lunes, 1 de abril de 2013

Acoso a la libertad


Vivimos tiempos en que los pseudodemócratas se llenan la boca diciendo que respetan las ideas contrarias, y al mismo tiempo despellejan sus portadores a base de insultos, mentiras, difamaciones, calumnias, acosos, presiones físicas y psicológicas, incluso amenazando a familiares y amigos. Eso es una cobardía que sobrepasa los límites de la tolerancia. No son formas.
Lo que hay que respetar es a las personas, aunque sus ideas sean contrarias a las nuestras. Las personas están siempre por encima de ideas e ideologías partidistas. Triste es que el populismo y el victimismo aun no lo tengan claro y azucen los instintos más primarios de la masa para sus propios fines políticos, disfrazados de buenistas hipócritas, al margen de toda legalidad que no supieron ganar en las urnas. Sólo necesitan localizar una injusticia, real o ficticia (eso es lo de menos) y señalar con el dedo a alguien, culpable o no (eso tampoco importa).
El pueblo está muy cansado de sufrir y es fácil manipularlo y convertirlo en "carne de cañón", esperando que ocurra "algo" para seguir agitando la masa y autojustificar su violencia.
Pero a las ideas... sin piedad. Hay que enfrentarlas, discutirlas, defenderlas o atacarlas, hasta que salgan chispas si es necesario, razonándolas, argumentándolas y apasionando al exponerlas. No hay problema. Así algunas se fortalecen y otras perecen por falta de apoyo, fuerza y legitimidad.
La Historia está llena de ejemplos que nos dicen que cuando las ideas dejan de luchar entre sí, son las personas las que pelean, dejando un reguero de muerte, odio y deseo de venganza.
Félix Velasco

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