sábado, 31 de octubre de 2009

Permitidme tutearos, imbéciles


Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos». Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p’alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.

Arturo Pérez-Reverte

viernes, 30 de octubre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

La saeta

LA SAETA

Dijo una voz popular:

Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos
siempre por desenclavar.
Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores
!Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
Antonio Machado

domingo, 25 de octubre de 2009

La milicia no es angélica


Creo que alguien debería explicarle a la ministra de Defensa lo que es un soldado. Me refiero a uno de esos que desfilaron hace un par de semanas con casco y escopeta. Es cierto que la ministra tiene alrededor, en cada foto, un montón de generales y uniformados varios que podrían explicárselo perfectamente. Pero tengo la impresión de que no se expresan bien; tal vez porque a medida que asciendes, te suben el sueldo y te acercas a la jubilación, uno suele volverse menos elocuente. Con lo fácil que sería, por otra parte, abrirle a la titular del ramo el diccionario de la RAE por la palabra soldado, mostrarle que significa persona que sirve en la milicia, llevarla luego a la palabra milicia y hacerle leer algo que no admite equívocos: (Del latín militia. Femenino). 1. Arte de hacer la guerra y de disciplinar a los soldados para ella. 2. Servicio o profesión militar. 3. Tropa o gente de guerra. Es cierto que hay una cuarta acepción: coros de los ángeles, que lleva como ejemplo la milicia angélica. Pero cuidado. Que no se haga ilusiones la ministra. Ahí ya estamos hablando de otra cosa.
Lo que no dice el diccionario, desde luego, es tropa o gente de paz. En sentido recto, soldado remite a lo que debe: un fulano disponible para matar y que lo maten en guerras defensivas u ofensivas. Alguien que por patriotismo, obligación, dinero o lo que estime oportuno, está entrenado para escabechar a sus semejantes; procurando que palmen más fulanos del otro bando que del suyo. El lado turbio del oficio –matarife, a fin de cuentas– se compensa con otros aspectos respetables: disciplina, disposición a soportar penalidades y miserias, y el sacrificio singular de exponerse al dolor, la mutilación y la muerte. Hay gente a la que no le gusta ese paisaje, y desde un punto de vista tan digno como su opuesto defiende la desaparición de soldados y ejércitos, en favor de un mundo ideal –y me temo que imposible– donde la palabra soldado sea un anacronismo. Otros, más realistas, admiten que la existencia de soldados profesionales, que sirven de modo voluntario y aceptan los riesgos del oficio, es necesaria en un mundo imperfecto y violento como el nuestro.
En todo caso, la palabra humanitario nada tiene que ver. Eso no corresponde a los soldados, sino a las organizaciones y oenegés adecuadas. A ellas corresponde poner tiritas, repartir agua embotellada y socorrer a los parias de la tierra. Por el contrario, la misión básica de los soldados –considerando la convención de Ginebra y la conciencia de cada cual– es hacer todo el daño posible al enemigo. Matarlo mucho y bien, inspirarle temor y vencerlo, disuadiéndolo de intentarlo de nuevo. Los soldados no fueron ideados para otra paz que la impuesta por sus bayonetas, ni para inspirar afecto, sino temor. Incluso en una misión de paz se trata de pacificar a hostias, si hace falta. Llegado el caso, lo que se espera de ellos es eficacia letal; de un modo compatible, dentro de lo que cabe en su sangriento oficio, con la decencia y la piedad, cuando se pueda. Que maten más y mejor que nadie, de manera que los intereses de su patria natural o adoptiva, o de la paz ajena que defienden, sean respetados por otros. Eso significa eficacia y ausencia de complejos. Por eso, llegados a tales extremos, las palabras soldado y misión humanitaria pueden ser no sólo incompatibles, sino confusas y hasta mortales.
Es lo que ocurre en España. Incapaces de conciliar de modo inteligente la necesidad de un ejército con la tendencia pacifista de la sociedad occidental actual, nuestros gobernantes –eso incluye al Pesoe como al Pepé– intentan lo imposible: unas fuerzas armadas desarmadas compuestas por soldados humanitarios, cuyo objetivo no es hacer la guerra sino la paz, y a los que se respeta más cuando se dejan matar que cuando matan. Esa imbecilidad se desmorona cuando lo real se presenta en forma de mina, emboscada o combate, y las familias largan en el telediario, con toda razón, que nadie les habló de guerra, y que su chico no fue a que le volaran los huevos, sino a repartir leche condensada. Es entonces cuando la ministra o ministro de guardia en esta charlotada bélico humanitaria del Bombero Torero, atrapados en su propia incongruencia, se adornan con media verónica ahuecando la voz y poniéndose estupendos mientras hablan de la deuda que España tiene con los difuntos y difuntas. Haciendo, además, que éstos queden como pardillos, al negarles incluso la palabra guerra; que, por políticamente incorrecta que sea, es la única que explica una muerte en combate. Cuando en un ejército profesional, voluntario, las familias protestan y se dicen engañadas si sus chicos mueren, alguien no se ha explicado bien. O no tenemos soldados, o los tenemos. Y si los tenemos, es para que palmen sin rechistar cuando les toque. No para que la ministra de Defensa –y sigo sin saber lo que defiende– venga a decirnos, con voz trémula y solemne, que acaban de matar a un cervatillo en el bosque de Bambi.
Arturo Pérez-Reverte

Tanta tontería


Leí el otro día un comentario del escritor inglés Martin Amis que me pareció muy acertado. Hablaba de que, en este mundo posmoderno que nos ha tocado vivir, lo que ha conseguido el afán de tirar abajo viejos prejuicios, injusticias y moralinas es acabar también con el sentido común, por lo que, según Amis, éste se ha vuelto subversivo. Es así cuando uno dice que hay que limitar los bonus obscenamente elevados de los banqueros porque son responsables de la crisis que vivimos y volverán a crear una nueva cuando salgamos de ésta. Es así cuando uno explica algo tan elemental como que es necesario reinstaurar la disciplina en la vida de los jóvenes. O cuando defiende la idea de que en una sociedad sana todo el mundo tiene derechos, pero también tiene obligaciones. Cuando afirma uno todo esto, digo, la gente lo tacha de antigualla y aguafiestas, cuando no directamente de fascista. Sí, en efecto, tiene razón Amis: el sentido común se ha vuelto subversivo en este mundo relativista y papanatas que nos ha tocado en suerte. Y quizá donde más se note sea en ciudades grandes como Madrid. Nosotros los madrileños, por ejemplo, nos vemos impotentes ante los delirios megalómanos de nuestro querido alcalde, al que no en vano llaman Ruiz-Faraón. Como tampoco es guay ser un quejica, todos aguantamos con paciencia franciscana viendo cómo él jibariza el tamaño de la calzada, aumenta el de las aceras hasta dimensiones absurdas e implanta el carril-bici en una ciudad llena de tráfico, contaminación y cuestas empinadas, donde ser ciclista es más arriesgado que ser funambulista. Pero lo más asombroso es que, mientras, pirueteamos para no caer en una zanja y zigzagueamos con sillas de bebé o de ancianos impedidos. Y mientras las tiendas de las hasta ahora zonas más comerciales se arruinan, ¡nadie dice ni mu! Porque otra de las sorpresas de estos años inciertos es que, mientras el sentido común se ha hecho subversivo, nadie se subleva contra aquello que huele a `modernidad´, como la supuesta mejora de las ciudades incentivada por el famoso Plan E. Y da igual que el pastoncio del Plan E se haya gastado en cosas tan `necesarias´ como recolocar a Cristóbal Colón en medio de la calzada en vez de subsanar la acuciante falta de guarderías infantiles, por ejemplo. Porque lo importante es dejar Madrid «bonita», según los parámetros de Ruiz-Gallardón. Eso, y convertir la ciudad en un parque temático. Sí, porque otra de las moderneces actuales es que las ciudades ya no tienen que ser cómodas y útiles para vivirlas, sino para `disfrutarlas´. Por eso, a cada rato hay que cortar la vía pública (a ser posible la de más tráfico) para dar espacio a todo tipo de celebraciones y manifestaciones artísticas y/o de cualquier índole. Un día son los nudistas que reivindican sus derechos paseando en bolas. Otro son los pastores que desean que la Castellana vuelva a ser cañada real y llenan las calles de ovejas. También hay que tener en cuenta los inviolables derechos de los patinadores, de los bailarines de hip-hop, de los virtuosos del skate board y otro largo etcétera. En realidad, en esta ciudad de mis amores todo el mundo tiene derechos, salvo el abnegado ciudadano que no puede transitar. Tampoco lo tienen el taxista que acuna una úlcera, las madres que llevan a sus niños al colegio y se vuelven locas intentando encontrar una vía expedita y, en general, cualquier otro aguafiestas imbécil que no se haya enterado de que Madrid es un enorme Parque Warner en el que sólo faltan Piolín y el gato Silvestre. Por eso, desde aquí yo querría dejar una reflexión sobre adónde nos conduce esta cretinada de confundir derechos con estupidez. Parecería que a fuerza de conceder derechos secundarios, como pueden ser divertirse y pasarlo bien, se están olvidando otros bastante más elementales, como poder trabajar o, simplemente, transitar por la vía pública. Y lo malo de olvidar estos derechos de puro sentido común es que, al final, la solución no vendrá por la vía pacífica. Porque, como reiteradamente nos enseña la historia, la estupidez y el egoísmo primero engendran resignación y un poco más tarde engendran violencia.
Carmen Posadas

