jueves, 29 de julio de 2010

La prohibición de la tauromaquia: un capítulo del antiespañolismo catalán

Lorenzo Olarte Cullen fue el presidente del Gobierno de Canarias bajo cuyo mandato, en 1991, se aprobó la Ley de Protección de los Animales. En este artículo reflexiona sobre el veto al toreo en Cataluña y aclara la inexacta idea de que las corridas de toros están prohibidas en el Archipiélago. 
"En los medios taurinos del país, desde hace varios años, ha ido cobrando fuerza la inexacta idea de que las corridas de toros están prohibidas en la Comunidad Autónoma de Canarias. Tal supuesta prohibición es absolutamente inexistente, por lo que además -confesando a la par que mi afición es patológica...- me he sentido más que afectado cuando más de uno ha tratado de imputarme personalmente la inexistente prohibición sin otro argumento que hace casi veinte años el Gobierno autónomo, a la sazón presidido por mi, llevó a la Cámara regional el proyecto de Ley de Protección de los Animales. Pero tal Ley tenía y tiene como objetivo la protección de los animales "domésticos" y "de compañía" entre los que, como es obvio, no se encuentra el toro bravo, al cual no se hace la menor alusión en el texto legal. Joaquín Sabina, amigo íntimo de José Tomás -para mí el mejor de toreros que he visto a lo largo y ancho de más de medio siglo- en una amena e interesante entrevista preguntó al torero: "¿Qué le dirías a la sociedad protectora de animales, a los canarios [que no autorizan los toros], a Esquerra Republicana…, a los que dicen que es un espectáculo bárbaro?" A lo que el Maestro (nombre que deliberadamente escribo con mayúsculas), se limitó a responder con su habitual prudencia extrataurina: "No comprendo que se recurra al insulto(como así ha venido ocurriendo, especialmente por parte del antitaurinismo organizado catalán, añado yo) para defender lo que ellos defienden". Los canarios, nacionalistas o no, siempre han permanecido indiferentes ante la cuestión porque la tauromaquia nunca ha constituido el menor ingrediente de nuestra tradición cultural. Y además, por nuestro especial talante, conformado por el diálogo, la tolerancia y la moderación, jamás habríamos proferido el menor insulto o descalificación contra taurinos o antitaurinos, como recientemente han hecho especialmente los segundos. Desde que tengo uso de razón soy nacionalista, habiéndome movido siempre dentro de la ortodoxia constitucional. Pero además soy taurófilo, por cuya doble razón creo hallarme en condiciones de rigurosa legitimidad para decir con plena autoridad que no acierto a comprender la irracionalidad nacionalista de relevantes catalanes, aunque aspiren a la independencia, cosa legítima, para prohibir las corridas de toros en “su” Catalunya, mayoritariamente por la sencilla razón de que constituye un elemento muy importante, aunque no exclusivo, de la cultura española. Muchos de conocidos detractores catalanes las rechazan, obviamente, por su antiespañolismo, en un alarde de incultura digno de mejor causa, ya que parecen ignorar que, la tauromaquia no es algo exclusivo de nuestro país, dada su práctica en Portugal y en numerosos países América Latina, con casi un centenar de plazas de toros, muchas de ellas construidas desde su independencia de España. Al igual que acontece en el Sur de Francia, con numerosas plazas de toros, algún torero extraordinario, ganaderías y una afición extraordinariamente creciente. Por ello no está de más recordar a algunos relevantes desmemoriados o ignorantes antitaurinos, que en el futuro algunos aficionados catalanes harán lo que hacían ya en las postrimerías del franquismo: irse a Francia para ver “El último tango en Paris” o “El Portero de noche” dado que sus proyecciones estaban prohibidas en nuestro país. Hace semanas el catalán Salvador Boix, hombre culto e inteligente, apoderado de José Tomás, en su comparecencia ante el Parlament, con motivo del trámite previo a la decisión sobre la famosa iniciativa popular Cámara, preguntó si los diputados catalanes intentarían evitar también la caza del jabalí y la pesca deportiva, recordando atinadamente la contradicción que suponía tramitar el proyecto antitaurino y después blindar los correbous en las Terres de l’Ebre (Tarragona) (*) lo que calificó acertadamente como un ejercicio de “puro cinismo político”, con lo que coincido, al igual que con su requerimiento a Sus Señorías a trabajar por las preocupaciones reales de los ciudadanos, que en el momento actual son muchas y no precisamente la supresión o promoción de la tauromaquia. Tras haberse iniciado desde hace algún tiempo una implacable"persecución" contra las corridas de toros, por meras razones políticas, arropadas por un sector ideológico que es mínimo en el Estado español, bajo el pretexto de su amor a los animales, como es el caso de Esquerra Republicana de Catalunya, hace unas semanas el Bloque Nacionalista Galego, les ha secundado con muy poca originalidad, por entender que la tauromaquia "no es otra cosa que una cuña españolista dentro de sus nacionalidades". Pero digamos, en honor a la verdad, que la justificación defensa del animal por lo que atañe a su sufrimiento, aunque no lo digan, a muchos de ellos les importa un rábano. En gran parte de España la prohibición de los toros en los últimos tiempos ha sido también objeto de debate. No nos engañemos. Pero si bien es cierto que en otras latitudes la discusión en si no tiene por que constituir una cuestión política, en la Catalunya nacionalista e independentista, apareada deliberadamente con un supuesto amor a los animales, no ha dejado de ser un matrimonio de intereses cuya verdadera razón de ser no es otra que el antiespañolismo. Ni siquiera en el País Vasco se ha producido tan dislate, ni creo que se produzca. Porque allí, al contrario que en Catalunya, en esto de los toros hasta ahora siempre han sabido distinguir el hambre de las ganas de comer. Pero todo tiene sus excepciones: Porque de fuente fidedigna se de la posición de un conocido independentista que invariablemente se ha negado siempre a condenar los asesinatos etarras, mientras que a la par, por el contrario, condenaba radicalmente por su crueldad las corridas de toros justificando su antitaurinismo en el derramamiento de la sangre del toro, lo que me conduce a hacerme esta pregunta:"¿quién es mas irracional, el toro o el antitaurino?"Porque por lo visto existen algunos que por amar tanto a los animales -acaso por tener algo en común con ellos, como es la irracionalidad- prefieren antes que el descabello del toro, el tiro en la nuca del ser humano."
Lorenzo Olarte Cullen
Félix Velasco - Blog

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