(1) El primero es un fanático cuyas exigencias son inflexibles y su actitud psicopatológica extremadamente peligrosa: puede llegar a matar en nombre de la ideología que profesa, ya sea social, política, religiosa, deportiva,...
(2) Quien no sabe razonar es un tonto falto de entendimiento, o un terco, vanidoso y petulante: sin principios personales, miembro de la mayoría aborregada en cualquier tema que se plantee.
(3) No se permiten razonar y evitan que los demás lo hagan, convirtiéndose en rehenes de sus propias ambiciones: hacen que la vida sea un continuo "síndrome de Estocolmo" de adhesiones inquebrantables.
(4) El último corresponde a los puritanos, cobardes que consideran que el razonar es una temeridad, que creen que están en una situación privilegiada gracias a sus convicciones: se creen una raza elegida y predestinada.
Félix Velasco - Blog
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