Antes de pagar, todos los taberneros tenían la buena costumbre de probar la mercancía, pero para dar salida a las partidas de vino picado o de muy baja calidad, los dueños de las bodegas recurrían a un arte especial: Agasajaban a los compradores novatos y confiados con un sabroso plato de queso manchego en aceite, porque su fuerte sabor hacía que el paladar del incauto tabernero no distinguiera entre un buen vino y uno echado a perder o de baja calidad, y fue así que nació la expresión Dársela a uno con queso.
Félix Velasco - Blog
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