sábado, 15 de octubre de 2011

El stress pretraumático del aspirante a diputado

A la incertidumbre de si uno finalmente irá en la lista electoral del partido se suma la agonía de si, en caso de ir, irá en un puesto bueno, de forma que a los afectados resulta difícil vivir con una mínima tranquilidad esos periodos tan tensos de su vida política. Menos mal que todo esto ocurre cada cuatro años, como los mundiales de fútbol, porque de lo contrario las bajas por defunción tendrían dimensiones de pandemia.
Los primeros que tratan por todos los medios de situarse en lugares cómodos son los que ya tienen escaño. Su trabajo parlamentario y sus aportaciones intelectuales al ideario del partido, si es que el partido tiene de eso, son méritos que palidecen ante la estima o inquina que les tengan quienes se encargan de elaborar las listas.
¿He hecho suficientemente la pelota al coordinador del grupo? ¿He ponderado con el adecuado entusiasmo las virtudes del líder máximo y de su guardia pretoriana? En términos generales, la respuesta suele ser positiva, porque en el rebaño de los profesionales de la política no suele escucharse un balido más alto que otro; pero como la gente es muy mala y los políticos todavía más, cualquier leve gesto que haya podido ser entendido por la cúpula como una desafección larvada puede sellar el destino del inconsciente y devolverle a la vida civil, terrible trauma que el diputado o senador medio tratará de evitar a toda costa, especialmente en las filas de la izquierda, donde el personal tiene una preparación académica y profesional, digamos, escasita para buscarse las habichuelas en igualdad de condiciones con los contribuyentes que les han estado pagando el sueldo durante una o varias legislaturas.
Los mecanismos utilizados para elaborar una lista electoral son desconocidos, pero se sospechan. En última instancia, las elecciones generales son como las oposiciones a la función pública, en las que hay un número de fijo de plazas insuficiente para satisfacer a todos los aspirantes. La diferencia es que, al contrario de lo que sucede en las pruebas para ser abogado del estado, para ser diputado o senador no siempre resulta aconsejable tener un elevado nivel de conocimientos.
A los líderes políticos no les gusta que sus subalternos destaquen por su solvencia, salvo que compensen ese exceso con una extremada facilidad para el halago permanente, cualidades que no suelen ir muy unidas, precisamente.
En la confección de las listas electorales para el 20-N, PP y PSOE tienen un problema, pero con matices distintos. Obviamente, los populares van a vivir este periodo preparatorio con mucha más relajación, porque la oferta de plazas que manejan parece ser muy superior a la de su rival político. Sin embargo, esta circunstancia tiene su lado negativo, porque los escaños adicionales que supuestamente van a caer del lado popular son un reclamo poderoso para que la fiebre parlamentaria se desate entre los ociosos del partido que todavía no han tocado pelo.
En cuanto al PSOE, el objetivo de los cesantes es intentar avanzar al menos un puesto en las listas respecto a los últimos comicios, en previsión de que la catástrofe provocada por la gestión de ZP y la imagen pública de Rubalcaba recorte todavía más el número de socialistas que a finales de año harán su entrada triunfal en el palacio de la Carrera de San Jerónimo.
Total, un sinvivir que está provocando escenas divertidas, puñaladas aviesas y decepciones varias entre los que han considerado que su presencia en las cortes para trincar un sueldazo durante cuatro años, con la única condición de apretar un botón sin equivocarse demasiadas veces, es un gran servicio al pueblo español que el comité electoral de su partido debería garantizar situándolos en puestos elegibles.
Con todos estos condicionantes, los líderes de los distintos partidos han de tomar sus decisiones ponderando decenas de factores, de forma que el número de damnificados no sea excesivo. Entre eso y los paracaidistas obligados en las provincias menos señaladas, el gasto farmacéutico de ansiolíticos repuntará con toda seguridad este mes de octubre. Justo lo que le faltaba a nuestra sanidad.
Pablo Molina
Félix Velasco - Blog

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