el machismo implica otras actitudes más profundas y desagradables que el permitir que nos ayuden a ponernos el abrigo o que nos piropeen el vestido que estuvimos horas eligiendo para una cita. Tampoco es ningún síntoma de modernez el pasar delante de una chica guapa y mirarla con el mismo desinterés que a un señor de bigote. Es una pena que, en la adaptación a las nuevas actitudes entre hombres y mujeres, hayamos perdido la galantería. Nada tienen que ver churras con merinas. Nada tiene que ver el piropo con el respeto, y no hace falta llegar a Cuba para darse cuenta de lo agradable que resulta un halago masculino. Ya les digo: ahora que es tanto mas fácil viajar hagan la prueba en otros países. Verán que la desaparición de piropo es un fenómeno sólo español. (A Dios gracias, pues yo, con mi proverbial minúscula autoestima, ya pensaba que me había vuelto demasiado vieja para cosechar un ¡guapa! callejero).
Carmen Posadas

Arrumaco

Consiste en una demostración de cariño hecha con gestos o ademanes.
Es divertida por la cantidad de sinónimos simpáticos que tiene: carantoña, mimo, caricia, halago, cucamonas, zalamería, marrullería, lagotería, garatusa, monada, coba,...
Da sensacion de cercania, transmite fuerza y dulzura al mismo tiempo. También describe el lenguaje gestual del amor, muestra cariño, amistad, gratitud,... sin necesidad de utilizar palabras.
Félix Velasco

Voyage, voyage


Sobre los viejos volcanes
deslizando las alas sobre
la alfombra del viento, viaja, viaja
continuamente.

Nubes sobre pantanos,
desde el viento de España, a la lluvia de Ecuador
viaja, viaja
vuela por las alturas.

Sobre las capitales
con ideas fatales
miras el océano.
Viaja, viaja
más lejos que la noche y el día (viaja, viaja
por el espacio lleno de amor

Viaja, viaja
sobre el agua sagrada de un río indio (viaja, viaja)
para nunca volver.

Sobre el Ganges o el Amazonas
con los blancos, con los indios, con los amarillos,
viaja, viaja, por todos los reinos.

Sobre las dunas del Sahara
desde las islas Fiji al Fuji-Yamaviaja, viaja
no te pares.

Sobre las alambradas
sobre corazones bombardeados,
mira el océano.
Desireless

domingo, 19 de octubre de 2008

Dale vida a los sueños


Dale vida a los sueños que alimentan el alma,
no los confundas nunca con realidades vanas.
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de conseguir las metas y de escalar montañas
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.
Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,
no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.

Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,
tocarás las estrellas y el viento, susurrando,
te contará secretos que para ti ha guardado
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del alma que despierta para estar a tu lado.

Dale vida a los sueños que tienes escondidos,
descubrirás que puedes vivir estos momentos
con los ojos abiertos y los miedos dormidos,
con los ojos cerrados y los sueños despierto.

Mario Benedetti

La rebelión de las masas - 20


Nunca el hombre-masa hubiera apelado a nada fuera de él si la circunstancia no le hubiese forzado violentamente a ello. Como ahora la circunstancia no le obliga, el eterno hombre-masa, consecuente con su índole, deja de apelar y se siente soberano de su vida. En cambio, el hombre selecto o excelente está constituido por una íntima necesidad de apelar de sí mismo a una norma más allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone. Recuérdese que al comienzo distinguíamos al hombre excelente del hombre vulgar diciendo que aquél es el que se exige mucho a sí mismo, y éste, el que no se exige nada, sino que se contenta con lo que es, y está encantado consigo.
José Ortega y Gasset

La rebelión de las masas - 19


Y si la impresión tradicional decía: «Vivir es sentirse limitado y, por lo mismo, tener que contar con lo que nos limita», la voz novísima grita: «Vivir es no encontrar limitación alguna, por lo tanto, abandonarse tranquilamente a sí mismo. Prácticamente nada es imposible, nada es peligroso y, en principio, nadie es superior a nadie.»
Esta experiencia básica modifica por completo la estructura tradicional, perenne, del hombre-masa. Porque éste se sintió siempre constitutivamente referido a limitaciones materiales y a poderes superiores sociales. Esto era, a sus ojos, la vida. Si lograba mejorar su situación, si ascendía socialmente, lo atribuía a un azar de la fortuna, que le era nominativamente favorable. Y cuando no a esto, a un enorme esfuerzo que él sabía muy bien cuánto le había costado. En uno y otro caso se trataba de una excepción a la índole normal de la vida y del mundo; excepción que, como tal, era debida a alguna causa especialísima.

