domingo, 31 de marzo de 2013

Democracia de sayones

Encerrados hasta nueva ocasión litúrgica los pasos de la Semana Santa es de temer que la España pascual vuelva desde mañana a sacar su apreciada procesión de sayones políticos. Losbárcenas, guerreros, lanzas, urdangarines y demás figurantes patibularios de la cofradía de la corrupción, unidos a esa otra comitiva de verónicas y magdalenas tipo Ada Colau que completan, junto a los nuevos escribas posmodernos como Alaya o Gómez Bermúdez, la escenografía de esta pasión laica. Mientras la sociedad española no normalice el protagonismo de su vida pública, rescatándolo de las escaleras de los juzgados y de la algarabía de la calle, el país está abocado a una dramatización esperpéntica de sí mismo, a una estilización deformada de la escena institucional en el que los platós de televisión sustituyen al Parlamento y los representantes democráticos se empequeñecen ante la crecida de los actores más ruidosos de una especie de auto sacramental primitivo, simplista y estrafalario.
Este alboroto extravagante que se ha apoderado de la opinión pública suplantando con su sobrevenida nomenclatura el necesario papel de la dirigencia política constituye un síntoma de degradación que predice un diagnóstico de severa parálisis funcional. La estructura de representación democrática ha retrocedido para ceder el paso y el espacio a un cortejo de presuntos delincuentes, por un lado, y de inquietantes adalides populistas por otro. Y el resultado de ese apocado repliegue es la extensión de un estado de ánimo crispado que tiende a reducir la complejidad de los problemas de la nación a un esquematismo voluntarista y perrofláutico. Para muchos ciudadanos, cada vez más, la política se ha convertido en una trama de venalidades y mangancias repartidas entre todos los agentes públicos y el activismo directo de ciertas plataformas sociales aparece como una alternativa seductora por su aparente espontaneidad y la inmediatez de sus respuestas. Soluciones oportunistas y fáciles a problemas complicados: ésa es la médula del populismo. Y el caldo de cultivo de la antipolítica.
Para achicarle el campo a esta creciente marginalidad se necesita un funcionamiento impecable de los mecanismos del sistema. En primer lugar una maquinaria judicial efectiva y rápida, que evite en lo posible la banalización de sus procedimientos y su conversión en un espectáculo de guiñol televisado y en carnaza de redes sociales. Y después una dignificación de las instituciones que rearme de dignidad la actividad política propiamente dicha y la realce como un esfuerzo honesto de construcción social. Es imprescindible que la clase dirigente vuelva a respetarse a sí misma, que salga del rincón en que se ha situado abrumada por su propia degradación, disminuida por su catatonia. El peligro es serio: estamos pasando del pesimismo a la trivialidad, a punto de construir una democracia de sayones. O de frikis.
Ignacio Camacho
Félix Velasco - Blog

sábado, 30 de marzo de 2013

La preocupante dejadez

A medida que uno va cumpliendo años, es más difícil que los asuntos te sorprendan, porque los escándalos suelen tener bastante semejanza, y en el muestrario de tonterías contemporáneas se presentan pocas novedades, y es bastante sencillo encontrar en el pasado un tonto contemporáneo que superó con creces al actual. No obstante, confieso que la tranquilidad y el sosiego con que la mayoría de los partidos políticos recibió la noticia de los asaltos a la intimidad en Cataluña me dejó al borde de la estupefacción. No hay delito más nauseabundo en una Democracia que la invasión de la intimidad, y la repugnante secuela que lleva consigo: extorsión y delación.
Pero tenemos antecedentes. En la etapa en que Narcís Serra fue ministro de Defensa, los agentes del Centro Nacional de Inteligencia, que entonces creo recordar se llamaba CESID (Centro Superior de Información de la Defensa) recibieron órdenes de espiar al Jefe del Estado y al presidente del Real Madrid. Seguramente el fichaje de algún jugador podría haber desencadenado algún terremoto geopolítico de consecuencias fatales, aunque lo de espiar al Rey es bastante problemático de justificar. Otrosí, cuando Montilla era presidente de la Generalitat de Cataluña, y el presidente de Endesa, Manuel Pizarro, se negó a que se quedaran con la empresa Gas Natural y La Caixa, a un precio de ganga, y defendiendo el interés de los accionistas, logró triplicar la oferta catalana, un día se encontró con que sus escoltas sorprendieron a dos tipos que le estaban siguiendo y que resultaron ser del CESID. Años más tarde, se descubre un montaje de escuchas en Cataluña que no ha tenido parangón. Por supuesto que cuando haya espías de por medio aparezcan catalanes es una coincidencia, llamativa, eso sí, pero coincidencia.
Claro que en esta apatía a la que aludía al principio, hay antecedentes. Cuando el juez Garzón, saltándose todas las medidas constitucionales y prudentes, ordenó espiar a los abogados defensores, barbaridad que sólo se permite en puntuales situaciones mezcladas con el terrorismo, no sólo el entonces presidente del Colegio de Abogados actuó con una pereza incomprensible, sino que algunos políticos, rememorando el «¡Vivan las caenas!» defendieron una transgresión que le costó a Garzón ser expulsado de la carrera judicial.
Políticos que cuando un entrenador de fútbol llama a un jugador negro, siendo éste negro y aquél blanco, casi se rasgan los trajes a la puerta del Congreso, o hipersensibles feministas que, si se llegan a enterar de que un marido le habla algo más fuerte a su mujer, piden su dimisión de lo que sea, la del marido, claro, han estado callados, como miembros de una cofradía de mudos, o como si un ataque tan brutal a los cimientos de la libertad fuera algo semejante al alboroto que forman los alumnos en el aula, cuando se ausenta el profesor.
Tanta placidez y moderación por parte de los partidos políticos me inquieta de manera muy honda, porque esta apatía e indolencia no hace sino mostrar el deterioro de valores de un grupo social que debería ser adalid, vigilante y abanderado de la defensa de la libertad.
Luis del Val
Félix Velasco - Blog