miércoles, 21 de octubre de 2009

Un día cualquier: Entre la corrupción y la crisis


Un día cualquiera, como por ejemplo hoy, en la vida española:
  • Zapatero logra que se aprueben unos pésimos Presupuestos Generales del estado gracias al apoyo de Coalición Canaria y el Partido Nacionalista Vasco. Los portavoces de ambos grupos reconocen que apoyan los Presupuestos por las concesiones del Gobierno a sus comunidades. El resto de partidos los descartaron por inservibles para solucionar la crisis. yla ministra Salgado dice que la oposición la atacó por ser mujer. ¡Increible excusa para su falta de talento, capacidad comunicativa y trabajo mal realizado! Es el feminismo convertido fanatismo obsesivo, y el dinero disfrazado de nacionalismo.
  • El diario estadounidense WSJ dedica un editorial a la visita de Moratinos a Cuba, advirtiéndole de los riesgos de la política de exteriores española: "Ha sido un buen año para los dictadores de Cuba y más allá. Si el ministro de exteriores español sigue así, 2010 será todavía mejor". Cubriéndonos de gloria en nuestras relaciones internacionales.
  • El anteproyecto de Ley del Cine de Cataluña, que ya tiene preparado la Generalitat, prevé sanciones de 4.000 a 75.000 euros, dependiendo de la gravedad de la infracción, si no se distribuyen la mitad de las copias de los largometrajes en versión catalana. Lo de antes, dinero, dinero y dinero envuelto en ideologías y banderas.
  • La confianza de los empresarios volvió a caer en octubre, según muestra el Indicador de Confianza Empresarial (ICE) de octubre que elaboran las Cámaras de Comercio, debido principalmente a la debilidad de la demanda de los consumidores que sigue afectando a la facturación de las empresas. El ICE cayó 2,5 puntos en octubre y se sitúa ya en una tasa negativa del 21,5%. ¿A quién le puede extrañar?
  • El desvío de fondos del Palau de la Música de Barcelona durante la gestión de Félix Millet ronda los 10 millones euros, según el sumario, que implica por estos hechos, además al ex director administrativo Jordi Montull y a su hija Gemma Montull, directora financiera, al tesorero de la Fundación Pau Durà Basté y a su predecesor Enric Álvarez. Interesante leer el tema de las 100 familias catalanas y "los 400 que nos encontramos en todoas partes". Consejo de Ciento.
  • La Comisión Europea ha avisado al Gobierno de que deberá pedirle autorización caso por caso para la concesión de ayudas públicas procedentes del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Esta exigencia paraliza el rescate indiscriminado de entidades, tal y como pretendía el Ejecutivo. A ver si así dejamos de ayudar a los amiguetes que no han hecho los deberes.
  • Joan Laporta ha sido requerido por el abogado Oriol Giralt, socio barcelonista, para que argumente algunas intervenciones del bufete del dirigente azulgrana, en relación a un acuerdo con Mediapro, el Barça y Johan Cruyff. Giralt sospecha que el equipo "acabará pagando" la agenda política que tiene Laporta, quien recientemente participó en un acto de ERC en el homenaje al ex presidente Luís Companys, autor de un fallido golpe de Estado, fusilado en el castillo de Montjuïc, efeméride que se recuerda cada año con un recorrido con antorchas y discursos independentistas radicales en el lugar de los hechos. "Los árbitros mirarán al palco y se acordarán de las antorchas, y no será igual. No aporta ningún aspecto positivo lo que hace Laporta. Que dimita e inicie una carrera política", le emplazó. Bueno, eso ya lo sabemos todos que lo hará, utiliza el deporte como arma para sus aspiraciones personales.
  • El colegio de Abogados de Madrid ha acordado elevar quejas a la Audiencia Nacional, al TSJM, al CGPJ y a la Fiscalía, querellándose contra el juez Garzón. No, si éste también se las trae, no se puede estar en Misa y repicando al mismo tiempo.
  • La Confederación Española de Comercio (CEC) exigió este miércoles que las obras del Plan E en la vía pública se paralicen durante la campaña de Navidad, ya que más de 100.000 establecimientos han visto afectada su actividad por dichas obras reduciendo sus ingresos. Otro de los varios planes inútiles que han generado despilfarro, vaciado las arcas del Estado y con los que los "amiguetes hacen su agosto".
  • La presidenta del Parlamento balear y presidenta de honor de Unió Mallorquina, Maria Antonia Munar, ha sido citada como imputada para declarar el 16 de noviembre a las 10.00 horas por el llamado caso Can Domenge de corrupción urbanística. El presunto caso de corrupción viene derivado de la venta a la empresa Sacresa de este solar público de e 52.000 metros cuadrados por valor de 30 millones de euros. El proyecto del arquitecto Jean Nouvel fue, presuntamente, elegido a dedo y la venta del solar se filtró a los 'elegidos' meses antes de celebrarse. Según un informe de Hacienda encargado por la jueza, el precio de mercado del solar en el momento en que se formalizó la venta por parte del Consell de Mallorca era de casi 60 millones de euros. Otra cosa evidente, la burbuja inmobiliaria ha sido posible porque ciertos políticos (urbanismo) de ciertos municipios, se dedicaban a recalificar terrenos.
  • El químico Antonio Iglesias ha corroborado este miércoles la declaración de otros peritos, así como la versión de la AAV11M, que argumentan que la escasez de muestras impidió conocer el tipo de explosivo utilizados en el atentado ¿terrorista/islamista? del 11-M. ¡Sólo se habían analizado (de los 12 focos de la explosión) 23 muestras!, compuestas algunas de ellas por un único clavo impidió conocer qué explotó en los trenes. La Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M acusa de los delitos de falso testimonio, omisión del deber de perseguir delitos y encubrimiento por ocultación de pruebas, al comisario jefe de entonces, Sánchez manzano, y a su ayudante de los Tedax. Posiblemente con móviles políticos o recibiendo órdenes superiores. Y es que el propio Sánchez Manzano ha reconocido ante la juez de Instrucción, más de cinco años después de la masacre, que los Tedax destruyeron gran cantidad de muestras recogidas en los escenarios de la masacre, incumpliendo de esta manera el Reglamento del Cuerpo de Artificieros. ¡Anda, que como la versión oficialista no sea la verdadera,...! Y eso que la prensa amarilla, afín al nuevo régimen apostó fuerte por el tema.
  • España recibió 42,08 millones de turistas extranjeros en los nueve primeros meses del año, lo que representa una caída del 9,8% interanual, según los datos de la Encuesta de Movimientos Turísticos en Frontera (Frontur) el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. De pena, unos no vienen... y nuestras empresas se van.
  • A poco más de 40 días de que comience la Cumbre Mundial de Cambio Climático en Copenhague, donde debe decidirse cuál va a ser el régimen futuro de reducción de emisiones, éstas continúan aumentando en los países industrializados. Por descontado, España es el país de la Unión Europea que más incumple el protocolo. No, si en algo sí somos los primeros. Además, siempre nos queda el futbol.
  • Manuel Chaves ha logrado que, a final de tres años consecutivos, en tres Declaraciones de Renta distintas, su saldo bancario sea exactamente el mismo (3.887,-€), que su coche, un Volvo, valga lo mismo en 2005 que en 2007, a pesar de lo que dice la experiencia con la compraventa de coches, es idéntico el valor catastral de la vivienda, etc... Bueno, de hecho son idénticas, clavadas, las tres declaraciones,... sólo varía la fecha. Curioso, el hombre que es muy metódico.
  • El alcalde de la localidad almeriense de El Ejido, Juan Antonio Enciso Ruiz, del Partido de Almería (PAL), el interventor del ayuntamiento, José Alemán, han sido detenido junto con otras 18 personas, todas ellas acusadas de los delitos de blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, cohecho, tráfico de influencias y falsedad en documento mercantil. El Ejido es una pieza clave en la Diputación de Almería, donde el PSOE gobierna gracias al pacto con el PAL. Además, en la denominada "Operación Poniente", se están registrando el propio Ayuntamiento y la sede de 12 sociedades y de la de la Empresa Mixta de Servicios Municipales, según informaron fuentes de la Fiscalía Anticorrupción. También se han producido arrestos y registros en Madrid, Sevilla y Almería capital. No, si ya digo, esto del independentismo y el "amor al terruño", al final sólo es "pasta gansa".
  • A todo esto hay que añadir el caso Gürtel y el de Mercasevilla, en los que miembros del PP y del PSOE andan de porquería hasta las orejas respectivamente. ¡Qué no falte de nada!!!
  • Por cierto tampoco saben qué hacer con los piratas detenidos, mientras el barco español (que faenaba fuera de la zona de protección y sin bandera de España, sino con la vasca), sigue secuestrado; no sabemos si uno es menor y nadie sabe a quien endosarle el lío por el caos legislativo y cruce de competencias que existe.
Y esto sólo es un botón de muestra (hay mucho más) de la podredumbre, crisis, corrupción, ineficacia, egoismo, división partidista, enfrentamiento, porquería,... en la que nos han sumido los políticos, en los que ya sólo confían los ignorantes integristas, fanáticos de su verborrea, que acuden a votarles. Eso sí, con el silencio cómplice de sindicatos y artistas pesebreros que cuando no gobiernan los de su color se pasan el día en manifestaciones. Incluso algún listillo se escudará diciendo que esto es pesimismo y catastrofismo,... no hay peor ciego que el que no quiere ver. Negar la evidencia, es otra muestra de oscurantismo mental. Demasiada basura para este país antes llamado España.