Pero la nueva masa encuentra la plena franquía vital como estado nativo y establecido, sin causa especial ninguna. Nada de fuera la incita a reconocerse límites y, por lo tanto, a contar en todo momento con otras instancias, sobre todo con instancias superiores. El labriego chino creía, hasta hace poco, que el bienestar de su vida dependía de las virtudes privadas que tuviese a bien poseer el emperador. Por lo tanto, su vida era constantemente referida a esta instancia suprema de que dependía. Mas el hombre que analizamos se habitúa a no apelar de si mismo a ninguna instancia fuera de él. Está satisfecho tal y como es. Igualmente, sin necesidad de ser vano, como lo más natural del mundo, tenderá a afirmar y dar por bueno cuanto en sí halla: opiniones, apetitos, preferencias o gustos. ¿Por qué no, si, según hemos visto, nada ni nadie le fuerza a caer en la cuenta de que él es un hombre de segunda clase, limitadísimo, incapaz de crear ni conservar la organización misma que da a su vida esa amplitud y contentamiento, en los cuales funda tal afirmación de su persona?
José Ortega y Gasset

La rebelión de las masas - 18


Mi tesis es, pues, esta: la perfección misma con que el siglo XIX ha dado una organización a ciertos órdenes de la vida, es origen de que las masas beneficiarias no la consideren como organización, sino como naturaleza. Así se explica y define el absurdo estado de ánimo que esas masas revelan: no les preocupa más que su bienestar, y, al mismo tiempo, son insolidarias de las causas de ese bienestar. Como no ven en las ventajas de la civilización un invento y construcción prodigiosos, que sólo con grandes esfuerzos y cautelas se pueden sostener, creen que su papel se reduce a exigirlas perentoriamente, cual si fuesen derechos nativos. En los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan, y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías. Esto puede servir como símbolo del comportamiento que, en más vastas y sutiles proporciones, usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre.
José Ortega y Gasset

sábado, 11 de octubre de 2008

Si hija de mi amor fuese


Si hija de mi amor mi muerte fuese,
¡qué parto tan dichoso que sería
el de mi amor contra la vida mía!
¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!

Llevara yo en el alma adonde fuese
el fuego en que me abraso, y guardaría
su llama fiel con la ceniza fría
en el mismo sepulcro en que durmiese.

De esotra parte de la muerte dura,
vivirán en mi sobra mis cuidados,
y más allá del Lethe mi memoria.

Triunfará del olvido tu hermosura
mi pura fe y ardiente, de los hados;
y el no ser, por amar, será mi gloria.
Francisco de Quevedo

Pelmazos sin fronteras


Hoy vengo a la tecla con animus citandi. Decía uno de los hermanos Goncourt –si no lo dijo uno lo dijo el otro- que en sociedad se reconoce a la gente educada por algo muy sencillo: te hablan siempre de lo que te interesa. Eso coincide con aquel comentario de Heine, don Enrique, que utilicé hace dieciséis años como epígrafe para una novela: “Soy el hombre más cortés del mundo. Me precio de no haber sido grosero nunca, en esta tierra donde hay tantos insoportables bellacos que vienen asentarse junto a uno, a contarle sus cuitas e incluso a declamarle sus versos”. Y eso que en tiempos de Heine y de los Goncourt la gente procuraba parecer educada, aunque no lo fuera. Ahora se procura alardear de lo contrario: de naturalidad, de franqueza y de falta de educación. Cuando alguien dice que me vas a perdonar, oye, pero soy muy sincero, es para echarse a temblar; sobre todo cuando nadie le ha pedido que lo sea, y a veces ni siquiera que abra la boca. No es ya que estés sentado en un café o un restaurante y los vecinos de mesa te informen a gritos de tu vitae, o que un tonto del culo con teléfono móvil te ponga al corriente en el tren o en mitad de la calle de los apasionantes pormenores de su vida laboral o sentimental. Es que hay prójimos que a las primeras de cambio te endilgan directamente, sin ningún pudor, monografías personales que maldito te importan.