viernes, 29 de marzo de 2013

Personas y tecnología

La adicción es una enfermedad física y psicoemocional, según la Organización Mundial de la Salud. En el sentido tradicional es una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación causada por la satisfacción que esta causa a la persona (codependencia).
Félix Velasco - Blog

sábado, 23 de marzo de 2013

Cuando los catalanes reclamaron la Inquisición

Guerra de los Malcontents.  Ejecuciones ante la Ciudadela, en Barcelona, ​​según un grabado de la época. Jpg
El tópico dominante sostiene que los catalanes, tan "benefactores como incomprendidos", han tratado de civilizar a los demás españoles dándoles la democracia, la tolerancia y la industria textil, pero que éstos, bárbaros y mesetarios, los han venido rechazando casi a pedradas, como los campesinos a los funcionarios que les llevaban las vacunas.
La historia nos muestra los bandazos que dan los pueblos. En la primera mitad del siglo XIX, durante el choque entre el Antiguo Régimen y el liberalismo, la mayoría de los catalanes era reaccionaria, tanto que en 1827 se produjo una sublevación porque Fernando VII era demasiado blando y no había restaurado la Inquisición. Se trató de la Guerra de los Malcontents.
Entre 1820 y 1823 se desarrolló el Trienio Liberal, que se derrumbó debido a las escisiones dentro de los liberales entre moderados y exaltados y la labor de zapa de Fernando VII, que no aceptaba el recorte de sus facultades regias. En varias comarcas de España surgieron guerrillas realistas, la Hacienda quebró y, al final, la Santa Alianza, la coalición de los reyes europeos, envió en 1823 una expedición militar, los Cien Mil Hijos de San Luis, para derrocar a los liberales. El ejército invasor cruzó los Pirineos y llegó hasta Cádiz sin oposición de los mismos españoles que en 1808 se habían rebelado contra Napoleón.
Fernando VII fue restaurado en su condición de monarca absoluto y pasó a perseguir a los liberales. Pero la situación nacional e internacional ya no era la que el Borbón había encontrado al regresar a España de su cómoda prisión francesa. El Antiguo Régimen había colapsado; la economía no funcionaba; la banca inglesa no aceptaba suscribir nuevos empréstitos porque Fernando no reconocía la deuda del Trienio; en Portugal había estallado la guerra civil entre liberales y realistas, y Londres presionaba a Madrid para que apoyase a su candidata, María de la Gloria.
Además, para pacificar el país y administrarlo, así como para formar una alianza que apoyase a sus futuros hijos (el rey estaba casado desde 1819 con María Josefa Amalia de Sajonia, pero carecía de descendencia), empezó a llamar al Gobierno a personalidades liberales. Para captar a éstas el soberano tuvo que dictar amnistías y perdones. Uno de los principales técnicos liberales que colaboró con Fernando VII fue Luis López Ballesteros, alto funcionario del tesoro que en 1824 recibió el cargo de ministro de Hacienda, en el que permaneció hasta 1832.
El rey desilusionó a sus partidarios más acérrimos al no restaurar la Inquisición, abolida en 1820, y al no reintegrar al Ejército a los oficiales depurados por los liberales y a los jefes de las guerrillas realistas.
El malestar creció, abonado por malas cosechas, y fructificó en la región entonces más reaccionaria de España: Cataluña. En agosto de 1822 las partidas realistas tomaron la localidad catalana Seo de Urgel, donde se estableció una regencia que proclamó a Fernando VII como rey absoluto y declaró que era prisionero de los liberales.
