La izquierda cinematográfica es insuperablemente pija. Ellos van «casual» y ellas visten de gorra modelos de los más caros y prestigiosos modistas. El día de la huelga de los padres de alumnos con poca vocación de estudio, se vieron chicos demasiado jóvenes como para llevar banderas tricolores y de la URSS. Si no saben escribir correctamente y hacen faltas de ortografía como la catedral de Burgos, no se puede suponer que conozcan el significado de esos símbolos tan lejanos en el tiempo y del sentido común.
Para mí, que Amancio Ortega haría muy bien en reservar en sus grandes tiendas repartidas por todo el mundo, un considerable espacio para la ropa de «Pijos Progres», «Pijos Marginales», «Pijos Anti-Sistema» y «Pijos Okupas». Se forraría. García de Vinuesa, el de Extremadura, no saldría de los establecimientos de «Zara». Y en una esquina de esa sección, el clásico. La camiseta con la imagen estampada del Ché Guevara en todas las combinaciones de color posibles y probables. Porque la camiseta verde de los padres que no quieren que sus hijos estudien y de los profesores que no desean dedicarle a la enseñanza una hora más cada día, es una camiseta fea, con poco donaire, más de seguidor de futbol que de izquierdista arrojado, y la solución pasa por un experto en diseño.
Los pijos de hoy están en las manifestaciones y en lo que queda de los «indignados», que son muchos menos, porque los indignados con razon se han marchado indignados de la manipulación constante de sus indignaciones. Pero en esta vida hay que ser consecuente. Acepto que fuera de las izquierdas hay mucho pijo también, empezando por el que escribe, que está muy orgulloso de serlo. A partir de ahora, el pijerío se divide en dos grandes sectores. Los pijos tradicionales y los pijos marginales. La diferencia entre unos y otros se establece en sus proyectos. Los tradicionales miran hacia el futuro, y los marginales llevan setenta años de retraso.
Alfonso Ussía
Félix Velasco - Blog
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