domingo, 10 de mayo de 2009

De cómo los etruscos, sin comerlo ni beberlo, pueden destrozarte la vida


Lo conocí en la Universidad hace más de 30 años. Yo estudiaba psicología y él Historia. Durante un par de cursos vivimos en el mismo piso de estudiantes. Luis era una persona muy inteligente, con mucha capacidad de estudio. Conseguía unas notas magníficas, casi todo sobresalientes. Estudiaba muchas horas. Yo era un estudiante mediocre, que aprobaba los cursos por la ley del mínimo esfuerzo. Luis se quedaba estudiando, mientras los demás nos íbamos de juerga.
Luis tenía dos grandes intereses: una chica rubita, a la que perdió porque no tenía tiempo para ella, y, su gran afición, los etruscos. Cuando no estaba estudiando, estaba en la biblioteca leyendo y sacando notas de todo lo que tuviera que ver con los etruscos. Mientras los demás teníamos las paredes llenas de fotos de chicas, Luis la tenía llena de fichas con datos sobre los etruscos.
Acabamos la Universidad y nos perdimos la pista. Recientemente, a través de una amiga común, he vuelto a encontrármelo. Estuvimos cenando. Trabaja como profesor de Historia en un Instituto de Secundaria y su pasión sigue centrada en los etruscos. Me dice que no es feliz, porque sus alumnos no tienen interés en la historia y porque no ha realizado el sueño de su vida: escribir una serie de libros sobre los etruscos. Me cuenta que tiene un piso de 160 metros cuadrados, con todas las paredes llenas de estanterías, en las que acumula miles de libros y cientos de miles de fichas sobre los etruscos. Me dice que ha querido empezar el libro cientos de veces, pero que todavía no ha dado el paso, porque siempre le falta confirmar algún dato. Me dice que sin falta este año escribirá el primer libro de una colección de doce volúmenes: orígenes, antecedentes, el arte, la cultura, costumbres y leyes, las ciudades, las guerras, la arquitectura, la influencia en otros pueblos, la visión etrusca a través de los siglos, si los etruscos vivieran hoy en día, bibliografía extensa. Doce volúmenes de unas 700 páginas cada uno. Me dice que tiene también pensados los capítulos de cada volumen y, a ver qué opino, si el volumen sobre las leyes tiene que ir antes o después del volumen sobre el arte.
Luis tiene un grave problema. Lleva treinta años acumulando información, almacenando datos, pero sin decidir nada… todavía. Luis tampoco empezará el primer volumen este año, porque se acaban de publicar tres nuevos libros sobre los etruscos, dos en Francia y otro en Italia, y necesita estudiarlos en profundidad antes de ponerse en acción. De estos tres nuevos libros sacará miles de fichas que ocuparán un metro cuadrado más en el pasillo de su casa. En realidad, lo que le ocurre a Luis es que tiene miedo, tiene miedo a equivocarse. Puedes acumular datos toda tu vida, pero al final, si quieres hacer algo, tendrás que arriesgarte. Nunca tendrás la certeza absoluta de que es un trabajo completo y perfecto. Y cuanto más tardes en decidir, el riesgo es mayor. Si Luis hubiera escrito un pequeño libro lleno de errores hace treinta años, en estos momentos tendría escritos, no doce volúmenes, sino doscientos, y sería valorado como uno de los mayores expertos mundiales sobre el mundo etrusco. Pero es un desconocido, al que nadie conoce porque nunca ha dado el paso.
¿Cuántos datos más necesitas acumular para tomar una decisión? ¿Cuánto riesgo estás dispuesto a asumir? ¿Cuánto margen estás dispuesto a dar a la equivocación?
Ricardo Ros
Félix Velasco -  Blog