miércoles, 30 de diciembre de 2009

domingo, 27 de diciembre de 2009

Chivatos ejemplares


Tendemos, porque nos tranquiliza la conciencia, a echarle la culpa de todo a la clase política, a los empresarios, a los sindicatos, al clima, a la mala suerte y al lucero del alba. Cogido aparte, cada uno de nosotros resulta inocente como un cervatillo. Nadie es nunca responsable de nada. Asombra la facilidad con que el ser humano se justifica, absolviéndose a sí mismo de todo: las matanzas de armenios, los campos de exterminio nazis, la Lubianka y los gulags soviéticos, Paracuellos, los años del franquismo, el terrorismo de ETA, las fosas comunes de Camboya, los burdeles de prisioneras en Bosnia. Lo que se tercie. Luego resulta que nadie sabía nada, que los ciudadanos honrados miraban hacia otro sitio. Y todo acaban comiéndoselo los de siempre: el dictador, el psicópata, el miliciano incontrolado, el falangista rencoroso, el malvado Carabel que actuaba por su cuenta. Cuatro gatos, en suma. Los demás estaban todos al margen. Estábamos. Y cuando pasa la racha, todo cristo saca del bolsillo y exhibe en público el certificado de buena conducta correspondiente, y luego sale a la puerta de la oficina y de la tienda, muy serio, a guardar el correspondiente minuto de silencio. Parece mentira, decimos, mirándonos unos a otros con la limpia mirada de la solidaridad fraterna a toro pasado, que siempre sale barata. Qué malos eran.
Pensaba hoy en eso, recordando una historieta de hace cosa de un mes, que apareció fugazmente en la prensa y de la que nadie ha vuelto a ocuparse después: la del muchacho que asistía a una escuela de idiomas de Palma de Mallorca, y que tomando café con sus compañeros, fuera de clase, mostró su desacuerdo con la obligatoriedad de hablar catalán para trabajar en la sanidad balear. Al terminar el intercambio de opiniones, y tras dedicar al chico el inevitable epíteto multiuso de fascista, varios de sus compañeros fueron a denunciarlo a la profesora. Que era francesa, pero estaba aclimatada de maravilla; muy hecha, ya, al sitio donde se gana el jornal. Y ésta, claro, lo expulsó del centro. Con el respaldo de la dirección, por supuesto. «Se ha creado un mal ambiente en el grupo», fue el punto final. Y hasta luego, Lucas.
Ahora díganme que no es lo mismo. Que esos prometedores jóvenes que fueron a chivarse a la profesora eran, o son, diferentes a los que, con carnet de Falange Española Tradicionalista y de las JONS –obligatorio para todos, refresquen esa memoria histórica–, denunciaban hace setenta años al rojo de mierda que, contumaz, se mostraba en desacuerdo con la obligatoriedad de hablar español en vez de farfullar dialectos separatistas financiados por Moscú. Díganme también, de paso, si la mayor responsabilidad de que a ese chico lo expulsaran la tienen la profesora y la dirección del centro –esbirros, a fin de cuentas, de un sistema que les da de comer–, o la tienen los jóvenes compañeros que, a los veinte años, ya son capaces de actuar como ciudadanos ejemplares, dispuestos a limpiar la patria y el idioma de indeseables. Dirían algunos de ustedes, quizás, que no podemos elevar esto a otras categorías, comparando la actitud de esos muchachos con la de los ciudadanos alemanes que, en sus buenos tiempos del cuplé, denunciaban al vecino comunista o judío; o con la de los millones de delatores vocacionales o circunstanciales que, durante siglos, en España y fuera de ella, abastecieron las hogueras inquisitoriales, los paredones y cunetas de carretera, las cárceles y los innumerables caminos del exilio. Pero en mi opinión se trata del mismo reflejo infame: fundirse con el entorno que permite sobrevivir marcando el paso que toca. Eso, aplicando el beneficio de la duda. Porque hay otra lectura menos piadosa: ciertos gobiernos, determinadas convenciones sociales, tal o cual político o empresario, la profesora de la escuela de idiomas y los alumnos mismos, allí como en otros lugares, no son sino manifestaciones concretas, cristalizaciones perversas de lo que deseamos tener y lo que, en consecuencia, tenemos. Con nuestro voto y aplauso, y también con el silencio de los borregos, que no siempre es imbécil o cobarde, sino también cómplice. Ellos encarnan nuestros deseos. Nuestra turbia alma. Dicen lo que queremos escuchar y permiten hacer lo que anhelamos. Nos comen la oreja, y por eso están ahí. Por eso triunfan. Por eso duran tanto. Son nuestro infame retrato. Después, cuando la Historia pasa factura, tomamos distancia y negamos ser los que están en la foto, saludando alborozados puño alzado o brazo en alto, según la época, cantando a coro lo que toque. Llorando emocionados cuando pasa Fernando VII, llenándole a Franco la plaza de Oriente, pagándole el chiquito y la tapa a Iñaki de Juana Chaos, aplaudiendo al sinvergüenza del Cachuli en un plató de televisión, o lo que sea. Hay que ver, decimos, qué malos eran los malos, y qué tontos eran los tontos. Palabra oportuna, ésa: eran. Bálsamo de Fierabrás. Cómo nos gusta conjugar la cochina tercera persona del plural.