Consecuencia del malestar de los fidelísimos fue el Manifiesto de la Federación de los Realistas Puros (1826), prueba de que ya había realistas impuros, y se establece, por primera vez, la distinción entre las dos legitimidades: la de origen y la de ejercicio, que llega hasta nuestros días.
En la primavera de 1827, en los meses de marzo y abril, en las comarcas catalanas de Tortosa, Vich, Gerona y Figueras se levantaron partidas realistas. Fue tan débil el movimiento que en abril estaba dispersado y el Gobierno de Madrid dictó perdones para los cabecillas; pero el malestar siguió larvado hasta que volvió a estallar en el verano, con la finalización de la cosecha.
Junto con los ataques a la Iglesia cometidos por los exaltados, los Gobiernos liberales habían procedido a una desamortización parcial que privó a muchos campesinos y ganaderos de las tierras comunales y eclesiásticas que arrendaban a bajo precio y a subir los impuestos.
Contra la "chusma infernal" de Madrid los catalanes sacaron de los pajares y los arcones sus sables, pistolas y escopetas, y se echaron al monte. El 30 de julio José Bosoms, payés y guerrillero contra los franceses, hizo una proclama en Berga que comenzaba así: "Compatriotas catalanes míos, Españoles que os gloriáis de haber restituido con vuestra sangre y sacrificios a nuestro idolatrado Rey Fernando."
El monarca estaba dominado en Madrid por una "chusma infernal" que había "logrado apoderarse de los empleos y destino, chupar la sangre de los que antes no pudieron inmolar". Y concluía de esta manera: "Catalanes, viva el Rey, y abajo la Policía y los empleados negros (liberales)."
El periódico El Catalán Realista, editado en Manresa y órgano de los rebeldes, publicó en agosto la proclama. El lema de su cabecera era el siguiente: "Viva la Religión. Viva el Rey absoluto. Viva la Inquisición. Muera la Policía. Muera el Masonerismo y toda secta oculta."
Esta rebelión se llamó Guerra de los Malcontents o de los Agraviados. Los realistas para los que Fernando VII sufría de veleidades liberales reunieron a 30.000 hombres en armas y se apoderaron de muchas de las principales villas catalanas: Vich, Olot, Manresa, Reus, Berga, Igualada... También sitiaron Gerona, ante cuyas murallas acecharon unos 4.000 malcontents, y Tarragona. A Barcelona llegaron miles de desplazados de las comarcas interiores, hasta el punto de que el Ayuntamiento constituyó una junta de sanidad.
A finales de septiembre, el rey actuó. Por un lado nombró al conde de España, un aristócrata francés que estaba al servicio de los reyes españoles desde la Revolución, capitán general de Cataluña y presidente de la Audiencia. Y por otro lado anunció su viaje a Cataluña, pese a su mala salud.
El 22 de septiembre Fernando VII dejó El Escorial, llegó a Vinaroz el 26 y entró en Tarragona el 28. Su presencia en Cataluña, que desautorizaba a quienes aseguraban obrar por su bien, más una proclama en la que prometía clemencia desbarataron a las partidas. Ordenó que se castigase a los jefes rebeldes con la máxima severidad. En consecuencia, muchos de ellos fueron ahorcados, fusilados y, los más afortunados, deportados a Ceuta.
Bosoms resistió con unos 1.500 hombres hasta que en diciembre pasó a Francia. Al regresar a Cataluña en 1838 fue traicionado y entregado al conde de España, que en febrero le hizo fusilar.
En 1833, de nuevo miles de catalanes se alzarían por los derechos del rey legítimo y absoluto de España, en este caso el hermano de Fernando, el infante Carlos María Isidro.
Hoy los descendientes de esos catalanes de Olot, Vich y Berga votan a CiU y ERC.
(Fragmento tomado de Pedro Férmandez Barbadillo)
Félix Velasco - Blog