Verdean de muchos tonos, claro. Ustedes tendrán los suyos y yo tengo los míos. Los que mandan, por ejemplo, novelas inéditas que nadie ha pedido –hay semanas que recibo cinco-, y luego cartas indignadas porque no dedicas dos o tres días de tu vida a leer cada una, y después otra hora de tu tiempo a aconsejar al autor sobre si futuro literario. O quienes, en una conferencia sobre el capitán Alatriste, piden palabra y disertan quince minutos sobre lo que opinan ellos del último Harry Potter. También está el pelmazo no cualificado: el que no aspira a ser escritor, ni conferenciante, ni otra cosa que el pelmazo a secas. Estás sentado en el café Gijón leyendo o cambiando miradas con Alfonso el cerillero cada vez que entra una señora estupenda, y de pronto se esclafa en tu mesa un tío al que no has visto en tu puta vida, que te dice, sin que le preguntes, que no ha leído nada tuyo –es del género franco, adviertes aterrado- pero considera que Javier Marías sí es un novelista brillante a quien su mujer, muy lectora, sigue mucho; y a continuación se pone a contarte su vida a quemarropa. La suya, ojo, no la de Marías, ni la de su mujer, ni la de su mujer y Marías. O se pone a opinar sobre esto y aquello, pese a que tú, a estas alturas de la vida, cuando quieres opiniones vas y las buscas. A mí, para que se hagan a una idea, me han contado la guerra de los Balcanes de pe a pa en la sala de espera de un aeropuerto, justo cuando yo regresaba de pasar varios meses en Zagreb o Sarajevo –mi tema favorito de conversación en ese momento, imagínense. También miles de taxistas me han informado con detalles primorosos de lo mucho que nos jugamos todos en tal o cual partido del domingo, pese a que no soporto el fútbol ni a los taxistas parlanchines. Y locuaces matronas me han contado hasta la náusea lo que estudian sus hijos, lo que hace o no hace su digno esposo, y dónde pasaron las últimas vacaciones. Aderezado todo ello, a menudo, con guiños para implicarte en el ajo. Yo también escribo, dicen, o mi niña quiere ser periodista como usted, o yo es que en el fondo soy un aventurero, o tengo un cuñado en Murcia. Pretextos, en realidad, para hablar de sí mismos.

Uno comprende todo eso, claro. La gente anda bien sola y bien jodida, y es normal que procure desahogarse cuando puede, contando lo que sea. Esta misma página semanal tiene, a veces, mucho de desahogo o ajuste de cuentas; lo que pasa es que cualquiera puede saltársela, si quiere, e ir directamente al perro inglés, o a donde le salga; y además mi caso se justifica porque vivo de contar cosas y encima de desahogarme trinco viruta. Otra cosa es la gente que larga el rollo por la cara, acorralándote sin preocuparle si interrumpe algo: una lectura, una reflexión, un recuerdo, un dolor. Es descorazonadora esa impertinencia incapaz de considerar el momento idóneo para cada cosa, y que no distingue ente la atención cortés y el verdadero interés por la brasa que te están dando. Asusta comprobar lo mal que el pelmazo contumaz capta las señales de hastío e indiferencia de sus víctimas: esos asentimientos de cabeza que no comprometen, esos monosílabos mirando el reloj –ajá, no me diga, vaya, caspita-, que intercalamos en mitad del martirio macabeo. Al contrario. Ni siquiera lo de caspita los mosquea. Algunos se sienten animados, incluso, y redoblan su entusiasmo. Te cuentan lo de aquel sargento en la mili o lametástasis de su tía Merche, los miras, dices “no jodas” y contestan: “¿Verdad que sí?. Pues no sabes lo mejor, etcétera”. Y piden otra caña mientras tú piensas: así se te vaya por la glotis. Cabrón.
Arturo Pérez-Reverte

