martes, 10 de noviembre de 2009

Prepotencia lingüística


El Parlamento catalán ha contratado un servicio de traducción al castellano para atender a una delegación de Nicaragua, a pesar de que el castellano también es lengua oficial en Cataluña y lo entienden y hablan todos los diputados. Esta situación ha generado malestar en los grupos parlamentarios menos ERC y CiU. Los dos intérpretes contratados han traducido del catalán al castellano y del castellano al catalán, pese a lo cual ninguno de los diputados presentes ha utilizado los auriculares del servicio de interpretación.
En tiempos de crisis hacer el ridículo malversando el dinero de los impuestos de los contribuyentes debería estár penado por la Ley. ¡Qué sencillo es malgastar el dinero de los demás!
Seguimos día tras día en un continuo esperpento. Estamos en estos días celebrando la caída del muro de Berlín, como paradigma del derribo de fronteras, físicas, religiosas, políticas, sociales, culturales,... y por otro lado politicuchos irresponsables levantando muros y más muros, en este caso lingüísticos. El nacionalsocialismo imperante acorrala la libertad de expresión, no sólo en el fondo, también en las formas. pensamiento único y manifestarlo sólo de un modo.
El efímero Estado del Bienestar que nos han predicado ha resultado ser sólo humo, en el que no sólo nos han robado el dinero, sino también la Libertad y la Justicia, imponiendo el fanatismo social y político.
Pero esto no ocurre sólo en el parlamento catalán, también se utiliza el idioma para discriminar ayudas oficiales, impedier el acceso a cargos públicos,... En definitiva corazones y mentes pequeñas que imponen sus mezquinas ideas y sentimientos para aferrarse al poder. Y en cuanto miras con detenimiento sólo descubres corrupción, pues detrás de esos pseudo-ideales sólo se esconde afán de dinero, dinero y dinero.
Félix Velasco

2 comentarios:

Unknown dijo...

Totalmente de acuerdo. Es como si lo peor de la raza humana fuese destinada a ejercer de político.

Javier dijo...

Te has dado cuenta que para disparates, chorradas y demás causas reivindicativas siempre hay dinero, y no precisamente poco.