jueves, 25 de septiembre de 2014

Independentismo: una rareza entre los 129 presidentes de la Generalidad

Artur Mas ha vuelto a echar mano de la historia, de manera más o menos sesgada, para justificar o apoyar sus aspiraciones independentistas. En esta ocasión, el «president» ha defendido que la legitimidad de la Generalitat no emana, tal y como defendió Soraya Sáenz de Santamaría, de la Constitución de 1978, sino de la Diputación General de Cataluña, una institución creada a mediados del siglo XIV.
Independentismo: una rareza entre los 129 presidentes de la Generalidad de Mas
«Soy el presidente 129 de Cataluña», aseguró un Mas indignado por las palabras de la vicepresidenta del Gobierno, retrotrayéndose nada menos que hasta la Edad Media. El presidente de la Generalitat se apoyó en el listado elaborado por el historiador Josep María Solé, en 2010, que el Parlamento catalán hizo suyo entonces, y se ha autodenominado sucesor de Berenguer de Crüilles, nombrado primer presidente de la Diputación General por el Rey Pedro IV de Aragón, en 1359. En este sentido, explicó que el Gobierno no debería usar la Carta Magna para «silenciar al pueblo de Cataluña».
Lo que Mas no dice es que de «sus» 129 presidentes de la Generalitat, al menos 121 no tenían el más mínimo sentimiento catalanista ni, tampoco, secesionista con respecto a España (o la Corona de Aragón, en primer lugar). Esto se debe a que, según escribe el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona, Francesc de Carreras, en el número de febrero de la revista «El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho», los orígenes del catalanismo político se encuentran a finales del siglo XIX y principios del XX. Es en esa época reciente cuando se configura la ideología nacionalista que permanece en la base de los acontecimientos actuales.
Ocho presidentes de 129
Durante los más de cinco siglos que transcurren desde el nombramiento de Crüilles, se pueden contar con los dedos de una mano los presidentes de la Generalitat aludidos por Artur Mas que tuvieron es su cabeza la idea de separarse de España.
Desde que la institución de Gobierno catalán fue reinstaurada en 1931, ya con el nombre Generalitat –la Diputación General había sido suprimida en 1716 por los Decretos de Nueva Planta–, Cataluña ha tenido ocho presidentes. Estos son los únicos de los 129 que albergaron sentimientos catalanistas. Y de estos, no todos ellos eran abiertamente independentistas, como son los casos de José Montilla, Pascual Maragall e, incluso, el mismo Josep Tarradellas, que siempre defendió la lengua, la cultura y la identidad catalanas desde un prisma no separatista que no vulnerara los derechos lingüísticos, identitarios y culturales de los castellanohablantes
«La historiografía nacionalista catalana, hasta los últimos años, nunca había cuestionado la inserción de Cataluña en el marco político español. Lo que siempre había hecho el nacionalismo catalán era confrontar la identidad catalana con la castellana, reivindicando la pluralidad de las dos Españas», explica el catedrático de Historia Moderna de la Universitat Autònoma de Barcelona, Ricardo García Cárcel, en «El Cronista».
Al servicio de Aragón
Si retrocedemos hasta 1359, la Diputación General de la que Crüilles fue nombrado presidente era tan solo una comisión temporal que se encargaba de recaudar el tributo que se concedía al Rey de Aragón, agobiado como estaba por las guerras contra Castilla. Crüilles, también obispo de Gerona y firme defensor de la Inquisición, era la autoridad bajo la que se situaban doce «auditores de cuentas» (cuatro de cada uno de los tres estados que formaban la Corona aragonesa) que debían administrar dicho impuesto. Sus funciones eran gestionar la suma, armar a la flota y contratar a la tropa extranjera, jurando no meter la mano en la caja y rendir cuentas al Rey dos veces al año.
Solo se ha barajado la posibilidad de no pertenecer a España en escasas ocasiones
Desde entonces, y hasta que quedó configurada la Monarquía Hispánica a través del matrimonio de los Reyes Católicos, fueron nombrados 38 presidentes de la Generalitat, ninguno de los cuales se planteó jamás «divorciarse» del Reino de Aragón. De la misma forma que en los siglos posteriores y hasta el día de hoy, tan solo se ha barajado esa posibilidad en escasas ocasiones.
«La integración de Cataluña en el ámbito hispano sólo ha sido cuestionada en algunos momentos políticos determinados: once años largos de separación de 1641 a 1652 durante la llamada revolución catalana, en que Cataluña se vinculó como provincia a la Francia de Luis XIII; unos meses de 1713-1714 en que algunos catalanes postularán una república independiente para Cataluña al final de la Guerra de Secesión, y la fugaz proclamación del «Estat Catalá» por parte de Lluís Companys, presidente de la Generalitat», asegura García Cárcel.
No es la primera vez que el actual presidente de la Generalitat utiliza argumentos históricos para justificar la deriva independentista de su Gobierno, incluso reconstruyéndola a su antojo. Ya lo hizo en 2012, cuando la web del Gobierno catalán se refirió a la «casa real catalana» y el nacimiento de «la concepción de la nación catalana» a finales del siglo XV, obviando por completo a la Corona de Aragón. Y en 2013, cuando la misma web aseguró que Cataluña había adquirido la «soberanía de Aragón» y que sus «dominios» incluían Sicilia y Cerdeña.
Israel Viana
Félix Velasco - Blog