La mujer del vestido blanco


Es curioso cómo algunas cosas se parecen a otras. Aquélla me recordaba una escena de Sarajevo, o de Beirut en los viejos tiempos, y resulta que estábamos en mitad de La Mancha. El caso es que el otro día iba al volante por donde les cuento, autovía A-3 pasada la venta de San José, por esas rectas donde la gente arrea, zuaaas, zuaaas, de manera que sorprende que no palmen de diez en diez, cuando al llegar a una curva vi una nube de polvo, coches que paraban, etcétera. Leñazo habemus, me dije. Di las luces intermitentes y aflojé la marcha, y al otro lado de la polvareda vi una escena idéntica a ciertas imágenes que uno tiene en la memoria: un coche patas arriba en la cuneta y una mujer con un vestido blanco que salía tambaleándose, los brazos extendidos, el rostro fuera de sí y la boca abierta en un grito, supongo, porque yo llevaba las ventanillas cerradas y la escena era muda. La mujer se dirigía a un hombre que había salido antes y que estaba de pie, inmóvil, como si estuviera medio torrija y no se diera cuenta de lo que ocurría. Y ese hombre se tocaba la cabeza con las manos y miraba el suelo, el aire incrédulo, de reflexionar mucho o contemplar algo, o a alguien, tirado allí.
Ya había iniciado los movimientos para detenerme; pero vi que había varios coches en el arcén, y que paraban más, una veintena de personas corriendo hacia los accidentados, otros hablando por teléfono móvil y dos coches junto al poste de teléfono SOS que por suerte se levantaba algo más lejos. Así que me dije: bueno, chaval, eso está controlado y ahí sobras. Y seguí camino. Lo curioso es que, de toda la escena, la imagen que me quedó en la cabeza, y que aún estuvo presente unos kilómetros, fue la de la mujer: su expresión aterrada y sorprendida, el desgarro del grito silencioso ante el horror que acababa de golpearla de aquella manera inesperada y brutal. Y yo la he visto antes, pensé. Los he visto a los dos, y también al que estaba tirado en el suelo, si es que de veras había allí alguien a quien miraba el hombre que se tocaba estupefacto la cabeza. Porque la escena era idéntica a las que vi muchas veces cuando me ganaba la vida en el otro oficio; cuando después de caer una bomba, raaaaca, bum, y tras el estampido, entre el polvo, asomaban hombres aturdidos que se tocaban la cabeza como aquel de la A-3, y mujeres con los brazos abiertos y la cara desencajada y la boca abierta en un grito de horror, a veces ensangrentadas, a veces con un niño reventado en los brazos, a veces increpando absurdamente -o quizás no era tan absurdo del todo- al hombre aturdido que había sido incapaz de mantenerlos a salvo del dolor y de la muerte.
Y es que, en realidad es lo mismo, concluí una vez más, al ver las luces de una ambulancia pasar a toda velocidad por el carril contrario. Vivimos tiempos en los que el hombre ha conseguido rodearse de barreras que le permiten disimular la existencia del dolor y de la muerte. Nuestros abuelos sabían todo eso; pero a los abuelos los encerramos y amordazamos en asilos y en hospitales para que murieran detrás de biombos, y no nos lo recordaran. Ahora tenemos residencias de ancianos, sanatorios y eufemismos. El truco es no miro, luego ignoro. Ignoro, luego no existe. Y nos movemos por la vida con una seguridad suicida, basada en la absurda certeza, o esperanza, de que nunca vamos a sufrir, de que la enfermedad y el dolor son cosa de otros, y que nosotros no vamos a cascar jamás. Y así nos va. Porque el hecho de que no pensemos en ello, de que nuestra actual forma de vida tan funcional y tan moderna -guapos e inmortales como somos ahora-, mantenga al Horror en ese distante segundo plano, ámbito de lo posible pero improbable, no impide que ese Horror siga estando donde siempre estuvo: al acecho, en espera de la oportunidad para manifestarse en toda su violencia y su crudeza. Y de pronto, camino de las vacaciones, cuando acabas de enamorarte, justo al terminar la carrera, recién nacido o al día siguiente de conseguir la anhelada jubilación, ese Horror llega y dice hola buenas, familia. Alehop. Y cae la bomba en el comedor de la casa, o el imbécil de Manolo hace ese adelantamiento que no debía, o el azar te pone en el sitio justo a la hora precisa. Entonces, paf, todo vuelve a ser como antes. Como siempre fue y nunca dejó de ser, aunque lo hayamos olvidado. Y, ya sin estar preparado para ello, el ser humano vuelve a verse enfrentado a su propia fragilidad, a su condición mortal y a su miseria.
Todo eso es natural, y son las reglas. Fue siempre así, desde hace siglos, y lo seguirá siendo hasta el final de los tiempos. Lo único que a estas alturas resulta injustificable es la sorpresa, el gesto incrédulo del hombre que se toca la cabeza mientras suena el grito de la mujer del vestido blanco. Imperdonable la estúpida expresión de quien se pregunta cómo es posible que esto haya podido ocurrirme a mí.
Artúro Pérez-Reverte

viernes, 10 de octubre de 2008

Una, dos y tres


Una, dos y tres,
una, dos y tres
lo que usted no quiera pa mi calle es.
Una, dos y tres,
una, dos y tres
lo que usted no quiera para el rastro es.

Esto es el rastro señores

vengan y anímense,
que aquí estamos nosotros
somos Papa Noel.

Le vendemos barato
con el precio en inglés,
somos todo lo honrados
que uste quiera creer.

Una, dos y tres

una, dos y tres
lo que usted no quiera pa mi calle es.
Una, dos y tres
una, dos y tres
lo que usted no quiera para el rastro es.

Se revenden conciencias

recompramos la piel
nos vendemos de cara,
le compramos a usted,
y si quiere dinero
se lo damos también,
usted lo da primero,
y nosotros después.

Una, dos y tres,
una, dos y tres,

lo que usted no quiera pa mi calle es.
Una, dos y tres
una, dos y tres
lo que usted no quiera para el rastro es.

Si usted quiere ser macho
le dejamos vencer,
y si usted regatea
nos dejamos la piel,
usted salva su facha
delante su mujer,
y al final si podemos,
la engañamos también.

Una, dos y tres,
una, dos y tres
lo que usted no quiera pa mi calle es.
Una, dos y tres
una, dos y tres
lo que usted no quiera para el rastro es.

Si usted busca pilcheo
le mercamos la ja
si diquela y es mangui
le dejamos junar
si no pucha en caliente
le jamamos el bies
los gallumbos, los calcos
y envidamos tres.

Una, dos y tres,
una, dos y tres,
lo que usted no quiera pa mi calle es.
Una, dos y tres,
una, dos y tres,
lo que usted no quiera para el rastro es.

