El habitual “compañeras y compañeros” utilizado por aquellos que pretenden, dicen, no discriminar a la mujer a través del lenguaje debe imponerse, según Igualdad, en el ámbito de la Administración. Así se establece en la ley de Igualdad aprobada en 2007, que pide también fomentar su uso “en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”.
Siguiendo este precepto, los funcionarios del Instituto Español de Comercio Exterior, dependiente del Ministerio de Industria, recibieron hace unos meses una “Guía para el uso de un lenguaje no sexista” con un largo listado de recomendaciones para evitar un, a su juicio, uso discriminatorio de la lengua.
En el folleto, se sentencia que “el lenguaje debe saber adaptarse a un entorno en constante evolución” y se dice que el uso de un lenguaje “no sexista desempeña un papel fundamental en el objetivo de superar las desigualdades entre hombres y mujeres”. Por ello, concluye, dirigiéndose a los funcionarios receptores del informe, que “todo el personal del ICEX tendrá especial celo en el cuidado del uso del lenguaje no sexista en cualquier ámbito”.
Entre las recomendaciones, está el ya popular desdoblamiento de sustantivos: “Las trabajadoras y trabajadores del ICEX”. Pero, como la propia guía admite, se recarga la frase, por lo que aconseja el uso de sustantivos genéricos y colectivos que son, curiosamente, femeninos en muchos ejemplos. Así, recomienda decir “la persona representante” en lugar de “el representante” o “la parte demandada” en lugar de “el demando”. También aconseja decir “la población española” en lugar de “españoles” o “personas licenciadas” en lugar de “licenciados”.
También aconseja, para evitar los masculinos, aposiciones que pretenden, sin mucho éxito, “evitar la pesadez” en las frases “no sexistas”. Así, según la guía, lo correcto es decir “los afectados, tanto mujeres como hombres, recibirán una indemnización” o “los jóvenes, de uno y otro sexo, que soliciten el abono…”
La guía también arremete contra indefinidos como “uno”, “todos”, o “alguno”. La razón, de nuevo, su género –gramatical– masculino. El consejo es emplear sintagmas como “las personas”, “algunas personas” o “cualquiera”, de género, de nuevo, femenino.
En el caso de los adjetivos la corrección política se complica y así lo admite la guía. A pesar de todo, recomienda expresiones tan enrevesadas como “las trabajadoras y trabajadores del ICEX están comprometidos y comprometidas”. También, en el caso de los determinantes, aconseja fórmulas como “muchos y muchas periodistas”.
Tampoco gusta el uso genérico de “hombre” para englobar a personas de ambos sexos. A juicio del redactor de la guía, debe sustituirse “hombre” por “persona”, “individuo”, “humanidad” o “gente”. Y por si, tras doce páginas de ejemplos y propuestas, aún quedara alguna duda, el documento remite a informes del Ministerio de Igualdad relativos también a la corrección política en el lenguaje, como un listado de cómo nombrar a mujeres profesionales en distintos ámbitos.
Pese al afán doctrinal de la guía y la profusa utilización de términos gramaticales, sus teorías chocan de lleno, además de con el sentido común, con lo que establece la Real Academia de la Lengua sobre el uso del género.
El Diccionario Panhispánico de Dudas alerta, precisamente, de esta oleada feminista por cambiar el uso racional del lenguaje por otro más políticamente correcto pero contrario al principio de economía propio de todas las lenguas. Así, la RAE recuerda que que “el masculino gramatical no sólo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos”, algo que no entraña discriminación alguna sino que responde al mecanismo común a todos los idiomas de economizar en la expresión.
“A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita la alusión a ambos sexos. (…) Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación lingüística de la economía expresiva”. Poco más hay que añadir.
Siguiendo este precepto, los funcionarios del Instituto Español de Comercio Exterior, dependiente del Ministerio de Industria, recibieron hace unos meses una “Guía para el uso de un lenguaje no sexista” con un largo listado de recomendaciones para evitar un, a su juicio, uso discriminatorio de la lengua.
En el folleto, se sentencia que “el lenguaje debe saber adaptarse a un entorno en constante evolución” y se dice que el uso de un lenguaje “no sexista desempeña un papel fundamental en el objetivo de superar las desigualdades entre hombres y mujeres”. Por ello, concluye, dirigiéndose a los funcionarios receptores del informe, que “todo el personal del ICEX tendrá especial celo en el cuidado del uso del lenguaje no sexista en cualquier ámbito”.
Entre las recomendaciones, está el ya popular desdoblamiento de sustantivos: “Las trabajadoras y trabajadores del ICEX”. Pero, como la propia guía admite, se recarga la frase, por lo que aconseja el uso de sustantivos genéricos y colectivos que son, curiosamente, femeninos en muchos ejemplos. Así, recomienda decir “la persona representante” en lugar de “el representante” o “la parte demandada” en lugar de “el demando”. También aconseja decir “la población española” en lugar de “españoles” o “personas licenciadas” en lugar de “licenciados”.
También aconseja, para evitar los masculinos, aposiciones que pretenden, sin mucho éxito, “evitar la pesadez” en las frases “no sexistas”. Así, según la guía, lo correcto es decir “los afectados, tanto mujeres como hombres, recibirán una indemnización” o “los jóvenes, de uno y otro sexo, que soliciten el abono…”
La guía también arremete contra indefinidos como “uno”, “todos”, o “alguno”. La razón, de nuevo, su género –gramatical– masculino. El consejo es emplear sintagmas como “las personas”, “algunas personas” o “cualquiera”, de género, de nuevo, femenino.
En el caso de los adjetivos la corrección política se complica y así lo admite la guía. A pesar de todo, recomienda expresiones tan enrevesadas como “las trabajadoras y trabajadores del ICEX están comprometidos y comprometidas”. También, en el caso de los determinantes, aconseja fórmulas como “muchos y muchas periodistas”.
Tampoco gusta el uso genérico de “hombre” para englobar a personas de ambos sexos. A juicio del redactor de la guía, debe sustituirse “hombre” por “persona”, “individuo”, “humanidad” o “gente”. Y por si, tras doce páginas de ejemplos y propuestas, aún quedara alguna duda, el documento remite a informes del Ministerio de Igualdad relativos también a la corrección política en el lenguaje, como un listado de cómo nombrar a mujeres profesionales en distintos ámbitos.
Pese al afán doctrinal de la guía y la profusa utilización de términos gramaticales, sus teorías chocan de lleno, además de con el sentido común, con lo que establece la Real Academia de la Lengua sobre el uso del género.
El Diccionario Panhispánico de Dudas alerta, precisamente, de esta oleada feminista por cambiar el uso racional del lenguaje por otro más políticamente correcto pero contrario al principio de economía propio de todas las lenguas. Así, la RAE recuerda que que “el masculino gramatical no sólo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos”, algo que no entraña discriminación alguna sino que responde al mecanismo común a todos los idiomas de economizar en la expresión.
“A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita la alusión a ambos sexos. (…) Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación lingüística de la economía expresiva”. Poco más hay que añadir.
Mercedes R. Martín
Félix Velasco - Blog
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