Arturo Pérez-Reverte
Félix Velasco - Blog

Josemi, cuestión de ricos


Yo no sé si Josemi Rodríguez Siero es rico, y posiblemente no tengo por qué saberlo. De hecho, no me incumbe y el solo hecho de preguntárselo uno ya es una absoluta ordinariez. Sí sé que su vida se ha desarrollado como si de un rico se tratara. Dicho en términos taurinos: puede que él no sea rico en el estricto sentido monetario de la palabra, pero es el que más cerca se los pasa. Tanto que ha escrito el perfecto tratado para reconocer y desnudar a los ricos españoles, subdivididos en Ricos Ricos, Ricos de Toda la Vida, Ricos Tiesos y Nuevos Ricos. Ni que decir tiene que estos últimos son los más interesantes de todos, ya que han accedido al parnaso de la riqueza sin entrenamiento previo, merced a algún pelotazo o al olfato negociador y trabajador de un hombre o una mujer de empuje, sin clase pero con otras virtudes mercantiles que ya quisieran muchos ricos sin un duro. A los Ricos de Toda la Vida suelen gustarles mucho estos especímenes como objetos de estudio, ya que son los que, por ejemplo, pagan durante un año la calefacción del Vaticano con tal de conseguir un título pontificio. Para Josemi hay una subdivisión aún más perversa, que es la del Nuevo Rico Hortera, que no es otra que aquella que viste zapatos de rejilla con traje de verano gris perla y que suele preguntar «dónde está el servicio» cuando busca un baño o un retrete para evacuar. Son unos ricos muy adinerados que, en el fondo, sueñan con tener casas como la de Falete o como la famosa finca Ambiciones y de los que siempre hay que sospechar, así se encuentra uno en pleno recibidor de sus mansiones una fuente con un caballito de mar echando agua por la boca. En pocas palabras: el camarero de un Nuevo Rico lleva bastante mejor el esmoquin que él. Los Ricos Ricos, en cambio, consideran poco elegante salir en la prensa –la rosa, particularmente, les horroriza–; desechan sacar un barco si tiene menos de veintidós metros de eslora; llaman `doncella´ a la camarera; `mecánico´, al chófer –es muy de ricos robarse entre ellos el servicio doméstico–; tienen entrenador personal en casa al tanto de la última crema, decorador particular, sastre heredado de sus abuelos y personal shopper, figura esta que tamiza con buen gusto toda compra realizable en casa, sea obra de arte o cinturón para uno de los veinticinco trajes azul marino que cuelgan de sus perchas. Un Rico Rico, incluso un Rico Tieso, jamás será minimalista: serlo supone no tener pasado y aspirar a poco glorioso futuro, asegura Josemi, quien retrata en su libro (Cuestión de Ricos, La Esfera de los Libros) las diferentes clases de Ricas en función de su forma de dirigirse a las demás: una Nueva Rica utiliza el apelativo `cari´, una Rica de Siempre dice `mi amor´ y las Ricas Ricas se llaman entre ellas `querida´ o `solete´. Estas últimas se caracterizan por estar permanentemente involucradas en obras de caridad y por realizar constantemente cursillos de algo, sean de cerámica o de arte. Por supuesto, no son nada sin un decorador al lado, ya que los Ricos tienen casas, muchas casas, y en las de campo es donde se ve si refinan o no el buen gusto o si las dedican a almacenar lo que les sobra de las principales. Un Rico, dice Josemi, tiene casa; los Pobres tienen hogar, que es muy distinto.
Casarse entre ellos puede ser, como es de imaginar, un negocio, pero divorciarse es, directamente, la ruina. Hay en el libro un interesante estudio sobre las segundas esposas de los Ricos. Pero su problema, su gran problema, el de Todos los Ricos, es haber perdido el misterio: saber la procedencia de sus fortunas, sus lugares favoritos de veraneo –Marbella o las Baleares–, la naturaleza de sus relaciones sociales, los y las amantes de su propio y endogámico círculo y ya no generar siquiera el muy sano rencor social de otras clases menos favorecidas está acabando con el aura que siempre los ha rodeado. Este libro del sin par Rodríguez Siero los acaba de desnudar y los convierte en moneda accesible a nuestra observación. Entiendo por ello que estén horrorizados y le retiren el saludo.

Carlos Herrera
Félix Velasco - Blog

domingo, 20 de diciembre de 2009

El auge del prohibicionismo


Un fantasma recorre Europa, el fantasma del prohibicionismo. La fórmula estilística no es original, pero por desgracia su significado sí lo es. El prohibicionismo actual consiste en la masiva ofensiva de sus instituciones políticas contra las libertades de los europeos, ofensiva que es progresiva y que afecta cada vez a ámbitos más extensos de sus vidas. El Estado nacional y las instituciones comunitarias e internacionales han alcanzado tal poder administrativo, burocrático e incluso ideológico que están erosionando los principios básicos que han soportado la democracia, en todas sus variables, a lo largo de los siglos.
¿Ha tocado techo la democracia en Occidente y comienzan las libertades a decaer? Ignoramos el alcance histórico del suceso. Pero lo que no ignoramos es que las libertades están experimentando en Europa un retroceso cada vez más rápido. Cada vez se legisla más, sobre más aspectos de nuestra vida y sobre más personas. Y cada vez tienen los Estados nacionales y sobre todo las instituciones internacionales mayor capacidad técnica para que nadie escape al cumplimiento de las neoleyes, que afectan casi a todo: a la alimentación, la salud, el pensamiento, la enseñanza, el ocio, el arte. La voracidad legislativa en la Unión Europea es ejemplo claro de esta decadencia.
Desde luego que la izquierda está mejor situada en la carrera por prohibir: el intervencionismo político, económico y social está en su ADN. Pero más vale no engañarse: característico de esta época es el hecho de que también la derecha se ha sumado a la fiebre prohibicionista. En el Parlamento Europeo no pocas veces la derecha ha sido tan entusiasta en apoyar o lanzar prohibiciones, y en casi todas apoya a los integristas más exaltados, sea en asuntos relacionados con el tabaco, con el laicismo, con la alimentación o con la cultura.
Si esto es cierto en Europa, qué les vamos a contar de nuestro país. En España, a este fenómeno cultural se le ha sumado la llegada de Zapatero al poder en 2004 y el desfonde moral, de principios y de voluntad de defenderlos del PP a partir de 2008. Desde un punto de vista liberal-conservador el panorama durante esta legislatura es espeluznante. El Gobierno de Zapatero está instaurando obligaciones y decretando prohibiciones de manera cada vez más rápida, y curiosamente sólo el ruido mediático que ellas mismas provocan hace que no nos demos cuenta del calado de lo que ocurre. En los últimos meses se acumulan leyes contra la objeción de conciencia de médicos, contra el libre tráfico en internet, contra el tabaco, contra las corridas de toros, contra la conducción, contra las expresiones de cristianismo, contra los aires acondicionados. Un día los atropellados son los fumadores, al siguiente los conductores o los hosteleros, al siguiente los internautas o los profesores, al siguiente los comedores de hamburguesas o los católicos. De una u otra manera nadie escapa al integrismo prohibicionista de personalidades como De la Vega, Aído, Jiménez, Salgado o el propio Zapatero.
La ofensiva prohibicionista del Gobierno va más lejos que muchos regímenes despóticos y autoritarios, pues los socialistas están legislando sobre todo tipo de ámbitos: económicos, culturales, morales, escolares, médicos. Lo peor es que mientras esto ocurre, parte de la derecha, con el PP a la cabeza, se suma a las prohibiciones –ignorando que la cuestión no es qué se prohíba, sino que se prohíba–, o evita mirarlas de frente con el autoengaño de la cortina de humo. Así que día tras día, semana tras semana, los españoles se despiertan con una obligación y una prohibición más.
Se cumple así la gran paradoja postmoderna: en nombre de los derechos y las libertades, éstos son limitados cada vez más mediante leyes cada vez más restrictivas. Surgen así dos preguntas: si este prohibicionismo rampante es frenable a medio o largo plazo, y si será posible en algún momento revertirlo.
Gess
Félix Velasco - Blog

