El Tercio es considerado el renacimiento de la infantería en el campo de batalla y es muy comparado con las legiones romanas o las falanges de hoplitas macedónicas.
El Sargento Mayor de cada Tercio, dirigía los compases de sus hombres moviendo un gran garrote, una especie de antecedente de la batuta de orquesta que recibía el explícito nombre de porra. El Sargento Mayor era el ayudante principal del Maestre de Campo, era el segundo al mando en el Tercio, lo que hoy sería el Jefe de Estado Mayor y aunque no tenía compañía propia, tenía la potestad sobre todos los capitanes. Daba las órdenes verbales del Maestre de Campo del Tercio a los capitanes, decía cómo debía formar el Tercio en el campo de batalla y dónde se alojarían las compañías en los campamentos. Tenía un ayudante que solía ser un alférez
Cuando una columna en marcha hacía un alto prolongado, el sargento mayor hincaba en el suelo el extremo inferior de su porra distintiva para simbolizar la parada. En su inmediación se establecía rápidamente la guardia, encargada de custodiar los símbolos más preciados del Tercio: la bandera y el carro donde se llevaban los caudales. También quedaban bajo su vigilancia los soldados arrestados por faltas leves, que durante ese descanso debían permanecer sentados en torno a la porra que el sargento había clavado al principio. Eso equivalía por tanto a «enviar a alguien a la porra» como sinónimo de arrestarle, el oficial ordenaba el arresto mediante la siguiente expresión: "¡Vaya usarced a la porra, seor soldado!".
Esta irónica pero curiosa locución tuvo bastante éxito, por lo que pasó a engrosar la riqueza léxica del español originando el actual y despectivo «¡vete a la porra!».
Félix Velasco - Blog
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