El dulce final encierra la expectación por conocer a quién le tocará este año el haba y tendrá que pagarlo o bien será el afortunado de la figura al que se le colocará la corona. El suspense es tan antiguo que se remonta a las fiestas romanas en honor a Saturno, dios de la agricultura.
Las Saturnales se celebraban con motivo del solsticio de invierno y en ellas se comían unas tortas redondas que se repartían también entre los esclavos. El que encontraba el haba seca escondida, era tratado como un rey y si era esclavo quedaba libre ese día. Con la institucionalización de la fiesta de los Reyes Magos en el siglo III, el pastel pasa a vincularse a la Epifanía.
Ya en 1361 en el Reino de Navarra se llamaba Rey del Faba al niño que encontraba el haba en el roscón, según un testimonio del siglo XII recogido por el antropólogo Julio Caro Baroja en «El Carnaval» que también hace referencia a una tradición similar con una torta y una moneda relatada por el poeta andalusí Ben Quzman en la Granada del siglo XII.
Existe una teoría según la cual el dulce llegó a España desde Francia por medio de Enrique IV Rey de Navarra, otros creen que los soldados destinados en Flandes importaron la costumbre que se popularizó bajo el reinado de Felipe V. Sea cual fuere la ruta, el postre se abrió camino en la Península como roscón de Reyes en nuestro país o «Bolo Rei» en Portugal.
Félix Velasco - Blog
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