domingo, 18 de octubre de 2009

Historia de Cataluña


Supuesta encuesta realizada en las Ramblas de Barcelona en la que un ciudadano aceptó responder a una entrevista para saber si estábamos delante de un "buen catalán":
Encuestador (E): ¿Es Vd. catalán? - Encuestado (En): 100% catalán, originario de Palafrugell.
E: ¿Cuántos años tiene? - En: 35
E: ¿Soltero o casado? - En: Casado y con dos niños pequeños.
E: ¿Profesión? - En: Tengo una empresa familiar.
E: ¿Tiene estudios? - En: Sí, hasta COU.
E: ¿Estudió en una escuela pública o privada? - En: En una pública, todo en catalán, como debe ser.
E: ¿Qué idioma habla habitualmente? - En: Catalán, claro.
E: ¿Tiene en la familia alguien que no hable catalán? - En: Bueno, mi esposa nació en L'Hospitalet, hija de andaluces y es castellanoparlante, pero con mis hijos hablo en catalán, ¡eh!
E: O sea que con su esposa habla en castellano... - En: Sí, qué le vamos a hacer.
E: ¿Y con sus suegros? - En: Pues también.
E: ¿Y en el trabajo? - En: En mi empresa hablamos todos en catalán, pero como tenemos clientes en el resto del Estado, a ellos les hablamos en castellano.
E: ¿Se siente catalán o español? - En: Catalán, sólo catalán.
E: ¿Puede decirme a qué partido votó en las últimas elecciones? - En: A CiU.
E: ¿Está Vd. a favor del Estatut? - En: Por supuesto.
E: ¿Cree Vd. que Cataluña es una nación? - En: Por supuesto. Somos diferentes a los españoles.
E: ¿Lee algún periódico? - En: Sí, La Vanguardia y El Mundo Deportivo.
E: Me refiero a algún periódico en catalán. - En: ¿Eh? Pues la verdad es que no.
E: ¿Le gustaría que la prensa catalana fuera toda en catalán? - En: Nunca me lo he planteado. Yo dejaría las cosas como están.
E: ¿Por qué? - En: Pues hombre, porque venderían menos periódicos. Y además todos entendemos perfectamente el castellano.
E: ¿Ha viajado Vd. alguna vez fuera de Cataluña? - En: Pues claro.
E: ¿Dónde? - En: A Andalucía vamos todos los años a ver a la familia de mi mujer, a Beas del Segura (Jaén). Nos lo pasamos estupendamente en sus fiestas.
E: ¿A algún sitio más? - En: Pues sí, por motivos de trabajo suelo viajar por todo el Estado. La empresa que fundó mi abuelo tiene sucursales en casi todo el Estado.
E: ¿Y fuera del Estado español? - En: He ido a Francia y a Suiza.
E: ¿Dónde se ha sentido más a gusto, en el resto del Estado o fuera de él? - En: En el resto del Estado, claro.
E: ¿Por qué? - En: Porque hablamos todos el mismo idioma y tenemos costumbres muy parecidas.
E: Me acaba Vd. de decir que los catalanes somos muy diferentes a los españoles. - En: Oiga, no me líe. Aquí somos todos bilingües y nunca ha habido problemas con el resto del Estado.
E: O sea, que dejaría las cosas como están en cuanto al bilingüismo. - En: Y dale.. ¿Vd. está haciendo esta encuesta para la Generalitat?
E: Sigamos, ¿cree Vd. que Cataluña es una nación? - En: Ya me lo ha preguntado y le he dicho que sí.
E: Dígame, ¿sabe Vd. quién es el padre de la nación catalana? - En: Creo que fue Macià, o Companys, no estoy muy seguro. Aunque antes Cataluña ya había sido independiente durante muchos siglos.
E: ¿Le suena de algo la Tarraconensis? - En: Creo que era una provincia independiente en época de los romanos, que cubría la actual Cataluña, con capital en Tarragona.
E: ¿Y si le digo que sólo era una división administrativa de la provincia de Hispania, la cual estaba bajo el yugo de Roma, y que dicha división cubría casi todo el Mediterráneo, todo el Cantábrico y gran parte del centro de la actual España y el norte de Portugal ? - En: Ejem, es posible. Es que eso no viene en el mapa de la TV3, sabe Vd.
E: ¿A qué país pertenecía Cataluña en la época de los visigodos? - En: Pues a la Visigotia o cómo se dijese en aquella época. Pero fueron pocos años.
E: ¿Y qué territorios cubría esa "Visigotia"? - En: Creo que toda la Península Ibérica.
E: Sí, así es. Aunque estuvieron más de dos siglos y formaron un reino independiente con capital en Toledo que ya se llamaba España. - En: Eso no lo sabía. Vd. sabe mucho, ¡eh!
E: Sigamos, ¿qué le dice la Marca Hispánica? - En: Creo que fue cuando los catalanes echamos a los moros.
E: ¿Y si le digo que fue Carlomagno quien fijó ese límite cuando fue a echar al Emir de Zaragoza y que formó una serie de condados bajo dominio franco? - En: ¿Que Carlomagno estuvo por aquí? ¿Y que estuvimos bajo dominio francés? ¿No es al contrario, que el Rosellón fue nuestro?
E: Soy yo el que debe preguntar, pero bueno, fueron los francos los que liberaron a esa parte de la península de los moros. Lo del Rosellón fue muy posterior, ya con la Corona de Aragón. Por cierto, ¿le dice algo el nombre de Wifredo el Velloso? - En: ¡Ah, sí! ¡Ese es el gran catalán que reunificó finalmente nuestra nación!
E: ¿Y si le digo que era de Carcasona, francés por tanto, y que tuvo la suerte de que el rey carolingio le diera todos los condados francos de la Marca Hispánica? - En: ¿Cómo? En la escuela oí decir que era catalán.
E: Sigamos, ¿sabe Vd. quién fue Borrell II? - En: ¿No será un ancestro de Josep Borrell?
E: Bueno, pues fue Borrell II el primer conde de Barcelona que se negó a prestar juramento a la dinastía carolingia de los Capeto, allá por el siglo X, y a partir de ahí, los condados catalanes fueron independientes. - En: Ya decía yo que fuimos independientes antes incluso de Macià.
E: No, fueron independientes los condados, pues a la muerte de Wifredo el Velloso sus hijos heredaron los distintos condados, por lo que Cataluña seguía sin existir. De Macíà hablaremos más adelante, pero sigamos por orden cronológico. ¿Sabe Vd. quién fue Ramón Berenguer IV? - En: Mire Vd., hubo tantos Berenguer que no lo sé. Pero creo que fue el primer príncipe o rey catalán.
E: ¿Príncipe o rey? ¿Existió un reino de Cataluña? - En: Bueno, puede que no. Pero si hubo un reino de Aragón, uno de Valencia y uno de Mallorca, también lo habría de Cataluña.
E: Le diré que no fue ni príncipe ni rey. Fue Conde de Barcelona. ¿Me podrá decir por qué pasó a la historia? - En: ¿Conde de Barcelona? ¿Cómo el padre de Juan Carlos? Qué raro se me hace. E: Responda por favor. - En: Y yo qué sé. Pasaría a la historia por hacer grande a Cataluña, fuera conde, rey o marqués.
E: ¿Y Petronila de Aragón? - En: Mire, me está Vd. sacando de quicio. ¿Qué tiene que ver esa señora en nuestra historia?
E: Le diré que la boda de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón supuso la unión del Condado de Barcelona y el Reino de Aragón. Sigamos, ¿quién fue Jaime I? - En: Eso sí que lo sé. Fue el que conquistó para Cataluña Valencia y Mallorca. Con él se inició lo que hoy llamamos los Países Catalanes.
E: Bien, aunque conquistó esos territorios para la Corona de Aragón. ¿Y el Compromiso de Caspe? - En: Yo lo único que sé de Calpe es que tiene un peñón muy bonito.
E: Es Caspe, no Calpe . Y está en Aragón. Ahí se decidió que la Corona de Aragón pasara a ser reinada por la misma dinastía que en Castilla, tras la muerte sin descendencia de Martín I el Humano, en 1412. - En: ¿Pero qué me dice Vd, hombre? Seguro que nos invadió Castilla.
E: No, Fernando de Antequera, de la dinastía castellana de los Trastámara, fue apoyado por los reinos de Aragón y Valencia y por la burguesía catalana representada por Bernardo de Gualbes, a quien le interesaba mucho la lana castellana de La Mesta. - En: Vaya hombre. Un mal catalán ese Gualbes sin duda.
E: Sigamos. ¿Le dicen algo los Reyes Católicos? - En: No fastidie. Pues claro, eso lo sabemos todos los españoles, quiero decir los que formamos parte del Estado español. A base de machacárnoslos, nos los hemos tenido que aprender.