La jerga de los comentaristas


Llamo comentaristas a los que damos nuestra opinión en los medios. También tenemos nuestra jerga, con las modas o muletillas correspondientes. Ya me he referido a lo de "transversal", que tanto nos gusta, lo que no es ni vertical ni horizontal. El otro día coincidí en una tertulia televisiva con un político del partido de Rosa. Dijo de un tirón: "transversabilidad". Lo que es más común, llamó "insurgentes" a los terroristas. Se refería a los de Al Qaeda (que no sé por qué no los llamamos "Alcalde", esto es, "juez"). La moda de los comentaristas se obtiene por simple imitación de alguien que emitió esa palabra por primera vez y quedó bien. La jerga consiste en repetirla a troche y moche. La fase final es que la repitan los políticos. He aquí, por ejemplo, algunas de las palabras y expresiones que ahora repiten con deleite los comentaristas y que les dan un sentido que no es el establecido o habitual:
1.obsceno, no en el sentido de "impúdico" sino más bien como "disparatado o confuso".
2.contundente, no en el sentido de "que produce una gran impresión" sino más bien, determinado, oportuno.
3.realpolitik, con minúscula, no en el sentido de la Realpolitik alemana, esto es, el talante sin principios. Ese real significa más bien "las cosas", no "la realidad". Pero ahora se dice realpolitik en español para indicar un espíritu realista, pegado a la realidad. No está mal el terminacho; lo peor es su reiteración; venga o no a cuento.
A veces, la jerga del politiqués, asimilada por los comentaristas, consiste en edulcorar los términos literales en aras de la alianza de civilizaciones o de la corrección política. Por ejemplo, en lugar de "ablación del clítoris" dicen "mutilación del aparato genital", cuando el clítoris no interviene en la reproducción. En una línea parecida está lo de los "anticonceptivos de última generación" que tendría que ser más bien los que no ayudan a la reproducción o la generación. De modo más sencillo serían las "píldoras abortivas". Por lo mismo, un aborto no tendría que ser una "interrupción" sino una "terminación" de un embarazo; puede ser provocado o no.

Amando de Miguel
Félix Velasco - Blog

Dos navidades y dos culturas


La Navidad está en la entraña misma de la civilización occidental, y hasta hace poco tiempo nadie podría dudar de su carácter cristiano. Era una fiesta en la que el consumo aumentaba, pero este aparecía supeditado a su sentido religioso. A partir de los años 60 en Europa, y un poco más tarde en España, el aspecto del consumo ha tomado proporciones cada vez mayores, realmente gigantescas, y se ha independizado de todo contenido religioso. Paradójicamente, son estas fechas cuando más anuncios de tono pornoide se ven, en la calle y en la televisión; dentro del extenso ámbito "progre" o indiferente ya no se dice Feliz Navidad sino felices fiestas (como si no hubiera otras muchas); en los escaparates de los comercios, las felicitaciones aparecen a menudo en inglés, porque el desprecio a la cultura española está cada vez más extendido, y va ligado a esa fiebre del consumo: en su afán de demostrar su modernez, el PP lleva ese desprecio probablemente más lejos que el mismo PSOE. Ese carácter consumista a-religioso o anti religioso se percibe muy bien en Madrid, donde el alcalde (del PP) procura, en la iluminación y en los festejos asociados, como el de los Reyes Magos, borrar o diluir el contenido cristiano para convertirlo en una mezcla de exaltación del consumo y de recetas más o menos progres de paz, solidaridad (¿con quiénes?), y espectacularidad trivial (al alcalde le gusta el panem et circenses) ajena a su carácter tradicional. Una alcaldía del PSOE no lo habría hecho de otro modo.
En la Navidad se reflejan hoy dos culturas, una de las cuales, la consumista no religiosa, adobada con consignas de sonido humanitario –sonido por lo demás perfectamente hueco– ha ido fagocitando a la religiosa, aunque esté lejos de haberlo conseguido del todo y se observe en los últimos años una reacción considerable. Quizá haya que decir también que bastantes curas, monjas y obispos han contribuido a la descristianización con sus afanes excesivos de aggiornamento. Hace poco leía en un libro de texto de religión del último curso del bachillerato largas tiradas de ideología progre, que podría suscribir el gobierno actual.
El Panem et circenses, es decir, consumo y diversión, constituye la ideología más ampliamente difundida hoy. Cada vez más consumo y más diversión, en ello parece consistir el progreso para muchos, y la consigna se aplica a lo largo de todo el año (ahora menos, debido a la crisis). La industria de la diversión o entretenimiento constituye un negocio colosal y llena prácticamente todo el tiempo libre de millones de personas. Aplicar esa ideología de modo tan pronunciado en estas fechas es también una forma de desnaturalizarlas.
Se decía que el objetivo del panem et circenses en Roma era apartar a la gente de otras preocupaciones, en especial políticas –cosa que no logró–, pero ahora se ha convertido en un objetivo en sí mismo, en una cadena sin fin. ¿Es esto bueno, o es malo? Con ello retroceden la superstición y el oscurantismo, aducen muchos, se impone la razón y la vida se vuelve más alegre. No estoy muy seguro de ello. En un artículo de hace algún tiempo señalaba una serie de rasgos concomitantes presentes en esa ideología, pues esta es también la del aborto y el divorcio masivos, implícitamente de la pederastia, la de la colaboración con la ETA, de la telebasura y el botellón, del homosexualismo y feminismo militantes, de la droga, la corrupción política, el separatismo y el desprecio a la cultura propia, del desplazamiento del español por el inglés, la de la muerte de Montesquieu, la de una extraña simpatía por el islam, por el régimen de Castro, por el Che Guevara o por el terrorismo palestino, la de los ataques a los derechos y libertades en general y en las Vascongadas y Cataluña en particular... Estas cosas suelen ir juntas y, por mi parte, no acabo de verles la razón ni la alegría.
Dice el lamentable Montilla que Cataluña es "una patria dispuesta a rebelarse". Como Asturias. Ojalá tenga razón, ojalá se rebele contra los catalufos, contra los nacionalistas que están convirtiendo a Cataluña en Catalufia.

