Para qué mentir. Envidio desde ayer al secretario de Estado de Defensa. Dieciocho millones de euros de patrimonio no está mal si encima, como me cuentan, despacha con un señor educado como Morenés al que tampoco parece que le haga falta pedir un préstamo. Ya que tienen cubiertas sus necesidades, es de esperar que se centren en las de España. A los políticos hay que ponerles con las palmas de las manos hacia arriba para ver si roban, aunque sea en el supermercado. No vaya a ser que los garbanzos se conviertan en diamantes. Nos sabemos más nombres de políticos corruptos que de bandoleros o de padres de la Constitución, la madre que la parió. Lo importante no es si son ricos, pobres o de medio pelo –que ahí está la mayoría–; lo fundamental es que no olviden que las propinas las damos los clientes. Sólo los ricos entrarán por el ojo de la aguja de la política, dice la izquierda encolerizada porque Dolores de Cospedal ha quitado el sueldo a sus diputados. Y si así lo quiere, y como dice la presidenta, ¿no podría dedicarse a la política un pintor, un electricista que no mienta en las facturas o un tendero que no sise con el peso? Si los tenderos gobernaran España ya se hubiera acabado tanto vender de fiado y comprar a plazos. En vista de los resultados a muchos políticos no sólo habría que quitarles el sueldo sino pedirles una tasa por ejercer la profesión. Una vez que lo conocemos, lo que tengan los ministros en el banco es cosa suya. Que trabajen para que a los demás nos abulte la cartera. En eso todos somos insaciables.
Pedro Narváez
Félix Velasco Blog
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