De siempre se dijo que aquél que pedía perdón debía ejercitar de manera creíble un cierto arrepentimiento, aceptar una penitencia y expresar manifiestamente un propósito de enmienda que no dejara lugar a duda alguna. La política española ha jugado de manera arrojadiza con el concepto del perdón y ha obviado expresamente todas las anteriores exigencias. Aquí el perdón se exige y se hace de forma inclemente en todo tipo de supuestos. Es frecuente contemplar, desde la perplejidad, como algunas formaciones le reclaman a otras pedir perdón por hechos acaecidos doscientos años atrás a supuestas víctimas que nada tienen que ver con los que padecieron la afrenta en cuestión. Así hay organizaciones musulmanas que exigen se pida perdón -la petición de perdón siempre se exige, insisto- por la conquista violenta de Granada por los Reyes Católicos, o formaciones políticas nacionalistas que insisten en que el gobierno actual de España pida perdón por la actuación del ejército franquista en la entrada en Barcelona, o estadistas de la envergadura de Elena Valenciano que también exigen al PP que pida perdón a los homosexuales por el recurso fallido acerca de su matrimonio ante el Constitucional, o insulsos como los del PSC que demandan a Rajoy un perdón por hacer crecer con sus políticas el número de independentistas en Cataluña La cristianísima figura del Perdón es un arma arrojadiza en manos de unos pocos cantamañanas.
Un país como España, en el que el único que ha pedido perdón ha sido su Jefe de Estado por irse a cazar un elefante en su tiempo de vacación, contempla con curiosidad como un grupo de militantes de base del PSOE filma un video en el que solicitan el perdón de los españoles por los errores de anteriores gobiernos, todos ellos bastante manifiestos. Pero algo hace sospechar que contiene truco o trampa. Y así es: la petición de perdón es fingida. Ninguno de los que acontece lamenta de verdad que la acción del anterior gobierno condujera a la economía española de una situación de superávit a una de un déficit del 11%, es decir, dilapidara los fondos del Estado con la excusa de la política del bien. El mensaje del video viene a decir «perdonadnos por rendirnos ante los poderosos y malvados mercados y tiburones internacionales que nos obligaron a congelaros las pensiones y a rebajaros el sueldo a los funcionarios». No piden perdón por no articular un auténtico discurso nacional, ni por haber excitado el Estatuto de Cataluña que ha traído estos lodos, ni por nombrar ministro o ministra a bobos de pancarta, ni por haber pretendido volver a dividir a los ciudadanos a cuenta de viejas historias de la Guerra Civil. No piden perdón por pretender ejercitar una perversa ingeniería social, ni por pactar con cualquiera en cualquier lugar con tal de que no gobernaran los derechosos desechos de tiempos pasados, ni lo piden por alentar la creación de cordones sanitarios con los que aislar, al menos, a la mitad de la población. Piden perdón de boquilla por no haber gastado lo suficiente y por dejar de hacerlo cuando la comunidad internacional más significativa telefoneó una noche a ZP y le advirtió que se dejara de bromas. Piden perdón por lo que se hizo correctamente, no por lo que se hizo alegremente. Es cierto que lamentan no haber pinchado la burbuja inmobiliaria -que es como decir que se cedió ante los malos, los promotores inmobiliarios- y que son críticos con la inopia calibradora de la crisis del gobierno del 2008, pero es también una forma de decir que su alma era pura, inocente y que, en todo caso, es pecadora por no albergar maldad para identificar a los malvados.
Perdonadme por no haber sido algo más malo, por haber creído en la bondad del universo. Por no haber sido más de izquierdas Me suena a cuento.
Carlos Herrera
Félix Velasco - Blog
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