viernes, 22 de marzo de 2013

Tiende puentes

Reflexión de la que los políticos y sus votantes deberían aprender:
Es la historia de unos hermanos que vivían juntos y en armonía durante años, aunque vivían en granjas separadas. Un día tuvieron un conflicto, a pesar de haber cultivado juntos hombro a hombro, compartiendo semillas, maquinaria, intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Incluso celebrando juntos las alegría y consolándose en los dolores y fracasos.
El malentendido fue creciendo y explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de uno de ellos. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero “Estoy buscando trabajo por unos días“, dijo el extraño, “quizás necesite alguna reparación en su granja y yo pueda ser de ayuda”.
-”Sí”, dijo, “tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo, en aquella granja vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero desvío el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Quiso hacerlo para enfurecerme, pero le voy fastidiar. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más.”
El carpintero le dijo: “- Creo que comprendo la situación“.
Ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja el resto del día para ir por provisiones al pueblo. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero había terminado su trabajo. Pero no había ninguna cerca de dos metros. En su lugar había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una auténtica obra de arte.
En ese momento, su vecino y hermano vino desde su granja y abrazándole dijo: -”Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho. Gracias, hermano”. Y volvieron a colaborar juntos.
No necesitamos ideologías que construyen barreras, separen a los individuos, enfrenten a las personas, generen enojos y malentendidos entre los pueblos, odios, envidias y enemistades entre regiones, crispación, egoísmo e incertidumbre entre naciones.
Quienes votan a estas oligarquías políticas, son tan culpables como quienes levantan bandera de división o arengan para que los habitantes de este, nuestro pequeño mundo, región, ciudad, pueblo o comunidad de propietarios se enfrenten.
Busca siempre lo que une, no lo que separa. Construye puentes.
 Félix Velasco - Blog

martes, 19 de marzo de 2013

Los peores padres del cine


Rick Moranis en «Cariño, he encogido a los niños» (1989) - El señor Szalinski no es un padre malo, pero deja bastante que desear cuando le dejan al cuidado de sus hijos, sobre todo teniendo en cuenta que están a punto de ser pisados como una cucaracha o comidos por un escorpión. 
Willem Dafoe en «Spiderman» (2002) - El señor Norman Osborn no parecía un mal tipo hasta que se empieza a ofuscar con sus inventos y muta en el Duende Verde, con lo que además consigue traumatizar a su hijo -James Franco- quien de rebote odiará a muerte a Spiderman de por vida. Un ejemplo de que el dinero, sin cariño, no arregla la relación paternofilial.
John Noble en «El señor de los anillos: El retorno del rey» (2003) - El señor de Gondor aparece en la película de Peter Jackson como un demente, que envía a la muerte a su único hijo, Faramir, después de que su otro vástago, Boromir, falleciera de forma trágica. Bien es cierto que su mente estaba nublada por el poder de Sauron y que en una guerra como la que se vivió en la Tierra Media la locura no era improbable, pero el hecho de que, después de todo esto, intentará quemarse junto a su hijo, todavía vivo.
Dylan Baker en «Happiness» (1998) - Un pedófilo no es, definitivamente, un buen padre. Sobre todo si intenta usar a uno de sus hijos para atraer a sus amigos y así satisfacer sus perversiones más ocultas. Muy mal, señor Maplewood.
Rodney Dangerfield en «Asesinos natos» (1994) - Solo hay algo peor que un padre pedófilo, y es un padre que viola a su propia hija, una Juliette Lewis que acaba tomándose la justicia por su mano.
Danny DeVito en «Matilda» (1994) - Cómo sería este padre (aka señor Wormwood) para que su hija acabara huyendo a vivir con su maestra: un desagradable vendedor de coches en mal estado que se pasa la vida comiendo frente al televisor y descuida la educación de su hija. Al final, tanto trapicheo le sale caro y tiene que huir a Guam con su mujer para escapar de la policía. Y se deja a la niña, claro.
Al Pacino, en «Pactar con el diablo» (1997) - Cuando Keanu Reaves empieza a trabajar como abogado para el señor Milton no podía imaginarse que, primero, iba a ganar tantos casos tan fácilmente; segundo, que ese señor tan poderoso era su padre; y tercero, que al final resulta que era hijo del mismo Satán.
Jack Nicholson en «El resplandor» (1980) - Que tu padre te lleve a un hotel en la montaña para pasar el invierno no parece mal plan, a priori: el problema llega cuando empieza a ver sangre, niñas muertas y le entran ganas de asesinar a toda la familia. Ni las puertas de madera pueden frenar a este padre enfurecido de ojos desorbitados y hachazo fácil.
Darth Vader en «La guerra de las galaxias» (1977-2005) - El peor de todos: por si no hubiera sido bastante con dejar morir a su mujer (que fallece del disgusto), se desentiende de sus hijos durante décadas, luego intenta hacerlos prisioneros, asesina a su padre adoptivo, persigue a sus amigos, a uno de ellos lo congela en carbono, a uno de sus vástagos lo intenta matar varias veces y cuando no lo consigue le quiere convencer para llevarlo por el mal camino. Por no hablar de los asesinatos de niños jedis y la desaparición de mundos con su arma de destrucción masiva (La estrella de la Muerte).
Félix Velasco - Blog








