domingo, 9 de diciembre de 2012

Venga solidaridad

Karl Lagerfeld, el diseñador y mascarón de proa de Chanel, con esos cuellos de camisa que usa para taparse las arrugas del cuello, que parece que está asomado detrás de una tapia, me recuerda totalmente al Carpanta de los tebeos, el hambriento personaje tieso y canino que estaba siempre soñando con un pollo asado. A otros, en cambio, el ridículo cuello alto con que Lagerfeld se tapa las arrugas les recuerda a Mortadelo, el de Filemón. Se admiten teorías. Pero a mí me ha recordado el chutipingo que nos traemos en España con los lamentables festolines de la solidaridad. Les diré.
Así que según contaba mi gatuna amiga Carmen Rigalt, estaba Lagerfeld en París, en la fiesta de entrega de los premios de una revista de modas que está muy de moda, y le anunciaron que querían entregarle en Madrid el galardón al modisto más influyente. La entrega del premio se haría en el transcurso de una gala, para la que le pedían fecha. Y fue entonces que Carpanta, digo, Mortadelo, esto...Lagerfeld, muy extrañado, pegó el plumazo:
-¿Una gala en Madrid? ¿Pero ustedes en España tienen posición como para seguir celebrando estas cosas?
No sé qué le contestaron. Me lo imagino. Le dirían la excusa universal, tan manoseada en estos días, la coartada perfecta para seguir divirtiéndonos mientras España se hunde y la orquesta del Titanic toca el porrompompero:
-Será una gala solidaria a beneficio del Banco de Alimentos.
¡Ay, solidaridad, cómo nos lo pasamos de bien en tu nombre! Qué cuchipandas más buenas podemos seguir organizando para divertirnos pese a a la crisis, mientras los campanilleros cantan que «a la puerta de un rico avariento/ llegó Jesucristo/ y limosna pidió», y lo de «niño, que en cueros y descalzo». Y, ay, Banco de Alimentos, qué juego nos estás dando para que lo sigamos pasando bomba, todos vestidos de esmoquin y retratados en el periódico, porque hemos organizado una cena solidaria, seguida de baile solidario y con tómbola solidaria, donde entregamos como premio solidaridad un viaje solidario para pasar una Nochevieja solidaria en París, ciudad de lo más solidario.
No tenemos posición, como sospecha Lagerfeld, pero tenemos solidaridad. Y Banco de Alimentos, que no falte el Banco de Alimentos: la excusa perfecta. Nos lo estamos pasando pipa con la solidaridad y el Banco de Alimentos. Ya hemos retratado a los bomberos cachas para el almanaque solidario. Y ahora vamos a organizar una cenita solidaria, y una zambomba jerezana solidaria, y un concurso de villancicos solidario, y un baile de disfraces solidario, y un rastrillo navideño solidario, y una capea solidaria:
-Yo, hija, es que con tantas solidaridades es que no tengo tiempo para nada...
La España del «Plácido» de Berlanga sigue existiendo. Sólo que ya no está Cassen con su motocarro y ahora le llaman solidaridad. Los campanilleros lo cantan: «Porque en esta tierra/ ya no hay caridad». No, ahora hay solidaridad, porque caridad suena a cristiano. ¿Qué van a decir los progres si hacemos caridad en vez de solidaridad? Tanta vergüenza hay aquí por ejercer la caridad cristiana, que hasta la Iglesia le pone un mote en latín, Cáritas, para que se note menos. Hemos pasado de la caridad a la beneficencia y de la beneficencia a la solidaridad. Ya no hay nada benéfico, té benéfico, baile benéfico. Ahora todo es solidario. Pero nos lo seguimos pasando pipa a costa de la solidaridad:
-Yo, hija, es que estoy muerta. Hoy tengo que ir a tres cosas solidarias, pero la mar de monas y simpáticas las tres...
Antonio Burgos

Félix Velasco - Blog

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