Para preparar un disparo, el arcabucero debía verter pólvora en el ánima (el cañón) del arcabuz. Inicialmente esto se hacía usando un cuerno en el que se almacenaba la misma y se echaba una cantidad a ojo desde el cuerno al arma. Método un poco lento y variable en la cantidad de pólvora usada en la carga, con el peligro que ello conllevaba. Más adelante, se comenzaron a usar unos pequeños tubos que ya contenían la pólvora adecuada para un disparo. De este modo, la carga era mucho más rápida y la cantidad de pólvora más controlada y segura.
Félix Velasco - Blog
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