Si usted quiere engañarnos
nos dejamos en en
usted salva su ego
y nosotros la piel.
Usted se va contento
y nosotros ya vé
nos pagamos la cena
con el ego de usted.

Una, dos y tres,
una, dos y tres,
lo que usted no quiera pa mi calle es.
Una, dos y tres,
una, dos y tres,
lo que usted no quiera para el rastro es.

Una, dos y tres,
una, dos y tres,
lo que usted no quiera pa mi calle es.
Una, dos y tres,
una, dos y tres,
lo que usted no quiera para el rastro es.
Patxi Andión

miércoles, 8 de octubre de 2008

martes, 7 de octubre de 2008

Zambra


Danza sensual de los gitanos de Granada, posiblemente evolucionada de antiguas danzas moras. Significa fiesta, bulla, regocijo y baile.
Es típica de las bodas gitanas; aunque también la bailan para los turistas en las grutas de Sacromonte.

Se baila con los pies descalzos, con castañuelas en los dedos, la blusa anudada bajo el busto y la falda larga asegurada a la altura de la cadera con amplios pliegues.

Félix Velasco

Bella


Bella,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.

Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.

Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.

Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos,
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.

Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.

Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.

Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.

Bella,
mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas,
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre.
Pablo Neruda

Efectos colaterales de la felicidad


Hace unos años, mientras escribía El buen sirviente, dediqué mucho tiempo a leer sobre el tema El Mal. ¿Qué hace que, a diferencia de los animales, los seres humanos hagamos daño a otros sin mediar un ataque previo o una necesidad? ¿Por qué somos como somos? ¿Cómo es posible que uno de los pueblos más cultos del mundo, cuna de grandes filósofos, amante de Mozart y heredero Goethe cayera en la locura colectiva del nazismo? Tuve ocasión de leer muchas teorías al respecto pero la que más me impresionó fue una de Schopenhauer. Él dice que el ser humano hace el mal, primero, por instinto de supervivencia y eso, si no justifica al menos explica muchas actuaciones reprobables. Ahí se encuadrarían por ejemplo, el egoísmo, la envidia, la mentira, la insidia, el robo en todas su facetas etcétera. Hasta aquí la teoría es fácil de entender e incluso todos podemos vernos reflejados en ella si tenemos un mínimo de sentido autocrítico.
Pero lo que más me impresionó fue esta segunda parte de su reflexión: dice Schopenhauer que, una vez resuelto el problema de la supervivencia o subsistencia, el hombre hace el mal por tedio. El tedio es por ejemplo, lo que hace que busquemos nuevos alicientes como el sexo (no como amor sino como gimnasia) la droga, o robar en el supermercado “porque tiene morbo”. Pero el tedio es responsable, además, de acciones infinitamente más terribles. La gente se sorprende, por ejemplo, al ver cómo una sociedad tan avanzada como la nuestra, tan llena de posibilidades y tan culta puede ser tan cruel. Todos nos quedamos horrorizados hace unos años con la historia de aquellos muchachos de familia acomodada que quemaron a una mendiga en un cajero automático. O con las muy frecuentes noticias de niños de apenas diez años que graban palizas en sus móviles para pasar el rato. O con esa otra de violadores cada vez más jóvenes que matan y mutilan a sus víctimas. “La sociedad está enferma”, decimos, y le echamos la culpa a la tele o a los colegios o a los padres que no son capaces de educar con disciplina. Y todo esto es verdad, y habrá que poner atención a ello, pero a mi modo de ver, también habría que poner atención al fenómeno del tedio. En esta sociedad nuestra caprichosa y algo infantil, todo el mundo tiene horror al aburrimiento e intenta llenar su vida con todo tipo de cosas absurdas. El que no se machaca los meniscos en el gimnasio hasta hacerse vigoréxico se pasa días enteros en internet o le da por emborracharse con calimocho hasta quedar inconsciente. Es como si todos nos hubiéramos convertido en yonkis de sensaciones fuertes y necesitáramos experimentar cosas cada vez más enrevesadas para neutralizar al temible monstruo del tedio. Y para ello, también hay que estar con la cabeza continuamente ocupada, si no es con la tele, con la radio, y si no con el móvil o con el mp3. Porque otro de los efectos del tedio es que se buscan siempre ruidos que aturdan, que le eviten a uno pensar o estar a solas consigo mismo.Y es que lo paradójico y a la vez terrible, es que el tedio no es otra cosa que un perverso efecto colateral de una vida feliz. Los que están luchando por dar de comer a sus hijos o por sobrevivir en una guerra o cruzando el mar en patera pueden tener muchos problemas, pero desde luego no el del aburrimiento. Todo en este mundo tiene un precio y ése es el que pagamos nosotros, ciudadanos del primer mundo, que tanto tenemos y que tan poco valoramos. Porque otra de las cosas que hemos perdido por el camino es el deseo, el anhelo. Antes un niño pasaba años soñando con una bici o un escalextric y, cuando por fin los conseguía, aquel se convertía en uno de los momentos más memorables de su vida. Ahora, la satisfacción de los deseos es inmediata y a un deseo no lo sigue una satisfacción sino un nuevo deseo. Yo ignoro cómo se frena esta espiral absurda, pero pienso que conocer su origen es, al menos, un primer paso para ponerle remedio a la gran paradoja de nuestra “sociedad feliz”, esa a la que según nos sermonean todos los tontos librillos de autoayuda debemos aspirar.

