Todos necesitamos ternura y firmeza,... y hoy el mundo anda escasa de ambas. La ternura nos abre a la comunicación, tiende puentes y cura heridas. Nos ayuda a aceptar nuestra condición humana que es imprevisible, imperfecta y misteriosa. Pero puede convertirse en un aterciopelado engaño cuando evita afrontar la realidad, oculta los problemas y elude asumir las consecuencias de los actos.
Por eso ternura y firmeza deben ir de la mano, esforzándonos por aprender dónde está lo correcto, qué es lo apropiado… desearlo con intensidad, claridad y convicción. Sensibles al afecto, pero sin olvidar la decisión, el esfuerzo y la constancia en todas las facetas de la vida,... incluso en las relaciones humanas.
Félix Velasco - Blog
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