Las cadenas eran las que ataban a los miembros de la guardia personal del líder almohade Muhammad ibn Yakub, que ha pasado a la historia con el nombre popular de Miramamolín. Esta defensa privada rodeaba y protegía la tienda personal del caudillo musulmán; por encontrarse encadenados, estos soldados o soldados-esclavos no podían huir, por lo que sólo les quedaba la opción de luchar en defensa del puesto de mando de su jefe o morir. Los relatos sobre la batalla narran que el monarca navarro, al atacar la tienda de Miramamolín, rompió las cadenas con su espada y las trajo a Navarra como botín de guerra. Mientras, el líder almohade consiguió escapar y salvar su vida.
Algunos eslabones de las mismas (supuestamente) se conservan en Pamplona, (en el Palacio de Navarra), procedentes del monasterio de Irache, en Roncesvalles (en la capilla de San Agustín, en la que se encuentra el mausoleo del rey navarro) y en Tudela (en la catedral).
La esmeralda del centro del escudo, según la versión más extendida, Miramamolín la llevaría sujeta en su turbante en el momento de la batalla y la habría perdido durante su huida. La piedra preciosa habría sido recogida por Sancho VII, quien la habría incluido como pieza destacada en su botín de guerra. El museo de Roncesvalles exhibe entre sus fondos una esmeralda de la que se afirma, según la tradición, que es la lograda por Sancho el Fuerte en las Navas de Tolosa y que forma parte del escudo de Navarra.
Félix Velasco - Blog
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