miércoles, 23 de abril de 2014

La Historia de San Jorge


Jorge de Capadocia es el nombre de un soldado romano de Capadocia (Turquía), mártir y santo. Posiblemente vivió entre el 275 ó 280 y el 23 de abril de 303.
Su popularidad en la Edad Media le ha llevado a ser uno de los santos más venerados en las diferentes creencias cristianas y, en un fenómeno de sincretismo, en las religiones afroamericanas.
La leyenda (siglo IV) cuenta que Jorge, tras morir su padre Geroncio, oficial del ejército romano, se trasladó con su madre Policromía hasta la ciudad natal de ésta: Lydda (Lod, en Israel. Al cumplir la mayoría de edad se enroló en el ejército. No tardó en ascender y, antes de cumplir los 30 años fue tribuno y comes, siendo destinado a Nicomedia como guardia personal del emperador Diocleciano (284-305).
En 303, el emperador emitió un edicto autorizando la persecución de los cristianos por todo el imperio. Jorge, que recibió órdenes de participar en ella, confesó que él también era cristiano y Diocleciano ordenó que le torturaran para que abjurara, pero sin éxito. Tras ser decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril de 303, los testigos convencieron a la emperatriz Alejandra y a una anónima sacerdotisa pagana a convertirse al cristianismo y unirse a Jorge en su martirio. Una vez muerto, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para que fuera enterrado.
Hacia finales del siglo VI, el abad irlandés Adomnanus de la abadía de la isla de Iona relata algunas de las leyendas orientales de Jorge recogidas por el obispo galo Arkulf en su peregrinaje a Tierra Santa en el año 680.
En el siglo IX aparece otra popular historia: San Jorge a caballo como vencedor de un dragón, mezclada con los cuentos de hadas sobre princesas y dragones en Occidente.
La leyenda se relata en diversas partes de Europa y Asia Menor como propia, incluso en el Japón, donde se puede equiparar a Jorge con el dios del trueno Susano-oh, a la princesa con la doncella Kushinada y al dragón con Yamata-no-Orochi, así que los detalles varían según la tradición local.
La leyenda occidental medieval comienza con un dragón que hace un nido en la fuente que provee de agua a una ciudad. Como consecuencia, los ciudadanos debían apartar diariamente el dragón de la fuente para conseguir agua. Así que ofrecían diariamente un sacrificio humano que se decidía al azar entre los habitantes. Un día resultó seleccionada la princesa local. Su padre, el rey, su padre, pide por la vida de su hija, pero sin éxito. Cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, aparece Jorge en uno de sus viajes, se enfrenta con el dragón, lo mata y salva a la princesa. Los agradecidos ciudadanos abandonan el paganismo y abrazan el cristianismo.
Patrón de, entre otras naciones de, Inglaterra, Georgia, Etiopía, Bulgaria, Lituania, Genova, Calabria, Friburgo de Brisgovia, Moscú, Portugal...
En España lo es de las comunidades autónomas de Aragón y Cataluña, así como de ciudades, Cáceres, Alcoy, Golosalvo (Albacete), Barcelona; de Olmedo de Camaces y de Santiago de la Puebla (Salamanca); San Esteban de Nogales (León), en cuya iglesia se guarda una reliquia: el casco del santo matadragones; Santurdejo (La Rioja);  Villanueva de Alcardete (Toledo),... Y patrono de la ciudad de Pichanal (Salta, en Argentina).
En Rusia se empleó como principal emblema de sus ejércitos. En Inglaterra y Provenza se usaba su nombre como grito de guerra.
Varias órdenes militares portan su nombre o sus símbolos: la Orden de la Jarretera, la Orden Teutónica, la Orden de Calatrava, la Sacra Orden Constantiniana, la Orden de San Jorge de Alfama, entre otras.
También es patrono de diversas otras profesiones y actividades: agricultores, soldados, arqueros, prisioneros, herreros, gentes del circo, escultistas, montañeros, entre otros.
Y es protector de los animales domésticos. Su nombre es invocado contra las serpientes venenosas, las enfermedades de la piel, el herpes, la peste, la lepra y la sífilis, y en los países eslavos contra el mal de ojo.
El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega "el Inca", tres autores que traspasaron fronteras y que hoy son referencia universal. La UNESCO estableció esta decha como "Día internacional del libro y del Derecho de autor." En algunos lugares, como por ejemplo, Cataluña, se unifican este acontecimiento con la celebración de su Santo Patrón.