lunes, 22 de septiembre de 2014

Einstein vuelve a acertar

Einstein vuelve a acertar: El tiempo va más lento para un reloj en movimiento
Físicos alemanes ha verificado una predicción de la teoría especial de la relatividad de Einstein con una precisión sin precedentes. Los experimentos en un acelerador de partículas en Alemania confirman que el tiempo se mueve más lento para un reloj en movimiento que para un uno fijo.
El trabajo es la prueba más rigurosa pero de este efecto "dilatación del tiempo", que Einstein predijo. Una de las consecuencias de este efecto es que una persona que viaja en un cohete de alta velocidad envejecería más lentamente que la gente en la Tierra.
Pocos científicos dudan de que Einstein tenía razón. Pero las matemáticas que describen el efecto de dilatación del tiempo son "fundamentales para todas las teorías físicas", dice Thomas Udem, un físico del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica en Garching, Alemania, que no participó en la investigación. "Es de suma importancia para verificarlo con la mayor precisión posible."
El artículo ha sido publicado en Physical Review Letters. Es la culminación de 15 años de trabajo de un grupo internacional de colaboradores incluyendo al premio Nobel Theodor Hänsch, director del Instituto Max Planck de óptica.
Para probar el efecto de dilatación del tiempo, los físicos necesitan comparar dos relojes: uno que está parado y que se mueve. Para ello, los investigadores utilizaron el anillo de almacenamiento Experimental, donde se almacenan y se estudian las partículas de alta velocidad en el Centro Helmholtz GSI para la investigación de iones pesados en Darmstadt, Alemania.
Los científicos hicieron el reloj en movimiento mediante la aceleración de los iones de litio a un tercio de la velocidad de la luz. Luego midieron una serie de transiciones dentro del litio como electrones saltaban entre diferentes niveles de energía. La frecuencia de las transiciones se desempeñó como el "tic-tac" del reloj. Transiciones dentro de iones de litio que no se movían sirvieron de reloj estacionario.
Dilatación en el tiempo
Los investigadores midieron el efecto de dilatación del tiempo con mayor precisión que en cualquier estudio anterior, incluyendo uno publicado en 2007 por el mismo grupo de investigación. "Es casi cinco veces mejor que nuestro viejo método, y de 50 a 100 veces mejor que cualquier otro método utilizado por otras personas para medir la dilatación relativista del tiempo", dice el coautor Gerald Gwinner, físico de la Universidad de Manitoba en Winnipeg, Canadá.
Comprender la dilatación del tiempo tiene también implicaciones prácticas. El Sistema de Posicionamiento Global (GPS) se cronometra esencialmente en órbita, y el software de GPS tiene que dar cuenta de diminutos desplazamientos de tiempo en el análisis de la información de navegación.
La Agencia Espacial Europea planea probar la dilatación del tiempo en el espacio cuando ponga en marcha su reloj atómico Ensemble in Space (ACES), un experimento que se enviará a la Estación Espacial Internacional en 2016, informa Nature.
ABC
Félix Velasco - Blog