Carmen Posadas

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros.


Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.
No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.
De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.
Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos». Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo. Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio.
Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.

Arturo Pérez-Reverte

miércoles, 1 de octubre de 2008

Albricias


Interjección onomatopéyica de origen árabe. Cervantes la usó en distintas ocasiones en El Quijote. Se pronuncia cuando se recibe una noticia o sucede algo que se entiende como un regalo afortunado. Expresión de júbilo emocionado. Regocijo.
Esperanza que se ha convertido en realidad. Considerarse infinitamente afortunado por algo que acaba de acontecer.
La cohabitación perfecta de íes y aes es una caricia intensa para el oido de quien la escucha, normalmente el portador de una buena noticia, que a su vez se alegra de haberla dado.
Félix Velasco

Fiaca


Pereza, indolencia o desgana. Flojera que entra después de comer. Se utiliza en el sentido de ganas de no hacer nada, a pesar que tengas muchas cosas por hacer. Expresión utilizada en Argentina.
Félix Velasco

Apapacho


Es una palabra de origen nahuatl (la lengua nativa americana, cuyo uso se extiende desde el norte de México hasta Centroamérica), que se incorporó al español en México, es un abrazo mucho más cariñoso, más cálido. Significa también una caricia, un poco de atencion que todos necesitamos.

Félix Velasco

domingo, 28 de septiembre de 2008

Duelo a garrotazos (Goya)

Mientras China pasea por el espacio, después de Rusia y Estados Unidos, y planea llegar a la Luna,...
Nosotros divididos, enfrentados en luchas cantonales, regionales y fraticidas sin sentido: discutiendo por los Presupuestos Generales del Estado, el agua y los trasvases, los idiomas, la Ley de Educación, los partidos políticos, la "lucha" de sexos, las banderas, la economía, el poder judicial, la Educación para la Ciudadanía, el futbol, los toros, la inmigración, el racismo, los días festivos del calendario, los separatismos locales, los nacionalismos periféricos, el aborto, la eutanasia, manifestaciones para todos los gustos y colores, cada vez más personas en el paro, periódicos que mienten descaradamente sirviendo al "pesebre" que los alimenta, jueces vendidos al mejor postor, las tumbas de la guerra civil, los monumentos que se ponen y quitan, los nombres de las calles, el cine, las cuotas o porcentajes de sexo en las organizaciones, el feminismo, el machismo,... ¡Repugnante!
Pseudo periodístas, pseudo abogados, pseudo presentadores,... en definitiva, chiquilicuatres que se apropian del derecho de representarnos.
Ausencia de los valores que engrandecen y dignifican a la persona humana: Bien, Verdad, Libertad, Justicia,.. ya no sabemos que significan, los hemos relativizado y vaciado de contenido,... los hemos prostituido a base de utilizarlos como un chicle, masticándolos y masticándolos hasta que pierden su sabor.
Y el ¿presidente de España? sacando pecho y presumiendo el Wall Street de que tenemos la economía más saneada del mundo y que "semos" los mejores. Haciendo el ridículo.
Y los ¿gobiernos autonómicos? envolviéndose en sus banderas y apropiándose de forma partidista de lo que es de todos los españoles, comprando y vendiendo favores,.. pues a fin de cuentas todo es por dinero y poder disfrazado de ¿ideologías?
Tenemos los políticos que nos merecemos. Entresacados del pueblo, salen del pueblo y son elegidos por el pueblo. Así que no te quejes y apechuga cuatro años.
Un Universo inmeso y maravilloso por admirar y descubrir,... y nosotros mirándonos el ombligo arreándonos mamporros unos a otros.
Félix Velasco