lunes, 18 de marzo de 2013

Ni Joan ni Borbó

Como Rey de derecho y Jefe de la Casa Real Española, Don Juan eligió para su uso el título soberano de Conde de Barcelona. Por la singularidad del título, que sólo puede llevar el Rey de España, Don Juan expresó su deseo, en el texto de su renuncia ante el Rey, de seguir siendo el Conde de Barcelona hasta su muerte, aceptando el Rey su petición. Fue Tarradellas el que tuvo la idea de que Don Juan y Doña María descansaran para siempre en el Panteón de los Condes de Barcelona de Poblet. La posterior decisión del Rey de que sus padres lo hicieran en el Panteón de los Reyes del Monasterio del Escorial truncó el proyecto inicial. Don Juan visitó Barcelona en múltiples ocasiones, porque era una ciudad a la que quería apasionadamente y en la que siempre fue bien recibido. Posteriormente vivió allí largas estancias como consecuencia de sus diferentes operaciones de retina y córneas, todas ellas practicadas por los doctores Muiños y Barraquer en la prestigiosa clínica de este último. Cuando Don Juan, invitado por Tarradellas al Palacio de la Generalidad, entró en el despacho del Presidente, ahí estaba el Muy Honorable Josep Tarradellas de rodillas aguardando la llegada del Conde de Barcelona. Tarradellas, aunque parezca mentira, era del mismo partido que Oriol Junqueras. «Saludo y beso la mano a mi señor natural el Conde de Barcelona». Y después de hacerlo, se incorporó con la ayuda de su señor natural. Siendo Presidente Jordi Pujol, Don Juan fue invitado en numerosas ocasiones a la sede de la Generalidad, y tratado con muy especial cortesía. Y del puerto de Barcelona, después de cenar en «Semon», iniciamos en diferentes años las singladuras en el «Giralda», que mientras permanecía atracado en el puerto recibía a cuantos ciudadanos quisieran visitarlo y conocerlo. Don Juan y Barcelona estaban mucho más unidos anímicamente que por el uso de su título soberano.
Cuando falleció, el PSC, CiU y el PP, con el alcalde Pascual Maragall a la cabeza, dieron a una avenida de Barcelona el nombre del Rey exiliado. Avenida de «Joan de Borbó». Escribí que resulta absurdo traducir nombres y apellidos. Don Juan nunca consideró que su apellido era «Borbó», pero tampoco estaba la situación como para poner trabas a lo que era un acto municipal de estricta justicia, histórica, institucional y humana. Me entero ahora de que, por iniciativa de ERC y la complacencia de CIU, con el alcalde Trías a la cabeza, a Don Juan le van a quitar su avenida. Es una agresión más a España, y se hace humillando la memoria de un español ejemplar que amó a Barcelona y Cataluña de manera constante, creciente y apasionada. Parece que les molesta la sombra magnífica del Rey marino. Tan sólo un consuelo a la grosería municipal de Barcelona, esa ciudad grandiosa cada día más habitada por aldeanos de horizontes inmediatos. El nombre que van a quitar de una avenida barcelonesa no pertenece a nadie, porque «Joan de Borbó», a mi modesto entender, no era una persona conocida. Equivale a que retiren de cualquier calle de Bilbao, Vitoria o San Sebastián las placas de la avenida de «Jon de Borbotegui», que nadie sabe quién era, a ciencia cierta.
Los apellidos son intocables. Windsor, Borbón, Orleans, o Schleswing-Holstein. Me gustaría, por curiosidad, saber cómo se dice Schleswing-Holstein –el primer apellido alemán de la Reina–, en catalán. Tiene que resultar tan azaroso como divertido. Pero con independencia de que la avenida que le quitan a Don Juan en Barcelona pertenece a otro señor de muy limitado conocimiento público, la mala intención se advierte. Mala intención de los incultos, los perversos, los groseros y los paletos de ERC y CiU.
Alfonso Ussía
Félix Velasco - Blog

domingo, 10 de marzo de 2013

La 'Ragazzona'

