En 1585 el Tercio de Juan de Águila, al mando del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla, estaba acampado en la isla de Bommel, en la desembocadura del Escalda,
situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueado por completo por la escuadra del Almirante Holak. El bloqueo se estrechaba cada día más y se agotaron los víveres y las ropas secas.
El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.
En esta situación, el Tercio estaba en una situación en la que eran una presa fácil y se pusieron a excavar para fortificarse.
Mientras excavaban, tratando de hacer trincheras para fortificarse, un soldado encontró una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada: «Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen Maria, esperaban en su bendito día». Era la noche del 7 de Diciembre, día de la Inmaculada.
Mientras excavaban, tratando de hacer trincheras para fortificarse, un soldado encontró una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada: «Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen Maria, esperaban en su bendito día». Era la noche del 7 de Diciembre, día de la Inmaculada.
Esa misma noche, una tremenda helada inmovilizó los buques holandeses e hizo posible una gran hazaña española. Los tercios asaltaron a pie a la flota holandesa, que gritaban: “Dios se ha hecho español”. Incluso el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».
Desde entonces, la infantería española adoptó como patrona a la Inmaculada Concepción. Este patronazgo se consolidaría cuarenta años después de que en la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854, se proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima.
Félix Velasco - Blog
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