El 11 de septiembre es un día de explosión de sentimientos. Poco importa este día que la Unión Europea diga claramente que si una región se independiza perderá todos sus derechos europeos. Tendrá que pedir su ingreso y deberá cumplir con los requisitos exigidos. Poco importa que esos requisitos se antojen casi imposibles tal y como está el patio. Poco importa que una Cataluña independiente tenga una prima de riesgo que doble la española. Poco importa que los mercados tengan el crédito cerrado a cal y canto y que la deuda catalana sea un mero bono basura. Poco importa que se tenga que pedir un rescate a España y mendigar un anticipo para poder pagar lo más perentorio.
Mas es un pragmático y sabe que la situación es tan difícil que hay que pagar mañana y, también, las aventuras. Hoy no vale la cita del filósofo catalán Francesc Pujols: «Los catalanes, todos sus gastos, donde vayan les serán pagados (…) al fin y al cabo (…) más valdrá ser catalán que millonario». No en vano Pujols armó la Sumpéctica, la ciencia de lo concreto. Por eso, el presidente catalán debe devanarse los sesos para ver cómo gestiona el 12-S y, sobre todo, el 20-S cuando se vea con Rajoy en Moncloa. El jueves 13 desvelará su estrategia en una conferencia en Madrid. Entonces sabremos si continuará agitando los rescoldos de la manifestación u optará por desbravar la gaseosa.
Toni Bolaño
Félix Velasco - Blog
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