Félix Velasco - Blog

martes, 22 de abril de 2014

Historia de la bandera española



Las guerras entre países europeos marcaron la historia del continente durante el siglo XVIII. Pese a que no se llegó al caos político y militar vivido en el siglo XVII, el importante desarrollo de las ciencias y artes en Europa, movimiento intelectual conocido como Ilustración, no impidió que las principales potencias y estados medianos se batieran casi continuamente en el campo de batalla terrestre y marítimo en un periodo en el que afianzaron su predominio sobre todo el planeta.
Muerto sin descendencia Fernando VI en 1759, su hermanastro, entonces Rey de Nápoles y Sicilia, accede al trono de España como Carlos III. Su objetivo, desde un primer momento, fue iniciar un proceso de reformas en el país que llevase a España hasta los conceptos de modernidad de la época, todo siguiendo los pasos de un concepto político que los estudiosos posteriores denominarían como despotismo ilustrado.
Esas reformas modernizadoras llegan no sólo a la sociedad civil, con la creación de centros de enseñanzas técnicas y profesionales, sino también al aspecto militar, con la creación de la Academia de Artillería, un centro tecnológico puntero que sirviese de base y acicate para la industrialización del país y que en la actualidad es la escuela militar en activo más antigua del mundo, con 250 años a sus espaldas. También decide cambiar las leyes que regulaban el uso de los estandartes militares utilizados por las tropas españolas por tierra y mar.
Carlos III era consciente de que en esos tiempos convulsos de guerras constantes, en los que el combate naval comenzaba a tener una grandísima importancia, suponía un problema el hecho de que la mayoría de los países utilizaran en sus buques de guerra pabellones en los que predominaba el color blanco. Este era el caso de estados europeos como Francia, Gran Bretaña, Sicilia o Toscana, a parte de la propia España. Dado que estaban frecuentemente en guerra entre sí, se producían lamentables confusiones en la mar, al no poder distinguirse si el buque avistado era propio o enemigo hasta no tenerlo prácticamente encima.
Para solucionar esto, el Rey pidió a su Ministro de la Marina que le presentase varios modelos de banderas para cambiar la enseña blanca con el escudo de los Borbones con los que los barcos españoles surcaban las aguas de medio mundo, bandera con la que su padre Felipe V había vencido en la Guerra de Sucesión (1701-1714) que llevó a esta dinastía al trono de España. El ministro, Antonio Valdés y Fernández Bazán, convocó entonces un concurso, en el que seleccionó doce bocetos que le fueron presentados al Monarca.
Tal y como recoge la obra "Símbolos de España", editada por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, en los doce bocetos seleccionados predominaba notablemente la división del paño en franjas horizontales (9 entre 12) con influencias históricas de la Bandera de los Galeones de España del siglo XVII en las versiones de tres franjas y de la bandera de la marina de la Corona de Aragón (tres listas amarillas sobre fondo rojo) en las de franjas múltiples. Los otros tres bocetos presentaban cruces sencillas que prolongaban su brazo siniestro por el batiente, sin ningún tipo de antecedente histórico.
Diez de los tipos eran bicolores y sólo dos tricolores, siendo el fondo de estos dos últimos rojos. El color rojo resultaba mayoritariamente empleado, estando presente en once de los doce modelos y siendo preferente o dominante en seis de ellos. El amarillo figuraba en siete de las banderas, el blanco en cuatro y el azúl, sólo como secundario, en dos.
Carlos III eligió dos de ellos, a los que varió las dimensiones de las franjas, declarándolos reglamentarios el primero para la Marina de Guerra y el segundo para la Mercante. Para el primer caso, escogió una bandera con tres franjas horizontales, siendo rojas la primera y la tercera y amarilla la central, cuyo grosor sería el doble que el de las anteriores. Entraba así en la historia la bandera de España con los colores y la estructura que conocemos hoy en día.