E: ¿Cuál de los dos Reyes Católicos era catalán? - En: Fernando, por supuesto. Eso lo sabe hasta un niño. Ese rey nuestro tan catalán sí fue un gran rey.
E: ¿Me puede decir en qué idioma se entendía con Isabel? - En: Me imagino que en latín, porque en la Confederación catalano-aragonesa sólo se se hablaba y se escribía en catalán.
E: ¿Y si le digo que Fernando el Católico nació en Sos, pueblo aragonés que hoy lleva su nombre, que su lengua vernácula era el castellano por la dinastía a la que pertenecía, que en su reinado todos los documentos estaban escritos en castellano y en catalán y que por tanto hablaba castellano con Isabel? - En: Entonces es que era un españolista.
E: Efectivamente, tanto es así que él fue con Isabel el que llevó a cabo la reunificación de España. - En: Pero oiga, ¿Vd. de parte de quién está? ¿No vendrá de Madrid?
E: Son sólo datos de la historia señor. Y soy tan catalán como Vd. Sigamos. ¿Cuándo se creó la Generalitat? - En: Se remonta al origen de los tiempos, aunque después de lo que Vd. me está diciendo ya me estoy haciendo un lío. Lo que sé es que fue Macià el que la recuperó.
E: Fue en 1365, con Pedro IV el Ceremonioso. ¿Y quién la abolió? - En: Ahí no me pilla. Fue el rey castellano Felipe V, el primer borbón.
E: Efectivamente. Pero Felipe V era francés, nieto de Luis IV. ¿Por qué hizo eso Felipe V? - En: Pues porque quería un estado centralista y no quería concedernos la independencia a los catalanes.
E: ¿Le suena de algo el Archiduque Carlos de Austria? - En: ¿No será Carlos V de Alemania?
E: No, fue el rival de Felipe V por suceder a Carlos II, que murió sin descendencia. Carlos estaba apoyado por Austria, Inglaterra y Holanda y Felipe por Francia. Los catalanes apoyaron primero a Felipe V y luego se pasaron al bando del Archiduque. - En: No fastidie. O sea, ¿que no estábamos pidiendo la independencia?
E: Pues va a ser que no. Pero sigamos, ¿se sabe Els Segadors? - En: ¿Cómo no voy a saber el himno de mi país?
E: ¿A qué época hace referencia? - En: Pues a cuando los castellanos invadieron Cataluña, bajo Felipe V.
E: En realidad fue bajo Felipe III, 50 años antes. ¿Sabe cuántos habitantes contaba Barcelona antes de Felipe V? - En: Y yo qué sé. ¿2 millones?
E: No, 37.000 habitantes. ¿Y a finales del siglo XVIII? - En: Pues muchos menos. Me imagino que nadie querría estar bajo el yugo castellano.
E. Subió a los 125.000 - En: ¿Vd. qué pretende? ¿Convencerme de algo?
E: Sólo le aclaro las respuestas incorrectas. Volvamos a Macià, pues en el siglo XIX parece que no pasó gran cosa, ¿no? - En: ¿Cómo que no? ¿Y la Renaixença qué? ¿Y Jacinto Verdaguer qué?
E: Efec tivamente. ¿Qué motivó la Renaixença? - En: Pues la recuperación del catalán que había caído en desuso por haberlo prohibido.
E: Pues no, fue por la Revolución Industrial. Barcelona pasó de 125.000 habitantes en 1800 a 250.000 en 1877, y la mano de obra venía del resto del Estado. - En: Claro.
E: Unas últimas preguntas para terminar. Macià. ¿Por qué dice Vd. que es el padre de la nación catalana? - En: Pues porque proclamó la República catalana, ¿no?
E: ¿Y cuánto duró esa República? - En: Yo diría que algún tiempo.
E: Sí, exactamente 3 horas. - En: Bueno, pero Companys sí proclamó la independencia. Creo que fue en 1934.
E: Companys proclamó el Estat Catalá en 1934 dentro de la República Española. Pero fue encarcelado por delito de sedición. - En: O sea, ¿que tampoco fuimos independientes entonces?
E: Pues no. ¿Qué opinión le merece Adolfo Suárez? - En: Es el que trajo la democracia a este país.
E: ¿A qué país? - En: He querido decir al Estado español. Y nos devolvió la Generalitat. Un buen tío, sin duda.
E: ¿Y el rey Juan Carlos? - En: Todavía me acuerdo cuando nos habló en catalán en el Palau Sant Jaume. Le debemos mucho a ese señor. Y tuvo a una hija viviendo aquí, no se le olvide.
E: ¿Y Tarradellas? - En: Este sí fue grande. Recuerdo cuando dijo : Ciutadans de Catalunya, ja soc aquí!
E: Buena memoria. ¿Recuerda cómo terminó su discurso cuando proclamó el Estatut de Sau? - En: Pues debió decir: Visca Catalunya lliure!
E: Lo que dijo fue: Visca Catalunya! Visca Espanya! - En: ¡No fastidie!
E: ¿Cuál es su artista preferido? - En: Salvador Dalí, sin duda. Un gran genio y de Figueras, oiga. Un gran catalán.
E: ¿A quién cree que dejó Dalí su legado al morir, a Cataluña o al Estado español? - En: A Cataluña, como no podía ser menos.
E: Pues no, se lo dejó al Estado español. - En: Me está Vd. dejando a cuadros.
E: En sus últimos días, Dalí pedía sin cesar que le pusieran una música muy particular. ¿Recuerda cuál era? - En: Alguna sardana supongo. O Els Segadors quizá.
E: Pues no. El himno de España. - En: ¡Un pedazo de cabron ese Dalí!
E: Dígame, ¿le gusta el fútbol? - En: Sí, claro. Soy del Barça.
E: ¿Le gustaría que el Barça dejara de jugar la liga española y jugara contra el Sabadell o el Lleida? - En: Eso no es posible. Una liga sin un Barça-Madrid no sería una liga. Para nosotros es el partido del año.
E: Pero es una liga española. - En: Ya, pero siempre ha sido así, ¿no? Le repito que hay cosas que no deben cambiar.
E: ¿Es favorable a una selección catalana de fútbol? - En: Sí, por supuesto.
E: ¿Ha ido alguna vez a ver a la selección catalana? - En: Sí, fui a ver a Brasil una vez.
E: ¿A Brasil o a la selección catalana? - En: Es Vd. un poco quisquilloso. Fui a ver a Catalunya porque jugaba Brasil.
E: ¿Y alguna vez más? - En: No, es que los partidos caen en malas fechas.
E: Ya. ¿Y recuerda Vd. quién eliminó a España en el último Mundial? - En: Sí, Corea en cuartos. Como siempre. Pero ese partido nos lo robaron, ¡eh!!!
E: ¿Nos lo robaron? ¿A quiénes? - En: Joder, a los nuestros, a los del Estado o como quiera Vd. llamarnos.
E: ¿Se ha emocionado alguna vez viendo un partido de España? - En: Pues siendo sincero, sí. El día del 12-1 a Malta. ¿Y quién no se emocionó ese día?
E: ¿Le parecería bien que el resto del Estado pusiera aranceles a los productos catalanes si Cataluña se separara? - En: Eso no lo pueden hacer. A mí me destrozarían el negocio porque tengo muchos clientes en el resto del Estado.
E: ¿Y si sus hijos no pudieran aprender castellano? - En: Que no. Que eso no va a pasar. Oiga, que yo quiero que mis hijos sigan con el negocio el día de mañana. Que viene desde los tiempos de mi abuelo. Si no aprenden castellano, ¿cómo se van a entender con los clientes?
E: Pues con esto hemos terminado. Muchas gracias por su colaboración. - En: Oiga y según esto, ¿soy un buen catalanista?
E: Siento decirle que no. Es un Vd. tan español como el que más. Y además está en contra del Estatut. - En: Pero ¿qué me dice? ¿Por qué?
E: Pues porque tiene familia castellanoparlante, es bilingüe, lee los periódicos en castellano, hace negocios con españoles, quiere que sus hijos aprendan castellano, prefiere el resto de España al extranjero, conoce muy poco de la historia catalana, no está dispuesto a perderse un Barça-Madrid, se emociona cuando España gana, considera que los catalanes y los españoles tienen costumbres parecidas y se confiesa admirador de Fernando el Católico, el Rey, Dalí o Tarradellas que eran o son españoles. Y también dice que hay cosas que no deben cambiar. - En: Y entonces, ¿qué hay de mi nación catalana?
E: Eso es un cuento chino que le han contado a Vd. para lavarle y reprogramarle el cerebro, como bien ha visto. Por cierto, soy de la Universidad de Cambridge, y estoy haciendo un estudio sobre "Mitos de las naciones perdidas en la noche de los tiempos".

