Chirigota del conejo y el cachete
HAY una crisis más honda que el pinchazo hipotecario de la burbuja inmobiliaria y que la subida de precios, aunque el Gobierno haya sacado de su chistera el conejo con un exclusivo fin: dar tema a las chirigotas de Cádiz, que rematan en estos días urgentemente su repertorio para un Carnaval que este año cae bajísimo y cuyo concurso de agrupaciones empezará en cuanto pase el último rey mago. No sé exactamente cuántas letras habrá este Carnaval sobre las hipotecas, asunto complicado de desarrollo y difícil de rima. Mi prima, personaje legendario al que las chirigotas suelen otorgar el protagonismo de todas sus historias, lo tiene complicado con la hipoteca. Solamente las primas boticarias, o solidarias, o extraordinarias darán facilidades de rima a la hora de buscar el golpe final del cuplé sobre la crisis hipotecaria. En cambio el Gobierno, con el conejo, no habrá solucionado ni la inflación ni el IPC, pero ha dado hecho más de un primer premio de chirigotas y un segundo de comparsas. Por el conejo de mi prima, naturalmente. Que no es la prima única de aquel escándalo financiero del que José Joaquín León, director del Diario, mantenía que era asunto con nombre de chirigota: «Las primas únicas». Imaginen lo que puede liar en este hogaño adelantado febrero de coplas la socorrida prima de la chirigota con la recomendación gubernamental del conejo. Es que ya estoy oyendo las letras: «El conejo de mi prima / está ahora muy contento / porque lo han recomendado / los señores del Gobierno. / Y al conejo de mi prima, / que era un gran desconocido, / desde entonces me lo tienen / al pobrecito escocido... / No pienses, picha mía, / no pienses, / pienses mal, / que es cocido con papas, / garbanzos y pringá. / Que está la vida achuchá».
Y como ésta que me acabo de inventar y que brindo sin trincar a mi compadre carnavalesco Antonio Martín, por si le falta un cuplé para completar el repertorio de su gran comparsa «Los Héroes del 3 por 4», me imagino que habrá en Cádiz tantas coplas sobre el conejo de mi prima como años tiene la ciudad: tres mil. Eso en cuanto al conejo en abstracto. Que del conejo aplicado, ni te cuento. «Ni te cuento», que rima con Fomento. Y que puede dar paso, como imaginarse pueden, a cuplés chirigoteros como este otro que me estoy inventando ahora mismito, en el lavadero del homenaje al ingenio popular de mi Cádiz de mi alma. «Y de coplas ni te cuento / las que saco yo al momento, / que ya me lo dijo El Beni, / que era tan sabio y tan viejo: / tóas las coplas del conejo / que sean, picha, con Maleni, / la ministra de Fomento».
Empecé diciendo que hay una crisis más honda que la crisis hipotecaria de mi prima la boticaria que no va a solucionar el conejo propuesto por el gobierno paritario de La Maleni y La Vega. Todos sabíamos que este gobierno paritario de la cuota femenina era mucho del conejo. La lástima es que por causa de la bonanza económica no lo hayamos podido saber fehacientemente hasta el mismo fin de la legislatura. Ya se sabe: la bonanza económica es para el conejo peor que la mixomatosis, y ha disimulado mucho a lo largo de estos cuatro años la honda preocupación del Gobierno por el conejo, especialmente el conejo de mi prima o el conejo de La Maleni. ¿Cuántas leyes ha promulgado este Gobierno pensando únicamente en el conejo de mi prima? ¡Miles! Y sugiriendo con la lógica absoluta de la paridad del conejo, digo yo que también podrían haber dicho que la solución contra la inflación y el remedio del IPC era el chorizo del novio de mi prima en la casapuerta. Chorizo de Cantimpalos, naturalmente, o chorizo de Benaoján, no piensen mal.
En las coplas carnavalescas, el que piensa mal es siempre quien escucha, nunca los que cantan. Que si usan del doble sentido, como servidor en este frito gaditano, es el que se queda con la copla quien pone la mala intención. Es como la Ley del Cachete. Pero como están a punto de terminar los 7 minutos que el reglamento concede para interpretar el presente popurrí, dejaremos para el próximo pase de semifinales (si es que no vamos al cajón), nuestro pasodoble sobre la crisis de autoridad y la Ley del Cachete. Pasodoble de comparsa, de los de hartarse de llorar. Que dice que al niño, cuando tiene ocho meses de gestación, se le puede asesinar impunemente y meter en la trituradora, que No Passsa Nada. Pero que si cumple ya ocho años, no hay quien tenga cojones de darle un cachete al puñetero niño...
Antonio Burgos
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