Quien prefiere amar las opiniones sectarias y las antepone a los valores humanos universales está manifestando la pequeñez de su espíritu. La forma de relacionarnos va cambiado a gran velocidad, esa es la innovación del siglo XXI, que va más allá de la tecnológica.
La partitocracia política y la progresía de la mediocridad se sirven del relativismo para imponerse, camufladas con sentimentalismo inventado, falto de toda racionalidad. Los intereses oligárquicos utilizan los sentimientos y pasiones, porque saben, que a la masa anónima, ahora la impersonal ciudadanía, necesita "creer en algo", por eso primero se les vacía el espíritu y luego ese vacío se llena de "cualquier cosa" emocional.
Las ideologías relativistas que padecemos, al quedarse sin ideas ni proyectos universales de alcance global, se emborrachan de sentimentalismo, para esconder la realidad de que son incapaces de analizar y solucionar los verdaderos problemas históricos y sociales que ellos mismo han creado.
La emoción y la razón han de caminar de la mano, forman parte de la persona equilibrada y sensata. No permitamos que nos enfrenten manipulando sentimientos o razones para su interés, que no es otro que el económico.
Félix Velasco - Blog
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