sábado, 17 de octubre de 2009

De fogón a fogón


Un ilustre hombre del Derecho me habla de anomia, definida por Durkheim como falta de normas, derrumbamiento del sistema de valores. El vocablo viene de más lejos, de cuando el padre de la Historia, al glosar la guerra entre los persas y los griegos, explicó que anomia consiste en carecer de cualidades positivas, en no aceptar las leyes. Políticos que dan cabezazos y genuflexiones a los reyes, que presiden los sepelios y fiestas nacionales, en realidad se han pringado en los sobornos y ahora están a merced de los soplones o grillos. Además, los presuntos emplumados practican la corrupción del lenguaje porque curiosamente anomia también significa trastorno del habla que consiste en agarrarse al eufemismo como norma de expresión, evitar decir evasión, paraíso fiscal, dinero negro, abultamiento de contratos públicos.
Además de anomia, practican la amnesia porque en unos años se olvidaron del preso de Spandau de Ávila, donde sólo se pudrió Roldán como escarmiento. También se olvidaron de los padres fundadores que traían maletines en la Transición no para ellos sino para construir clandestinamente el frágil edificio de la democracia.
Aquel edificio cruje; su principal amenaza se llama corrupción.
No han comprendido las parábolas del castigo. Se comportan según la costumbre, tropiezan unos con otros porque van por el mismo camino de nazarenos del tesoro. Con frases epilépticas se echan los desfalcos a la cabeza y si hubiera que llevar esposada a toda la gente, nos faltarían esposas, como vino a decir ayer José Blanco, ministro de Fomento. La dirección del PSOE nos cuenta cada hora que el PP ha adjudicado 400 contratos de Gürtel. Está ya claro que han cogido a los del PP con los pantalones en los tobillos. Gürtel es un escondite de chismes; da para coplas y pasquines: qué lástima que no haya ya pliegos de cordel y ciegos con lazarillos para animar las ferias.
Se habla de la corrupción hasta en el Congreso. El cuervo ofende al grajo o, como se cuenta en el Quijote, dice la sartén a la caldera: «Quítate allá, ojinegra». Hablan de fogón a fogón. La vicepresidenta De la Vega le dijo ayer a Soraya Sáenz de Santamaría que antes de nada arreglara los problemas de su casa. Y Tardá apeló al futuro imperfecto: «Si hay corrupción no hay República». Rubalcaba, que cada día está mejor como parlamentario y como ministro de Interior, recordó que la corrupción les ha tocado a todos y no se ha inventado otro antídoto que el Código Penal.
Los políticos viven en una plaza o un escenario expuestos al público y la multitud, que no es manejable. Ya se vio el otro día en el desfile. Hay protestas, no tumultos; alboroto, no motín. Pero éste es el país del toro ensogado, donde se sujeta, se ata y se hiere al morlaco cuando llega la hora.
Raúl del Pozo
Félix Velasco - Blog

