jueves, 27 de septiembre de 2012

Los Bardemcillos


Opción A: 
«Me tiro de los pelos con los recortes»
«Se están cargando el presente de este país»
«No quieren ciudadanos, sino súbditos»
«Hay gente al borde de la indigencia»
«Me parece salvaje lo que se está haciendo en España»
Opción B: 
«Este país saldrá de la crisis»
«Somos una nación fuerte con ganas de sobrevivir y ser los mejores»
«La unión nos hará más fuertes contra nuestros enemigos»
«De la mano, somos más y mejores»
«Nada nos hará sucumbir»
La primera opción recoge el apocalipsis según los embajadores honorarios de la Marca España. Bardem (en su doble versión Javier y Carlos); Pedro Almodóvar, el rey de la transgresión y de los personajes marginales que ya no cuelan; y Penélope Cruz, la muchachita de Alcobendas que se compadece tanto de los niños españoles sin libros de texto que parió al suyo en un exclusivo centro médico privado americano de Beverly Hills y paga sus impuestos, dólar a dólar, al imperialista Gobierno de EE.UU.; en la opcion B, retratados quedan Clint Eastwood, Sharon Stone, Susan Sarandon, Harrison Ford... y otros actores norteamericanos que arriman el hombro y la cartera al fuego de su país, aunque sea el que menos calienta. Seguro que los lectores que me premian con su paciencia no hubieran requerido de pista alguna para llegar a la conclusión de quién es quién en este universo de deslealtades y falta de patriotismo. Perdonen la redundancia, pues.
De poco le sirve a este país de desagradecidos funcionales enviar a nuestro mejor embajador, el Rey, a desplegar su impagable diplomacia real si los líderes de opinión con los que se come las palomitas medio mundo descerrajan, en cuanto les ponen un telediario extranjero delante, un tiro en el corazón de España, a mayor gloria de sus fantasías rojas de tan buena venta en la España sin paga de Navidad. Y, a la par, dan de comer trolas a los rotativos a los que nuestros complejos tanto veneran (NYT, FT...), especialistas en ver la paja en el ojo de nuestro país y eludir la viga del Bronx en el propio.
Esa obsesión que tienen algunos por convertirse en pulgas que minan con saña el perro flaco en que se ha convertido su país empieza a ser patológica. Y letal para los intereses generales, fundamentalmente para los de aquellos a los que no les sobran diez euros para ir al súper y menos para malgastarlos en los tostones que ellos producen (qué le van a contar a Pe, con ese último fiasco de «Volver a nacer»). Una humilde recomendación: afinen el tiro, porque cada zarpazo a nuestra credibilidad daña más el futuro de los parados que el de la cuenta bancaria de Botín.
Mayte Alcaraz
Félix Velasco - Blog

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