sábado, 20 de septiembre de 2014

La toga de los jueces

La sobriedad y templanza que transmite la toga negra de los jueces, fiscales y abogados no es fruto de la casualidad, sino de unacontecimiento histórico que supuso un antes y un después en el serio atuendo de la Justicia: la muerte la Reina María II de Inglaterra en 1964. Los ropajes oscuros llegaron a la adjudicatura inglesa para quedarse y posteriormente se extendieron por varios países europeos, entre los que se encontraba España.
La toga siempre ha vestido a las más altas instituciones de imperios y Estados. En la antigua Roma era portada por cónsules y senadores, aunque por esos tiempos los ropajes eran aún blancos. En el libro «Ilustración y derecho: los fiscales del Consejo de Castilla en el siglo XVIII», su autor explica como la toga ya era un requisito indispensable traje oficial del fiscal del Consejo de Castilla, que era «procurador del rey y promotor de su justicia».
El estudio Namucci & Abogados explica en su artículo «La toga, el traje de autoridad de los jueces» que el negro de los trajes se debe a un luto histórico. La muerte de la Reina María II de Inglaterra en 1694 visitó a todos los magistrados de negro. Tras varios años de luto, los ropajes oscuros arraigaron entre los jueces y asumieron este color como símbolo del respeto y la sobriedad que los casos tratados por la Justicia exigen. .
En 1814, este traje se institucionalizó bajo la normativa del nuevo Tribunal Supremo de España, que incluyó la toga negra en su legislación, al igual que el birrete (un gorro con borla y forma de hexágono). Estos ropajes se han mantenido hasta nuestros días y aún hoy es una obligación que los jueces vistan estas togas negras, aunque el sombrero se reserva para actos oficiales.
Sara Montero
Félix Velasco - Blog

martes, 16 de septiembre de 2014

Expresiones populares de origen militar

«Me importa un pito», «irse a la porra» y otras expresiones populares de origen militar
Muchas expresiones comunes en el lenguaje de hoy en día tienen su origen en situaciones de naturaleza militar. En especial, muchas frases populares proceden del periodo de los Tercios de España, donde la sociedad castellana se militarizó para responder a los desafíos del primer imperio global.

-«Irse a la porra»
El sargento mayor de cada Tercio de Flandes, la unidad de élite de los ejércitos Habsburgo en el siglo XVI y XVII, dirigía los compases de sus hombres moviendo un gran garrote, una especie de antecedente de la batuta de orquesta que recibía el explícito nombre de porra. Cuando una columna en marcha hacía un alto prolongado, el sargento mayor hincaba en el suelo el extremo inferior de su porra distintiva para simbolizar la parada. Los soldados arrestados debían permanecer sentados en torno a la porra que el sargento había clavado al principio. Eso equivalía por tanto a «enviar a alguien a la porra» como sinónimo de arrestarle.

-«Poner una pica en Flandes»
Sinónimo de algo sumamente dificultoso o costoso, refiriéndose a los gastos y esfuerzos que suponía el envío de los Tercios. Cervantes usó varias expresiones similares en El Quijote: el personaje de Sancho Panza afirma que «pues si yo veo otro diablo y oigo otro cuerno como el pasado, así esperaré yo aquí como en Flandes», lo que equivale a decir en cualquier parte.

-«No dar un palo al agua»
Significa ser un vago y proviene del mundo marinero, donde «palo» se entiende por remo. De tal forma, los remeros más holgazanes usaban los remos para golpear por encima el agua, es decir, solo fingían impulsar los remos.

-«Se te ve el plumero»
Cuando a alguien se le ve sus verdaderas intenciones o pensamientos. En el siglo XIX durante las guerras entre absolutistas y liberales, estos últimos crearon una unidad conocida como Milicias Nacionales en defensa del régimen liberal que lucían unas llamativos penachos en sus morriones. Tras ser disuelta en 1820 por los absolutistas se comenzó a emplear para señalar a los liberales ocultos.

-«Dejar en la estacada»
Procede de los obstáculos hechos con estacas afiladas que se colocaban para impedir el avance sobre las líneas enemigas. La infantería usaba estos obstáculos para frenar en seco a la caballería.

-«Me importa un pito»
El pífano o el «pito» era el chico que tocaba tal instrumento en el ejército. Su paga era muy baja. Por tanto cuando utilizamos la expresión «me importa un pito» damos a entender que le damos muy poco valor al asunto.

-«Meterse en camisa de once varas»
Intentar hacer algo demasiado complicado para nosotros. La camisa o cortina es la denominación medieval de un lienzo de muralla, espacio entre dos torres. Y las varas eran una unidad de medida por lo que once varas son unos diez metros lo que implicaba una muralla demasiado alta para ser tomada.