Olvidado en el tiempo, el mayor navío de la Armada Invencible no estaba tan lejos. Un equipo de investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, con la colaboración de la Unidad de Buceo de la Armada y la empresa de arqueología Argos, han encontrado en Ferrol los restos 'La Ragazzona'.
Los trabajos de búsqueda se extendieron entre el lunes día 4 y el pasado viernes y han permitido obtener "resultados satisfactorios", según informaron los investigadores a través de un comunicado.
Los restos arqueológicos, que ocupan un área de unos 900 metros cuadrados, son principalmente "concreciones metálicas de diverso tipo". De ellas, "una gran mayoría" podrían ser piezas de artillería "antiguas", anteriores al siglo XVIII. Lo que no han localizado son restos cerámicos o de madera, con lo que interpretan que el pecio pudo haber sido expoliado.
Si bien a partir de ahora, los investigadores de la USC analizarán los datos recabados para una datación más exacta de los restos y su identificación positiva como pertenecientes a la capitana de la Escuadra Levantisca, ya se incluirán en la Carta arqueológica subacuática de Galicia. De este modo, será objetivo de "vigilancia y protección" por parte de la Armada.Esta hipótesis, a su entender, se refuerza con la existencia de"fracturas" y "roturas" en otras piezas, que atribuyen al "golpeo intencionado" para "ver lo que contenía en su interior".
 era un mercante de la República Veneciana y que fue "contratado en régimen de alquiler" por España bajo el reinado de Felipe II para formar parte de la Armada Invencible y desarrollar las maniobras técnicas bajo el mando del capitán Martín de Bertendona, al frente de la Escuadra de Levante.
Tenía unos 36 metros de eslora por 12 de manga, portaba 30 cañones y contaba con una dotación de 300 personas, y ejerció como embarcación capitana de la Armada Invencible en su intento de derrotar a Inglaterra.
Un temporal le dio la puntilla
Fue designado como nave principal de la flota de Levante y combatió en la zona del Canal de la Mancha, en el intento del reinado de Felipe II dedestronar a Isabel I de Inglaterra. Tras la derrota tuvo que rodear Inglaterra e Irlanda y consiguió finalmente llegar a la ría de Muros (A Coruña), de donde partió hacia el puerto coruñés para ser reparado.
El navío estaba gravemente dañado e incluso tuvo dificultades para llegar a la ría A Coruña, por lo que fondeó en su entrada "muy maltrecho", sin arboladura y con anclas de emergencia.
La misma noche, debido al temporal de mar, se quebraron los anclajes ytras navegar a la deriva acabó encallando en la ría de Ferrol. Ante los intentos fallidos por liberar la nave, se le retiraron las principales piezas de artillería, y el barco se acabó hundiendo el 8 de diciembre de 1588.
Pese a estos datos, ofrecidos por el director del proyecto de búsqueda, David Fernández Abella, el hundimiento de la 'Ragazzona' está escasamente documentado. El hallazgo de unos primeros restos, que podrían corresponderse con el buque, fue realizado por un submarinista aficionado en torno al año 1990.
Europa Press
Félix Velasco - Blog