"Para evitar los inconvenientes, y perjuicios, que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera nacional, de que usa mi Armada naval, y demas Embarcaciones Españolas, equivocándose á largas distancias, ó con vientos calmosos con las de otras Naciones; he resuelto, que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida á lo largo en tres listas, de las que la alta, y la baxa sean encarnadas, y del ancho cada una de la quarta parte del total, y la de en medio amarilla, colocándose en esta el Escudo de mis Reales Armas reducido á los dos quarteles de Castilla, y Leon con la Corona Real encima; y el Gallardete con las mismas tres listas, y el Escudo á lo largo, sobre quadrado amarillo en la parte superior:
Y de las demas Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismos colores, debiendo ser la lista de en medio amarilla, y del ancho de la tercera parte de la Bandera, y cada una de las restantes partes dividida en dos listas iguales encarnada, y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse de otros pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo á Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterraneo desde primero del año de mil setecientos ochenta y seis: en la América Septentrional desde principio de Julio siguiente; y en los demas Mares desde primero del año de mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento". (Real Decreto de 28 de mayo de 1785)
El Real Decreto que aprobó este cambio de bandera en los barcos de guerra españoles fue promulgado en mayo de 1785, 72 años después de la llegada al trono de Felipe V tras la Guerra de la Sucesión y 71 años después de los acontecimientos del 11 de septiembre de 1714, en las que las tropas borbónicas cercaron Barcelona para acabar con los últimos reductos de los españoles partidarios de las reclamaciones dinásticas del archiduque Carlos de Austria.
Precisamente, en esta misma semana, la Generalidad de Cataluña ha utilizado la bandera aprobada para la Armada española en 1785 para modificar la historia a su antojo. En la exposición titulada '1714. Memoria gráfica de una guerra', altera el grabado "Barcelone. Ville Capitale de la Principauté Catalogne située sur la mer Mediterranée", del francés Pierre Aveline, publicado por primera vez en 1692, 22 años antes de los sucesos de 1714, para repintando la bandera actual de España en los buques que atacan Barcelona, dar a entender que la Guerra de Sucesión fue una guerra entre Cataluña y España, intentando justificar así históricamente las ansias independentistas de la Generalidad.
Entre 1875 y 1793 no hay variación en el uso de la bandera designada por Carlos III para identificar a los buques de guerra españoles. Será Carlos IV (1788-1808), en las Reales Ordenanzas Generales de la Armada Naval de 1793, quien hace extensivo el uso de la bandera rojigualda a las plazas marítimas, castillos y defensas de las costas, a la vez que la enseña es definida por primera vez como Bandera Real. Bajo el reinado de Isabel II (1833-1868) se amplió el uso de la bandera bicolor al Ejército de Tierra, procediéndose así a unificar la bandera española. El Real Decreto de 13 de octubre de 1843 establece la sustitución de banderas, estandartes y escarpelas, enseñas del Ejército, por otras nuevas rojigualdas.
El uso de la bandera permaneció prácticamente inalterado hasta 1931, cuando con la proclamación de la II República se modifica la bandera nacional, que pasa a tener tres franjas horizontales del mismo color cambiando el rojo de la franja baja por el morado. Durante la Guerra Civil, el bando nacional utilizó inicialmente la bandera tricolor, aunque los Requetés navarros desempolvaron rápidamente la bandera rojigualda, que volvió a ser instaurada tras esta contienda militar.
J.Arias Borque
Félix Velasco - Blog

domingo, 13 de abril de 2014

Palacio de los Reyes de Navarra (Olite)