Las tiendas desaparecidas


Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas. Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo desapercido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las muerte súbitas o las desgracias inesperadas. Es una sensación de pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate, sin entrar nunca. Otras de esas tiendas son negocios recientes: comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses; primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa, esperanzados. Ahora paso por delante y advierto que los cristales están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la desilusión, la derrota que trasmite ese triste cristal pegado al cristal con las palabras se alquila o se traspasa.
En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas depués de un combate sangriento. Entre las que conozco hay una parafarmacia, dos tiendas de complementos, una de música clásica, una estupenda tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e innumerables tiendas de ropa. También -ésa fue un golpe duro, por lo simbólico- una juguetería grande y bien surtida. Me gustaba entrar en ella, recobrando la vieja sensación que, quienes fuimos niños cuando no había televisión, ni videoconsola, ni nos habíamos vuelto todos -críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados, escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo.
Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y las putas políticas -que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las putas cartas lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban lo contrario. En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra, pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia. Haber presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a que tál o cúal crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo. El saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros. Morían tantos sueños.
Eso es lo peor, a mi juicio. Lo imperdonable. Todas esas ilusiones deshechas, trituradas por políticos golfos y sindicalistas sobornados que todavía hablan de clase empresarial como si todos los empresarios españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta en las islas Caimán. Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente con ideas y fuerza, que arriegó, peleó para salir adelante, y se vio arrastrada sin remedio por la tragedia económica de los últimos tiempos y también por la irresponsabilidad criminal de quienes tuvieron la obligación de prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo, pero ni pueden ni saben. De esa gentuza encantada consigo misma que no sólo carece de eficacia y voluntad, sino que sigue impasible como don Tancredo, procurando ni parpadear ante los cuernos del toro que corretea llevándose a todo cristo por delante. Un Gobierno cínico, demagogo, embustero hasta el disparate. Una oposición cutre, patética, tan corrupta y culpable de enjuagues ladrilleros que trajeron estos fangos, que resulta difícil imaginar que unas simples urnas cambien las cosas. Sentenciándonos, entre unos y otros, a ser un país sin tejido industrial ni empresarial, sin clase media, condenado al dinero negro, al subsidio laboral con trabajo paralelo encubierto y a la economía clandestina. Con mucho Berlusconi en el horizonte. Un rebaño analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y camareros, donde los únicos que de verdad van a estar a gusto, sinvergüenzas aparte, serán los jubilados guiris, los mafiosos nacionales e importados, y los hooligans de viaje y tres noches de hotel, borrachera y vómito incluidos, por veinticinco euros. Para entonces, los responsables del desastre se habrán retirado confortablemente al cobijo de sus partidos, de sus varios sueldos oficiales, de sus pingües jubilaciones por los servicios prestados a sí mismos. A dar conferencias a Nueva York sobre cómo nos reventaron a todos, dejando el paisaje lleno de tiendas cerradas y de vidas con el rótulo se traspasa. Así que malditos sean su sangre y todos sus muertos. En otros tiempos, al menos tenías la esperanza de verlos colgados de una farola.

Arturo Pérez-Reverte

domingo, 11 de octubre de 2009

La pantera rosa sigla di testa ovvero The Pink Panther theme intro

Política: decir de otra forma las cosas que importan


La señora vicepresidenta del Gobierno ha declarado que es indecente que se suba la retribución de los funcionarios. Uno de ellos, Enrique de Aguinaga se arma de paciencia y le contesta:

  • Me gustaría transmitirle a esta Sra. lo que considero indecente.
    INDECENTE, es que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 euros/mes y el de un diputado de 3.996 pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a 6.500 euros/mes.
  • INDECENTE, es que un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera.
  • INDECENTE es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura).
  • INDECENTE es comparar la jubilación de un diputado con la de una viuda.
  • INDECENTE es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con siete y que los miembros del Gobierno para cobrar la pensión máxima sólo necesiten jurar el cargo.
  • INDECENTE es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF.
  • INDECENTE es colocar en la administración a miles de asesores (léase amigotes con sueldo) que ya desearían los técnicos más cualificados.
  • INDECENTE es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos aprobados por los mismos políticos que viven de ellos.
  • INDECENTE es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (y no digamos intelectual o cultural).
  • INDECENTE es el coste que representa para los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas de crédito por doquier.
  • INDECENTE es que sus señorías tengan seis meses de vacaciones al año.
  • INDECENTE es que sus señorías cuando cesan en el cargo tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses.
  • INDECENTE es que ex ministros, ex secretarios de Estado y altos cargos de la política cuando cesan son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público.
  • INDECENTE es que se utilice a los medios de comunicación para transmitir a la sociedad que los funcionarios sólo representan un coste para el bolsillo de los ciudadanos.
  • INDECENTE es que nos oculten sus privilegios mientras vuelven a la sociedad contra quienes de verdad les sirven.
Amando de Miguel

sábado, 10 de octubre de 2009

La General Pescanova


Estoy con la ministra de Defensa. Hasta la muerte. A mí tampoco me parece bien que nuestros pesqueros en el Índico lleven a bordo soldados españoles que los defiendan de los piratas. Otros países, como Francia, sí lo hacen; pero todo el mundo sabe que los franceses son unos fascistas de toda la vida, y les gusta mucho darle al gatillo, como si estuvieran siempre en Dien Bien Fú. Unos peliculeros fantasmas, es lo que son. Nada que ver con la sobria serenidad española. Además, como muchos gabachos salen rubios, desprecian a los subsaharianos afroamericanos de color y no les importa darles matarile sin complejos; como cuando pillaron a aquellos pobres somalíes que sólo disparaban y secuestraban para ganarse la vida, los pobres, y les dieron las suyas y las del pulpo, en vez de pagar humanitariamente el rescate, como hicimos nosotros, y hasta luego Lucas. Pero España, no. Aquí las fuerzas armadas las tenemos para otras cosas. Para combatir seis horas bajo fuego de morteros en Afganistán, por ejemplo, y que luego la ministra del ramo sostenga, mirándote con firmeza castrense a los ojos, que aquello no es misión de guerra, sino actuación humanitaria de paz cuyas reglas de confrontación, según los protocolos coyunturales intrínsecos, requieren cierta esporádica contundencia. Por eso allí al enemigo no se le llama enemigo, sino elemento incontrolado. O como mucho, cuando la ministra va a hacerse alguna foto y abrir telediario, diablillos traviesos y picaruelos gamberretes. Talibancillos díscolos que con una pizca más de democracia occidental serán pronto ciudadanos de provecho, con crédito en el banco y barbacoa los domingos. Por su parte, los soldados que patrullan cada día jugándose los aparejos los llaman de otra forma. De hijoputas para arriba. Pero, cuando eso ocurre, la ministra no está allí pegando tiros y comiéndose el marrón. Comprendámosla. Está aquí, y no lo oye.
En cuanto a los pesqueros, ya digo. La ministra de Defensa –un día tengo que averiguar, por curiosidad, qué es lo que defiende, exactamente– ha dicho a los armadores que, si sus barcos quieren seguridad, pesquen en grupo, todos amontonados en el mismo sitio. De ello puede deducirse que no tiene ni remota idea de lo que es un pesquero faenando, pero eso no altera el concepto básico. Y el concepto indiscutible es que habrá, desde luego, más seguridad si los diecisiete atuneros españoles se quedan todos juntos en el mismo sitio, borda con borda, que si andan por ahí dispersos, a la buena de Dios, estropeando el dispositivo chachi que los protege. Que luego pesquen o no pesquen es lo de menos, porque por encima de esos detalles está el de la securitas, securitatis. Y si además se amarran unos a otros y ponen en el centro del paquete a la fragata Canarias, perfecto. Más seguros, imposible. A ver qué pirata se lleva por el morro un barco trincado de esa forma. Luego igual tocan a un atún por barco o vuelven todos a puerto con las bodegas vacías; pero, eso sí, protegidos de cojones. Lo que hace falta, como ven, es más voluntad constructiva, más ideas y menos demagogia.
Respecto al personal protector, tres cuartos de lo mismo. Dice la ministra, con buen juicio, que de soldados nada. Que los barcos lleven guardias de empresas privadas, si quieren. Al principio era sólo con porras, esposas y cosas así. Perfil bajo. Discreto. Pero en vista de las protestas de los armadores –otros fascistas que te rilas– el ministerio ha dicho bueeeno, vale. Transijo por esta vez. Ahora los autoriza a llevar escopetas. Fusiles de largo alcance, ha dicho alguien, como si los hubiera de corto. Es verdad que, frente a los RPG y las armas automáticas de los piratillas traviesos, eso no sirve para nada. Para ese tipo de zafarranchos hay que estar al día en el asunto del bang, bang. Como la infantería de Marina, por ejemplo, que toca esa tecla desde antes de Lepanto –otra operación contra piratas, por cierto–, y cuyo propio nombre lo indica. Pero oigan. Es lo que hay. Si los seguratas no dan la talla, que los pesqueros se gasten la pasta contratando a mercenarios con experiencia bélica, como Bush en Iraq, y allá se las compongan. Y si no, que abanderen los barcos en Francia. También la ministra tiene derecho a dormir tranquila, conciliando el sueño; y sólo imaginar que un soldado español se cargue a un negro anémico, aunque el tostado lleve un bazooka al hombro, se lo quita. Se le abren sus carnes morenas. A ver qué iban a decir los periódicos y algunas oenegés al día siguiente, al enterarse de que el soldado Atahualpa Fernández, natural de Lima, y la cabo Vanesa Pérez, de San Fernando, infantes de marina de la Armada española destacados en el atunero Josu Ternera, le habían metido un par de cargadores de HK calibre 5,56 entre pecho y espalda a un somalí flaco y desnutrido que, para poder comer caliente y sin otra opción en la vida perra, no tenía más remedio que tirar cebollazos de lanzagranadas contra el puente del pesquero. La criatura.
Arturo Pérez-Reverte

