Su origen es la ceremonia de adopción de un niño, tomando los problemas que ésta conlleva por decisión propia. El padre debía meter al niño por la manga de una camisa grande hecha para la ocasión. Luego lo sacaba por la cabeza o el cuello de la prenda y el padre le daba un fuerte beso en la frente como prueba de la aceptación de la paternidad.
Como quiera que las adopciones solían acarrear problemas, se hizo extensivo con esta frase la aplicación de las dificultades a todo tipo de asuntos. Si tal adopción acababa en fracaso, se aconsejaba al repudiado que no volviera a dejarse adoptar y que no se metiera en camisa de once varas.
En algunas regiones de Europa la ceremonia continúa vigente pero con la madre, con objeto de simular el parto.
Una vara son 83,59 cm. Así, que la camisa mediría 9.24 metros.
En algunas zonas, el padre o la madre adoptivos metían al niño bajo su manto o sus vestiduras en señal de protección. Estas costumbres, u otras muy similares, se mantienen actualmente en algunos pueblos eslavos del sur (búlgaros y bosnios) y entre los turcos.
Félix Velasco - Blog
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