Fue Carlos III "El Noble" y su esposa Doña Leonor de Trastámara quienes en el siglo XV comenzaron la ampliación del anterior castillo, dando lugar al Palacio de los Reyes de Navarra. Aunque casi todos lo llaman "castillo", lo correcto es referirse a él como "palacio", ya que se trata de una construcción con carácter cortesano, donde los aspectos residenciales prevalecieron sobre los militares.
Llegó a ser considerado como uno de los monumentos de obra civil gótica más bellos y lujosos de Europa. El castillo se divide en dos espacios denominados Palacio Viejo y Palacio Nuevo. El Palacio Viejo se distribuía originalmente alrededor de un patio central en forma de rectángulo donde se situaban las caballerizas, el granero y la despensa. De esta parte, hoy en día, no quedan en pie más que los muros y las torres: la Torre de San Jorge donde estaba la antigua capilla de su nombre, la Torre de la Prisión al nordeste, la Torre de la Cigüeña, al noroeste, y una cuarta, sin nombre, al sudoeste.
El Palacio Nuevo se distribuye de una forma más desorganizada, constituyendo el núcleo principal una Gran Torre de planta trapezoidal, realizándose la comunicación entre los distintos niveles a través de una escalera de caracol. El muro sur nos conduce a la Torre Nueva o Palacio de la Reina, también de planta trapezoidal y en cuyo piso bajo encontramos una sala abovedada con medio cañón apuntado, denominada Sala de los Arcos. Este doble conjunto de la Gran Torre y la Torre Nueva, está rodeado de diversas torretas y gruesos contrafuertes exteriores.
Los aposentos reales se encuentran en la Torre del Homenaje, de casi 40 metros de altura. Para llegar a la cima hay que subir 133 peldaños, pero las vistas sobre Olite y su comarca son excepcionales. La capilla contaba con dos plantas, utilizando la inferior la servidumbre y la superior la nobleza.
En la zona más sombría del palacio se encuentra el pozo del hielo, cuya tapadera recuerda a una enorme cáscara de huevo. En él se guardaban capas de nieve para conservar los alimentos, de ahí que se conozca como "la nevera". Contaba con exóticos jardines, algunos suspendidos a 20 m. de altura y un pequeño parque zoológico con leonera que se hallaba en los desaparecidos Jardines o Huertos del Rey. Su nieto, el Príncipe de Viana, completó una colección de animales que incluía jirafas, leones, camellos y aves exóticas.
Junto al castillo, la iglesia de Santa María La Real es un excelente templo gótico, en el que destaca su exuberante portada, de gran riqueza iconográfica.
Tras la invasión de Navarra en 1512 por parte de la Corona de Castilla y la de Aragón unificadas, comenzó el deterioro del palacio, ya que sólo fue utilizado por los virreyes como residencia esporádica. El estado de abandono en el que quedó inmerso el palacio hizo que éste fuera deteriorándose progresivamente.
A mediados del siglo XVI el palacio se arrienda a los marqueses de Cortes y en 1718 es enajenado por el Virrey de Navarra.
Este proceso culminó con el incendio ordenado por el guerrillero Espoz y Mina durante la Guerra de la Independencia Española (1813), ante el temor de que en él se fortificaran las tropas francesas de Napoleón, extrayéndose previamente el plomo de las techumbres para la fabricación de balas.
Es la prueba del esplendor cortesano que durante la Edad Media vivió la ciudad de Olite, situada en Navarra, a 42 km de Pamplona. Declarado Monumento Nacional en el año 1925, ocupa un tercio del casco urbano medieval. La parte conocida como Palacio Viejo se ha convertido en Parador Nacional de Turismo.
Félix Velasco - Blog

viernes, 11 de abril de 2014

Los barrotes del fanatismo

La cárcel más grande del mundo está formada por los barrotes del fanatismo, donde se autoencierran los individuos sin criterio propio, voceros de ideologías radicales, que convierten en opinión propia para justificar su complejo de inferioridad y falta de valores humanos.
Félix Velasco

miércoles, 9 de abril de 2014

Mentiras del independentismo catalán

La Constitución y la normativa vigente en España demuestran que el desafío secesionista planteado por Artur Mas no tiene cabida en el ordenamiento jurídico y, por tanto, carece de validez. Solo una reforma constitucional, que no está en la agenda del Gobierno, podría llegar a amparar a Mas. Estas son las cinco principales claves jurídicas que estarán en juego durante el debate de hoy