Falleció Paul Newman


El actor estadunidense Paul Newman falleció de cáncer este sábado, a los 83 años, un año después de haberse despedido del cine, oficio al que consagró más de 60 películas.
“La obra de Paul Newman fue la actuación. Su pasión fue para las carreras de automóviles. Su amor fue para su familia y amigos. Y su corazón y alma estuvieron dedicadas a ayudar a hacer del mundo un mejor lugar para todos”, dijo el vicepresidente de la fundación Newman’s Own, Robert Forrester, al anunciar el deceso desde Westport, Connecticut. El actor sufría de cáncer.
Newman, quien el 10 de mayo hizo su última aparición pública en un evento automovilístico de Indianápolis –su otra gran pasión–, había dicho el 25 de mayo de 2007 adiós a la actuación en una entrevista a la cadena estadunidense ABC, donde, con franqueza, admitió los problemas de la vejez. “No estoy más disponible para trabajar como un actor ni para estar al nivel que me gustaría. Uno comienza a perder memoria, confianza y capacidad de inventar” , por eso “creo que esto es más bien un capítulo cerrado”.
El actor de ojos azul profundo, que fue todo un símbolo sexual del cine hollywoodense, y cuyo último trabajo fue prestar su voz a uno de los automóviles animados de Cars en 2006.
Newman, diez veces nominado a los premios de la Academia, ganador de dos Oscar honoríficos y uno en 1987 como mejor actor por su papel en El color del dinero, de Martin Scorsese, nació en Cleveland, Ohio, el 26 de enero de 1925 en el seno de una familia de padre de origen judío-alemán y una madre católica de raíces húngaras.
En 1942 ingresó en el Kenyon College universitario, y un año más tarde se alistó en la Marina, para cumplir entre 1943 y 1945 el servicio militar en las bases de Okinawa y Guam. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, Newman finalizó la carrera de ciencias económicas, y a finales de los años 40 estudió un año en la escuela de arte dramático de la Universidad de Yale.
Debutó en los escenarios en 1949 y en 1952 ingresó al Actor’s Studio, que le permitió un año después ganar su primer papel en Picnic de William Inge, en Broadway.
Vivió épocas de gloria y su nombre quedó impreso en la memoria colectiva con su protagónico en Butch Cassidy (1969) y The Sting (1973), al lado de Robert Redford.
Su carrera en la gran pantalla, donde fue prolífica, donde se probó como director, productor y ganó fama mundial como actor de clásicos del cine estadunidense.
Fanático de las carreras automovilísticas y filántropo, Paul Newman se casó dos veces; la primera, en 1949 con Jackie Witte, con quien tuvo tres hijos, y en 1958 con la mujer que lo acompañó hasta su muerte, Joanne Woodward, matrimonio del cual nacieron tres hijos más.

Filmografía como director:

El zoo de tierra 1987, Harry e hijo 1984, La caja oscura 1980 (rodado para la televisión), El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas 1972, Casta invencible 1971, Raquel, Raquel 1968.

Filmografía como actor:

Cars (voz) - Camino a la perdición de Sam Mendes - Donde esté el dinero de Marek Kanievska - Mensaje en una botella de Luis Mandoki - Al caer el sol de Robert Benton - El gran salto de Joel Coen - Ni un pelo de tonto de Robert Benton - Esperando a Mr. Bridge de James - Ivory Creadores de sombras de Roland Joffé - El escándalo Blaze de Ron Shelton - El color del dinero de Martin Scorsese - Harry e hijo de Paul Newman - Veredicto final de Sidney Lumet - Ausencia de malicia de Sydney Pollack - Distrito apache - El Bronx de Daniel Petrie - El día del fin del mundo de James Goldstone - Quinteto de Robert Altman - El castañazo de George Roy Hill - Buffalo Bill y los indios de Robert Altman - La última locura de Mel Brooks - Con el agua al cuello de Stuart Rosenberg - El coloso en llamas de John Guillermin - El golpe de George Roy - Hill El hombre de MacKintosh de John Huston - El juez de la horca de John Huston - Los indeseables de Stuart Rosenberg - Casta invencible de Paul Newman - Un hombre de hoy de Stuart Rosenberg - Dos hombres y un destino de George Roy Hill - 500 millas de James Goldstone - Comando secreto de Jack Smight - La leyenda del indomable de Stuart Rosenberg - Un hombre de Martin Ritt - Cortina rasgada de Alfred Hitchcock Harper, investigador privado de Jack Smight - Lady L de Peter Ustinov - Cuatro confesiones de Martin Ritt Ella y sus maridos de J. Lee Thompson - El premio de Mark Robson Samantha de Melville Shavelson Hud de Martin Ritt - Cuando se tienen veinte años de Martin Ritt - Dulce pájaro de juventud de Richard Brooks - Un día volveré de Martin Ritt - El buscavidas de Robert Rossen - Éxodo de Otto Preminger - Desde la terraza de Mark Robson - La ciudad frente a mí de Vincent Sherman - Un marido rico de Leo McCarey - La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks - El zurdo de Arthur Penn - El largo y cálido verano de Martin Ritt - Mujeres culpables de Robert Wise - Para ella un solo hombre de Michael Curtiz - Traidor a su patria de Arnold Laven - Marcado por el odio de Robert Wise - El cáliz de plata de Victor Saville.
En 1993 recibió por tercera vez un Oscar como premio a sus labores humanitarias; su empresa de alimentos Newman’s Own donó el total de sus ganancias a obras caritativas, con las que ha entregado 200 millones de dólares desde 1982.

