domingo, 3 de abril de 2011

No me lo creo

PUES, ¿qué quieren ustedes que les diga? Usted se lo creerá. Todo el mundo se lo ha creído. Han tragado. Pero yo no me lo creo. Y no es que sea incrédulo. Hasta creo en los dones del Espíritu Santo, que es bastante más complicado que lo que pueda decir este personaje siniestro. Porque les juro por lo más sagrado, aunque esto de jurar y de lo sagrado sean políticamente incorrectísimos, que yo no me creo que este tío vaya a coger a sus Sonsoles y a sus niñas góticas y se vaya a largar, con lo encantado de haberse conocido que está.
No es que yo sea un incrédulo, como les digo. Es que tengo memoria. Y si este tío coge el portante y la media manta y se va, como ha anunciado, y le larga a otro el mochuelo de perder las elecciones, será la primera verdad que haya dicho en todo este tiempo que lo hemos padecido como presidente del Gobierno, en el que ha dejado a España rota y en ruinas, mucho peor que el de Mienmano pudiera imaginar nunca cuando predijo que no la iba a conocer ni la madre que la parió.
Aunque no soy analista político (ni Dios lo permita), mi argumento es bien sencillo: si este tío, desde que llegó al poder, no ha hecho más que colocarnos solemnes mentiras y ampulosos embustes, ¿cómo va a ser posible que haya roto en verdad al cabo de tanto tiempo, que yo creo que hasta se le ha olvidado ya que existe la verdad?
Llegó con el buen rollito del talante y en todo este tiempo no ha habido ni buen rollito ni talante, sino que ha resucitado peligrosamente a las dos Españas. Menudo rollito la crisis en que nos ha metido y la última comparación de las cifras de paro de España con la media de la Unión Europea, y menudo talante el despilfarro y la inepcia como modos de actuación de su virtual Régimen.
Revalidó el poder cuando España chorreaba literalmente sangre de las mochilas de Atocha, que aquí nos olvidamos muy fácilmente de los muertos si son a cientos: los 900 de la ETA o los 192 de vaya a usted saber quién en el 11-M. Sobre esa sangre, volvió a ganar las elecciones porque hizo justo lo contrario que había prometido: usó el terrorismo con fines políticos. Y porque mandó decir a esta nación de borregos que España no se merece un Gobierno que le mienta. ¡Anda que no! ¡No ni ná! Anda que no le ha mentido veces desde aquella frase famosa coreada por los pancarteros, en las horas del «¡Pásalo!».
Dijo que en España no sólo no había crisis, sino que no la iba a haber nunca. Que los que tal decían eran unos antipatriotas, pues estábamos que lo tirábamos de bien. Luego vino lo que todos padecemos, el paro terrible, la deuda de caballo, España al borde del rescate. Antipatriotismos, vamos, porque aquello era sólo, ¿cómo le decía? Ah, si: la desaceleración. ¡Menuda mentira la desaceleración! ¿Y lo de que nuestro sistema bancario era el más fuerte del mundo, cómo se les queda el cuerpo al recordar aquella mentira?
Y luego, cuando el vil Proceso de Pazzzzz y los muertos de la T-4, dijo que no habría más negociación con la ETA, cuando se ha constatado que les comían en la mano a los asesinos para maniatar a la Policía y callar a los jueces.
Así que si ha estado ocho años mintiéndonos, ¿cómo ahora, al humo de las velas, va a decir la verdad? Si ha dicho que se va, hará justo todo lo contrario, como siempre: se quedará. Y bien que lo siento, porque ya tenía enjauladas las palomas para soltarlas y comprados los mazos de cohetes para tirarlos.
Antonio Burgos
Félix Velasco - Blog

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