Pío Moa
Félix Velasco - Blog

domingo, 13 de diciembre de 2009

Idiotipónimos de la jungla política


Los gramáticos llaman "deonomástica" a la recopilación de nombres comunes que proceden de nombres propios. Una variante de esa especialidad es la humorística, cuando la asociación de nombres se hace con propósito de entretenimiento. Por ejemplo, el retrete puede ser "el señor Roca", un ama de casa tradicional se identifica con una "maruja". Los buenos presentadores de la radio podrían ser llamados "crisóstomos" (= pico de oro).
Hay diccionarios enteros de voces deonomásticas, porque se han acuñado miles de voces asociadas a nombres propios. Pero lo interesante es que los famosos actuales nos den pie para inventar nuevos términos, siempre ánimo jocandi para que nadie se enfade y todos se solacen. Veamos algunas invenciones. Las podemos llamar "idiotipónimos".
•"aidoborto": ayuda a las mujeres que quieren terminar con el embarazo.
•"almuniorexia": apetito de cargos en la Unión Europea.
•"amandomanía": dedicación caprichosa y obsesiva por las palabras.
•"boadella": plato de arroz muy apetitoso.
•"bono": unidad de medida del relativismo moral.
•"caamaño": ciudadano de la Comunidad Autónoma de Aragón.
•"candidomendaz": dícese de la persona que arguye con ideas fijas y no verificadas.
•"carmechacona": pieza de música militar que sirve para animar a las tropas pacifistas.
•"chaves": pequeñas corruptelas que no pasan de presuntas.
•"gallardónico": estilo retórico que consiste en hablar con mucha afectación.
•"garzonismo": tendencia al exhibicionismo judicial; avidez de salir en los telediarios por parte de las autoridades.
•"gürtelogía": tratado de las artes para llevarse bonitamente el dinero del erario.
•"mafobia": aversión al liberalismo económico.
•"montillear": proceso por el que un socialista se vuelve nacionalista.
•"montoromaquia": lucha a muerte de la oposición del PP contra las propuestas del Gobierno socialista.
•"pajinia": dominio de la mujer ignorante y resuelta.
•"rajoyoso": dícese del ánimo exultante y ganador.
•"ratofobia": aversión a contestar a las preguntas de los periodistas.
•"salgadomancia": arte de adivinar las tendencias futuras sin comprometerse.
•"zapateralgia": trastorno de la dicción por la que se habla lentamente, acentuando las palabras en la primera sílaba.
Lo malo de componer idiotipónimos es que el ordenador te los rechaza por no existentes. Pero precisamente se trata de descubrir nuevas combinaciones de palabras que puedan ser útiles para interpretar la realidad. Se agradecen aportaciones al Diccionario de Idiotipónimos.
Amando de Miguel
Félix Velasco - Blog

Gibraltar inglés


Los guardias civiles son inocentes como criaturas. Tanto golpe de tricornio y bigotazo clásico, y luego salen pardillos vestidos de verde. A quién se le ocurre pedir instrucciones concretas al Gobierno español sobre cómo actuar en aguas próximas a Gibraltar, donde la Marina Real británica lleva tiempo acosándolos cuando sus Heineken se acercan a menos de tres millas del pedrusco, pese a que la colonia no tiene aguas jurisdiccionales. Cada vez que una lancha picolina anda por allí persiguiendo a narcotraficantes y demás gentuza, los de la Navy salen en plan flamenco a decirle que o ahueca el ala o se monta un desparrame, mientras la embajada británica denuncia «inaceptable violación de soberanía». Para más choteo, la marina de Su Graciosa usa boyas con la bandera española en sus prácticas de tiro, a fin de motivarse. Cada vez, nuestros sufridos guardias, «para evitar males mayores y siguiendo instrucciones», no tienen otra que dar media vuelta y enseñar la popa. Y claro. Como el papel es poco gallardo, algunas asociaciones profesionales de Picolandia piden que esas instrucciones se den de forma clara, para saber a qué atenerse. Porque hasta ahora, la única recibida de sus mandos es la de «seguir patrullando por las mismas aguas, pero evitar conflictos mayores». O sea, largarse de allí cada vez que los ingleses lo exijan. Que es cuando a éstos les sale del pitorro.
La verdad. No he hablado últimamente con el ministro Moratinos, ni con el ministro Pérez Rubalcaba. Ni últimamente, ni en mi puta vida. Pero eso no es obstáculo, u óbice, para que desde esta página me sienta cualificado –como cualquiera de ustedes– para despejar la incógnita que atormenta a nuestros picolinos náuticos. ¿Cuándo el ministerio español de Exteriores va a dar un puñetazo en la mesa?, preguntan. Y la respuesta es elemental, querido Watson. Nunca. Suponer a un ministro español dando puñetazos en una mesa inglesa, o somalí, requiere imaginación excesiva. Las instrucciones a la Guardia Civil puedo darlas yo mismo: obedecer toda intimación británica y no buscarle problemas al Gobierno, a riesgo de que los guardias chulitos acaben destinados forzosos en Bermeo, o por allí. Porque si insisten, y los detienen los ingleses, y se les ocurre resistirse a la detención, para qué le voy a contar, cabo Sánchez. Sujétese la teresiana. La instrucción, que ya regía en pleno esplendor cuando gobernaba el Pepé –a ése también se la endiñaban bien–, vale para todo incidente imaginable: desde ametrallamiento de bandera, a copita y puro de la Navy con las zódiacs de los narcos, pasando por submarinos nucleares con tubo de escape chungo y paradas navales con banda de música y majorettes. Por el mismo precio también incluye la opción de desembarco de los Royal Marines de maniobras en las playas de La Línea, como ocurrió hace unos años, y la sodomización sistemática de los agentes del servicio marítimo de la Guardia Civil o de Vigilancia Aduanera a quienes la marina inglesa, al mirarlos con prismáticos, encuentre atractivos. Todo sea por evitar conflictos mayores.
Y ahora, una vez claras las instrucciones –luego no digan que no son concretas–, una sugerencia: podríamos dejarnos ya de mascaradas. De teatro estúpido que ofende la inteligencia del personal, guardias civiles incluidos. Gibraltar no va a ser devuelto a España jamás, y ninguno de los gobiernos pasados, presentes ni futuros de este país miserable, con el Estado sometido a demolición sistemática y los ciudadanos en absoluta indefensión, está capacitado para sostener reivindicación ninguna, ni en Gibraltar ni en Móstoles. Y no es ya que los gibraltareños abominen de ser españoles. En esta España incierta y analfabeta, desgobernada desde hace siglos por sinvergüenzas que han hecho de ella su puerco negocio, lo que desearíamos algunos es ser gibraltareños, o franceses, o ingleses. Lo que sea, con tal de escapar de esta trampa. Huir de tanta impotencia, tanta ineptitud, tanta demagogia, tanto oportunismo y tanta mierda. Largarnos a cualquier sitio normal, donde no se te caiga la cara de vergüenza cuando ves el telediario. Lejos de esta sociedad apática, acrítica, suicida, históricamente enferma.
Podrían dejarse de cuentos chinos. Reconocer que España es el payaso de Europa, y que Gibraltar pertenece a quienes desde hace tres siglos lo defienden con eficacia, en buena parte porque nadie ha sabido disputárselo. Y porque la Costa del Sol, donde los gibraltareños y sus compadres británicos tienen las casas, el dinero y los negocios, se nutre de la colonia; y sin ésta esa tierra sería un escenario más, como tantos, de paro y miseria. Así que declaremos Gibraltar inglés de una maldita vez. Acabemos con este sainete imbécil, asumiendo los hechos. La Historia demuestra que la razón es de quien tiene el coraje de sostenerla. Nunca de las ratas cobardes, escondidas en su albañal mientras otros tiran de la cadena.
Arturo Pérez-Reverte
Félix Velasco - Blog

sábado, 12 de diciembre de 2009

Carta a S.M. los Reyes Magos



  1. SALUD - Definida en1946 por la Organización Mundial de la Salud como el "estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades".

  2. DINERO - Es resultado de un pacto social, donde todos aceptamos entregar nuestros bienes y/o servicios a otros, a cambio de símbolos monetarios aceptados por todos.

  3. AMOR - Es el sentimiento más grande que tiene el ser humano y su necesidad más profunda. "El amor es, decisión, elección y actitud" (Erich From). Darlo todo y darse por completo a la persona amada buscando su felicidad.

