No sabría decir por qué orden, pero me parece obvio que en estos tiempos hay tres grandes colectivos sumidos en el descrédito: la clase política, la judicial y la bancaria. El hecho mismo de que se hable de «clases» al referirse a los representantes de esos tres oficios tiene unas contradictorias connotaciones entre elitistas y despectivas. Se habla de clases porque, justa o injustamente, una mayoría de la sociedad los percibe como grupos privilegiados, endogámicos, egoístas y ajenos a las preocupaciones o penurias de los demás mortales. Un cuarto colectivo que lleva tiempo haciendo méritos con el objetivo de engrosar esa lista de «elegidos para la culpa de los males nacionales» es el periodístico. Los periodistas, paradójicamente, nunca hemos tenido buena prensa, entre otras cosas porque se nos atribuye una influencia social el sobado tópico del cuarto poder que puede no ser tal en muchos casos pero que nosotros mismos hemos fomentado unas veces por instinto de protección y otras porque nos halagaba. Si a eso añadimos un momento en el que hay un sector de esa prensa empeñado en desestabilizar permanentemente la vida del país y empeorar los efectos dramáticos de la crisis, la labor de descrédito general está hecha. Puede llegar un momento en que la gente se harte de que le pongan la cabeza como un bombo con bulos alarmistas cuando las malas noticias de verdad ya vienen solas.
Iñaki Ezkerra
Félix Velasco - Blog
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