Nuestra mente lógica necesita tiempo para pensar. El proceso de análisis, acumulación de datos, comparación y generalización consume un tiempo del que no siempre podemos disponer para encontrar la mejor solución a plazo corto. Por eso cuando lo tenemos, aplicar la lógica y la razón, nos permite llegar a la esencia del problema y nos brinda una decisión mejor, tampoco infalible, pero con mayor posibilidad de acierto.
El exceso de "rapidez acelerada" con que vivimos, nos obliga a tomar un mayor número de decisiones emocionales sin evaluación racional.
El equilibrio que deberíamos mantener entre una y otra no es ya proporcional, ni en cantidad ni en importancia de "peso" para nuestro futuro. Y hemos convertido la emocionalidad en visceralidad política, económica, deportiva, periodística,... que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos: un fanatismo en el que se confunde opinión con criterio.
Félix Velasco
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