Gracia por haber nacido, Paul.
Félix Velasco

sábado, 20 de septiembre de 2008

Guitarra Guajira


Una vez robé un lucero,
de lo alto de un monte blanco.
Una vez robé un lucero,
de lo alto de un monte blanco.

Se lo regalé a la noche
para enriquecer su manto.

Otra vez robé a los lagos,
la claridad de sus aguas.
Otra vez robé a los lagos,
la claridad de sus aguas.

Se la regalé a tus ojos,
pero tú no me mirabas.

Canta guitarra hechicera,
canta guitarra guajira.
Canta guitarra hechicera,
canta guitarra guajira.

Siempre que me hablas de amores,
me cuentas una mentira.

Agustín Lara

La eterna búsqueda de la felicidad


La mayoría de los muchos libros que, según ellos, nos ayudan a encontrar la felicidad hacen siempre una alusión admirativa y también agradecida a Thomas Jefferson. Como sin duda ustedes saben, él fue el responsable de que en la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos se incluyeran como derechos inalienables del ser humano “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Magnífica frase, sin duda, que debería ser la base de toda sociedad moderna; pero su última parte –“la búsqueda de la felicidad”– ha creado un malentendido que, a mi modo de ver, resulta negativo.
Primero me gustaría decir que la búsqueda de la felicidad es un problema que preocupa sólo a sociedades que ya de por sí son bastante felices. Como es lógico, para quienes están penando por dar de comer a sus hijos o por evitar ser víctimas de la injusticia, de la enfermedad o de la muerte su meta es sobrevivir y no tienen tiempo de pensar en otra cosa. Para ellos por tanto la felicidad no es un fin sino una consecuencia que se deriva de lo que les ocurre. En otras palabras, son felices porque ese día han logrado un pedazo de pan que llevarse a la boca o porque han evitado a sus hijos un gran peligro. En las sociedades ricas, en cambio, la felicidad es un fin. La mayoría de nosotros, cuando nos preguntan qué es lo que más deseamos en esta vida respondemos que ser felices. Y ser feliz en el mundo opulento está casi siempre relacionado con lo que tenemos y, más aún, con lo que tienen los demás.
Antes, la comparación (casi siempre desfavorable) con lo que tenía el prójimo no era demasiado aplastante. Porque hasta hace poco, nosotros nos medíamos con nuestros pares y con las personas de nuestro entorno. Así, podíamos pensar, por ejemplo, que éramos más o menos guapos / ricos / inteligentes que el vecino del quinto o que el farmacéutico de la esquina o que nuestro cuñado Pepe. En cambio ahora, en la era de la información, no nos medimos con nuestros pares, tampoco con nuestros allegados. Nos medimos con lo que vemos en la tele y en el cine. Nos comparamos por tanto no con la vecina del quinto sino con Angelina Jolie; no con el farmacéutico de la esquina sino con Bill Gates y no con nuestro cuñado Pepe sino con Philip Roth. Tal vez les parezca que exagero, pero les aseguro que no demasiado. Es posible que conscientemente nadie se mida con estos modelos inalcanzables, pero están ahí y esa sola circunstancia crea un nivel de exigencia personal y también de deseo que no es el que tenían nuestros abuelos.
Por todo esto, a mi modo de ver, el hecho de que los librillos de autoayuda que tanto infestan nuestras vidas digan, parafraseando a Jefferson, que la felicidad es un derecho, no hacen más que añadir leña a la hoguera de nuestra insatisfacción. Consciente o inconscientemente lo que esas publicaciones intentan hacernos creer es que la felicidad nos es debida, que la merecemos y que, en una sociedad abierta, está al alcance de todos. Para empezar, el primer error reside en una falsa interpretación de la frase de Jefferson. Él nunca dijo que tuviéramos derecho a la felicidad sino a su búsqueda, lo que implica no una actitud pasiva, sino una muy activa. Por eso, que nadie espere que la felicidad le venga de fuera como un don divino; hay que currársela, como todo en esta vida.
Después, está el asunto de las comparaciones. Otra de las falacias de la sociedad moderna es la de hacernos creer que podemos llegar a ser Alguien con mayúsculas. No, ni vamos a ser Angelina Jolie, ni Bill Gates ni Philip Roth; de modo que no vale la pena perder ni un momento de felicidad en eso.
Y por fin está el tema más peliagudo de todos: el de que la felicidad está no en contar lo que uno no tiene, como hacemos todos en esta sociedad ricachona y caprichosa en la que vivimos, sino en contar precisamente lo que sí tenemos. Porque esa es la gran paradoja del ser humano: cuánto más tiene más echa en falta aquello de lo que carece, y cuantas más carencias más aprecia lo que tiene. Pequeñas compensaciones que hacen pensar que no todo es tan injusto en esta vida.

Carmen Posadas