  4. LIBERTAD - Es la facultad del ser humano que nos permite decidir llevar a cabo o no una determinada acción según la inteligencia y voluntad de la persona. Capacidad del individuo de realizar su propio potencial y la búsqueda de la felicidad. Que nadie pueda imponerte miseria, pobreza, privación, ideas, sentimientos, u opresión.

  5. JUSTICIA - La Justicia es ética, equidad (aplicación de la justicia al caso concreto) y honradez. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que es suyo sin tener ningún tipo de discriminación o preferencia hacia ninguna persona, sólo su necesidad y su mérito. Sentimiento de rectitud que gobierna la conducta y hace acatar debidamente todo los derechos de los demás.

  6. TRABAJO - Es una de las principales actividades humanas y sociales, implica asumir un rol creador como factor de la producción. Necesario para subsistir y desarrollarse como individuo.

  7. UNIDAD - Busquemos mejor lo que nos une (es muchísimo más de lo que creemos) que lo que nos separa (es muchísimo menos de lo que creemos). Seamos, en lugar de gente junta, humanidad compacta, sin fisuras ni grietas a causa del color, la edad, el sexo, las creencias, las ideas, el lugar de nacimiento,... Comprendamos que vivimos ya en una aldea global, en un mundo cada vez más pequeño y frágil que es de todos, sin fronteras ni barreras locales.

  8. PAZ - Tranquilidad, quietud interior y exterior. Ausencia de violencia causada por el terrorismo y la guerra, así como erradicación total y absoluta del integrismo y fanatismo religioso, político, nacionalista, cultural, deportivo, ideológico,...

  9. ALEGRÍA - Emoción intensa que experimentamos cuando conseguimos un objetivo o recibimos una buena noticia. "Estado interior fresco y luminoso, generador de bienestar general, altos niveles de energía y una poderosa disposición a la acción constructiva, que puede ser percibida en toda persona, siendo así que quien la experimenta, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos" (Renny Yagosesky).

  10. ESPERANZA - Confianza profunda de que ocurrirá o se logrará lo que deseamos si ponemos los medios humanos, materiales y temporales necesarios para ello, pues las cosas no pasan solas, hay que hacer que ocurran.

Esto es lo que yo deseo,... y no necesariamente en este orden.


¿Y tú que pedirías?


Félix Velasco

El buenismo


Cinco años después de llegar al gobierno a base de buenismo, Zapatero aparece como el perro flaco al que todo se le vuelven pulgas. ¿Es casualidad que en un mes, los piratas de Somalia nos pongan contra las cuerdas, Al Qaida nos secuestre tres ciudadanos, Marruecos nos amenace con otro 11-M y Gibraltar nos detenga a guardias civiles? Quién sabe. En todo caso, ¡a buenas horas Zapatero reclama firmeza contra el terrorismo! Su reclamo, en España y en el mundo, no es creíble.
Zapatero llegó a Moncloa reivindicando Europa, pero Europa nos ha dejado solos en el asunto Haidar. Francia no media. A Estados Unidos, ni llamamos, como hizo la administración Aznar con Perejil. Tampoco el Reino Unido «reconduce» a Caruana como hacía Blair. El Gobierno Zapatero aparece como Gila llamando por teléfono a la ONU, nuestro socio en la Alianza de Civilizaciones. ¿Es ahí la ONU?, pués que me ayuden con Haidar, Marruecos, Mauritania, Mali y Gibraltar. Y, mira, Ban Ki-moon, no volvamos a hablar de alianzas con estos de Al Qaeda.
El Gobierno se ha quedado sin discurso; antes se quedó sin socios, tras los abrazos inútiles con Castro, Chávez y Evo, y la ruptura con los Estados Unidos, no sustituida por alianzas ciertas con Reino Unido, Francia y Alemania, que nos despreciaron por ese brusco viraje. Los socialistas siempre hicieron campaña con la política exterior española, primero González con la OTAN para tumbar a Calvo Sotelo, y luego Zapatero con EE UU e Irak para tumbar a Aznar. Algo impensable en otro país de nuestro entorno, donde la política exterior, como hemos visto con Obama, es un pilar del Estado, cierto y continuista. Cinco años después, Zapatero llama al vínculo trasatlántico, pero nadie responde al otro lado de la puerta. En política económica llegaremos dos años tarde a las reformas –si al final las hacemos– pero en política exterior sólo un cambio de gobierno nos hará creíbles. ¡Que llame Erdogan, el otro socio de la Alianza de Civilizaciones, para decirle a Al Qaeda que Zapatero está en Afganistán en misión de paz! No se pueden cometer tantos errores en tan poco tiempo.

Gloria Lomana
Félix Velasco - Blog

El entorno


Aminatu Haidar es víctima del «Síndrome del Entorno». Si en un momento de debilidad decidiera dar por finalizada su huelga de hambre, la decepción de sus rodeantes sería tan profunda, que terminaría por persistir en el empeño. La que se muere es ella, no Pilar Bardem, ni Almodóvar, ni los juanes diegos, ni Guillermo Toledo, ni Aitana Sánchez Gijón, ni el resto de los viajeros de «Air Ceja». La debilidad física aumenta la timidez. Si Aminatu acaba por entender que sus peticiones, hoy por hoy, son técnicamente imposibles, y concede un margen de tiempo a la solución de su problema, los de la «Air Ceja» podrían armarle una buena. Se han unido a los pesebristas los líderes sindicales, que es pleonasmo, por cuanto también son beneficiados del pesebre sin fondo que les ofrece Zapatero. Curiosa la petición de que el Rey actúe. El que tiene que actuar es el Gobierno, que para eso está y atesora todas las competencias. Los sindicalistas, con cinco millones de parados, han convocado una manifestación contra los empresarios, no contra el responsable de la catástrofe económica. Comen de él. Y los saltimbanquis de la Ceja le piden al Rey que arregle lo que corresponde a Zapatero. Comen de él. Y en el medio del lío, la pobre Aminatu Haidar, que vive su debilidad y su agobio entre un grupo de personas, el entorno, que van y vienen, que se fotografían con ella, que le dan la murga, que explotan su figura y que aprovechan su huelga de hambre para seguir comiendo a costa de los contribuyentes.
Aminatu Haidar sabe que no puede conseguir un pasaporte saharaui para volver a su tierra. No existe, por desgracia, ese documento. Aminatu Haidar no quiere ser refugiada en España. Aminatu Haidar no acepta ese pasaporte marroquí que le ofrecen a cambio de pedir perdón al intolerable Mohamed. Aminatu Haidar no puede engañarse. Busca la solución con su huelga de hambre, y está mal aconsejada. Su muerte es la solución. Para Marruecos y para el Gobierno de Zapatero. Ignoro si se halla en condiciones de pensar con lucidez. Su lucha ha trascendido, y en todas partes se habla de ella. Que aproveche el momento. Que renuncie a la huelga de hambre y prepare su estrategia de mañana. Morir a cambio de lo imposible es heroico, pero necio. ¿Es ella la responsable de su empecinamiento, o la víctima del circo que se ha montado alrededor de su tragedia? Llega Alberto Sanjuán, se marcha Aitana, la Bardem cena en el hotel, Guillermo Toledo vuelve pasado mañana, Lola Dueñas manifiesta que hay que arreglar el asunto, Juan Diego Botto le susurra memeces argentinas y Juan Diego no Botto le recomienda mantenerse firme. ¿Para qué? ¿Para que muera a cambio de ser la nueva mártir de la izquierda? ¿Una mártir de la Izquierda martirizada por la propia Izquierda del Gobierno de España? –Resiste, Aminatu–. ¿Creen los viajeros de «Air Ceja» que al Rey de Marruecos le importa algo la vida de Aminatu? Menos que un higo o que un dátil. Pero ella se mantiene ahí, víctima del entorno, firme y valiente, sin nadie que le diga que su vida vale mucho más que una huelga de hambre para obtener por la fuerza lo que hoy es imposible. El «Síndrome del Entorno».

