El derecho de autodeterminación no está recogido en la Constitución española, por lo que hablar de la secesión de una parte de España es, en este momento, pura ficción que sólo conduce a la frustración. Pero por seguir con esa hipótesis centrada en Cataluña, supongamos que esa comunidad pudiera celebrar un referéndum sin que fuera ilegal y que el resultado fuera favorable a la independencia. Pues bien, antes de marcharse tendrá que hacer cuentas con España y devolver todo lo que el Estado ha invertido en esa comunidad a fondo perdido, pues es la región española que más ha recibido, sin ser la que más ha puesto, ya que tiene por delante Madrid y Baleares. Así pues, se quedaría con los casi 50.000 millones de deuda que tiene actualmente –más la cantidad que saliera de la liquidación con España–, y sin muchas posibilidades de colocarla, dado que tiene valor de «bono basura». La UE ha advertido que quedaría fuera del club, con lo que debería utilizar la peseta o emitir una nueva moneda. En fin, un desastre para las arcas de ese hipotético Estado que nacería tan endeudado que resultaría inviable. Por eso, da la sensación de que Mas juega de farol. Convencido de que su maltrecha economía mejorará si consigue llegar con el Estado al mismo acuerdo que tienen Navarra y el País Vasco, lanza el órdago de la independencia para lograr lo que pretende.
El peligro radica en que ha impulsado a una parte importante de los catalanes hacia la senda imposible de la independencia con el falso argumento de que es la comunidad con peor situación económica porque su dinero se lo quedan Extremadura y Andalucía, aun a sabiendas de que es una falsedad. La verdad es que lo han despilfarrado ellos mismos.
Carmen Gurruchaga
Félix Velasco - Blog
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