Un estudiado toque de abandono


En mis tiempos de repórter Tribulete, cuando los de la vieja y extinta tribu todavía andábamos por los aeropuertos, los hoteles y la vida con una máquina de escribir portátil a cuestas, mi vieja Olivetti Lettera 32 con pegatina del diario Pueblo –todavía debe de estar en algún rincón del trastero– tenía por dentro de la funda un rótulo escrito a mano con la frase: «Cada día puede conmemorarse el centenario de alguna atrocidad». La reflexión sigue siendo válida, creo, para las atrocidades y para muchas cosas más. Hace pocos días, comentando el asunto con un viejo compañero de excursiones, parafraseó éste: «Y de alguna gilipollez». Me pareció oportuna la variante, y para confirmarlo decidí hacer un experimento. Seguro, dije, que si encendemos ahora la tele y zapeamos cinco minutos, o abrimos un periódico o una revista, damos en seguida con alguna gilipollez gorda, hermosa. Bien alimentada. Y tampoco es que la cosa rastreadora tenga mucho mérito. Por alguna singular razón que compete a los sociólogos, nunca fue tan desmesurada la cantidad de gilipolleces circulantes, acogidas con ávido entusiasmo por el personal, siempre dispuesto a apropiárselas. En ciertos ambientes y lugares, echas una gilipollez cualquiera al aire, entre la gente, y no toca el suelo.
Pero no quiero desviarme del asunto, que la página es corta y la vida, breve. Vayamos al grano. Y el grano es que abrí, en efecto, una revista al azar. O casi. Puesto a ser sincero, no la abrí exactamente al azar; pues procuré elegir una publicación –buenísima, por cierto– de arquitectura y diseño. Así que en cierto modo jugaba, vieja puta del oficio papelero como soy, con cartas marcadas. Pero lo cierto, y eso puedo jurarlo por el cetro de Ottokar –ya saben: Eih bennek, eih blavek–, es que las páginas las pasé al azar, mirando por aquí y por allá. Por supuesto, no quedé defraudado. Allí estaba la gilipollez de ese día, rutilante como ella sola. Redonda, compacta y sin poros. Triunfante a toda página y con titular gordo. Procurando, como todas las buenas gilipolleces sin complejos, no pasar inadvertida.
Lamento, como ocurre a menudo, no poder ilustrar esta página con las fotos correspondientes; pero haré lo que pueda, que para eso cobro por darle a la tecla. El caso es que el asunto –«Actualidad decó, las últimas novedades para estar al día»– iba de muebles supermegapuestos y modernos, oyes. Con diseño divino de la muerte súbita. Todo eran sillones, sillas y sofás –sofases, que se dice ahora–. Y el consejo maestro, que reclamaba mármol a gritos, ayudaba a situar la novedad en el contexto adecuado: «En tiempos de crisis no sólo hay que ser pobre, sino parecerlo». Ahora, dejando aparte las ganas naturales que a muchos de ustedes, como a mí, les habrán entrado de masacrar y colgar de una farola al ingenioso autor de la frase, échenme una mano, porfa, y procuren representarse mentalmente diversos modelos y estilos de muebles clásicos y modernos, tapizados todos ellos con telas cutres y remendadas: sacos, arpilleras, retales guarros, zurcidos bastos y costuras deshechas, con los hilos rotos. Todo lleno de desgarrones, con el detalle encantador, refinado que te vas absolutamente de vareta, colega, de que no es que el tiempo haya dejado ahí sus huellas, sino que asientos y respaldos están rotos a propósito, mostrando los muelles o el relleno interior. Como esas sillas –sitúo geográficamente la cosa– donde algunos se sientan a vender droga a la puerta de una chabola de las Barranquillas, pero en tiendas caras y aflojando una pasta horrorosa. Para que se hagan idea: una silla francesa con el asiento despanzurrado y los muelles fuera cuesta 800 mortadelos; y un sofá de madera tallada, tapizado en tela de saco guarro y con un roto en el respaldo, 6.800 del ala. Tampoco se pierdan, ojo, el texto fascinante con el que se introduce el prodigio: «Maderas decapadas y formas al desnudo para dar a tu casa un estudiado toque de abandono. ¡Entra a saco!».
Así que ya lo saben. Si quieren estar a la última en decó y asombrar a la vecina cuando pase a cotillear, entren a saco. O tomen por él. Tampoco hace falta que sean memos y se gasten la viruta; guárdenla para pagar impuestos al sheriff de Nottingham. Si lo que quieren es dar a su casa un estudiado toque de abandono, pueden apañarse solos. Por ejemplo: tapizando el tresillo, no con sacos de Nitrato de Chile, que a estas alturas de la feria serían excesivamente clásicos, sino con cartones recogidos de noche en las calles y con bolsas de plástico del Corte Inglés. Luego, una vez zurcidos con hilo bramante y cinta adhesiva –más toque de abandono, imposible–, pueden darse unos cuantos navajazos para conseguir el apresto adecuado. El toque final de refinado abandono se añade al saltar un rato encima, pateándolos bien. De paso, imaginen que le patean los huevos al diseñador. Eso ayuda mucho.

