
Los planetas están alejados de nosotros a decenas y a cientos de millones de kilómetros. Para evitar la utilización de unos números tan grandes se adopta como unidad de distancia la Unidad Astronómica (UA), es decir, la distancia media entre la Tierra y el Sol, 149,600,000 km. La luz tarda en cubrir esta distancia 8 minutos y 19 segundos.
El tamaño del Sistema Solar sobrepasa la órbita de Plutón situado a 40 UA, y se define como aquél en el que la fuerza de atracción del Sol se iguala a la fuerza de atracción de las estrellas más próximas a nosotros.
Los asteroides ocupan una vasta región anular situada entre las órbitas de Marte y Júpiter, a una distancia media de 2.75 UA del Sol. El asteroide más grande es Ceres que tiene un diámetro de 1.000 km.
Los cometas, se han catalogado unos 600, se dividen en dos grupos, de periodo corto (menor de 20 años) y de periodo largo (mayor de 20 años). Existen diversas hipótesis acerca del origen de los cometas entre la que figura la del astrónomo holandés J. Oort.
Además de los cuerpos citados en el espacio interplanetario, existe gran cantidad de partículas de tamaños diferentes, predominado aquellas que tienen una masa de milésimas o millonésimas de gramo, que se denominan polvo meteórico.
Los planetas se formaron hace unos 4.500 millones de años, al mismo tiempo que el Sol. El Sistema Solar, al que pertenece el planeta que habitamos, forma parte de un enorme sistema estelar: la galaxia de la Vía Láctea, formada por 100.000 millones de estrellas. Nuestra galaxia no es inmóvil; por el contrario gira en torno de sí misma a una fantástica velocidad que, en los puntos más apartados alcanza 1.500.000 km/h. Pese a esta increíble velocidad, necesita 200 millones de años para completar un giro sobre sí misma. Este período es el año galáctico.
Esta larga introducción precede a una breve reflexión: ¡Cómo nos cuesta a las personas aceptar los cambios! Cada vez que hemos de cambiar el teléfono móvil, nos cuesta muchísimo, no por el dinero, sino por el tener que habituarnos a una “herramienta nueva”; no digo nada de cuando el ordenador reclama ser reemplazado, lo pensamos y “lo repensamos hasta la saciedad”. Nos da, ¿por qué no decirlo?, un poco de miedo, ya sea a perder información, a tener que dedicar un tiempo a reaprender los cambios,... en otras ocasiones es pura y llanamente pereza, ¿por qué cambiar, si ya funciona? Es como si perdiéramos la seguridad de algo conocido. Y es que cuesta habituarse a lo nuevo. ¿Y cambiar de opinión? ¡eso casi puede ser imposible para algunos! Bueno, no es de extrañar que aun haya personas que no crean que hayamos llegado a la Luna y lo justifique de las formas más peregrinas.
Así pues, ¿por qué escandalizarnos de que en algunas las empresa el concepto de INNOVACION brille por su ausencia?
La ciencia avanza, nuevos descubrimientos, nuevos fármacos, nuevas tecnologías, nuevos criterios,... el propio ser humano es una constante evolución, innovación y cambio. Aceptemos y aprovechemos nuestra propia esencia.
Félix Velasco
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