1- El valor de la unidad de España
«La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado». El artículo 1.2 de la Constitución española es claro: la Nación española es «patria común e indivisible de todos los españoles», y es en ese marco en el que se reconoce y garantiza el «derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas». En contra de lo que proclaman Gobierno y Parlamento catalán, España no se puede fraccionar, pues es la unión de todas las comunidades autónomas la que da sentido a ese todo que es la nación. Y esa unidad se traduce además en una organización (el Estado) que es la misma para todo el territorio nacional. Según el TC, el reconocimiento al pueblo de Cataluña de la cualidad de soberano, no contemplado en nuestra Constitución para las nacionalidades y regiones que integran el Estado, resulta incompatible con el artículo 2 de la Constitución. Y ello porque «supone conferir al sujeto parcial del que se predica dicha cualidad el poder de quebrar, por su sola voluntad, lo que la Constitución declara como su propio fundamento en el citado precepto constitucional»: la indisoluble unidad de la Nación española.

2- Solo el pueblo español es un ente soberano
«El pueblo de Cataluña tiene, por razones de legitimidad democrática, carácter de sujeto político y jurídico soberano». No hay legitimidad alguna que sustente esta afirmación del Parlamento catalán en su declaración soberanista, tumbada por el Tribunal Constitucional el pasado 26 de marzo. El pueblo catalán no es titular de ningún poder soberano, exclusivo de la nación española. Por tanto, identificar a Cataluña como un sujeto dotado de la condición de sujeto soberano es directamente inconstitucioonal, y así lo ha asegurado el órgano de garantías: «Si en el actual ordenamiento constitucional solo el pueblo español es soberano, y lo es de manera exclusiva e indivisible, a ningún otro sujeto u órgano del Estado o a ninguna fracción de ese pueblo puede un poder público atribuirle la cualidad de soberano». Esto significa que cualquier acto que afirme la condición de sujeto jurídico de soberanía como atributo del pueblo de una comunidad autónoma supone la negación de la soberanía nacional, que reside únicamente en el conjunto del pueblo español.

3-No cabe una declaración unilateral de independencia
Cataluña no tiene legitimidad para proclamar de forma unilateral su independencia. La atribución de la soberanía nacional al pueblo español y la unidad de la Nación española como fundamento de la Constitución se contemplan junto al reconocimiento y la garantía del derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. Pero, como ha sostenido el TC, «el Estado autonómico se asienta en el principio fundamental de que nuestra Constitución hace residir la soberanía nacional en el pueblo español, de manera que aquélla (...) no es el resultado de un pacto entre instancias territoriales históricas que conserven unos derechos anteriores a la Constitución y superiores a ella, sino una norma del poder constituyente que se impone con fuerza vinculante general en su ámbito, sin que queden fuera de ella situaciones históricas anteriores». Para el TC esto significa que, en el marco de la Constitución, una comunidad autónoma no puede unilateralmente convocar un referéndum de autodeterminación.

4- El derecho a decidir es solo una «aspiración política»
Artur Mas cree que los principios que inspiran su declaración soberanista son los que hacen posible el ejercicio del derecho a decidir. Y lo cree porque ha descontectualizado lo sostenido por el TC. Los magistrados aseguran que las referencias al derecho a decidir que contempla la declaración soberanista «no se proclaman con carácter independiente o directamente vinculadas a la declaración de soberanía del pueblo de Cataluña», es decir, como una manifestación de un derecho a la autodeterminación no reconocido en la Constitución, sino «como «una aspiración política a la que solo puede llegarse mediante un proceso ajustado a la legalidad constitucional (...)».