-«Se armó la de San Quintín»
Alude a la batalla que tuvo lugar el día de San Lorenzo —10 de agosto— de 1557, ganada por las armas españolas de Felipe II contra los franceses, y en la que los Tercios estuvieron dirigidos por Manuel Filiberto, duque de Saboya.

-«Hacer las cuentas del Gran Capitán»
Alude a las tan discutidas cuentas millonarias que Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, presentó a los Reyes Católicos después de haber conquistado para ellos el reino de Nápoles en 1504.

-«Meter en Orán cien lanzas»
Relacionado con una empresa compleja (como poner «una pica en Flandes»), pero en relación a conquistar la plaza africana de Orán.

-«Chusma»
La chusma eran los prisioneros condenados a apalear sardinas (a remar) en galeras y por tanto encargados de la tareas más ingratas.

-«Apalear sardinas»
Referido a la condena de remar en galeras

-«Ir de tiros largos»
Cuando alguien va muy elegante se suele emplear esta expresión a modo de halago. Los tiros eran las correas que sujetaban el sable a la cintura y en aquellas ocasiones en los que el soldado deseaba ostentar dejaba el sable más suelto, es decir de tiros largos. A diferencia de en combate, donde se llevaba bien sujeto, en la vida civil se buscaba más comodidad.

-«Camarada»
Su origen viene de cuando los tercios tenían que prolongar su estancia en algún lugar. Entonces se reunían en grupos de ocho o diez para hacer camarada o camareta. Así lo explica un documento de la época: «Hacen la camarada, esto es, se unen ocho o diez para vivir juntos dándose entre ellos la fe (juramento) de sustentarse en la necesidad y en la enfermedad como hermanos».

-«Medrar»
Hace referencia al alistamiento de los soldados, escapando de la pobreza de sus lugares de origen, para alcanzar riquezas y botines.

-«El despojo»

Nombre recibido a la práctica de adueñarse de las pertenencias –armas, dinero, joyas, ropa, calzado- de los enemigos.

-«Bicoca»
Algo sumamente fácil, o de escaso valor. En relación a la batalla librada el 27 de abril de 1522 en la localidad de La Bicocca, población cercana a Monza, en el antiguo condado de Milán, donde el ejército francohelvético fue diezmado sin que hubiera casi ninguna baja entre los españoles.

-«Al enemigo que huye, puente de plata»
Es decir, conviene facilitar la huida del enemigo que nos molesta para librarnos de él sin tener que combatir. Esta máxima militar tan sobada en la actualidad pertenece a Gonzalo Fernández de Córdoba, «El Gran Capitán» (1453-1515).

-«No hay moros en la costa»
Tras la Reconquista, las costas de España estuvieron dos siglos sometidas a la piratería, hasta tal punto que se decía que un pueblo se acostaba normal y se despertaba desierto, con los hombres muertos, y las mujeres y los niños esclavizados de camino a los puertos piratas del norte de África. Para evitar tales ataques, pues los moriscos expulsados conocían la zona e indicaban dónde y cómo atacar, se trasladaron los pueblos al interior y se colocaron vigías en las costas. Cuando no había moros en la costa significaba que no había peligro.

-«París bien vale una misa»
En 1593, Felipe II, interesado en que el trono francés lo ocupara su hija Isabel Eugenia, accedió a que Enrique III de Navarra, notorio calvinista, se casara con ella y se convirtiera en rey de los galos siempre que renunciara al protestantismo y abrazase la fe católica. Y Enrique contestó: «París bien vale una misa». Católica, claro.
César Cervera
Félix Velasco - Blog

sábado, 13 de septiembre de 2014

Cuando los hombres se hacen masa...

Las emociones tienen la capacidad de inspirarnos hasta alturas insospechadas o limitar nuestra visión a niveles vergonzosos. No hay nada más útil para manipular a la masa, que buscarle un enemigo y lanzarla rugiente, con pancartas y banderas inventadas a lincharlo. O mejor aún, transformar un concepto en el enemigo y luego pegarle esa etiqueta a toda persona, obra o institución que se quiera destruir.
Ante la enorme maquinaria generadora de odio en que se ha convertido la prensa de nuestro país, y su caja de resonancia -las redes sociales- convendría preguntarse... ¿Quién está provocando este odio, a quién le conviene mantenernos enfrentados y con qué objetivo nos están controlando?
Félix Velasco - Blog

