domingo, 5 de enero de 2014

Patético

¿Qué esperaba? ¿Que los países más importantes de Europa le apoyasen y presionaran al Gobierno español?
¿Qué esperaba? ¿Que los países más importantes de Europa lo apoyasen y presionaran al Gobierno español?
FUE Talleyrand, posiblemente el mejor diplomático de la historia (llevó los asuntos extranjeros del Directorio, del Imperio napoleónico y de los restaurados Borbones), quien grabó la frase lapidaria: «Ha sido peor que un crimen. Ha sido un error», referida al fusilamiento del Duque de Enghien, que por cierto, él había alentado, lo que nos da una idea del personaje. Pero hay en política algo aún peor que un error, y es el ridículo. Exactamente lo que está haciendo Artur Mas con sus idas, venidas, proclamas, contraproclamas, cartas, mensajes, que parece le inspira su peor enemigo, y que si no estuviera en juego algo tan trascendente, le habrían convertido ya en el hazmerreír de Europa. Aunque, como siga por ese camino, no tardará en serlo.
Después de que le hayan dicho por activa y por pasiva que Europa no quiere saber nada de su deriva independentista, no se le ocurre otra cosa que enviar, de tú a tú, una carta a 27 jefes de gobierno de la UE, insistiendo en lo mismo, con redacción de escuela de idiomas, llena de cosas que no son ciertas y ocultando otras que, siéndolo, son claves en el «problema catalán». En resumen, la carta del niño enrabietado que se queja al maestro de que no le hacen caso. Un error de bulto que, en vez del apoyo que buscaba, ha dejado en evidencia el poco o nulo eco que encuentran sus reivindicaciones, junto al hartazgo que empiezan a producir. Que prácticamente ninguno de los destinatarios le haya contestado advierte de la soledad en que se encuentra. Peor incluso son quienes lo han hecho a través de un portavoz: se trata de un asunto interno español, dicen. O sea, la tesis española, que no va a variar por más cartas que escriba.
¿Qué esperaba? ¿Que los países más importantes de Europa le apoyasen y presionaran al Gobierno español? Entonces está más en las nubes de lo que creíamos. Francia no puede apoyar unas reivindicaciones que pueden volverse contra ella en su frontera sur. Alemania, después de un largo y costoso proceso para llegar a la reunificación, está interesada en unir Europa, no en desunirla. Y el Reino Unido tiene un desafío igual en Escocia, que le impide apoyarlo en otras partes. Esto es de cajón, esto lo ve un niño. ¿Qué buscaba, entonces? ¿Armar ruido? ¿Demostrar a los suyos que se está moviendo para lograr lo que viene prometiéndoles? ¿Echar las culpas a Europa de su fracaso? Cualquiera de esas opciones es peor que la anterior, al mostrar que, al frente de Cataluña, se encuentran hoy personas que no tienen idea de lo que es política de Estado. Tienen sólo nacionalismo del más rancio y caduco. Algo que sabíamos los españoles, y que empiezan a ver los europeos.
¿Qué va a hacer ahora? Pues se movía en el reino de la fantasía, pintando una Cataluña independiente con colores de Walt Disney. Pero se ha dado de bruces con la realidad. Pronto, sólo le quedará la opción de quemarse a lo bonzo. Aunque no veo a don Artur haciendo el ceremonial de la gasolina en la Plaza de Sant Jaume.
José María Carrascal
Félix Velasco - Blog

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