Independentismo: una rareza entre los 129 presidentes de la Generalidad de Mas
«Soy el presidente 129 de Cataluña», aseguró un Mas indignado por las palabras de la vicepresidenta del Gobierno, retrotrayéndose nada menos que hasta la Edad Media. El presidente de la Generalitat se apoyó en el listado elaborado por el historiador Josep María Solé, en 2010, que el Parlamento catalán hizo suyo entonces, y se ha autodenominado sucesor de Berenguer de Crüilles, nombrado primer presidente de la Diputación General por el Rey Pedro IV de Aragón, en 1359. En este sentido, explicó que el Gobierno no debería usar la Carta Magna para «silenciar al pueblo de Cataluña».
Lo que Mas no dice es que de «sus» 129 presidentes de la Generalitat, al menos 121 no tenían el más mínimo sentimiento catalanista ni, tampoco, secesionista con respecto a España (o la Corona de Aragón, en primer lugar). Esto se debe a que, según escribe el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona, Francesc de Carreras, en el número de febrero de la revista «El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho», los orígenes del catalanismo político se encuentran a finales del siglo XIX y principios del XX. Es en esa época reciente cuando se configura la ideología nacionalista que permanece en la base de los acontecimientos actuales.
Ocho presidentes de 129
Durante los más de cinco siglos que transcurren desde el nombramiento de Crüilles, se pueden contar con los dedos de una mano los presidentes de la Generalitat aludidos por Artur Mas que tuvieron es su cabeza la idea de separarse de España.
Desde que la institución de Gobierno catalán fue reinstaurada en 1931, ya con el nombre Generalitat –la Diputación General había sido suprimida en 1716 por los Decretos de Nueva Planta–, Cataluña ha tenido ocho presidentes. Estos son los únicos de los 129 que albergaron sentimientos catalanistas. Y de estos, no todos ellos eran abiertamente independentistas, como son los casos de José Montilla, Pascual Maragall e, incluso, el mismo Josep Tarradellas, que siempre defendió la lengua, la cultura y la identidad catalanas desde un prisma no separatista que no vulnerara los derechos lingüísticos, identitarios y culturales de los castellanohablantes
«La historiografía nacionalista catalana, hasta los últimos años, nunca había cuestionado la inserción de Cataluña en el marco político español. Lo que siempre había hecho el nacionalismo catalán era confrontar la identidad catalana con la castellana, reivindicando la pluralidad de las dos Españas», explica el catedrático de Historia Moderna de la Universitat Autònoma de Barcelona, Ricardo García Cárcel, en «El Cronista».
Al servicio de Aragón
Si retrocedemos hasta 1359, la Diputación General de la que Crüilles fue nombrado presidente era tan solo una comisión temporal que se encargaba de recaudar el tributo que se concedía al Rey de Aragón, agobiado como estaba por las guerras contra Castilla. Crüilles, también obispo de Gerona y firme defensor de la Inquisición, era la autoridad bajo la que se situaban doce «auditores de cuentas» (cuatro de cada uno de los tres estados que formaban la Corona aragonesa) que debían administrar dicho impuesto. Sus funciones eran gestionar la suma, armar a la flota y contratar a la tropa extranjera, jurando no meter la mano en la caja y rendir cuentas al Rey dos veces al año.
Solo se ha barajado la posibilidad de no pertenecer a España en escasas ocasiones
Desde entonces, y hasta que quedó configurada la Monarquía Hispánica a través del matrimonio de los Reyes Católicos, fueron nombrados 38 presidentes de la Generalitat, ninguno de los cuales se planteó jamás «divorciarse» del Reino de Aragón. De la misma forma que en los siglos posteriores y hasta el día de hoy, tan solo se ha barajado esa posibilidad en escasas ocasiones.
«La integración de Cataluña en el ámbito hispano sólo ha sido cuestionada en algunos momentos políticos determinados: once años largos de separación de 1641 a 1652 durante la llamada revolución catalana, en que Cataluña se vinculó como provincia a la Francia de Luis XIII; unos meses de 1713-1714 en que algunos catalanes postularán una república independiente para Cataluña al final de la Guerra de Secesión, y la fugaz proclamación del «Estat Catalá» por parte de Lluís Companys, presidente de la Generalitat», asegura García Cárcel.
No es la primera vez que el actual presidente de la Generalitat utiliza argumentos históricos para justificar la deriva independentista de su Gobierno, incluso reconstruyéndola a su antojo. Ya lo hizo en 2012, cuando la web del Gobierno catalán se refirió a la «casa real catalana» y el nacimiento de «la concepción de la nación catalana» a finales del siglo XV, obviando por completo a la Corona de Aragón. Y en 2013, cuando la misma web aseguró que Cataluña había adquirido la «soberanía de Aragón» y que sus «dominios» incluían Sicilia y Cerdeña.
Israel Viana
Félix Velasco - Blog
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