Alfonso Ussía
Félix Velasco - Blog

lunes, 7 de diciembre de 2009

A los que quieren liquidar la cruz: ¿Qué es la tradición cultural?


A propuesta de ERC, el PSOE ha vuelto a introducir como conflicto la simbología religiosa en los centros públicos y especialmente en las escuelas. No me refiero a la posibilidad de que la prohibición se extienda a los centros concertados porque esto sería perfectamente anticonstitucional, y aunque eso nunca ha sido una barrera para quienes nos gobiernan –véase sino el proyecto de ley de aborto- su horno no está ya para tantos bollos.
Es evidente que la cruz tiene un significado religioso, pero también lo es que posee una dimensión cultural. Se inscribe como una componente fundamental de lo que se conoce por tradición cultural, que no puede confundirse con lo que normalmente denominamos “tradiciones” aunque forme parte de las mismas, pero su dimensión es mucho más grande porque esta constituida por las fuentes de donde surge nuestra cultura y su desarrollo histórico.
La concepción que tenemos, la forma como enfocamos las relaciones, los sistemas políticos, el sentido de la justicia o de la solidaridad, se inscriben en el marco de referencia que determina nuestra tradición cultural, que tienen en el cristianismo su componente más determinante, no la única pero sí la más imprescindible, porque es la que constituye la raíz y el tronco de este conjunto de fuentes culturales y morales que nos alimenta. Esto explica las diferencias de sentido en relación a otros marcos de civilización como el islámico.
Un filósofo agnóstico tan bien conocido como Habermas, ha escrito “La contribución histórica que la moral de la justicia judía y la ética del amor cristiana han aportado, sin duda, a la formación del individualismo moderno y del universalismo igualitario puede y debe intervenir en la autognosis política de los ciudadanos europeos. Para los europeos, se trata de un componente esencial de nuestra cultura política común”.
Pero no sólo eso, afirma además que “las grandes religiones del mundo que nacieron al mismo tiempo que la filosofía griega pertenecen igual que ésta, a la genealogía de la razón”.
Toda tradición cultural se expresa en unos símbolos. El gótico y el románico, para señalar dos estilos arquitectónicos y artísticos bien visibles, constituyen manifestaciones de esta tradición. Ambos tienen una lectura religiosa, católica para más señas, inequívocas, pero además pertenecen a la cultura europea, española, por tanto, que nos es común. A nadie se le ocurriría pensar que la dimensión religiosa del gótico ofende en el espacio público a los no creyentes. Esto mismo es aplicable a la cruz en la escuela o en cualquier otro centro público. Para unos tendrá un significado religioso, para otros define una tradición cultural que nos configura que es signo de identidad o, simplemente, indicación que debe entender y respetar quien viene de una tradición distinta.
No puede ser que el vacío, la nada, sea la característica única del espacio público, porque el vacío no existe y menos en el ámbito de los símbolos, y la solución no puede ser la de ir prohibiendo los símbolos de los demás, sino asumirlos dentro de los limites de la convivencia. Que no se olvide: Cuando se está imponiendo la nada como pretensión de lo que nos es común se está falseando la realidad, la cultura y la historia. Se esta imponiendo la pretensión de unos a los demás.
Es cierto que en todo esto hay un dilema, pero este no se puede resolver a base de mutilar una realidad que resulta tan evidente que se manifiesta por todas partes. ¿Cómo es posible que el escudo de España que nos une a todos incorpore en su definición heráldica la cruz, y esta misma cruz no pueda encontrarse en la pared de un centro público? ¿Hay algo más público, común y compartido que el escudo de la nación española y la bandera que lo acoge? Y lo mismo podríamos decir de la simbología de comunidades autónomas, caso de Asturias o, por partido doble, la bicrucífera vasca, o la doble cruz de San Jorge que forma parte del escudo de Barcelona. ¿Se deben de eliminar también todos estos símbolos porque discriminan a los que no creen en ellos? ¿O acaso no son testimonio de toda una historia y una tradición a la que en sus aspectos positivos y negativos estamos adscritos?
Más allá de esto hay que constatar que Jesucristo es un personaje histórico que también posee un doble significado: el religioso y el de un gran hombre cuya palabra expresada en los evangelio interpretados de forma laica, continúan siendo fuente y guía para la humanidad.
También, al actuar de esta manera se ofende innecesariamente a los cristianos, que ven que la única actitud que existe hacia ellos es la de la exclusión. Y, en este sentido, la palabra de Habermas puede ser útil una vez más cuando critica “la ideología secularizadora que niega por principio a la religión la posibilidad de contener parte de razón” Nosotros somos parte muy importante de la razón común, y el excluirlos significa mutilar lo cristiano, sí, pero también lo que es de todos.