Las Cadenas del Escudo de Navarra

La cadena de esclavos que adorna el escudo de Navarra

Las cadenas y la esmeralda son las que, según la tradición o la leyenda, trajo a Navarra el rey Sancho VII el Fuerte tras la victoria sobre las tropas musulmanas en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la provincia de Jaén. En la acción bélica participaron los ejércitos de Alfonso VIII de Castilla (promotor de la misma), Sancho VII el Fuerte de Navarra, Pedro II de Aragón y Alfonso II de Portugal (aunque este no estuvo presente); asimismo, tropas de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, San Lázaro, el Temple (Templarios) y San Juan (Malta); también cruzados llegados de más allá de los Pirineos, que respondieron al llamamiento del Papa Inocencio III a solicitud del arzobispo de Toledo, el navarro de Puente la Reina, Rodrigo Ximénez de Rada (1170-1247).
Las cadenas eran las que ataban a los miembros de la guardia personal del líder almohade Muhammad ibn Yakub, que ha pasado a la historia con el nombre popular de Miramamolín. Esta defensa privada rodeaba y protegía la tienda personal del caudillo musulmán; por encontrarse encadenados, estos soldados o soldados-esclavos no podían huir, por lo que sólo les quedaba la opción de luchar en defensa del puesto de mando de su jefe o morir. Los relatos sobre la batalla narran que el monarca navarro, al atacar la tienda de Miramamolín, rompió las cadenas con su espada y las trajo a Navarra como botín de guerra. Mientras, el líder almohade consiguió escapar y salvar su vida.
Algunos eslabones de las mismas (supuestamente) se conservan en Pamplona, (en el Palacio de Navarra), procedentes del monasterio de Irache, en Roncesvalles (en la capilla de San Agustín, en la que se encuentra el mausoleo del rey navarro) y en Tudela (en la catedral).
La esmeralda del centro del escudo, según la versión más extendida, Miramamolín la llevaría sujeta en su turbante en el momento de la batalla y la habría perdido durante su huida. La piedra preciosa habría sido recogida por Sancho VII, quien la habría incluido como pieza destacada en su botín de guerra. El museo de Roncesvalles exhibe entre sus fondos una esmeralda de la que se afirma, según la tradición, que es la lograda por Sancho el Fuerte en las Navas de Tolosa y que forma parte del escudo de Navarra.
Félix Velasco - Blog

jueves, 11 de septiembre de 2014

Error histórico del nacionalismo catalán

El error histórico de los nacionalistas: ¿Se equivocó Jordi Pujol en la fecha de la Diada?
El Parlamento de Cataluña declaró la Diada como fiesta autonómica catalana en su primera ley tras el restablecimiento de la cámara, en 1980. El Estatuto de Autonomía en su artículo 8.3 recuerda: «Conmemora la triste memoria de la pérdida de nuestras libertades el 11 de septiembre de 1714, y la protesta y resistencia activa contra la opresión». Una fecha que muchos de los miembros de PSUC criticaron por recordar una derrota.
Antes de esta decisión de la Generalidad, entonces presidida por Jordi Pujol, el 11 de septiembre no tenía gran peso en Cataluña más allá de la ofrenda floral que los círculos catalanistas dedicaban anualmente al conseller en cap Rafael Casanova, presentándolo como un mártir de la caída de Barcelona cuando en realidad había muerto veintinueve años más tarde (en 1743) en su domicilio en Sant Boi tras recibir el perdón real.
Pero, aunque los catalanistas consideran la fecha de la Diada como la conmemoración de la caída de la ciudad en 1714 frente a las tropas borbónicas, muchos historiados han señalado que se trata de un error, perpetuado con la decisión de Jordi Pujol de establecer como fiesta oficial el 11 de septiembre.
Así, como recuerda el historiador Henry Kamen en su último libro «España y Cataluña: historia de una pasión», los miembros del Parlamento de 1980 creían que el 11 de septiembre «Cataluña perdió sus libertades (entendidas con un sentido medieval de privilegios administrativos, no del concepto de libertades modernas), pero esto no ocurrió hasta el 14 de septiembre». Según especificaba el también historiador Salvador Sanpere y Miquel, «la muerte de la nación catalana», tal y como la interpretan los independentistas, aconteció dos días después de la entrada de las tropas con la rendición de las banderas de la ciudad a la Armada Real.
No en vano, la declaración de las nuevas autoridades, que con excepción de los oficiales militares eran todos catalanes, se formalizó de forma solemne el 16 de septiembre en la Casa de la Ciudad, donde el gobierno oficial de Patiño anunció la abolición del Consell de Cent y posteriormente de la Diputación.
Cuando Jordi Pujol y su partido se percataron del error histórico, algunos catalanes trataron de sugerir otras interpretaciones. Según escribió Xavier Trias en un artículo de prensa, «el 11 de septiembre de 1714, después de resistir durante todo un año un feroz y terrible asedio, al final de una larga guerra en defensa de las libertades de Cataluña, la ciudad de Barcelona se rindió a las tropas franco-españolas del Rey Borbón». Sin embargo, la afirmación de Trias también es falsa puesto que la rendición no tuvo lugar el 11 de septiembre, sino poco después del mediodía del 12 de septiembre.
César Cervera
Félix Velasco - Blog

