martes, 23 de octubre de 2012

Sentimentalismo político

De todos los sentimentalismos, el peor es sin duda el sentimentalismo político; y a medida que se avanza en el tiempo, este resabio va siendo cada vez más ridículo. Se ama a las personas, no a las cosas, ni a las ideologías, incluso es un sentimiento menor cuando se refiere al lugar donde se ha nacido y se compara con un ser humano. Esa tierra no es propiedad nadie, ha sido de millones de personas antes que nuestra, y será de otros cuando ya no estemos. Sólo la tenemos en depósito para la Humanidad entera. Nunca se debe imponer el sentimentalismo político e ideológico a una tierra de la que puede brotar riqueza para todos, sin distinción.
Quien prefiere amar las opiniones sectarias y las antepone a los valores humanos universales está manifestando la pequeñez de su espíritu. La forma de relacionarnos va cambiado a gran velocidad, esa es la innovación del siglo XXI, que va más allá de la tecnológica.
La partitocracia política y la progresía de la mediocridad se sirven del relativismo para imponerse, camufladas con sentimentalismo inventado, falto de toda racionalidad. Los intereses oligárquicos utilizan los sentimientos y pasiones, porque saben, que a la masa anónima, ahora la impersonal ciudadanía, necesita "creer en algo", por eso primero se les vacía el espíritu y luego ese vacío se llena de "cualquier cosa" emocional.
Las ideologías relativistas que padecemos, al quedarse sin ideas ni proyectos universales de alcance global, se emborrachan de sentimentalismo, para esconder la realidad de que son incapaces de analizar y solucionar los verdaderos problemas históricos y sociales que ellos mismo han creado.
La emoción y la razón han de caminar de la mano, forman parte de la persona equilibrada y sensata. No permitamos que nos enfrenten manipulando sentimientos o razones para su interés, que no es otro que el económico.
Félix Velasco - Blog


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