Guerra sin batallas
Me parecerá muy bien que se permita fumar en los casinos de Eurovegas. Es natural que los vicios se asocien entre sí porque los unos dependen de los otros para sostenerse y por lo general se alimentan entre sí. Cuesta concebir un casino sin humos, como ocurre en España. Yo creo que es tan absurdo suprimir el humo en los locales de juego como lo sería prohibir el sexo en los burdeles y la fe en las iglesias. El juego es un vicio que para su supervivencia ha necesitado siempre de otros vicios asociados, entre ellos, el vicio de fumar. Si se autoriza el juego, permítase también los vicios colaterales para que al menos sea coherente la atmósfera. Habremos de entender de una vez por todas que hay ciudadanos que no quieren que el Estado los libere de sus vicios, les vigile el alma y les hurgue en los bolsillos. ¿Desde cuándo ha de ser un deber la salud, si siempre ha sido un derecho? ¿Quiénes son los políticos para decirnos qué clase de humo han de tragar los tipos que apuestan la bolsa y la vida en los casinos? ¿Y por qué se empeñan además en dictarnos la moral? Si autorizan el juego, pero prohíben los vicios que suelen rodearlo, no tardarán en aceptar las guerras con la condición de que se prohíban en ellas las batallas. Me sorprende sobre todo que ese renacimiento de ese puritanismo lo encabece la izquierda, de tradición tolerante y defensora de la libertad de pensamiento y de la libertad de vicio. Los falsos progresistas están empeñados en culparnos de nuestra libertad y nos reprochan que por no llevar su vida de seminaristas corramos el viejo riesgo natural de morir enfermos. ¿Pretenden acaso que en los hospitales sólo tengan mala cara los médicos? Si continúan por ese rumbo sanitario y puritano, no me sorprendería que saliese de Izquierda Unida el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española.
José Luis Alvite
Félix Velasco - Blog
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