No se trata de renunciar al pasado, sino evitar que se convierta en una atadura, un lastre, que nos paraliza y estorba para disfrutar del presente. Acudimos a él, a través del recuerdo y corremos el riesgo de obsesionarnos al prestar atención a algo que al fin y al cabo ya no es real, pues ni siquiera estamos recordando lo que ocurrió, sino nuestra percepción de lo que ocurrió, con tus matices, tus experiencias, tus grandezas y tus limitaciones, tu visión de tu recuerdo.¿Existe algo más irreal?
Sentir la necesidad de vivir en el pasado es un comportamiento poco recomendable para nuestro desarrollo personal. Añorar el pasado es correr tras el viento. Mirar permanentemente atrás e instalarse en el pretérito suele ser propio de personas que tienen miedo al presente, al devenir de la vida, a lo incierto y se aferran al pasado porque conocer lo que ocurre les otorga seguridad.
Vivir en el pasado pensando lo que logramos y no logramos lo que pudimos haber dicho y no dijimos o simplemente recordando las circunstancias que nos llevaron a tomar decisiones que nos ocasionaron el fracaso o el éxito, son actitudes que solo traen atraso a nuestras vidas, obstaculizando el progresar en nuestro desarrollo personal.
No se trata de olvidar el pasado pues nos ha traído alegrías y tristezas, sino de soltarlo y dejarlo ir para vivir un presente en el que forjamos un futuro para vivir el resto de nuestros días.
Félix Velasco
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