La teutona Merkel le dijo a Zapatero, convertido en el perro caniche de la plutocracia internacional, que «España va por muy buen camino»; y sus palabras enseguida fueron aplaudidas, como si de un ensalmo se trataran, por los medios de adoctrinamiento de masas. Aplaudieron con las orejas los banqueros, que se apresuraron a afirmar que las medidas adoptadas por el perro caniche eran «magníficas». Aplaudieron con las orejas los acólitos del perro caniche, a quienes les da igual so que arre con tal de que su perro caniche se libre del apaleamiento al que está siendo sometido. Y hasta los apaleadores del perro caniche (o sea, la derecha política y mediática), que llevaban demandando «reformas» (palabra talismán que siempre se emplea de forma eufemística, para encubrir lo que a continuación describiremos), aplaudieron, aunque fuera de forma tibia y a regañadientes, acompañando su aplauso remolón de la consabida coletilla: «Pero tales medidas llegan tarde». Así que, siquiera por una vez, tenemos a los llamados «formadores de la opinión pública» (que en realidad son sus deformadores) conformes en que el camino marcado por Merkel a nuestro perro caniche es el camino fetén; y los acólitos y apaleadores del perro caniche, por una vez de acuerdo, solo se disputan cuestiones de matiz: «¿No decíais que Zapatero nos conducía al desastre? Pues la teutona le ha dado el espaldarazo», se pavonean los acólitos; y los apaleadores replican: «Un tirón de orejas es lo que le ha dado, por resistirse a aplicar las reformas que tanto tiempo llevamos demandando».
Y, entretanto, nadie se ocupa de explicar cuál es ese «buen camino» al que se refería la teutona. O, en el mejor de los casos, se designa como «ortodoxia económica», «ajuste fiscal», «reducción del déficit» y demás bombas de humo con que oculta la verdadera naturaleza de las «reformas» acometidas por nuestro perro caniche, a quien la plutocracia internacional ha obligado a reducir la deuda pública. ¿Y cómo se ha reducido dicha deuda? Pues mediante un procedimiento muy sencillo, que consiste en beneficiar a los ricos y acogotar a los pobres (esto es, a quienes dependen de una remuneración fija, llámese salario o pensión): subiendo los impuestos sobre la renta, reduciendo los salarios, postergando o racaneando el pago de las pensiones.El «buen camino» señalado por la teutona Merkel, jaleado por los banqueros y asumido por nuestro perro caniche consiste, en fin, en apretar las tuercas a quienes dependen de un sueldo para subvenir sus necesidades, mientras se protege a quienes viven opíparamente de las rentas del capital; esto es, a quienes invierten en «productos financieros». A esto se llama plutocracia, que significa gobierno de los ricos.
El «buen camino» que, a juicio de la teutona Merkel, ha emprendido España significa que los plutócratas titulares de la deuda española (curiosamente, teutones en una gran proporción) pueden estar tranquilos, porque los españoles que dependen de un salario verán reducida su renta. O sea, que los pobres españoles se encargarán de solucionarles la papeleta a los ricos teutones que invirtieron en valores tan discutibles como la deuda española. Como, además, los salarios españoles son aproximadamente la mitad que los salarios teutones (aunque los precios de los bienes de consumo sean los mismos en España y Alemania, gracias el benéfico euro), el «buen camino» significa que los pobres españoles (asalariados y pensionistas) lo serán todavía más, en comparación con los teutones. Siguiendo este «buen camino», nos dicen, se salva la deuda pública española; pero lo que en verdad se salva son las rentas del capital de la plutocracia internacional: por eso los banqueros (que son los únicos que aplauden con sentido) han aplaudido con las orejas las «magníficas» medidas del perro caniche, que salvan su chiringuito. Un chiringuito que, como ellos bien saben, está en quiebra.
El «buen camino», en fin, es la consagración de la plutocracia internacional, el sometimiento de la economía real a la especulación, el parasitismo de rentistas e intermediarios financieros sobre trabajadores, autónomos y pensionistas, que después de ser exprimidos por la vía tributaria lo serán también mediante la reducción de sus salarios y pensiones, para pagar las pérdidas de los especuladores. A esta operación infame de salvamento de la plutocracia internacional la llaman el «buen camino». Y la pobre gente engañada inclina la testuz y apoquina, mientras los formadores de la opinión pública (los corifeos del sistema) aplauden cínicamente. Qué asco.
Juan Manuel de Prada
Félix Velasco - Blog
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