No puede ser más que desde un atracón de poder, de poder mal entendido pero sobre todo ambicionado, como se explique el estrepitoso fracaso de un gobernante que interpretó con inigualable ceguera una manifestación como la del 11 de septiembre.
El fiasco de Mas a manos de la Cataluña silenciosa se disparó ayer como una bomba de racimo en diversas direcciones. Mas fracasa consigo mismo como político mediocre, desconocedor de la pluralidad de Cataluña; fracasa ante los catalanes, porque hace mucho más ingobernable una comunidad que necesitaba la concordia y el consenso; fracasa también ante el resto de España, por haber sustituido su imagen dialogante por otra insolidaria y ácida; fracasa ante Europa, a la que ha convocado ruidosamente en forma de diplomáticos y prestigiosos medios que finalmente han sido testigos masivos y directos de su batacazo, y, en fin, fracasa ante su propio partido, que le juzgará tarde o temprano (también a Duran) por su irresponsable salto en el vacío, hacia uno de los peores resultados de la historia.
De vuelta a la cruda realidad, si opta por seguir con la aventura, engordará más a ERC y hará peligrar la propia CiU. El tiempo dirá si el 25-N que iba a encumbrar al Mesías no lo ha condenado al fin de su trayectoria política.
Manuel Erice
Félix Velasco - Blog
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