Al mediodía del día 16 octubre de 1793, subía Maria Antonieta, esposa de Luis XVI de Francia, un tramo de escalera cuando tropezó con un hombre. Se volvió hacia él y en tono amable le dijo: “Discúlpeme, acabo de pisarle, no lo hice a propósito”. Era la escalera del cadalso y el hombre en cuestión, el verdugo que iba a guillotinarla. Murió sin haber querido confesarse con el sacerdote constitucional que le habían propuesto. Fue enterrada en el cementerio de la Madeleine, calle de Anjou-Saint-Honoré, con la cabeza entre las piernas. Su cuerpo fue exhumado en 1815 y llevado a Saint-Denis.
Félix Velasco
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