domingo, 3 de marzo de 2013

Sabios

Nuestra época no favorece el florecimiento de los auténticos sabios; y hasta me atrevería a decir que, en cuanto detecta a uno, corre a acallarlo. Cuando se enumeran los males que afligen y corrompen nuestra época nunca se menciona esta postergación que sufren los sabios; pero para mí que es una de las causas más evidentes de tales males, que a la vez que priva a la sociedad de un bien presente la esteriliza para bienes futuros. Allá donde no llueve, el desierto avanza; y allá donde la sabiduría no encuentra las vías naturales del magisterio, la gente acaba idiotizándose. Pero ¿qué es un sabio? No es, desde luego, un erudito, ni una persona que ha hecho un acopio ingente de conocimientos; tampoco un 'experto' o dominador de una ciencia o técnica concreta. Leonardo Castellani probaba esta definición del sabio que me parece acertadísima: «Es el capaz de enseñar una ciencia; o bien todas las ciencias armadas en sabiduría. Es el capaz de enseñar, el que posee una disciplina en habitus vital, el que la abarca entera y perfecta dentro de sí o, mejor dicho, ambula él adentro de su orbe. Son gente rara. Ven todo el mundo a través de su ciencia, la hallan en todas partes, se hallan con ella, y están haciendo allí continuos descubrimientos, en luna de miel o noviazgo perpetuo».
El sabio, en efecto, vive dentro de su ciencia, como el niño gestante vive dentro de la placenta que le brinda sustento; pero, paradójicamente, su visión del mundo es abarcadora. En esto se distingue del mero erudito, para quien sus conocimientos acaban convirtiéndose en una cárcel esterilizadora; el sabio, por el contrario, viviendo dentro de su ciencia, puede mirar el mundo con vista de águila, y allá donde posa la mirada su ciencia se torna fecunda e iluminadora. El sabio puede adentrarse en territorios que no son los suyos (a diferencia del erudito y del 'experto') y colonizarlos de inmediato e incorporarlos a su orbe; y puede, además, brindarlos, enseñarlos a los demás, de tal modo que provoca en quienes lo leen o escuchan un movimiento de adhesión gozosa. El verdadero sabio, a través de sus enseñanzas, no solo nos invita a pensar, sino que nutre de esqueleto y musculatura nuestro pensamiento; no solo estimula nuestra inteligencia, sino que la abraza, la sustenta, la vigoriza, la dota de un andamiaje robusto y, a la vez, la impulsa hacia nuevas pesquisas, por caminos nunca antes transitados. El sabio, en fin, tiene la capacidad de elevarnos desde el plano de las contingencias al plano de los principios o primeras causas, de manera que lo que hasta entonces se nos había antojado un batiburrillo contradictorio cobra una forma inteligible. De ahí que el sabio sea concienzudamente ninguneado, perseguido, aniquilado por los poderes establecidos, a quienes no interesa que existan personas que, viviendo en luna de miel o noviazgo perpetuo con el conocimiento, logren transmitirlo a quienes los leen o escuchan; y puesto que tales personas todavía ¡milagrosamente! existen, conviene a los poderes establecidos que su magisterio se marchite.
Durante los dos últimos años y pico, como director del programa televisivo Lágrimas en la lluvia, he tenido ocasión de conocer a unos pocos sabios. Son, en efecto, gente rara (en el doble sentido de 'escasa' y de 'preciosa'), y no porque sus hábitos sean estrafalarios o su temperamento áspero (pues, por mucho que el mundo los tache de 'intratables', suelen ser personas entrañables), sino porque dicen cosas que ya nadie dice, cosas que parecen 'marcianas', en medio de las simplezas que nos han repetido machaconamente mil veces y que hemos llegado a hacer nuestras como papagayos. Me admira en ellos su insobornabilidad: podrían haber empleado su inteligencia en halagar al mundo, y a cambio el mundo los habría obsequiado con honores y aplausos; podrían haberse amoldado a las formas de pensamiento inerte, mansurrón y eunuquizado que triunfan en nuestro tiempo, y habrían sido encumbrados a las más altas magistraturas, o entronizados como 'referentes morales' (¡vade retro!); pero han preferido ser fieles a la ciencia con la que viven en noviazgo perpetuo, y el mundo se lo ha hecho pagar con creces. Puedo comulgar mayormente con lo que dicen (como me ocurre con Miguel Ayuso, tal vez la persona más sabia que haya conocido en mi vida), o discrepar (como a veces me ocurre con Antonio García-Trevijano), pero en su proximidad las costuras de mi espíritu se ensanchan; y aunque su sabiduría ¡ay! no se me pegue, puedo disfrutar siquiera por unos minutos de su visión de águila, e imaginar un mundo en el que los sabios no hubiesen sido condenados al ostracismo.
Juan Manuel de Prada
Félix Velasco - Blog