Arturo Pérez-Reverte

Pirómanos y extintores


Uno de los rasgos más distintivos y definitorios de nuestra época es la incapacidad para percibir la idea, el denominador común o principio que explica los fenómenos que se despliegan ante nuestros ojos; y de ahí se desprende la incapacidad para combatir las calamidades que nos afligen, a las que atacamos en sus consecuencias, sin atender a sus orígenes (o lo que aún resulta más aflictivo, después de haberlas alimentado en sus orígenes). Así, el hombre contemporáneo se halla inmerso en un fárrago de problemas que no sabe cómo solucionar; o para los que dispone soluciones que sólo los combaten en su expresión contingente, sin atender a sus causas. Ocurre esto porque ya no existe una capacidad para enjuiciar la realidad desde una perspectiva abarcadora que la explique de modo coherente; y así todos nuestros juicios están atrapados en una telaraña de impresiones confusas y contradictorias. Y, cuanto más tratamos de enfrentarnos a lo contingente, más nos enredamos en su telaraña mistificadora.
Pruebas de esta incapacidad las tenemos por doquier: si aumenta el número de crímenes perpetrados por adolescentes, pensamos que la solución consiste en rebajar la edad penal; si las escuelas se han convertido en aquelarres donde triunfa la indisciplina, pensamos que la solución consiste en otorgar a los maestros rango de «autoridad pública»; si crecen los embarazos no deseados, pensamos que la solución se halla en repartir condones o en legalizar el aborto, etcétera. O bien proponemos soluciones alternativas, que entran en colisión con las soluciones expuestas; pero que comparten con ellas un mismo rasgo característico: son soluciones fundadas en juicios contingentes, incapaces de penetrar el meollo del problema, incapaces de abarcarlo por entero y de combatirlo en sus orígenes. Naturalmente, esta incapacidad para combatir las calamidades en sus orígenes beneficia a quienes han hecho del combate de las calamidades en sus consecuencias su coartada vital; que, por lo común, son los mismos que las han alimentado en sus orígenes. Y es que, manteniendo nuestro juicio sobre la realidad en un plano puramente contingente, se azuza el rifirrafe ideológico; y así se evita que los problemas sean sanados en su raíz. Porque la garantía de supervivencia del rifirrafe ideológico consiste en impedir que la gente llegue a saber dónde se halla la raíz del problema, engolfada como está en elegir entre las soluciones contingentes que se ofrecen a su elección.
Para garantizar su supervivencia, los promotores del rifirrafe ideológico cuentan con un poderosísimo instrumento de mistificación, disfrazado de «pluralidad», «libertad de opinión» y demás bellas falsedades muy del gusto de nuestra época. Consiste este instrumento en convertir los medios de comunicación en un pandemónium o guirigay de opiniones en porfía, proferidas por personas que, a imagen y semejanza de los promotores del rifirrafe ideológico, son incapaces de conducir los hechos hasta sus primeras causas, incapaces de hallar entre el embrollo de enrevesadas minucias con que nos golpea la realidad el hilo conductor que lleva hasta los principios originarios. Esta incapacidad para alcanzar los principios originarios suele deberse a que son personas carentes de principios, que sustituyen por una adscripción ideológica; y así, en lugar de rescatar del estrépito circundante la nota originaria que podría otorgar una melodía a la realidad, añaden nuevos ruidos discordantes al estrépito. De este pandemónium o guirigay se abastece luego el pueblo sometido (esto es, la ciudadanía); y cualquier intento de quebrar este círculo vicioso resulta un empeño estéril, porque la realidad se ha convertido ya en un campo de Agramante en el que cualquier razonamiento que trate de ascender hasta los orígenes del problema se torna ininteligible.
Y sí, en medio de este campo de Agramante en el que se desenvuelve el pueblo sometido, los promotores del rifirrafe ideológico pueden dedicarse impunemente a alimentar las calamidades en sus orígenes, para luego proponer soluciones contingentes –siempre ineficaces– que las combatan en sus consecuencias. Son pirómanos que, después de prender fuego, tratan de tranquilizarnos, aduciendo que tienen un extintor a mano; y, a la vista del extintor, el pueblo sometido discute el modo de dirigir el chorrito contra las llamas, sin darse cuenta de que la raíz del mal está en el pirómano, no en las llamas; y que la solución no está en el extintor, sino en la reducción del pirómano.
Juan Manuel de Prada

Stone, el idiota


El gusto por los dictadores de izquierdas, tan propio de los euroidiotas y del no menos idiota latinoamericano, llega también hasta el norte del continente del otro lado del mar. Hugo Chávez, militadorzuelo metido a chimpancé, acaba de cautivar al cineasta Oliver Stone. No sorprende el flechazo: Stone ya cayó rendido a los pies de Fidel Castro cuando concluyó el par de publirreportajes que rodó en la isla al servicio de la causa revolucionaria. En aquellas ocasiones, el director neoyorquino le realizó un largo masaje al tiranosaurio cubano y reconoció haber quedado fascinado por el paraíso político surgido de la larga dictadura castrista. Evidentemente, la fascinación por Chávez era cuestión de poco tiempo: en la Mostra de Venecia ha tenido los santos atributos de presentar un nuevo y valioso documental hagiográfico de tal personaje y de alguno de sus secuaces compañeros de aventura izquierdista extrema. Sudamérica se ha convertido en un parque temático para los nostálgicos de los regímenes de eternas revoluciones pendientes: les causa un delirio indescriptible comenzar el viaje por la Nicaragua del ladrón y violador Daniel Ortega, seguir por la Bolivia del agreste Evo Morales y concluir en el Ecuador del iluminado Rafael Correa. Si de paso le echan un vistazo a los peronistas y peligrosos Kirchner, la felicidad es completa. Por supuesto, Venezuela, el laboratorio del momento, el motor del socialismo americano, no puede faltar. A idiotas como Stone, la izquierda que le interesa no es la sensata y contemporánea izquierda de Chile o de Brasil, sino la fanática izquierda que sigue teniendo su vaticano en La Habana. Y de países como Colombia, de lejos el más serio y estable, aunque acuciado por el narcoterrorismo de los amigos de Huguito, ni hablemos. Indudablemente, tener a un energúmeno del tamaño de Chávez como objeto de estudio y poder estar cerca del mismo para hacerle actuar en exclusiva en un largo panfleto fílmico resulta tan atractivo como privilegiado. Usted actúe y yo pongo la cámara. Todo el histrionismo de un chalado del tamaño del ex paracaidista venezolano es poco menos que un tesoro para un retratista de sensaciones fuertes como el amigo Oliver: igual se pone a saltar que a cantar a voz en grito, y eso es muy fílmico, muy expresivo. Stone, como ese puñado de intelectuales de intelecto asimétrico que sólo tienen ojos para un campo de visión, es el tonto útil que siempre han tenido a su alcance los dictadorzuelos. O los grandes asesinos, como Stalin, que, a pesar de esquilmar al pueblo ruso, encarcelarlo, torturarlo, deportarlo y fusilarlo, siempre tuvo un poeta a mano que le cantara las excelencias. Neruda, sin ir más lejos: ¿cómo se compagina ser un delicado e intenso poeta y, a la par, adorar a un salvaje tirano?
La más que apreciable obra fílmica de Oliver Stone no se corresponde con ese papel de baboso de cámara de tipos como los anteriormente mentados. ¿Se puede por igual crear algo tan sólido como Platoon o JFK –o como la cinta dedicada a The Doors, con un curioso Val Kilmer en el papel del siempre deseado Jim Morrison– y a la par morir de fascinación por un payaso como Chávez o por un caudillo déspota, opresor y empobrecedor como Castro? Él, al que tanto le inspira la guerra de Vietnam, en la que peleó y a la que tanto metraje de película ha dedicado –de la que ha logrado transmitir la idea de brutalidad, la de la presencia absurda de lo mejor de la juventud norteamericana parte de la cual volvió en ataúdes–, podría reflexionar acerca de los muchos jóvenes cubanos muertos en la no menos absurda guerra de Angola, en un conflicto que ni le iba ni le venía a Cuba, a la que Castro dedicó ingentes cantidades de dinero, esfuerzo que restó a partes productivas del país que bien lo necesitaban, y a la que envió lo mejor de un par de generaciones de hombres. Angola sería un buen argumento para una cinta de Stone, en lugar de esas aburridas entrevistas a sus líderes amados en las que no se sabe qué es peor, si las preguntas del idiota o las respuestas del canalla.

Carlos Herrera

viernes, 2 de octubre de 2009

Volohai

Genghis Khan lideró a los mongoles en la conquista de China. En esta conquista, durante el sitio de Volohai, se puso de manifiesto que la caballería no ayuda mucho para someter una ciudad amurallada. Para dejar el sitio de la ciudad, Genghis Kahn únicamente pidió a la misma que le entregaran mil gatos y diez mil golondrinas. A los sitiados le pareció un pago raro, pero razonable y aceptaron.
Genghis Khan ordenó a sus hombres atar un pequeño mechón de algodón a la cola de cada animal y encenderlo, lo cual originó una especie de penacho en llamas. Cuando los animales entraron en pánico y miedo fueron soltados, se marcharon directamente a sus nidos y guaridas dentro Volohai, originando cientos de incendios. Mientras que los defensores estaban ocupados en su extinción, los guerreros de Gengis Khan atacaron la ciudad.
Cuando los recibió, el líder mongol ató algodón a los aminales, le prendió fuego y los envió de vuelta a la ciudad, provocando una gran cantidad de fuegos. Entonces Genghis Khan atacó la cual se rindió.
Félix Velasco - Blog