José Miró
Félix Velasco - Bolg

domingo, 6 de diciembre de 2009

Chantaje en Vigo


Vigo. O sea, Galicia. España. Estado moderno –dicho sea lo de Estado con las cautelas oportunas–. Democracia constitucional con supuestos derechos y libertades de cada cual. En mi casa mando yo, resumiendo. Y mi amigo Manolo, que es un ingenuo y se lo cree, necesita cubrir un puesto de auditor. Es una oferta seria y bien remunerada. Así que publica un anuncio en la prensa local: «Se necesita auditor para empresa solvente». Y empieza el circo.
La cosa se encarna en inspectora de Trabajo y Asuntos Sociales, con todas sus letras. Hola, buenas, dice la pava. ¿Cómo es que solicitan ustedes un auditor, y no un auditor o una auditora? Mi amigo, que es hombre culto, conoce las normas de la Real Academia en particular y de la lengua española en general, y no trinca de la corrección política ni de la gilipollez pública, como otros, argumenta que auditor es masculino genérico, y que su uso con carácter neutro engloba el masculino y el femenino desde Cervantes a Vargas Llosa, más o menos. No añade, porque es chico educado y tampoco quiere broncas, que no es asunto suyo, ni de su empresa, que una pandilla de feminazis oportunistas, crecidas por el silencio de los borregos, la ignorancia nacional y la complicidad de una clase política prevaricadora y analfabeta, necesite justificar su negocio de subvenciones e influencias elevando la estupidez a la categoría de norma, y violentando a su conveniencia la lógica natural de un idioma que, aparte de ellas, hablan cuatrocientos millones de personas en todo el mundo. Olvidando, de paso, que la norma no se impone por decreto, sino que son el uso y la sabiduría de la propia lengua hablada y escrita los que crean esa norma; y que las academias, diccionarios, gramáticas y ortografías se limitan a registrar el hecho lingüístico, a fijarlo y a limpiarlo para su común conocimiento y mayor eficacia. Porque no es que, como afirman algunos tontos, las academias sean lentas y vayan detrás de la lengua de la calle. Es que su misión es precisamente ésa: ir detrás, recogiendo la ropa tirada por el suelo, haciendo inventario de ésta y ordenando los armarios.
Pero volvamos a Vigo. A los pocos días de la visita de la inspectora mentada, Manolo recibe un oficio, o diligencia, donde «se requiere a la empresa la subsanación de las ofertas vigentes y la realización de las futuras o bien en términos neutros, o bien referida simultáneamente a trabajadores de ambos sexos». Dicho en corto –aparte la ausencia de coma tras futuras y la falta de concordancia de referida–: o en el futuro pide auditor o auditora, con tres palabras en vez de una, en anuncios que se cobran precisamente por palabras, o deberá atenerse a las consecuencias. Y a mi amigo, claro, se lo llevan los diablos. «O es un chantaje feminista más –se lamenta–, o mi anuncio despista de verdad, y algunas mujeres ignorantes o estúpidas creen que no pueden optar a ese puesto de trabajo. Lo que sería aún más grave. Si lo que tanta idiotez de género ha conseguido es que, al final, una mujer crea que ofrecer un trabajo de auditor es sólo para hombres y no para ella, todo esto es una puñetera mierda.» Etcétera.
El caso es que, resuelto a defender su derecho de anunciarse en correcto castellano, Manolo se pone en contacto con los servicios jurídicos del Ministerio de Igualdad, donde una abogada razonable, competente y muy amable –lo hago constar para los efectos oportunos–, le dice que, con la ley de Igualdad en la mano, la inspectora de Vigo «puede haber creído detectar» discriminación en el anuncio, y que la empresa se expone a una sanción futura si no rectifica. «¿Entonces, la legalidad o ilegalidad de mi anuncio depende de la opinión particular de cualquier funcionario que lo lea, por encima de la Real Academia Española?», pregunta Manolo. «Más o menos», responde la abogada. «¿Y qué pasaría si yo recurriese legalmente, respaldado por informes periciales de lingüistas o académicos?», insiste mi amigo. «Pasaría –es la respuesta– que tal vez ganase usted. Pero eso dependería del juez.»
Es inútil añadir que, ante la perspectiva de un procedimiento judicial de incierto resultado, que iba a costarle más que las dos palabras suplementarias del anuncio, Manolo ha cedido al chantaje, y lo de auditor a secas se lo ha comido con patatas. «Auditor, auditora y auditoro con miembros y miembras», creo que pone ahora. Con mayúsculas. Tampoco está el patio para defensas numantinas. Esto es España, líder de Europa y pasmo de Occidente: el continuo disparate donde la razón vive indefensa y cualquier imbecilidad tiene su asiento. Como dice el pobre Manolo, «lo mismo voy a juicio, colega, me toca una juez feminista y encima me jode vivo». Intento consolarlo diciéndole que peor habría sido, en vez de auditor, necesitar otra cosa. Un albañil, por ejemplo. O albañila.

Arturo Pérez-Reverte
Félix Velasco - Blog

Pecado original


Quién no se ha preguntado, leyendo el pasaje del Génesis en el que se narra la tentación de la serpiente, sobre la naturaleza de aquel primer pecado que cometieron Adán y Eva? La interpretación más frecuente –la más banal y chusca también– propone que aquel primer pecado fue de lujuria; pero no hallamos en el texto insinuación alguna que permita deducir semejante cosa. Y aun podría oponerse que, siendo el demonio un espíritu puro (esto es, un ángel) que ignora los placeres de la carne, sería del género idiota que para hacer partícipes a los hombres de su naturaleza corrompida los indujera a hacer algo que él mismo considera despreciable (aunque también es cierto que, precisamente porque odia al hombre, le regocijaría verlo enfangado en vicios propios de seres inferiores). Otras muchas interpretaciones se han probado; y ahora me viene a las mientes, por ejemplo, un gracioso cuento de Clarín, en el que el autor de La Regenta propone que el pecado original fue la envidia, hipótesis nada desdeñable, pues la envidia –a diferencia de la lujuria– es motor originario y constante de la acción del demonio, que se rebeló por envidia de no ser como Dios; y que promete a Eva la quimera que él no ha logrado, si muerde del fruto prohibido. No sabía Eva –no había tenido tiempo de leer a Quevedo– que la envidia «va tan flaca y amarilla porque muerde pero no come».
Pero, en honor a la verdad, cuando la serpiente lanza su promesa –«Seréis como Dios»–, Eva ya está acaramelada y dispuesta a hincar el diente al fruto prohibido; de modo que la envidia es, en todo caso, su pecado segundo o sobreañadido, pero no su pecado original. Leyendo en estos días un ensayo brillantísimo de Fabrice Hadjadj, La fe de los demonios (Editorial Nuevo Inicio), que fervorosamente les recomiendo, me he tropezado –entre otras muchas delicias de la inteligencia– con una interpretación pasmosa y dilucidadora del pasaje bíblico que ahora comentamos; y, como suele ocurrir con las interpretaciones más atinadas, la de Hadjadj se funda en la evidencia, no en lecturas esquinadas y abstrusas. Hadjadj primeramente recuerda la prohibición literal de Dios: «De todo árbol del jardín podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, morirás» (Gn 2, 16-17). Y a continuación reproduce la respuesta que Eva le da a la astuta serpiente que pretende hacerle infringir la prohibición; respuesta en la que Eva introduce una morcilla o adición a las palabras de Dios que resaltamos en cursiva: «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del jardín dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis» (Gn 3, 2-3). ¡Dios no había dicho que no pudieran tocar ese árbol! Probablemente a Dios le hubiese parecido fetén que lo tocasen, y aun que se restregaran contra su corteza para despulgarse, o que treparan por su tronco y se encaramasen en sus ramas y se adornasen el pelo con sus hojas y sus flores, con tal de que no comiesen de su fruto; pero la muy melindrosa Eva añade a la prohibición de Dios una prohibición de cosecha propia: «Ni le tocaréis». Eva se muestra aquí como una hipócrita disfrazada de mosquita muerta: ofuscada por su celo moralista, hace de la prohibición divina una excusa para inventarse otra prohibición más enojosa y tiquismiquis. ¡Es una puritana de la peor calaña!
Y ese orgullo puritano fue su pecado original. Entonces la serpiente pudo envolver a Eva en su abrazo y empujarla contra el árbol, diciéndole: «¿Lo ves, farisea de mierda? ¡Lo has tocado y no estás muerta! ¡Tampoco morirás si comes su fruto!». Y la muy puritana Eva infringe entonces la auténtica prohibición, que es lo que tarde o temprano les ocurre a todos los puritanos, que se imponen escrupulosas y absurdas prohibiciones sobrehumanas que ninguna persona normal es capaz de cumplir; y, una vez infringidas esas prohibiciones sobrehumanas que, en su petulancia orgullosa, se han inventado, infringen las prohibiciones verdaderas. El puritano siempre acaba cayendo en el desenfreno; porque, cuando descubre que su exceso moralista es insufrible, no tarda en juzgar insufrible cualquier moral: actúa como el político que empieza haciendo públicos sus bienes (exigencia que nadie le ha solicitado), para terminar rapiñando los bienes ajenos, infringiendo la exigencia propia de su cargo.
El puritanismo –o sea, el vicio disfrazado con las plumas de pavo real de la virtud llevada hasta el absurdo– fue el pecado original; y también, por cierto, el más concurrido pecado de nuestra época.

