domingo, 14 de octubre de 2012

Soldados benedictinos

Según la retórica maniquea, la desmilitarización constituye una demostración de progresismo y quienes proclaman la necesidad de unas Fuerzas Armadas competitivas son una panda de fascistas azuzados por la furia, ávidos de dolor y sedientos de sangre. Con ser grave, el error de confundir el pacifismo con el desarme no es el único. También la derecha española, estúpidamente acomplejada, se apunta a la idea adolescente de unas Fuerzas Armadas concebidas como un recurso farmacéutico y humanitario, desplegadas en medio de una heterogénea rondalla de enfermeras, sacerdotes, maestros y panaderos, como si el cometido de las Fuerzas Armadas no fuese militar, sino pastoral y benéfico, y nuestros soldados hubiesen de parecer una procesión de camareros, una cabalgata de Reyes o una congregación de monjes benedictinos. Y no es ése en absoluto el papel esencial que compete a las Fuerzas Armadas, salvo que adoptemos la actitud con las que los franceses se enfrentaron con sus reverencias y sus bicicletas a las divisiones acorazadas Adolf Hitler y fueron arrasados, porque si hay algo evidente en la guerra es que la lectura es menos determinante que la metalurgia. Nosotros tenemos algún enemigo exterior fácil de identificar y a nuestras FAS correspondería defendernos con el empleo de las armas que les permiten unos presupuestos que alcanzan para poco más que para las celebraciones pascuales y para asegurarle la hierba a la cabra de la Legión. ¿Constituye fascismo la defensa de las Fuerzas Armadas? ¿Es acaso fascista que para defender nuestros hogares reforcemos la cerrajería o dejemos suelto un perro en el jardín? Las grandes hecatombes españoles han venido siempre precedidas de una desidiosa imprevisión militar. Por alguna horrible y vieja confusión mental, los españoles caemos siempre en el error de creer que lo mejor de la guerra no es el desfile del vencedor, sino las frases del vencido. Somos tan idiotas, que incluso en la Guerra Civil a la larga perdieron ambos bandos.
José Luis Alvite
Félix Velasco - Blog

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