5- El enigma de la suspensión de la autonomía catalana
El artículo 155 de la Carta Magna sostiene que «si una Comunidad autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al presidente de la Comunidad autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general». De momento, este instrumento jurídico no está sobre la mesa ni se ha planteado formalmente por ninguno de los grupos parlamentarios que hoy intervendrán en el Congreso. Pero lo cierto, por un lado, es que se trata de una herramienta constitucional vigente para casos extremos; y, por otro, que el Ejecutivo que preside Mariano Rajoy ya ha adelantado que impedirá a toda costa la celebración de una consulta ilegal.
Nati Villanueva
Félix Velasco - Blog

sábado, 5 de abril de 2014

Que nos roban el alma

Se decían en la antigüedad definiciones hermosísimas sobre el alma. También enigmáticas, sobre todo desde ese concepto espiritual de la belleza que aterriza en el enigma. Y así, aunque los filósofos se devanaban los sesos en conocer lo incognoscible, siempre dejaban un camino para que transitara la fantasía del pensamiento y nos asentara en la orilla de los sueños. La filosofía es una ciencia tan abstracta que es capaz de permitir los sueños, siempre que se razonen. Y desde esa fantasía los antiguos soñaban su alma. Unos la que nos decía Diógenes, una porción de la misma sustancia de Dios. Otros la de Anaxágoras, un espíritu aéreo inmortal vagando por las nubes. En el fondo, la sabiduría soñaba una aspiración inmaterial, inmortal, pues como decía Voltaire, por espíritu sólo podemos entender algo desconocido que no es el cuerpo.
Pero hoy ya no es así. La neurociencia cognitiva no nos deja que soñemos el alma. Hoy la ciencia ve el alma llena de neuronas. Es una especie de cubículo cerebral en donde danzan los sentimientos provocando las correspondientes reacciones bioquímicas. Lo acabo de leer en "El cerebro moral", de Patricia Churchland, una de las mayores especialistas del mundo en neurofilosofía: que el alma es un estado mental y que por consiguiente es un proceso cerebral mediatizado por los correspondientes procesos bioquímicos y ambientales. Patricia decribe incluso la plataforma neurológica de la vinculación emocional.
O sea que el alma es puro cerebro. Lo demás es la nada. El alma se va conformando en lo que se llama la teoría triárquica de la inteligencia, desarrollada por Argibay, que incluye el contexto interno del individuo (sus capacidades), el contexto externo (el ambiente donde se desarrolla) y la interacción entre ambos. Si esto es verdad –que no sabemos, porque habrá que ver si no lo anula otro descubrimiento- es una pena. Desaparece el enigma inmortal. Nos apresamos cada vez más en la materia.
Porque entre que el alma sea una quinta esencia etérea, como decía Lucrecio, a que sea una red de neuronas que contiene la ética y los sentimientos humanos va un abismo. Francis Crick, premio Nobel en el 63 por el famoso descubrimiento de la doble hélice del ADN, con su obra "La búsqueda científica del alma" inició la neurofilosofía, esa disciplina que pretende aniquilar los pocos dioses griegos que nos quedan.
El asunto es que nos apresan el alma en un tubo de ensayo. Nos la escanean como a un ratón, para descubrir esas vértebras que la historia guarda en el polvo de los sueños. En fin, que si el alma son neuronas esperemos que lleve razón Platón y sean neuronas eternas, y que cuando seamos polvo, como decía Quevedo, al menos seamos polvo enamorado.
Manuel Juliá
Félix Velasco - Blog

La sensatez como Valor

La sensatez es un Valor personal y colectivo, tiene que ver con la prudencia para planear las cosas, tratar a otros y pensar en el porvenir. Nos permite mantener la cordura, el juicio correcto y la discreción para con los demás. Nos facilita principios básicos de educación para comunicarnos con las demás personas.
Ser sensato es ser objetivo, consciente de las cosas, racional para analizar lo que pasa en la vida y conocer las consecuencias de una acción.
¿No será que en la ausencia de sensatez está el origen del caos y despropósito que vivimos?
Félix Velasco