viernes, 17 de mayo de 2013

La voz del pueblo


Aestimes judicia, non numeres, decía Séneca (Epist. 39). El valor de las opiniones se ha de medir por el peso, no por el número del personas. Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes,... y desgraciadamente el número aumenta como consecuencia de un sistema educativo absolutamente deficitario y la politización del mismo en algunas regiones.
Las personas deberíamos entendernos hablando, pero muchos agarran el megágono y tratan de imponerse gritando y vociferando.
Entendernos hablando, es decir, hablando y escuchando, porque no es posible lo uno sin lo otro y la palabra cabal es el diálogo. Por eso decía Aristóteles que los hombres, capaces de conversar, conviven en la ciudad y son por tanto animales políticos. Pero los políticos que gritan y no escuchan, ¿serán más lo primero que lo segundo? Ocupar todo el silencio con gritos es ocupar el espacio de la palabra, bien común de los hablantes y pensantes. Es dejar la palabra y utilizar la fuerza. Es renunciar a la política y tratar al adversario como se trata a un enemigo.
Me aburren cada vez más las campañas electorales proyectadas como campañas de pura imagen, donde todos vociferan, gritan y chillan. Aborrezco la indecencia de los que halagan al pueblo con la intención de apoderarse de la capacidad de decidir por los demás.
Aborrezco a los cínicos que hablan al pueblo en general y en nombre del pueblo, sin escuchar en particular a los ciudadanos y responder ante ellos.
Que pena da que las lenguas sean el origen del radicalismo nacionalista, y mantener esas lenguas feudales nos cuesta al año 2.500 millones al año e impide la movilidad laboral y empresarial en el territorio español. Utilizar el idioma y cultura para envolver ideologías que sólo buscan adueñarse del poder, del dinero y del territorio es vil y rastrero.
Olvidamos con frecuencia que cualquier hombre que tenga más razón que sus prójimos ya constituye una mayoría de uno.
Va siendo hora de una reflexión personal, de pensar si cada uno de nosotros estamos junto a una mayoría manipulada emocionalmente, o somos capaces de reflexionar por nuestra propia cuenta. "Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar" (Mark Twain).
Félix Velasco - Blog

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