Juan Manuel de Prada
Félix Velasco - Blog

La mejor tortilla estatal


Soy adicto al blog de Santi González, el periodista vasco más trascendental –incluso algo trascendente– de los últimos treinta años, y lo soy por varias razones que pueden reunirse en una sola: siento una muy insana envidia por el talento que se evidencia en sus artículos y el que brilla en los comentarios de sus lectores, un grupo de gamberros cultivados poseedores de clarividencia mordaz y de una mala leche agudísima. La última perla aportada al debate patrio por el impagable observador bilbaíno ha sido el cartel que luce un bar de su localidad que ha resultado triunfador del prestigioso concurso de tortillas de patatas que se ha celebrado este año en Alicante y que casi siempre gana mi amiga Ciri, del asador La Encina de Palencia. Ignoro si por guasa provocadora o por poquedad hipercorrecta, el propietario ha colocado en la puerta acristalada un gran y legítimo anuncio que reza «2009 Primer Premio de Tortilla Estatal», supongo que por aquello de que a la tortilla de patatas siempre se la conoció como `tortilla española´, que no fue otra cosa que un gran invento carlista del general Zumalacárregui, que en el Sitio de Bilbao ordenó mezclar en una olla las patatas con los huevos para así ganar tiempo y empezar pronto los combates. Las vueltas que da la vida.
Siempre me ha resultado tan enternecedor como cómico el esfuerzo titánico que se realiza desde algunos ámbitos nacionalistas para no mentar la palabra `España´. Ya es sabido que para la televisión catalana, por ejemplo, la `Vuelta Ciclista a España´ es la `Vuelta Ciclista al Estado´ o la `selección nacional de fútbol´ es la `selección estatal´, nunca la `selección española´. Un cantante concienciado siempre hará una gira por Francia, Italia, Alemania y el `Estado español´, como me dijo una vez el mánager de una cantautora mallorquina muy admirada por mí: le contesté que no sabía que fuera a cantar en comisarías de Policía, delegaciones de Hacienda, cuarteles de la Guardia Civil o institutos públicos de diversas poblaciones. Les pasa lo mismo que a Franco, que se pasaba el día hablando del Estado, nunca de España: él era jefe del Estado español y así siempre se hacía llamar, el Estado por aquí, el Estado por allá, el Estado ha hecho esto, el Estado ha hecho aquello. Tampoco es nuevo eso de cambiarle los nombres a las cosas en función de desafecciones políticas: la `ensaladilla rusa´ hubo un tiempo que fue obligatoriamente conocida como `ensaladilla nacional´ y los `filetes rusos´, como `filetes imperiales´, o sea, que la tradición viene de lejos.
Se pueden confeccionar todo tipo de ocurrencias a cuenta de la pirueta del bar bilbaíno, pero todas nos llevan a una cierta melancolía después de haber pasado por la coña. Fundamentalmente llegamos a una y es la de que la cursilería no tiene límites: nada como un nacionalista para hacer el ridículo impunemente, para mostrarse desnudo y sincero ante las fauces devoradoras de todo inquisidor medianamente agudo que considere que no atreverse a presumir de ser el mejor tortillero de España es un signo inequívoco de estulticia. Porque aquí el objetivo es doble, negarse a llamar `española´ a la tortilla española o evitar escribir el nombre de `España´ como ámbito geográfico en el que se ha desarrollado el campeonato. La palabra `estatal´ es el sortilegio eufemístico que los libera de la tortura de pronunciar la bicha, es el hallazgo que los desata del yugo, es la displicencia perfecta para verse ajenos a una realidad inevitable: en su pasaporte pone `español´, pero en su lenguaje pueden ser otra cosa. De seguir así, le cambiaremos el nombre a muchas cosas más, como escriben los blogueros: cantaremos la canción de Cecilia diciendo «Mi querido Estado, este Estado mío, este Estado nuestro…», entonaremos la publicidad de las aceitunas de mesa cantando «Es la Estatal una aceituna como ninguna…» o cambiaremos las palabras del verso de León Felipe «Estado camisa blanca de mi esperanza…», y así, de genialidad en genialidad, llegaremos al sandio territorio feliz en el que no quedarán ni los gentilicios.
Pobre España, engrudo de huevos y féculas destinada a ser una simple tortilla estatal desestructurada. Y, a todo esto, tendrá el bar hasta los topes, seguro.

Carlos Herrera
Félix Velasco - Blog

viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Presidente o presidenta?


En español existen los participios activos como derivados de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar, es atacante; el de salir, es saliente; el de cantar, es cantante; el de existir, existente.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es "el ente".
¿Qué es el ente? Quiere decir que tiene entidad.
Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final "-nte".
Por lo tanto, a la persona que preside se le dice presidente, no presidenta, independientemente del sexo que esa persona tenga.
Se dice capilla ardiente, no ardienta; se dice estudiante, no estudianta; se dice paciente, no pacienta; se dice dirigente y no dirigenta.
Nuestros políticos -y muchos periodistas- no sólo hacen un mal uso del lenguaje por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española. Algo que es básico y necesario si se pretende ser político o periodista.
La riculez en la que habitualmente caen por tratar de inventarse "profesiones feministas" puede llevar a una reacción contraria e igualmente absurda, como por ejemplo hablar de: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el turisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el telefonisto, el gasisto, el trompestisto, el techisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino,... y, sobre todos, ¡el machisto!
Pero existe uno que podemos aceptar sin ningún problema, en vez de decir : "esa persona es UN CARGO PÚBLICO",`podemos afirmar sin temor a equivocarnos que: "esa persona es UNA CARGA PÚBLICA" ... Sra. MINISTRA DE “IGUAL-DÁ”.

Félix Velasco