domingo, 7 de septiembre de 2014

Falsas expectativas

Hay muchas maneras de manipular los sentimientos, una de ellas es la de crear falsas expectativas, esperanzas e ilusiones mediante la mentira y el enfrentamiento con un "enemigo opresor inventado", del que hay que liberarse. Una persona que pertenezca a una ideología que busca seguidores de este modo, no es libre para tomar sus propias decisiones, su capacidad de análisis, de reflexión y de critica están mermadas y en consecuencia, vive en un mundo irreal y fantástico. Es la dependencia emocional a la organización, sin la cual se sentiría desorientada y desgraciada.
Félix Velasco - Blog

martes, 2 de septiembre de 2014

Es la guerra santa, idiotas

Pinchos morunos y cerveza. A la sombra de la antigua muralla de Melilla, mi interlocutor -treinta años de cómplice amistad- se recuesta en la silla y sonríe, amargo. «No se dan cuenta, esos idiotas -dice-. Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no se dan cuenta». Mi amigo sabe de qué habla, pues desde hace mucho es soldado en esa guerra. Soldado anónimo, sin uniforme. De los que a menudo tuvieron que dormir con una pistola debajo de la almohada. «Es una guerra -insiste metiendo el bigote en la espuma de la cerveza-. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo».
Mientras escucho, pienso en el enemigo. Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia. Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas. Como se repitió en aquel Irán, donde los incautos de allí y los imbéciles de aquí aplaudían la caída del Sha y la llegada del libertador Jomeini y sus ayatollás. Como se repitió en el babeo indiscriminado ante las diversas primaveras árabes, que al final -sorpresa para los idiotas profesionales- resultaron ser preludios de muy negros inviernos. Inviernos que son de esperar, por otra parte, cuando las palabras libertad y democracia, conceptos occidentales que nuestra ignorancia nos hace creer exportables en frío, por las buenas, fiadas a la bondad del corazón humano, acaban siendo administradas por curas, imanes, sacerdotes o como queramos llamarlos, fanáticos con turbante o sin él, que tarde o temprano hacen verdad de nuevo, entre sus también fanáticos feligreses, lo que escribió el barón Holbach en el siglo XVIII: «Cuando los hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada».
Porque es la Yihad, idiotas. Es la guerra santa. Lo sabe mi amigo en Melilla, lo sé yo en mi pequeña parcela de experiencia personal, lo sabe el que haya estado allí. Lo sabe quien haya leído Historia, o sea capaz de encarar los periódicos y la tele con lucidez. Lo sabe quien busque en Internet los miles de vídeos y fotografías de ejecuciones, de cabezas cortadas, de críos mostrando sonrientes a los degollados por sus padres, de mujeres y niños violados por infieles al Islam, de adúlteras lapidadas -cómo callan en eso las ultrafeministas, tan sensibles para otras chorradas-, de criminales cortando cuellos en vivo mientras gritan «Alá Ajbar» y docenas de espectadores lo graban con sus putos teléfonos móviles. Lo sabe quien lea las pancartas que un niño musulmán -no en Iraq, sino en Australia- exhibe con el texto: «Degollad a quien insulte al Profeta». Lo sabe quien vea la pancarta exhibida por un joven estudiante musulmán -no en Damasco, sino en Londres- donde advierte: «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia».
A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Ponerte falda corta sin que te llamen puta. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación, y los cojones, ellos y ellas, muy puestos en su sitio. Dar mala imagen en Youtube les importa un rábano: al contrario, es otra arma en su guerra. Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Para un Islam que podría ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Roma. Porque -creo que lo escribí hace tiempo, aunque igual no fui yo- es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros.
Arturo Pérez-Reverte
Félix Velasco - Blog