martes, 10 de agosto de 2010

Atila, el huno romano

Al verse empujados por la expansión de China, los hunos se retiraron hacia el Oeste y cayeron sobre los alanos y demás pueblos godos, los cuales, a su vez, huyeron hacia el Oeste.
Atila y sus guerreros hunos fueron un duro rival para los romanos. Y quizás esto se deba a que Atila conocía bien a estos romanos. Los primeros maestros de Atila fueron prisioneros capturados por los hunos en sus correrías, y en algunos casos, estos prisioneros eran de procedencia grecolatina.
Cuando Atila tenía 13 años marchó a Roma como rehén amistoso. Hablaba y escribía latín y griego. La formación de Atila en Roma duró unos 4 años, y en este tiempo, el futuro rey de los hunos aprendió mucho sobre la historia, carácter y costumbres romanas. Posiblemente, estos conocimientos le ayudaron en el futuro a la hora de hacerle la guerra a sus "maestros". 
El caudillo de los hunos fue un guerrero legendario que vivió a mediados del siglo V, llamado Atila. De él se cuenta que se dirigió hacia Occidente y atravesó el Rin al frente de medio millón de guerreros, mientras los pueblos huían ante él aterrorizados. Sin hallar apenas resistencia, llegó a Orleans, donde el "magister militum" Aecio, en unión del rey visigodo Teodorico, habían reunido bajo su mando a las legiones galo romanas, a los visigodos, burgundios y francos.
Se libró una gran batalla en los Campos Cataláunicos (o Campos Máuricos), donde los hunos fueron vencidos en la jornada más sangrienta que registran los anales antiguos. Sobre el campo de batalla quedaron más de 180.000 hunos. Atila volvió a Germania y al año siguiente invadió Italia, llegando hasta las puertas de Roma. El papa León salió a su encuentro, le instó a que respetara la ciudad y Atila se retiró, aunque se cree que fue debido a una plaga mortal que asolaba toda esa zona.
La muerte le sorprendió cuando intentaba realizar un nuevo ataque contra Bizancio (453). No es cierto que Atila fuera una bestia salvaje ni tampoco el "azote de Dios", ni que donde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba. Tales apelativos le fueron aplicados por el pánico que producían sus avances. La capital de su imperio fue Panonia (cerca de la moderna Tokai). En esta ciudad se desplegaba tanto lujo y magnificencia como en Roma, Constantinopla y Ravena.
Félix Velasco - Blog

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