Mi primera percepción del raquitismo cultural propiciado por el nacionalismo –de alta y baja intensidad– tuvo lugar en Galicia hace años. Fue cuando unos universitarios me miraron incrédulos tras mencionar yo, de pasada, que Valle-Inclán era natural de Arosa. "Ah, ¿pero era gallego?". Y tanto. Pero ni don Ramón ni otros literatos gallegos de primer orden figuran en el canon cultural oficialista. Con su exclusión, pagan el pecado de haber escrito su obra en la lengua de Cervantes.
Por idéntico motivo, aunque con mayor recochineo, una serie de autores catalanes viene sufriendo marginación. Ahora, esos reos de traición lingüística han aparecido en un listado del gobierno regional no como miembros del equipo local, sino en el banquillo de los escritores extranjeros residentes. Juan Marsé, que según tal clasificación bien podría ser británico, ha declarado que no le extraña y que, incluso, se siente honrado. Mejor fuera que en el rebaño de los elegidos por quienes retiran la condición de catalán al que no se expresa en lengua catalana. Pero el autor de "Últimas tardes con Teresa" tiene razón al no sorprenderse. La tradición catalanista exhibe, desde sus orígenes, el aborrecimiento del bilingüismo y ha tratado siempre como ajenos a la cultura de Cataluña a cuantos catalanes han escrito en español.
La relación entre la identidad y la lengua es, para el nacionalismo, tan absoluta que sólo quien hable y escriba en la vernácula puede ser considerado catalán, gallego o lo que corresponda. La "normalización lingüística" no es, por tanto, un medio para aprender un idioma, sino para aprender a ser catalán, gallego, etcétera. Y para dejar de ser español. Desde tales presupuestos, no hay convivencia posible y una lengua, la común, ha de desaparecer. Eso es, por cierto, lo que reclamaba la élite intelectual catalana en fecha tan temprana como 1977, cuando en una encuesta realizada por una revista cultural, se mostraba a favor de "liquidar" el fenómeno de los catalanes que se expresaran literariamente en español..
Quién les iba a decir a algunos de los partidarios de la "liquidación" que ellos también serían "liquidados". Y es que uno de los autores expulsados de la "literatura catalana" por la Generalitat es el difunto Manuel Vázquez Montalbán, quien tanto hiciera por legitimar el catalanismo entre los sectores castellanoparlantes de la izquierda. Ni Roma ni Reus pagan traidores.
Cristina Losada
Félix Velasco - Blog
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