Camilo José Cela pensó sobre el qué y el porqué de lo español y aseguró que su esencia está formada por los siguientes elementos: A) la envidia, esa «íntima gangrena del alma española», que decía Unamuno; B) la desobediencia, porque la postura «a la contra» le da marcha al españolito, pese a que también lo castra hasta el punto de volverlo impotente para intentar ejecutar las trascendencias que piensa. Y, aunque ir a la contra le parecía a Cela una virtud vivificante, advertía que los espíritus superiores, históricamente apartados del poder, enseguida eran descalificados políticamente por los envidiosos, o sea, por la mayoría, con lo cual acababan neutralizados. En los espíritus menos brillantes, ser desobedientes e ir a la contra terminaba siendo, sencillamente, una rémora. C) los españoles desaprovechan las coyunturas que se les ofrecen para el entendimiento. Cela creía que la llamada por los historiadores «coyuntura histórica» que suele propiciar paz civil, un espacio para la convivencia y cierta unanimidad política, eso tan civilizado y conveniente de ponerse de acuerdo porque así vienen dadas, eso... es algo que los españoles no aprovechan aunque les pongan la oportunidad a huevo. Por lo general, ni siquiera se enteran de que la ocasión ha surgido. Y se quedan tan panchos dejándola pasar, sin inmutarse, porque a los españoles no les gusta entenderse entre ellos. D) un «desmelenado y heroico rigor religioso», operante en positivo y en negativo; lo que viene a ser clericalismo y anti-clericalismo de toda la vida. Y como resumen: E) España es un país esencialmente dividido porque la envidia, la desobediencia y la discordia marcan al español y a lo español. No vale sorprenderse, pues, del «cáncer disociativo, la mesiánica demencia, el epiléptico cariz de sus reacciones políticas y la parálisis de la estructura social» (sic). (¡Clarividente, añorado Cela!).
Ángela Vallvey
Félix Velasco - Blog
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