Bendita rutina

En mi vasta incultura, jamás había oído hablar de Konrad Lorenz. Y, sin embargo, este caballero premio Nobel de Medicina está considerado el padre de una muy interesante rama de la ciencia, la etología, que se encarga de estudiar el comportamiento de los animales y todo lo que este revela sobre nosotros, los humanos. En su libro Sobre la agresión, el pretendido mal, Lorenz elabora una brillante teoría que ayuda a entender por qué a veces llegamos a ser tan crueles.
Conocer las razones ocultas para actuar de una u otra manera no solo permite comprender mejor a los demás, sino, mucho más importante aún, desvela claves sobre actuaciones propias que a veces nos sorprenden y otras nos alarman. Más adelante les hablaré de la agresión y sus claves porque vale la pena, pero hoy me gustaría comentar otra parte del libro más amable, más doméstica y a la vez reveladora de cómo son nuestros secretos mecanismos de comportamiento y del papel que juega en nuestras vidas la rutina, la costumbre. En estos tiempos infantiloides y simples que vivimos, la rutina está considerada casi una mala palabra.
La gente lo que quiere es huir de ella, vivir a mil, centrifugarse a tope. Y eso está muy bien siempre que a uno no se le centrifugue también la sesera; cosa que, mirando en derredor, parece que es lo que ocurre, porque van todos de aquí para allá como pollo sin cabeza. Según Lorenz, en cambio, la rutina no solo no es aburrida, cansina o de pringaos, sino muy necesaria, sobre todo en tiempos inciertos como los que vivimos. Más aún, a veces se convierte en el único refugio y en un modo de mantener la cordura.
Uno de los experimentos que relata Lorenz en su libro es muy revelador. Había adiestrado a un ganso salvaje para que no tuviera miedo de entrar en casa, e incluso subir la escalera interior, algo por lo visto nada fácil para un ánsar. Konrad veía que al ganso le costaba mucho la decisión de subir la escalera y que, antes de hacerlo, indefectiblemente se detenía frente a la ventana y permanecía ahí unos instantes, permitiendo que los rayos del sol lo bañaran de arriba abajo. Siempre era la misma rutina. Entraba, se detenía ante la parte soleada y solo entonces acometía la difícil tarea de subir la escalera. Cada vez lo hacía mejor y con mayor confianza, hasta que un día se detuvo paralizado de terror y, por más que Lorenz lo animaba e incluso azuzaba, fue incapaz de acometer la escalada. ¿Qué había pasado? Simplemente que ese día no había sol, y el ganso no pudo bañarse durante unos segundos en sus rayos, lo que le impidió continuar con la actividad que otros días no presentaba dificultad alguna para él.
Esto me recuerda a alguien a quien admiraba mucho y que, como tantos, de un día para otro se vio prejubilado y sin horizonte. En sus tiempos de bonanza era un hombre ordenado y rutinario. Con puntualidad de reloj suizo salía a las siete y cuarto de su casa, corría por el parque media hora, pasaba por la panadería a las ocho menos cuarto en punto, llegaba a casa, se duchaba y salía hacia su trabajo hecho un brazo de mar a las ocho y veinticinco. Me sorprendió observar que, cuando la vida lo dejó en la cuneta, él continuó exactamente con la misma rutina, gimnasia, panadería, ducha e incluso salía de casa a la hora de siempre vestido del mismo modo que cuando iba a la oficina. ¿Adónde iba? Sospecho que a sentarse en un café o en un banco del parque con un libro.
Un día, me atreví a preguntarle por qué lo hacía y esto es lo que me contestó: «Porque si no tienes una rutina, un día dirás que para qué hacer gimnasia y otro que para qué ducharte o lavarte la cara; más tarde pensarás que no hay motivo para levantarte de la cama y entonces la vida te habrá vencido del todo». Han pasado los años y sigo viéndolo sentado en el café. Su traje es ahora más humilde y ha perdido algo de pelo, pero en sus ojos hay el mismo brillo de siempre. Quizá porque la rutina tiene un efecto benéfico y redentor, como dice Lorenz. O tal vez porque, como apuntaba Albert Camus, no hay destino, por adverso que sea, que no pueda conjurarse con la más total indiferencia.
Carmen Posadas
Félix Velasco - Blog

Riqueza, Éxito y Amor

Una mujer salió de su casa y vio a tres viejitos de largas barbas sentados frente a su jardín. Nunca los había visto:
-¿Necesitan algo?, ¡parecen tener hambre! Por favor entren en casa y les prepararé algo para comer.
Ellos preguntaron: ¿Está el hombre de la casa?
-No, respondió ella, no está.
-Entonces no podemos entrar, contestaron.
Al atardecer, cuando llegó el esposo, ella le contó lo sucedido.
-¡Entonces, diles que entren!
La mujer salió a invitar a los hombres a entrar a la casa.
-No podemos entrar los tres juntos.
-¿Por qué?
Uno de los hombres apuntó hacia uno de ellos y explicó: Éste se llama Riqueza, él Éxito y yo soy Amor.
Ahora ve con tu familia y decide a cuál de nosotros tres, desean invitar a su casa. La mujer entró y le contó a su marido, lo que ellos le dijeron. El hombre se alegró: ¡Fantástico! Sal corriendo y dile a Riqueza que entre y llene nuestra casa de dinero.
Pero la esposa no estuvo de acuerdo: Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito? Triunfaríamos el resto de nuestras vidas.
La hija del matrimonio interrumpió diciendo: ¿Por que no invitamos a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de ternura y nos amaríamos mucho más.
Sin dudar el padre, le pidió a la esposa que fuera a invitar a Amor, para que fuera el huésped de honor.
La esposa salió y preguntó: ¿Cuál de ustedes es Amor? Hemos decidido que sea nuestro invitado.
Amor se puso en pie y comenzó a caminar hacia la casa, los otros dos también se levantaron y le siguieron.
Sorprendida, la mujer les pregunto a Riqueza y Éxito ¿y ustedes por qué vienen? ¿No me dijeron que sólo podía invitar a uno de ustedes?
Los viejitos respondieron juntos: Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos nos hubiéramos quedado afuera, pero como decidieron invitar a Amor, donde sea que él vaya, nosotros vamos con él.
Félix Velasco - Blog

sábado, 2 de marzo de 2013